Tengo noticia gracias al estupendo blog de Michael Gilleland Laudator Temporis Acti de una inscripción griega (XIV.2131), encontrada en Anzio, en la región italiana del Lacio, y conservada actualmente en el Museo Británico de Londres, labrada en el siglo II de nuestra era, compuesta por dos hexámetros, de los que doy cuenta: εἰπεῖν τίς δύναται σκῆνος λιπόσαρκον ἀθρήσας, // εἴπερ Ὕλας ἢ Θερσείτης ἦν, ὦ παροδεῖτα;
La traducción podría ser la siguiente: ¿Quién es capaz de decir viendo un descarnado cadáver, / si Hilas fuera o bien Tersites, eh caminante ?
ΕΙΠΕΙΝΤΙΣΔΥΝΑΤΑΙ
ΣΚΗΝΟΣΛΙΠΟΣΑΡΚΟΝ
ΑΘΡΗΣΑΣ ΕΙΠΕΡΥΛΑΣ
ΗΘΕΡΣΕΙΤΗΣΗΝΩ
ΠΑΡΟΔΕΙΤΑ
ΣΚΗΝΟΣΛΙΠΟΣΑΡΚΟΝ
ΑΘΡΗΣΑΣ ΕΙΠΕΡΥΛΑΣ
ΗΘΕΡΣΕΙΤΗΣΗΝΩ
ΠΑΡΟΔΕΙΤΑ
Debajo de
la inscripción está tallado en relieve un esqueleto.
Si quisiera en mi versión aclarar el significado de la alusión a los dos nombres propios de Hilas, prototipo de belleza juvenil masculina, y Tersites, colmo de la fealdad, me vería obligado a sustituirlos por otros, como por ejemplo: ¿Quién es capaz de decir viendo un descarnado cadáver, / si era más feo que Picio o si Adonis, eh caminante ?
Hilas, en efecto, fue un hermoso mancebo del que estaba enamorado Heraclés. Participó junto al héroe en la expedición de los argonautas capitaneada por Jasón en pos del vellocino de oro, y cuando desembarcaron en Misia desapareció de improviso al ir a buscar agua a un manantial, donde fue raptado por las ninfas enamoradas de su belleza irresistible. Heraclés lo buscó inútilmente. De todo ello da cuenta entre otros Apolodoro.
Hilas y las ninfas, J. W. Waterhouse (1896)
Tersites, por otra parte, era el hombre más feo que participó en la guerra de Troya. Homero lo describe en la Ilíada, II, verso 216 y siguientes: ...y era el hombre más feo que a Ilio viniera: / bizco era él, y cojo de un pie, y los hombros en chepa / corvos adentro del pecho encogidos, mas la cabeza / de colmo picuda, y de ella brotando rala la greña (en la espléndida traducción en hexámetros castellanos con rima asonante de Agustín García Calvo).
Tersites aborda a Aquiles (1886?)
Lo que viene a decirnos el epigrama -calco griego del término latino inscriptio, inscripción- que nos ocupa es que el poder igualitario de la muerte no sólo equipara al rico y al pobre, como se ha dicho tradicionalmente, sino también al hermoso y al feo, reduciendo la belleza y la fealdad a un esqueleto descarnado, un puro amasijo de huesos.