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miércoles, 3 de junio de 2020

Ridiculus mus, o el parto de los montes

MVS significaba “ratón” en latín, palabra emparentada con “mouse”, que es como se dice en inglés “ratón” y con Maus en alemán,  ya nos refiramos a un ratón cualquiera, como Micky Mouse, el ratón parlante de Walt Disney, ese gran corruptor de menores que ha maleducado a tantas generaciones de niños causándoles un trauma infantil insuperable al inculcarles que hay malos malísimos y buenos buenísimos y que entre el blanco y el negro no hay grises, o ya nos refiramos al del ordenador, que sólo por comparación formal se llama así.



Micky Mouse, el ratón parlante de Walt Disney



De “mus” viene el nombre de la musaraña, el ratón-araña, pequeño mamífero insectívoro, también llamado musgaño y murgaño, porque se creía que su mordedura era venenosa como la de la araña,  pero también se denomina así a la nubecilla que se nos pone delante de los ojos,  cuando dichas musarañas nos enturbian y distorsionan la visión de la realidad y el pensamiento.




Musaraña



De “mus” viene también la familia de los múridos, que comprende a todos estos roedores: aquí se ha producido el cambio de la consonante silbante en líquida: la ese se ha convertido en erre, ya en latín mismo, cuando iba entre vocales, fenómeno que se denomina rotacismo: pues si “mus” era el ratón en singular, los ratones eran “mures” en plural. En castellano viejo, por cierto, se llamaba mur al ratón, que es la evolución del acusativo murem, y al hecho de cazar ratones se denominaba murar.



De “mus” viene también el murciélago, metátesis de lo que antaño se llamaba murciégalo, curiosa palabra que como "ayuntamiento" contiene las cinco vocales, y que parece que quería decir: mus caecus ales: ratón ciego alado.



Murciélago



Y de “mus”, finalmente, vienen también los músculos,  pues musculus es el diminutivo de mus, ratoncillos que se estiran y se encogen, como hacen los culturistas, curiosa palabra esta que significa que cultivan sus músculos, por la semejanza de sus movimientos con los del ratón. Pero es que la propia palabra latina musculum origina un doblete, es decir, tiene dos resultados en castellano: un cultismo, que es músculo, prácticamente latín, pues la palabra no ha sufrido más que un par de cambios (la pérdida de la -m final y la apertura de la -u final en -o), y el vulgarismo o palabra patrimonial muslo, que apareció en el siglo XIII para nombar la parte alta de la pierna, musculosa y carnosa. En el sentido primitivo se tomó hacia 1730 por vía culta el término músculo, según informa Corominas.







En griego se denomina "mys, myós", de donde en unión de "cardía", corazón, nos viene ni más ni menos que el infarto de miocardio. De ahí que a la parte de la anatomía que estudia los músculos se la denomine con voz griega miología.



Es célebre la fábula de Fedro, conocida como el parto de los montes: Mons parturibat, gemitus immanes ciens, / eratque in terris maxima expectatio. / At ille murem peperit. Hoc scriptum est tibi, / qui, magna cum minaris, extricas nihil. Paría un monte, con gritos y aspavientos mil,  / y había en la tierra máxima expectación. / Pero parió un ratón. Escrito fue por ti, /  que, amenazando mucho, no haces nada más.





Horacio en su Arte poética (verso 128) se hace eco de esta fábula, consagrando la expresión de "el parto de los montes" para dar a entender que cuando se esperan acontecimientos de máxima importancia que levantan grandes expectativas suelen suceder, sin embargo, cosas de poca monta. Parturient montes, nascetur ridiculus mus. Van a parir los montes, saldrá ratón irrisorio. 

El miedo cercano al pánico que provoca la noticia inminente del parto hace de un minúsculo grano de arena, ampliado por la lente del microscopio que lo enfoca, toda una montaña, nunca mejor dicho.  

Hay una versión griega de este dicho, el proverbio: ὤδινεν ὄρος, εἶτα μῦν ἀπέτεκεν: la montaña tenía dolores de parto, en consecuencia parió un ratón.
Nuestro Samaniego recrea así la vieja fábula:
 
Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales; 
consintieron los hombres temerosos 
ver nacer los abortos más fatales. 
Después que con bramidos espantosos 
infundieron pavor a los mortales,
estos montes, que al mundo estremecieron, 
un ratoncillo fue lo que parieron.

Hay autores que en voces misteriosas 
estilo fanfarrón y campanudo
nos anuncian ideas portentosas;
pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento, 
después de tanto ruido sólo viento.