viernes, 17 de marzo de 2023

Una "a" mayúscula inscrista en un círculo

    Una A mayúscula circunscrita es un signo gráfico sencillo y fácil de realizar que significa “anarquía” y que nació, al parecer, en París en 1964, siendo uno de sus creadores nuestro Tomás Ibáñez (1944-...), con la pretensión de unificar las diversas corrientes ácratas y libertarias. Este símbolo nuevo, no exclusivo de ninguna organización política, pintado a mano en las paredes y ciclostilado en panfletos y octavillas, ha dado más de una vez y dará más todavía la vuelta al mundo.

    La A es el prefijo griego negativo, que se escribe AN- ante vocal, como en an-arquía, y A- ante consonante como en a-cracia. -Arquía y -cracia son dos palabras más o menos sinónimas que quieren decir gobierno, poder, Estado, por lo que anarquía y acracia son también más o menos sinónimas, la negación del poder y el orden establecido.


     Dicen los lingüistas que el valor de este prefijo A(N)- es el mismo que el IN- latino de in-creíble que tenemos en español, por ejemplo, o el UN anglosajón que tienen los ingleses en un-known, pongamos por caso. Queda claro, pues, que la A simboliza el espíritu de la negación de lo establecido. Lo que hay que dejar más claro todavía es que el espíritu negativo que representa ese símbolo es paradójicamente el más positivo que hay.

    Aunque nacida en los sesenta, la moda de la A circunscrita no explotó definitivamente hasta los primeros años setenta. Si alguien se apropió del símbolo anarquista fue el movimiento punk. El icono ácrata pasó a representar el espíritu rebelde y contestatario que encarnaban los anarcopunks.

    Las aristas de la A rompían el círculo, dotando al símbolo de mayor dinamismo. “Soy un anticristo, soy un anarquista”, cantaban en 1976 en “Anarchy in the UK” los Sex Pistols, considerados por muchos como el primer cortocircuito puncarra y anarco. Pero la primera A inscrita en un círculo estampada en la portada de un disco fue la de los Crass, un grupo surgido en una comuna libertaria hippie al norte de Londres. 


     El movimiento punk fue enseguida asimilado y su atuendo indumentario convertido en moda. Tal es la capacidad de asimilación de la sociedad de consumo, que puede absorber todas las tendencias contestatarias y de ese modo desactivarlas y hacer que pierdan su papel subversivo. 

    La A inscrita en un círculo significa oposición al establishment y a la cultura dominante en general y a la del consumo en particular. Prácticamente desde su aparición, la A se ha convertido en el símbolo contestatario de cualquier tipo de inconformismo, revuelta y rechazo a la autoridad del Estado. 

    Para los defensores del orden y la ley, la anarquía es la expresión del caos, pero los libertarios consideran que la anarquía es la más alta expresión del orden político y social, y que no hay más caos ni desorden que el orden establecido. De hecho algunos explican el círculo como la letra O de "orden" en la mayoría de las lenguas europeas (ordo, en latín (y de ahí en las lenguas romances orden, ordem, ordre, ordine, ordin...), order en inglés y Ordnung en alemán. 


     Pero todos los símbolos son susceptibles de ser asimilados por el orden establecido, y este no iba a ser menos:  ha llegado incluso a desfilar en un calzoncillo de una pasarela de lencería masculina de Londres en el año 2006, por ejemplo.

jueves, 16 de marzo de 2023

Pareceres (XVII)

81.- Se le atribuye a uno de los siete sabios de Grecia, a Tales de Mileto, el inventor del teorema de su mismo nombre, el estar agradecido a la Fortuna por tres cosas: la primera, haber nacido humano y no animal; la segunda, varón y no mujer; y la tercera griego y no extranjero (heleno y no bárbaro, decía él). A lo que habría que oponerle las siguientes objeciones: que ningún hombre nace hombre, sino que llega a ser tal cosa -cosa, sí- entre los congéneres de su misma especie, lo que da origen al especismo; que ningún varón nace varón, sino que se hace varón, dependiendo de la educación que reciba, que origina el machismo, y finalmente, que ningún griego nace griego, sino que se hace griego, que el nacimiento, y, por lo tanto, la nacionalidad es algo meramente circunstancial, lo que crea la xenofobia y el racismo. Así empieza la filosofía occidental: con el desprecio de los animales, el desprecio de las mujeres y el desprecio de los extranjeros. No penséis que desde entonces hemos mejorado mucho ni avanzado. 

 


82.- Si no lo había hecho antes, el 11 de septiembre de 2001 quedó patente que la televisión era la mayor arma de distracción y destrucción masiva jamás inventada, la más poderosa de todas las armas inventadas porque podía llegar hasta el último rincón del planeta y hablar en cualquiera de las lenguas de Babel divulgando las poderosas imágenes. Los mandamases de este mundo deben estarle eternamente agradecidos a John Baird, el inventor del engendro. Con ella nos entretuvieron largas horas de enteros días a todo el mundo mundial: la catástrofe que nos echaron por la pequeña pantalla, reproducida una y otra vez como si fuera un interminable y animado gif (acrónimo inglés de Formato de Intercambio Gráfico, pero en inglés: Graphic Interchange Format), les sirvió para consolarnos de nuestro desconsuelo existencial al comprobar que nosotros no habíamos sido las víctimas, al ver que aquello no nos había pasado a nosotros: catarsis colectiva. Pero lo que sí nos pasaba a nosotros era el intensivo bombardeo mediático que  nos cayó encima como un chorreo, del que no nos hemos librado todavía. 


 83.- Del manicomio y la cárcel. Cuando salías del hospital psiquiátrico, pasados dos minutos de las cinco y media de la tarde, y volvías la mirada hacia la puerta que se cerraba detrás de ti regurgitándote al exterior, sentiste que salías no de una clínica u hospital frenopático, sino de un enorme útero que te vomitaba, de un ingente claustro materno que te estaba pariendo en ese momento, dándote a luz, a la clara luz de aquella espléndida tarde primaveral de mayo. Metáfora lograda: salir a la calle del manicomio es salir del seno de la Gran Madre, del líquido amniótico de la diosa Cibeles, la Virgen María que rompe aguas y se pone de parto en el paritorio. Es de alguna forma como nacer o renacer a la vida y a la libertad, es decir, a la intemperie, o, mejor dicho, a tu libertad provisional.  Pero no sólo tu libertad era provisional, amigo mío, sino también la mía, que iba a visitarte y a creerme cuerdo por unos instantes. Porque no hay que olvidar una cosa: el manicomio existe para que los que estamos fuera consideremos que estamos cuerdos, que no estamos locos como los que están encerrados en él, y eso, como en el caso de las cárceles, que también pretenden hacernos creer que somos libres, es mentira.


 84.- Por el pleno desempleo. Para mí lo más deseable no es el pleno empleo, sino el completo desempleo: yo no quiero trabajar, no quiero que me empleen, porque eso significa que me utilizan, que se sirven de mí, de mi tiempo, convirtiendo mi vida en rastrera, monótona y mortecina existencia.  Porque no me digáis que no os da la risa, que no es como para burlarse de Hipotecas y  Planes de Pensiones, ese matarse a trabajar para nada y ese estudiar por miedo a no superar el listón de la dorada mediocridad. La vida es otra cosa, no esta muerte planificada en cómodos plazos: las vacaciones en Benidorm, los ascensos laborales, los másteres en New York, y las pastillas de las farmacias para olvidarlo todo, para superar la depresión que nos entra sólo de pensar en esos éxitos  y para lograr conciliar el sueño, acallar la mala conciencia que tenemos y dormir de un tirón hasta bien entrado el día como si fuera domingo y no hubiera que ir a trabajar para ganarse la vida que pierde uno trabajando. 


85.- La solidaridad de hogaño es la versión laica de la caridad de antaño. Dicho de otra manera, la caridad no ha desaparecido: se ha extendido a toda la sociedad secularizándose. Es justo que haya injusticias y desastres ecológicos para que el alma solidaria y ecológica de cada uno pueda solidarizarse, valga la redundancia, con ellos y realizarse lavando la "marea negra" de su propia y "mala" conciencia, dando un sentido a su vida del que carece. Se fomenta tanto el individualismo que, frente a los problemas sociales o colectivos, parece que sólo hay una salida individual: el sálvese quien pueda del voluntariado, la solidaridad, la cáritas Christiana.


miércoles, 15 de marzo de 2023

La guerra contra el Virus

    Hace hoy mismo tres años que el Gobierno español decretaba el confinamiento de la población que iba a durar en principio quince días y se extendió -gobernar es mentir- hasta casi tres meses, finalizando el 21 de junio, una cuarentena, que no sólo se duplicó convirtiéndose en ochentena, sino que llegó a la noventena, durando noventa y nueve días. Sólo faltó uno para la centena.

        Se pretendía con el confinamiento luchar contra el virus coronado, el virus asesino, al que nuestro Gobierno había declarado la guerra, una guerra sin cuartel que recluía a la población sana al arresto domiciliario, y que decretando la distancia social daba nueva vida al prefijo griego τῆλε (têle, de lejos) e imponía el teletrabajo, la teleeducación y la telemedicina, que llegaron para instalarse.

 

         Aquella guerra, no poco quijotesca, es como la que sostiene la Pantera Rosa (the Pink Panther) contra una mosca burlona, en este corto de animación: una guerra contra sí misma que acabará destruyéndola: dibujos animados para reírse un poco de aquella ridícula campaña militar y civil contra el Virus que nos forzaba a no salir de casa, a ponernos mascarilla nasobucal -imposible de mantener cuando uno iba al dentista- si salíamos por alguna razón justificada, a mantenernos alejados de los demás no convivientes, y a inocularnos una supuesta sustancia que llamaron falsamente 'vacuna' y que no inmunizaba ni impedía el contagio, si queríamos disponer de un salvoconduto para viajar y entrar en algunos establecimientos públicos, pero el virus -la mosca cojonera en este caso- siguió campando por sus fueros vivita y coleando.

 

   

martes, 14 de marzo de 2023

Reconocimiento médico

    Yo no me hago ningún chequeo, no vaya a ser que me encuentren algo que no tenía porque no era consciente de ello y que, a raíz del reconocimiento hipocrático y los análisis pertinentes, empiece, conjurado, a manifestárseme. 
 
    No es broma, eso y no otra cosa es lo que le pasó a un compañero mío de trabajo y amigo: fue a hacerse unos análisis dentro del programa de previsión de riesgos laborales o algo así, que yo no quise hacerme -eran voluntarios-, y el médico le descubrió una contractura en la espalda. 
 
    Mi amigo no daba crédito a lo que aseguraba el galeno: entre la vértebra no sé cuantos y la siguiente. A él nunca en su vida le había dolido la espalda ni había sentido ninguna molestia en ese preciso punto de su anatomía. Cuando llegó a casa -y no es broma-, comenzó a dolerle intensamente por primera vez en su vida una contractura en la espalda, justamente allí entre una y otra vértebra, donde le había estado hurgando el médico. 
 
 
    Nos meten el miedo en el cuerpo y en los tuétanos del alma. Nos amenazan con el caos. Me dicen a mí, por ejemplo, lo que me pasaría a mi edad si no me cuidara, si yo dejara de cuidarme, si me descuidara, si no tomara las medidas profilácticas que Esculapio, que es el dios médico,  manda, haciéndome análisis periódicos y chequeos... 
 
    De esta forma están metiendo el caos en mi vida cotidiana, amenazándome con otro caos, con un caos mucho mayor y futurible. Si no te cuidas, el caos. Pero no hay más caos que el hecho de cuidarte por el miedo que te meten. O dicho de otra manera: te meten miedo con la enfermedad futura, y de ese modo es el miedo la enfermedad que te meten, haciendo que te consideres un enfermo en potencia o asintomático, y te pongas, por lo tanto, en manos de los médicos. 

    La medicina curativa, la medicina de verdad, está despareciendo en favor de la medicina preventiva o profiláctica, ese monstruo hermano de la guerra preventiva, que, en nombre de nuestra salud futura, arruina nuestro bienestar actual con chequeos, preocupaciones y análisis interminables. 

    No suelo ir al médico no vaya a ser que me diagnostique algún mal que no tengo, como dicen los viejos de mi pueblo. Sólo voy cuando tengo alguna dolencia.

    Sin embargo, mi médico de cabecera me dijo en una ocasión, hablando ya de todo un poco, la última vez que fui: “Estás en la mitad de la vida, en el medio del camino, como dijo el Dante, en una edad muy hermosa: tienes tantos años por delante como por detrás... Hay que empezar a cuidarse para tener calidad de vida en lo que nos queda.”

    Yo le escucho como el que oye llover. Si hasta ahora no he necesitado cuidarme porque ya cuidaba de mí mi Ángel de la Guarda, bendito sea, ¿por qué voy a necesitar cuidarme y chequearme a partir de ahora?

   

lunes, 13 de marzo de 2023

¿Sueño o realidad?

 No sé si sólo era un sueño lo soñado

y por lo tanto era falso, o al contrario,

lo falso es esta realidad que vivo ahora

y el sueño que me tuvo y tuve fue real.

Le cedo el verso al poeta aquel Campoamor,

injustamente olvidado en las Españas:

¿Es sueño o realidad lo que he vivido?

No lo sé, pues yo, que hablo, no estoy cierto

si al juzgarme despierto estoy dormido,

o al creerme dormido estoy despierto.

domingo, 12 de marzo de 2023

Versos sueltos

  De un soldado anidó en el casco la blanca paloma:

véase la intimidad     entre la guerra y la paz.

 


oOo

Al invierno ningún    lobo feroz    vivo se lo comió.

 oOo



Prímulas, las primeras  en florecer,  flores del crudo invierno.

Verdes y amarillentas     flores silvestres,    rosas de San José.

Escarchadas, al sol    débil aún,   de este febrero gris.


 oOo

¿Qué hay en la Tierra

que mata tanto la paz

como la guerra? 

oOo

El tabaco apesta. La prohibición y maldición

que recae sobre él apesta mucho más.


oOo

Pregunté por qué. / Sordo, el eco respondió / de mi propia voz.

Ni una sola voz: / un silencio sepulcral / a mi alrededor.

 

oOo

 


Al atardecer

sobre el estanque  cayó

la garza real.

No hay ya pez vivo al trasluz.

Voló la silueta gris.

sábado, 11 de marzo de 2023

No me siento español

(Homenaje a Giorgio Gaber por su “io non mi sento italiano”)


     Perdón, señor presidente del gobierno y señor rey de España, pero yo no tengo la culpa de haber nacido donde he nacido y que me pase lo que me pasa: que no se nace español, se hace uno, y yo, sin duda, estoy mal hecho ya que ni sé ni me interesa lo que es España, ni me creo el cuento ese de la vieja patria ni del patriotismo constitucional, que algunos alardean ahora en una versión más moderna, y que es el mismo perro con distinto collar: la metamorfosis de la misma patraña.

    Debo decirles con todo mi respeto que no me emociona en absoluto nada el himno nacional, sino que, por el contrario, me repatea mucho cada vez que oigo sus primeras rimbombantes notas. Afortunadamente no tiene letra (y es mejor que sea así y que carezca de palabras).

     Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia. 

    Asimismo, no me dice nada ni me infunde ningún respeto tampoco ese otro sacrosanto símbolo de la patria que es la bandera rojigualda, colores que dicen que nos representan pero que para mí no representan absolutamente nada. Una vez tuve yo que jurarle fidelidad a esa bandera y besarla, y, vive Dios, ni besé ese trapo ni juré hasta la última gota de mi sangre por ella derramarla. Tampoco me merecen ningún respeto los diecisiete pendones autonómicos en los que se ha vertebrado la madre patria. Y es que no me gusta esta España que antaño se quiso una, grande y libre, pero tampoco esta que ahora se desmiembra en diecisiete autonomías o reinos de taifas.

     Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

 

    Perdón, señor presidente y señor rey de España, pero no me siento orgulloso tampoco de esta democracia, heredera de la dictadura de Franco, por la que dicen que tantos lucharan. Siento, además, vergüenza ajena de los candidatos que prometen puestos de trabajo, el oro y el moro para que les demos el cheque en blanco de nuestro voto, y así poder hacer carrera política al amparo del capital y del Estado y a nuestras espaldas, todo a fin de que las cosas no cambien para nada, o que si cambian lo hagan sólo para poder seguir igual: que lo que quieren es que todo cambie para que no cambie nada.

    Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

    Perdón, señor presidente y señor rey de España, pero soy consciente de que tenemos un pasado con el que no me identifico en absoluto de religiones monoteístas de moros, judíos y cristianos –cuando el único y solo Dios verdadero que hay es don Dinero, el más todopoderoso de todos los caballeros-, y de un imperio donde no se ponía nunca el sol, y, de hacerle caso a usted, sé que también tenemos mucho futuro por delante, pero a mí el futuro me importa todavía menos que el pasado, o sea: nada.

    Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

    Perdón, señor presidente y señor rey de España, pero a mí el grito de ¡que viva España! me la trae más que floja, flojísima, ¿qué le voy a hacer?. Ni me pone la monarquía borbónica ni su despotismo tan poco ilustrado. Para mí no hay más reyes, de hecho, que los cuatro de la baraja. Que se entere, pues, Su Majestad de por qué este menda no se calla: porque no le da la real gana.

    Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

    Me duele España. Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón, Unamuno scripsit. A mí no solo me duele España, como a don Miguel, sino que también me jode, hablando claro y castellano. España es el problema, porque España no es una entidad natural, sino una abstracción real y existente en el mapamundi, pero falsa, que sólo sirve para subyugar a todos los españoles, que no nacemos españoles, sino que nos hacemos (o nos hacen) españoles. España, se vista de rojo o de azul, se vista como se vista, igual que la mona, mona se queda. España es el problema, una abstracción real como una casa, pero falsa como Judas, o más falsa que Judas, si cabe, todavía.

  Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

    Por mucho que quiera dar otra imagen, señor presidente y señor rey de España, en este país de María Santísima, en esta vieja y curtida piel de toro que es el rabo de Europa, sólo hubo un don Quijote, y era un personaje literario, pero muchos, muchísimos, demasiados Sanchopanzas.

    Y es que no me siento español, aunque sin embargo, lo soy, por suerte o quizá por desgracia.

viernes, 10 de marzo de 2023

Vacuna contra la vejez

         Acaba de salir al mercado -tatachín, tatachán- la piedra filosofal de la eterna juventud que tanto tiempo soñaron y buscaron desesperadamente los alquimistas medievales.  Se trata de la vacuna antivejez. Según la propaganda publicitaria, la inyección frena el proceso natural de envejecimiento del organismo humano, y, aunque no se dice explícitamente, nos proporciona, se sobreentiende, la inmortalidad. ¡A nosotros, que ya éramos inmortales como las ideas de Platón!

Mejora las funciones sexuales, que buena falta nos hace a los mayores a los que ya no se nos levanta como antaño el órgano que tantas aleluyas nos proporcionaba, y regenera el tejido muscular, hace que aumente la energía, que disminuyan las liposidades, proporcionándonos beneficios cardiovasculares increíbles. Se consigue gracias a este tratamiento profiláctico la regresión del envejecimiento, vaya. 
 


Disminuirán nuestras arrugas, mejorarán nuestras funciones cognitivas, fortaleciéndose nuestro sistema inmunológico -no vaya a ser que ahora que podemos retozar como a los veinte años gracias a los adelantos médicos, que la ciencia adelanta que es una barbaridad, pero mejor que entonces, pues ahora no vamos a quedarnos embarazados porque todo lo puede Dios menos hacer parir a las viejas o, mejor dicho, menos que los varones nos quedemos preñados, pillemos ahora el virus inexistente del SIDA (no es una boutade: al parecer el virus VIH o de inmunodeficiencia humana no existe, según algunos estudios científicos, ya que no cumple los requisitos de los otros virus, aunque puede pillarse la enfermedad y morirse uno de ella como Dios manda)- o el falso virus del Covid, que sí existe y es real, pero no deja de ser por ello mismo una falacia, mejora el tono de la piel, estimulando el crecimiento capilar sin necesidad de implantes artificiales y dolorosos y de las uñas -nada de aquello de todos calvos dentro de diez años-, nos revitaliza y vigoriza aumentando la resistencia al streSS de la vida moderna cotidiana.

Asimismo, la mágica inoculación aumenta nuestro rendimiento físico y psíquico luchando contra las funciones orgánicas que se debilitan con la edad, aumentando nuestra memoria -y, sin embargo, qué cosa mejor que tener poca memoria, o no tenerla muy buena, para poder olvidar así los agravios que nos inflige no ya la vida, esa gran desconocida terra incognita, pobrecita ella, sino la existencia, mucho más vulgar, prosaica y ordinaria que la vida-, mejora la calidad del sueño convirtiéndonos en bellas durmientes del bosque, previene la osteoporosis, acelera el proceso de cicatrización de las heridas, estimula el sistema venoso y espolea, igualmente, las funciones libidinales, como decíamos al principio, convirtiéndonos en viejos verdes, es decir, en viejos jóvenes, que gozan del beneficio de la vejez, la experiencia acumulada, y del de la juventud, abocándonos a las delicias voluptuosas del coito: un cuerpo perfecto, libre de las lacras de las enfermedades y engorrosos procesos naturales de envejecimiento. 

Finalmente se nos advierte de que el contenido de ese supuesto medicamento está aprobado para su uso en humanos, suponemos que se haya experimentado previamente en otros animales presuntamente menos racionales que nosotros, por la UE, que es, por si no lo sabíamos, la Unión Europea, y que esta aprobación significa, que el Medicamento, con letra inicial mayúscula como le corresponde a todo Dios, procedente de unos laboratorios de Lucerna (Suiza), que el Medicamento, decíamos, “hace lo que dice que hace” (sic). Este producto puede adquirirse en la Red de pescar incautos: que nosotros sepamos, no se vende -todavía- en farmacias. Pero ya llegará. Todo llega. Y acabará vendiéndose con receta médica y las bendiciones de la autoridad sanitaria competente... Y habrá algún tonto que pique.

jueves, 9 de marzo de 2023

Pareceres (XVI)

76- ¿Por qué la taza –dijo Diógenes al ir a beber agua a la fuente-, cuando tenemos una mano con que beber? Y bebió, después de arrojar la taza, el agua fresca de la fuente en el cuenco de la palma de su mano, que le supo a gloria bendita, a lo que sabe el agua precisamente porque no sabe a nada. ¿Por qué la mano –decimos nosotros al ir a beber agua a la fuente-, donde hay boca con que beber? Y metemos la cabeza en la fuente. Y bebemos la fuente, igual que Narciso que se ahogó en ella víctima de su propia sed. Y decimos entonces: ¿Por qué la sed?
 
Diógenes tira su cuenco, François-Xavier Fabre (1766-1837)
 
 77.- Después de haberse enseñoreado Alejandro de este mundo, suspiraba por los imaginarios que le oyó quimerear a un filósofo, su maestro Aristóteles, no por nada, no porque fuera Alejandro o porque fuera especialmente necio,  sino porque el que la sigue la consigue, como dice el refrán, y él había conseguido realizar su sueño. Pero,  recién cobrada la presa,  descubre Alejandro y nos damos cuenta nosotros como él y como Apolo de que ya no era la Dafne que perseguíamos y que nos había enamorado, por lo que nos invade una gran congoja. Lo peor de los sueños es que se realizan. ¡Oh maldita hacienda, si no la tienes, la deseas porque te falta; si la tienes te da preocupaciones y cuidados, y la aborreces porque te sobra! Alejandro debió de decirse a sí mismo algo como lo que dijo Gracián, que parafraseamos aquí: Al que deseé distante ya lo tengo cercano, y ahora que lo tengo al alcance de la mano, ya lo deseo distante. 
Apolo realiza su sueño: alcanza a Dafne.
 
78.- “La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon,  el anarquista, de una vez por todas. La propiedad privada es una abstracción, y como tal una mentira que necesita imperiosamente para sostenerse y hacerse valer la legislación y la fuerza represiva, que son las armas que le brinda el Estado, garante de la desigualdad social que a mí me concede algo a costar de privar a los demás de su disfrute: de ahí el nombre de propiedad privada.  
 
Pierre-Joseph Proudhon, según Gustave Courbet (1865)
 
 79.- Tan importante como el despliegue de tropas es el despliegue mediático. Casi un centenar de profesionales -redactores, técnicos, cámaras y reporteros gráficos- enviaron un día las cadenas de televisión y radio carpetovetónicas a las principales zonas del “conflicto”, para “cubrir” periodísticamente hablando la II Guerra Televisiva del Golfo Pérsico, la Operación Tormenta del Desierto. Se sabía día y hora del comienzo antes de que comenzara. Se sabía, con todo detalle, cómo se desarrollaría. Conocíamos, de antemano, el ganador. Las víctimas sólo serían efectos colaterales. ¡Maldita película de hazañas bélicas que vemos en la pequeña pantalla no sin numerosísimas interrupciones para los espacios publicitarios de los que patrocinan su emisión! 
 
 
80.- (Fragmento de una carta a un amigo de la infancia) ¿Será que nos estamos, amigo mío, haciendo viejos? ¿Será que nos estamos volviendo niños? ¿No es verdad que niños y viejos son más libres que los adultos porque todavía no tienen ataduras ni memoria en el caso de los primeros, o porque han dejado de tenerlas, en el caso de los segundos, alcanzando el júbilo y la jubilación, es decir el regocijo de verse liberados de la  servidumbre de los trabajos de la existencia, hasta olvidarse de todo y de todos, incluso de sí mismos?
 

miércoles, 8 de marzo de 2023

¿Cuándo lanzamos la nueva variante?

     Matthew John David Hancock, más conocido como Matt Hancock, miembro del partido conservador británico y Secretario de Estado de Salud y Asistencia Social del Reino Unido desde el año 2018 hasta junio de 2021 en que dimitió por haber violado los protocolos del virus coronado que su propio gabinete de Gobierno y Ministerio habían decretado, habiendo mantenido un tórrido encuentro sexual en su despacho con su asesora y amante que no pasó desapercibido al ojo indiscreto de la cámara de seguridad, deseoso de amedrentar a la población (frighten the pants off everyone, literalmente asustar los pantalones de todo el mundo acudiendo apresuradamente al retrete para no hacérselo encima) con el fin de que cumpliera los protocolos que él mismo no cumplió y se olvidara de los quebraderos de cabeza que estaba trayendo a su país el dichoso Brexit  o salida exitosa que al final resultó un chasco de la Unión Europea, escribió un guasap bastante significativo de lo que ha sido todo esto del virus coronado que todavía algunos se empeñan en mantener vivito y coleando, que decía “¿Cuándo lanzamos la nueva variante?” (When we do deploy the new variant).



    Otras revelaciones como la del CEO de Moderna Stéphane Bancel, declarando que su empresa fabricó 100.000 dosis de la vacuna contra el COVID-19 en 2019, antes de que la OMS hubiera declarado la pandemia universal, vendrían a demostrar que la presunta no se hizo apresuradamente y se aprobó por vía de urgencia para curar la pandemia, sino, al revés, se implementó la pandemia para justificar la imposición de los pinchazos, o sea que fue antes la tirita que la herida.

    Cada vez resulta más evidente, ahora que pronto se cumplirá el tercer aniversario del confinamiento, para el que no esté ciego y lo quiera ver, que todo el tinglado pandemencial este de la pandemia no fue más que una operación de guerra psicológica destinada a controlar y a gobernar a la gente, por si hiciera falta, que parece que sí lo hacía, más aún de lo que estábamos.