viernes, 2 de junio de 2023

Palabrería

    Hay un adagio latino muy célebre que ha sido proclamado por muchas personalidades que dice: RES, NON VERBA. (Cosas, no palabras). El dicho contrapone, por un lado, las cosas, es decir, las realidades, con las palabras, y, por el otro lado, se exige que haya cosas y no palabras, como si los hechos y los dichos fueran cosas -digo bien 'cosas'- diametralmente distintas. Tanto las palabras como las cosas son cosas, y tanto las unas como las otras son palabras.

    Cuando alguien, por lo tanto, dice algo como: Déjate de palabras, y vamos a los hechos, por ejemplo, establece una división entre la teoría y la práctica que no se sostiene, porque la teoría también es una forma de práctica, y esta última admite también la teoría. 

     Pero puede tener algo de reclamación popular cuando se les exige a los políticos que cumplan sus promesas electorales, que se dejen de palabrería con la que nos envuelven, seducen y engañan, y que hagan el cambio que han prometido y que no pueden hacer porque ellos no son la solución del problema, sino parte importante de él, y solo pueden hacer lo que ya está hecho.

    En este sentido resultaba sarcástica aquella pintada creo que era argentina que decía: Basta de realidades, queremos promesas, que vendría a ser lo contrario del adagio latino que citábamos al principio: VERBA, NON RES. El pueblo ya no quiere realidades, quiere palabras, porque la palabra, como dijo el sofista Gorgias en su Encomio de Hélena, es un poderoso soberano (λόγος δυνάστης μέγας ἐστίν), que puede llevar a cabo acciones divinas, como hacer, por ejemplo, que cese el terror, matar las penas, infundirnos alegría, y acrecentar la compasión, pero también puede hacer todo lo contrario, porque es una poderosa droga que puede curarnos o envenenarnos. No en vano se decía en la antigüedad que los sofistas podían hacer ver lo blanco negro y lo negro blanco.

    Se desprecia a veces el valor de la palabra política, contraponiéndola a los hechos, pero la palabra política es el fundamento de la acción política misma, es el hecho que fundamenta todo el sistema. La palabra, o el discurso, o el relato, o la narrativa, no es un sustituto de la acción, es acción ella misma. Decir, lo saben bien los políticos profesionales, es sinónimo de hacer. Gobernar, lo saben bien todos los gobiernos, es mentir, y para mentir hay que hablar, y, si es posible, mucho y haciendo uso de una jerga incomprensible para el pueblo. Vana palabrería. Lo de menos es lo que se diga. 

 

    Hay un chiste clásico de Gila, que apareció en Hermano Lobo, aquel semanario de humor “dentro de lo que cabía”, que no era mucho, en el año 1974, en la que un político está hablando -abriendo la boca y gesticulando- desde una tribuna, y un paisano le pregunta a su vecino: “-¿Qué dice?” El otro le responde: “-No sé, es un discurso.” Y el primero, que ha entendido la respuesta, exclama: “¡Ah!” Con muy pocas palabras está dicho todo. El político no está diciendo nada sustancial, nada relevante, nada importante, pero está hablando, está haciendo uso de la palabra -y por lo tanto, quitándosela a los demás- pronunciando un discurso que no se entiende, por eso el paisano reconoce que no sabe qué está diciendo, porque los discursos son palabrería.

    Pero no debemos despreciar esa palabrería, porque es la que sostiene al sistema: el discurso político sostiene a la polis, es decir, al Estado. En la era del espectáculo, los gobiernos hacen permanentes comparecencias a través de los medios de (in)formación de masas a su servicio porque son conscientes de que la política es básica- y exclusivamente apariencia y palabrería.

    En sus discursos hacen uso de la palabra, una palabra que actúa como un placebo, porque saben que el sistema se sostiene con ella. Es un hablar afirmativo que trata de fomentar la fe en el propio sistema.

 

    Basándonos en la premisa de que la palabra es acción, cabe suponer que se pueda hacer un uso de ella para hacer algo como desmentir al que nos engaña, desestabilizando así el sistema todo que sostiene su discurso y el discurso que sostiene el sistema. Si el sistema se sostiene gracias a la palabra, también gracias a ella puede quizás -¿quien sabe? Pero ahí radica nuestra desesperada esperanza- tal vez tambalearse. Nada nos lo asegura, por supuesto, pero tampoco hay certeza de lo contrario.

jueves, 1 de junio de 2023

Pareceres (XXI)

101.- Dicen que su mujer, experta en marketing y merchandising -obsérvese el discreto encanto de estos términos anglosajones-, convirtió su matrimonio en la nueva pareja "real", en la doble acepción del término de 'ideal' y de 'regia', de Inglaterra, desarrollando el lado fashion y cool de su apuesto marido, al que transformó en un ídolo cuyo atuendo y aliño indumentario, sorprendentes cambios de look motivados por sus trenzas y cortes de pelo, aretes de diamantes, tatuajes y otras excentricidades o intentos de salirse del meollo, cogollo o centro mismo de la normalidad y vulgaridad que nos constituye se convertirían enseguida en puntos inevitables de referencia para millones de jóvenes del entero mundo, ávidos de disidencia y de proyectar rabiosamente una imagen rebelde de sí mismos, pasando de ser sólo un buen jugador de balompié, a ser una especie de rey Midas que, vendiendo a firmas comerciales importantísimas  de calzoncillos los derechos de su imagen iconoclasta -obsérvese la contradicción en los términos de vender una imagen rompedora y contraria a todas las imágenes habidas y por haber, que es lo que quiere decir 'iconoclasta'-, logró una cuantiosa fortuna personal cifrada en varios millones de euros, libras, dólares, yuanes o lo que sea: el dinero no tiene fronteras. 

 

102.- La profecía de un suceso conlleva a menudo el suceso de la profecía. La simple convicción o sospecha a veces de que las cosas pueden evolucionar en un sentido determinado desencadena el hecho de que se desarrollen en esa dirección.

103.- Al que se le mete una idea en la cabeza se vuelve loco”, escribió José Bergamín, ese gran poeta, y añadió: “Las ideas no deben meterse en la cabeza, sino salir de ella”. Y es que el orate no recupera la cordura hasta que no se libra, si llega a liberarse, de la idea fija y obsesiva que lo obsesiona. Hay algo comparable al gozo del orgasmo masculino -del femenino, más misterioso, mejor no hablar-, en la excreción de todas y cada una de las ideas que se apoderan de nosotros, que nos constituyen, y que lo único que hacen es entorpecer el pensamiento o razonamiento en marcha de nuestra mente como si fueran rémoras, esos peces con aletas en forma de hoja de acanto y bordes cartilaginosos sobre la cabeza, que se pegaban a los cascos de las naves y que podían, según los antiguos, llegar a detener las embarcaciones. Vemos en la eyaculación una metáfora de la liberación gozosa y sumamente placentera y gratificante de todas las ideas inculcadas que se nos han metido -porque nos las han o nos las hemos incrustado- en la cabeza. El escritor francés Guy de Maupassant escribió: Las ideas fijas tienen la tenacidad roedora de las enfermedades incurables. Una vez que penetran en un alma, la devoran, no le dejan la libertad de pensar en nada, de interesarse por nada, de tomarle gusto a ninguna cosa

 104.- ¿Es libertad el hecho de poder elegir, como parece a simple vista, entre dos o más opciones que se nos brindan? ¿Somos libres porque podemos optar, o, precisamente el hecho de poder decantarnos por una u otra opción nos priva de libertad? Esa es la cuestión. ¿No es cierto que la elección es indiferente en el fondo, mera cuestión formal de gustos y estilos personales? ¿No resulta a fin de cuentas trivial cualquier elección que hagamos de uno u otro candidato político, de esta o aquella emisora de televisión, de tal o cual confesión religiosa, de una u otra marca que comparemos y compremos en el mercado –comprar procede etimológicamente de “comparar”, a sabiendas de que todas las comparaciones son odiosas?

105.- Pensar, esa debilidad del cerebro, no es trabajo fácil, sino una tarea para la que tenemos toda una vida por delante, una vida breve, como suele decirse, para una tarea interminable de demolición derribo: ars longa, uita breuis: lo que hay que hacer es mucho y la vida es breve. Pensar es decir que no.


miércoles, 31 de mayo de 2023

¿Futuro? No, gracias. (I)

    El poeta bilbilitano Marcial  plantea en este epigrama (el núm. 58 del quinto libro de sus Epigrammata) una variación sobre el tópico del "carpe diem". Está dedicado a un tal Póstumo, que aunque puede valer como nombre propio de una persona, no deja de ser también un nombre común significativo, en concreto un adjetivo que quiere decir último, postrero, superlativo como es de post 'después', y que puede servir para designar a cualquiera que posterga o pospone su vida a título póstumo para el incierto día de mañana:


Dices que vas a vivir mañana, Póstumo, siempre.
Ese mañana, di,     Póstumo ¿cuándo vendrá?
¿Cuán lejos, dónde está ese mañana? Y ¿en dónde se logra?
¿Se halla en Persia tal vez      o en los armenios quizá?
Tiene ya ese mañana los años de Príamo o Néstor.
Ese mañana, di,     ¿cuánto te puede costar?
¿Vas a vivir? Para eso ya es tarde, Póstumo, ahora:
Sabio es aquél que vivió,     Póstumo, el día de ayer.


 Cras te uicturum, cras dicis, Postume, semper.
Dic mihi, cras istud, Postume, quando uenit?
Quam longe cras istud, ubi est? aut unde petendum?
Numquid apud Parthos Armeniosque latet?
Iam cras istud habet Priami uel Nestoris annos.
Cras istud quanti, dic mihi, possit emi?
Cras uiues? hodie iam uiuere, Postume, serum est:
Ille sapit, quisquis, Postume, uixit heri.

(Marcial, libro V, 58)

    Nótense las veces que se repite "cras" (mañana) en el poema original: nada más y nada menos que siete veces (cinco en mi traducción). Es un adverbio que significa "mañana" en latín. En inglés se conserva esa palabra fosilizada en "procrastination", que es la acción de dejar las cosas para mañana. Veo que la Real Academia Española ha adoptado el verbo "procrastinar" con el significado de diferir y aplazar, supongo que como anglicismo; un anglicismo en todo caso de origen latino.


    Lo que nos aconseja la tarjeta stop procrastinating and start working en la lengua del Imperio es que dejemos de aplazar las cosas para mañana -"no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" dice nuestro refranero- y que comencemos a trabajar; lo que nos dice Marcial, mucho más bonito que eso que circula por la Red, es que dejemos de aplazar la vida para el incierto día de mañana y que comencemos a vivir -no a trabajar- ahora. 

    Lope de Vega tal vez se inspiró en el epigrama de Marcial que comentamos cuando compuso aquel célebre verso "siempre mañana y nunca mañanamos" del soneto amoroso en que se quejaba de la dilación de su esperanza y que comenzaba: "Tanto mañana y nunca ser mañana". 

 

     No digamos nunca “Seré...”. No existe eso de haber de ser, de ir a ser, de tener que ser: o eres o no  eres. Ser o no ser, esa es la cuestión. No dejemos que intervenga el tiempo, que éntre el futuro en nuestras habitaciones mientras la casa, que está toda ella en llamas, se quema irremediablemente. Salgamos ahora mismo.   

    No digamos nunca, aconseja Marcial, “Mañana seré feliz, mañana tendré éxito, mañana se producirá la revolución y el mundo será un lugar más hermoso”. Mañana es nunca porque mañana, igual que ayer, es una palabra que sólo significa una cosa: ahora no.

    Así que no tenemos futuro, porque el futuro es la muerte y a nosotros nos queda todavía mucha cuerda, ahora mismo, para seguir dando guerra por delante.
  

martes, 30 de mayo de 2023

¿Incitación al odio?

    El roquero Roger Waters, uno de los fundadores de Pink Floyd, apareció en escena a sus setenta y nueve años el 17 de mayo en Berlín dentro de su gira 'This Is Not a Drill' -Esto no es un simulacro- con un abrigo largo negro, brazalete rojo, guantes negros y gafas negras. Hizo cabriolas en el escenario vestido con lo que parecía ser un uniforme de las SS. Sobre él colgaban estandartes rojos estilo Tercer Reich, con insignias de martillos cruzados que recordaban vagamente a la esvástica de Hitler. Con un cañón falso disparó contra la multitud, flanqueado por hombres vestidos con uniformes militares. Evocaba así la ficticia organización neonazi que aparece en la película de 1982 "Pink Floyd: The Wall".

    Un portavoz de la policía berlinesa a raíz de dicho espectáculo ha dicho: "Estamos investigando (a Waters) por sospecha de incitación pública al odio, porque la ropa usada en el escenario podría usarse para glorificar o justificar el gobierno nazi, perturbando así la paz pública". Pero el hecho de que recuerde a un oficial nazi de las SS no significa que esté glorificando el nazismo, porque podría tratarse de todo lo contrario. Sería como decir que Charles Chaplin glorifica a Hitler en el Gran Dictador, cuando se trata de una sátira paródica. 

     Más sibilina es la acusación que se le ha hecho de antisemitismo, que como se sabe es el odio contra las personas que practican la religión judía. Roger Waters se ha defendido diciendo que él no tiene nada contra los judíos, pero sí mucho contra el Estado de Israel, por lo que podría acusársele de antisionismo, pero no es lo mismo. El antisemitismo es el odio contra un pueblo, mientras que el antisionismo es el odio contra un Estado que, como todo Estado, es el enemigo público número uno de su pueblo.

 

    Por eso en la puesta en escena del espectáculo berlinés incluyó una foto de Ana Frank, la joven judía que, con su familia, se escondió de los nazis en Ámsterdam, durante la Segunda Guerra Mundial, fue descubierta y llevada a un campo de exterminio, donde murió de tifus, y otra de la periodista palestino-norteamericana Abu Akleh, que recibió un disparo mortal el año pasado mientras cubría una redada de las Fuerzas de Defensa de Israel en un campo de refugiados palestinos. Ambas habían sido víctimas de la violencia de un Estado totalitario. Por eso el cantante ha sido acusado de antisemita por el Estado de Israel, que se identifica así con el pueblo judío, y que no tolera ninguna crítica por bien fundada que sea de su política internacional.

    Y claro está, Waters ha comparado -infamously, infamemente, según el New York Post- al Estado de Israel por su trato a los palestinos con el régimen nazi y su trato hacia los judíos. Se acusa a Roger Waters de antisemitismo y de incitación al odio, por lo que habría incurrido en un delito criminal. 

 


    Cierto que Waters cantó “Lay Down Jerusalem (If I Had Been God)” mientras mostraba la frase “Fuck the Occupation”, refiriéndose a la ocupación israelí de Palestina. Pero el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel se enfureció con el artista al que acusó de “profanar la memoria de Ana Frank y los 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto”, convirtiendo así a Ana Frank en una especie de santísima virgen y mártir del sionismo.

    Sólo le faltaba a Waters ya que a lo de antisemita se uniera la acusación de “apologista de Putin” y rusófilo, que también se le ha hecho, como era de esperar. Ya hablamos aquí mismo de su carta abierta a la primera dama ucraniana, la esposa del señor Zelenski, instándola a que animara a su marido a hacer las paces con Putin. 


    En febrero, en una entrevista al periódico Berliner Zeitung  Waters comparó al Estado de Israel con el Tercer Reich, y también defendió al presidente ruso Vladimir Putin por su decisión de invadir Ucrania.

    Sin embargo, el músico ha defendido su espectáculo diciendo que era una declaración clara "contra el fascismo, la injusticia, la intolerancia en todas sus formas".  El cantante negó las acusaciones y afirmó que estaba usando su plataforma para oponerse al "autoritarismo y la opresión". "Mi reciente aparición en Berlín ha provocado ataques maliciosos de aquellos que quieren calumniarme y silenciarme porque no están de acuerdo con mis puntos de vista políticos y principios morales", dijo Waters en un comunicado. "El retrato de un fascista demagogo desquiciado ha estado presente en mis shows desde Pink Floyd The Wall, en 1980."

   

lunes, 29 de mayo de 2023

Algunas sentiencias y sintiencias (y II)

 oOo

La limosna es una subvención a la pobreza

para que el pobre siga siendo siempre pobre.

oOo

¿Error del sistema? No, el sistema, todo él,

es el error más grave que hay sin duda alguna.

oOo

Insurrección contra el futuro: Ahora o nunca.

Ahora mismo es el momento: otro no hay. 

 

Realidad virtual, Laurie Lipton (2015)
 

oOo

Es más gozoso que concebir alguna idea,

el abortarla y desembarazarse de ella.

oOo

¿La causa principal del divorcio? Elemental,

querido Watson, es el propio matrimonio.

oOo

Las opiniones personales entorpecen

el entendimiento que tenemos de las cosas.

 


Selfie, Laurie Lipton (2015)

 oOo

¿Hay crímenes de guerra? No, la guerra misma,

flagrante crimen es de lesa humanidad.

oOo

Si no hay razón para la esperanza, no la hay

tampoco para desesperarse sin razón.

oOo

¡No a la mejora de la calidad de vida

de los esclavos! ¡Abolición de la esclavitud! 

La Nueva Normalidad, Laurie Lipton (2021)

oOo
Gane quien gane las elecciones, siempre gana
el Poder, y siempre pierde el mismo, que es el pueblo.

domingo, 28 de mayo de 2023

Tontos de los cojones (sic)

    Un alcalde de la España profunda y carpetovetónica afiliado a un partido sedicente izquierdista, el P¿S?¿O?E,  Partido ¿Socialista? ¿Obrero? Español, dijo que no sabía cómo había tanto "tonto de los cojones"  (sic, literalmente) que votaba a la derecha. Y fueron los de la oposición  y se rasgaron las vestiduras dándose por aludidos, pues, según ellos mismos, ellos, exclusivamente, el P¿P?, el Partido ¿Popular? -el pueblo, que es lo que significa populus en latín, y de ahí viene lo de 'popular', no puede ser 'partido'- tenían la denominación de origen patentada de "la derecha", y pidieron por lo tanto la dimisión del bocazas.

    En realidad el alcalde susodicho se equivocaba sólo en parte, o, dicho de otro modo, tenía su parte de razón, porque, sin querer, algo había dicho de verdad, porque a él también le había votado la derecha aunque no lo crea. Él, por muy izquierdista que se considere, también es de derechas,  y por eso ocupaba la alcaldía que presidía. Ignoro si la sigue presidiendo, pero en todo caso da igual para el caso que nos trae.

   Votar es un acto  intrínsecamente pro-sistema, conformista, y, digámoslo así, de derechas, independientemente de a quién se vote, porque da igual republicanos que demócratas, son lo mismo laboristas que tories, igual da  progresistas que conservadores,  da lo mismo "izquierdas" que "derechas", cara y cruz de la misma moneda que es el establishment.  Como decía el jaicú aquel que sacamos el otro día: Ambidiestro que es, / no se queda manco, no, / jamás el Poder.
 
   Y como sentenció de una vez para todas Isabel Escudero (1944-2017): "Ni derecha ni izquierda; / entre arriba y abajo / está la pelea". Daba a entender así la coplilla que la izquierda y la derecha eran las dos manos imprescindibles y complementarias del Poder, que no se queda nunca manco.
 
 
    Dejemos, por lo tanto, la cosa, simplemente,  en que hay mucho tonto que vota, en el sentido de que cree saber lo que quiere, y no quiere aceptar lo fundamental, que es que no sabe lo que le conviene. Sin más. En esa primera parte de su aserto sí que tenía razón el bocazas del alcalde. Sin querer, pues él sólo pretendía atacar a sus rivales de la oposición, había dicho algo de verdad.     



sábado, 27 de mayo de 2023

Algunas sentiencias y sintiencias (I)

Ya llega el finde,  rutinario como siempre, pero nunca 

llega el definitivo y anhelado fin de la semana.

Predica el sistema la libertad dentro del orden del sistema.

Los juicios de valor no valen mucho, valen poca cosa,

poquita cosa, tan poca cosa que en verdad no valen nada.

¿Será el trabajo asalariado la moderna esclavitud?

Maleducados por obra y gracia del sistema educativo. 

Confinados, Laurie Lipton (2021)
 

oOo

¿Echar raíces? Sólo los árboles y plantas.

¿Quién gobierna en las Españas? ¿El pueblo? No: el reloj

ordena y manda, y el calendario laboral.

El que vende más es el que más también se vende.

Tu propio punto de vista limita tu visión.

Las ideas anestesian nuestras sensaciones.

En aras del futuro hipotecados todos.

Selfie, Laurie Lipton (2020)
 

viernes, 26 de mayo de 2023

La Organización ataca de nuevo

    Poco después de haber declarado a primeros de mayo el fin de la emergencia internacional por la pandemia coronaviral tras tres largos años, en los que se habrían contabilizado, según datos oficiales, 765 millones de diagnósticos de contagios y casi siete millones de muertes, incluida entre las fallecidas la vieja gripe, que ha acabado resucitando milagrosamente ahora, la Organización Mundial de la Salud (en adelante, la Organización, a secas), por boca de su director general, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha alertado en la Asamblea Mundial de la Salud que se está celebrando estos días en Suiza de que "sigue existiendo la amenaza de que aparezca otro patógeno con un potencial aún más mortífero". 
 
    ¿Qué pretende con esta declaración terrorífica la Organización? En primer lugar empoderarse más aún de lo que ya está  y en segundo lugar, continuar propagando para ello el miedo, que es el virus más contagioso y letal que puede haber, no vaya a ser que la gente se descuide un poco, como parece que estaba empezando a pasar, se despreocupe de su salud y comience a vivir sin miedo.
 
    La Organización no quiere perder el protagonismo adquirido, quiere afianzarlo, por lo que pretende que la gente y las instituciones estén sobreaviso y preparadas para que, cuando surja la próxima pandemia, la respuesta sea "decisiva, colectiva y equitativa".
 
    El Director General, el señor Tedros, ha instado a los países a no demorar más la aprobación del tratado internacional que le confiere a la Organización que regenta plenos poderes ante futuras pandemias, forzando así a tomar medidas colectivas tanto farmacológicas como no farmacológicas que afectarán a todo el mundo: vacunas, confinamientos, mascarillas, cuarentenas...  
 
 
    Sería, desde luego, más saludable y seguro para la salud de la humanidad no firmar ese acuerdo o, como ha dicho un eurodiputado croata, firmar un acuerdo con el cartel colombiano, que sabe más de drogas que la Organización.  
 
    No podemos olvidar que durante la pandemia coronaviral la Organización no ha hecho más que contradecirse y mentir, comenzando por la más gorda de todas las mentiras: que había una emergencia global. Además de propagar el pánico, por lo que debería ser considerada una organización terrorista,  nos ha engañado constantemente: “Hay un virus nuevo y desconocido” -y resulta que era más viejo que el catarro de Matusalén-, “La vacuna protege de enfermar gravemente y de morir” -y ya se ha visto a cuántos ha enfermado gravemente y se ha llevado por delante al otro barrio antes de tiempo- “La vacuna es segura y eficaz en un 82%” -y no se sabe muy bien para qué ni para quién era tan segura y eficaz-...     
 
    La Organización es un peligro para la gente, igual que un mono borracho con dos pistolas. Sería bueno para la salud de todos y cada uno de nosotros que se auto-disolviera: Mejor desorganizados.  
 
    Pero Alemania marca la pauta: El Bundestag, que es su órgano federal legislativo supremo, otra organización, ya ha decidido, por una amplísima mayoría democrática parlamentaria, ceder su soberanía sanitaria a la Organización y, por lo tanto, a la industria farmacéutica que la subvenciona.

jueves, 25 de mayo de 2023

Pareceres (XX)

96.- Sacrificar es según la Academia, en primer lugar: Ofrecer a una divinidad algo o a alguien en su honor, generalmente destruyéndolos o matándolos. Y en segundo lugar: Matar un animal, especialmente para el consumo. En aras del ideal que creemos que debe ser la vida, que es nuestra moderna divinidad, solemos sacrificar -es decir, hacer sagrada, o lo que es lo mismo para el caso, matar- nuestra propia vida cotidiana corriente y moliente. ¿Dispuestos a sacrificarnos por nosotros y por los demás? Resultado: dictaduras, brutalidad, campos de concentración y exterminio, conformismo, violencia, la historia universal en marcha.

97- NO A LA GUERRA. ALTO EL FUEGO. La gente no quiere la guerra. Ni siquiera los traficantes de armas, que sólo codician el dinero. Son las propias armas las que están pidiendo a gritos la guerra, o sea, una intervención humanitaria, en medio de esta tensa espera y silencio ensordecedor.


98.- El grafitero urbano deja su artística firma en la pared porque se considera, suponemos, un artista. Pero ¿qué dicen las pintadas, su obra? ¿Qué significan esos gritos en forma de garabatos? ¿Qué comentan las paredes? Su obra no es más que su firma. ¡El nombre del que lo escribió! Cuando uno se dedica a estampar su nombre propio compulsivamente por todas partes para afirmar así su personalidad, el refrán escolar reza: “el nombre de los burros aparece por todas partes”. ¿Qué dicen los jóvenes? Nada: sólo: aquí estoy yo: esta es mi firma: una celebración egoísta de mi individualidad masificada. Su firma no está ligada a ningún producto comercial: no es una marca de tejanos, por ejemplo: el único producto comercial es ellos mismos: Yo, Sociedad Anónima o, mejor, Sociedad Limitada.

 
99.- Hay quien dice que es preferible animar a un equipo deportivo que a un ejército armado empeñado en vencer o morir matando. Ninguna objeción a algo tan sensato en principio, si no fuera porque ambas cosas son lo mismo. Los gritos de ¡España! ¡España! fomentan el afán competitivo, el fantasma de la identidad nacional, la lucha por la hegemonía, el espíritu de la victoria y la derrota que arma a los ejércitos para defender esa misma patria que se corea en los estadios deportivos. Puede que sea más civilizado celebrarlo en un campo de juego que en uno de batalla, sólo que así como el estadio es visto como un campo de batalla donde luchan disputándose la Copa de la Victoria, las selecciones nacionales de España y Marruecos, pongamos por caso, no podemos evitar que el frente de combate donde pugnan, por ejemplo, israelíes y palestinos, pueda ser visto con la misma ligereza que un campo más de balompié.

100.-  Nueva refutación del movimiento procedente de la antigua India milenaria, que viene a sumarse a la clásica griega de: El móvil no se mueve ni en el lugar en el que está ni en el que no está. Glosa de Nagarjuna: “El móvil que se ha movido ya no se mueve, y el móvil que va a moverse no se mueve tampoco todavía. ¿Dónde pues el movimiento del móvil que ya no se mueve o que todavía no se ha movido?”

miércoles, 24 de mayo de 2023

"Nu hai juturu"

    “Nu hai juturu”. Al parecer así se diría en cántabru, "No hay futuro", según Ángel Marín, investigador y activista por los derechos lingüísticos del pueblo cántabro, que escribía en Eldiariocantabria el 2 de mayo de 2023 un artículo en castellano titulado “Ensin augua nu hai juturu”.

    No voy a entrar en el tema que plantea de que sin agua no hay futuro, pero sí me quedo con la frase que da título a su artículo, y que amplía escribiendo en cántabru: "Ensin augua nu hai juturu, ni lu brá tampocu’n denguna parti del mundu”. Lo único que le reprocho es que sustituya, como hacen ordinariamente los políticos o ejecutivos de Dios, que es el Estado y es, a la vez, el Mercado, la vida por el futuro, o por el juturu, como él prefiere decir y que sería lo mismo pero en cántabru, cuando dice que sin agua no hay futuro. Sospecho yo que lo que quiere decir es que sin agua no hay vida, cosa que todos sabemos, pero mete la bicha del juturu para justificar la invención de una lengua.

    Lo mismo le sucede a la revista digital Mogura, el "mediu d’espresión de la mozandá revolucionariu cántabru" (sic, por la concordancia del femenino abstracto 'mozandá' con el neutro de materia), donde leemos que "nel sistema capitalista español nu hay juturu", cuando lo que quieren decir, supongo yo, es que en el sistema capitalista español no hay vida, porque otra cosa no habrá, pero futuro desde luego sí que hay, y mucho, desgraciadamente; es más, es lo único que hay.

    Esto me trae a la memoria aquella copla goliardesca que compusimos en cántabru precisamente inspirada en una pintada callejera que lo fiaba todo al futuro: Lo impusibli / es pusibli: / el cántabru medrará / ensin frenu, / mui de llenu, / nun juturu cuajará.

    Habida cuenta de su parecido con el castellano, habría que decir que esta lengua milenaria que es el cántabru sería hermana suya, así como del gallego y del catalán, es decir, sería una lengua hija del latín. Una prueba irrefutable la constituiría el mantenimiento de la vocal latina final -u, que en castellano se abrió en -o, salvo muy pocas excepciones cultas como espíritu, tribu e ímpetu, que son voces de origen latino pero que conservan su terminación por influencia culta de la escritura, y que en cántabru se habría mantenido, como vemos en los ejemplos que propone Marín: lu, juturu, tampocu, mundu. Lo que más me extraña, sin embargo, es que eso mismo le haya sucedido a la negación latina NON, que en castellano quedó reducida a NO, acabada en -o que en cántabru, al parecer, se habría cerrado en -u, como se hace en castellano con la o disyuntiva, que pasa a -u cuando va seguida de palabra que empieza precisamente por -o: salvo error u omisión.

    Nunca he oído en Cantabria, y en Asturias tampoco, a nadie que queriendo negar algo diga “nu” o nun en vez de “no” o “non” como se dice en asturiano (en algunos bables se oye "ño" o "ñon"),  lo que me hace pensar que el cántabru que escribe Marín y cía no deriva del latín propiamente dicho, sino del castellano más bien, por lo que estamos no conservando una lengua milenaria sino inventándola al convertir por decreto ley todos los finales castellanos terminados en -o en -u, y todos los acabados en -e en -i (parti, por ejemplo, en vez de parte en su ejemplo), con lo que estamos invirtiendo lo que en realidad pasó: la -u átona latina final se conservaría en cántabru, configurándose este fenómeno fonético como seña de identidad lingüística, no pasaría a -o como en castellano; pero el problema viene con la negación: non, que nunca fue *nun en latín, por lo que malamente pudo conservarse la -u.