Mostrando entradas con la etiqueta Laurie Lipton. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Laurie Lipton. Mostrar todas las entradas

lunes, 19 de junio de 2023

El Estado es el enemigo del pueblo

    Los líderes ejercen el Poder. Resulta ridículo distinguir, como algunos pretenden, entre líderes positivos y negativos, entre buenos y malos gobernantes, como si el hecho de que hubiera mandamases fuera algo neutro, ajeno a las categorías morales del bien y del mal, categorías que solo tendrían sentido para juzgar sus acciones, no su existencia.   

    El líder positivo sería aquel que, por su visión, por las virtudes que cultiva, por el ejemplo que da a los demás sirve al bien común. El líder negativo, por el contrario, sería el que dirige a la sociedad hacia fines destructivos distorsionando todos los lazos sociales, actuando en beneficio propio o del medio al que pertenece, con lo que la democracia se convertiría en la dictadura individual u oligárquica más perfecta que no sería sentida como tal. 

Saturno devorando a un hijo, Rubens (1636)
 

    Hay quien dice que malos líderes los ha habido siempre, como siempre ha habido malos padres. Pero así como algunos justifican la existencia de los padres como una institución natural, vamos a decirlo así, valga la expresión, no se puede decir lo mismo de los líderes, que son una imposición social completamente innecesaria que no viene dada por ningún derecho natural. 

    El hecho de que los líderes políticos, una vez acabado su mandado gubernamental, migren al mundo de los negocios a través de lo que se ha dado en llamar puertas giratorias (traducción del inglés revolving doors) es bastante significativo, y revela la íntima relación que hay entre el Estado o sector público y el Mercado o sector privado, las dos caras de una misma moneda.

    El concepto de Estado, es cierto, siempre ha sido difícil de comprender, en sí mismo y en su relación con la sociedad. Antiguamente, apenas se distinguía de este último. Hoy el Estado es percibido, y experimentado, como una supraestructura separada de la realidad, que reúne en diferentes niveles a tecnócratas que alimentan un sistema en expansión y que viven de la vampirización del cuerpo social. 

Saturno devorando a uno de sus hijos, Goya (1823)
 

    El Estado democrático, que es la forma más perfecta de Estado, se ha convertido, con la ayuda poderosa del economicismo y el tecnocratismo, en ese cuerpo extraño que Bertrand de Jouvenel ya describió, contra la definición de Luis XVI (L'État, c'est moi: El Estado soy yo) con esta fórmula lapidaria: “el Estado son ellos”: L'État, c'est eux. Se refiere, sin duda, a los funcionarios del Estado, como si la cosa no fuera con todos y cada uno de nosotros: pero todos somos de algún modo funcionarios del Estado, es decir, de nosotros mismos, porque nosotros también somos el Estado: ese 'ellos' de Bertrand de Jouvenel somos nosotros mismos

    El Estado es el monstruo más frío de todos los monstruos, como dijo Nietzsche, cuya mentira radica en que quiere hacerse pasar por el pueblo, al que pretende sustituir. Eso que Nietzsche denomina “pueblo” hoy recibe el eufemismo de “sociedad civil”. Y es tal el divorcio existente entre los políticos profesionales y el común de los mortales, que los primeros se sienten como que no forman parte de la sociedad civil, de la que son ajenos.

    El Estado se ha convertido en un enemigo, incluso en el Enemigo por excelencia, el enemigo público número uno, el enemigo del pueblo. El Estado, fundido indisolublemente con el Mercado a estas alturas -sector público y sector privado, como dicen los pedantes-, ya no es la solución de los problemas, sino el principal problema que tenemos. 

    No es el padre bondadoso, papá Estado, del que todo se espera, sino el mal padre, suponiendo que haya padres buenos y malos, como los líderes. Es el padre que nos ha dado la vida y que nos la quita, por eso mismo, porque tiene ius uitae necisque como el viejo paterfamilias de los romanos, como hacía Saturno devorando a los hijos que le nacían, según la mitología clásica. 

Mordedura de amor, Laurie Lipton (2002)
 

jueves, 15 de junio de 2023

Execración de las nuevas tecnologías

 
Felices, Laurie Lipton (2015)

La ciberdependencia es el opio hoy 
del pueblo, que diría el viejo Carlos Marx 
si levantara la cabeza y viera que hay 
una adicción globalizada y compulsiva 
en todos los rincones del planeta Tierra
que nos convierte en espectadores impasibles
y hace que hagamos click en la pantalla y eso 
que llaman realidad virtual y no es verdad, 
y nunca en nuestra propia realidad real, 
navegando sin llegar a puerto nunca bueno 
por los procelosos mares del ciberespacio, 
sin ser capaces ni siquiera de denunciar 
su falsedad intrínseca y consustancial. 
Maldigo, pues, la inteligencia artificial
 las tecnologías de la nueva información
 y comunicación, malditas sean todas, 
que sólo sirven para incomunicarnos 
atrapados en sociales redes solitarias
y mantenernos a todos bien desinformados
 a fuerza de saturación de informaciones
 y controlados por los hilos del poder.
Realidad virtual, Laurie Lipton (2015)
 

lunes, 29 de mayo de 2023

Algunas sentiencias y sintiencias (y II)

 oOo

La limosna es una subvención a la pobreza

para que el pobre siga siendo siempre pobre.

oOo

¿Error del sistema? No, el sistema, todo él,

es el error más grave que hay sin duda alguna.

oOo

Insurrección contra el futuro: Ahora o nunca.

Ahora mismo es el momento: otro no hay. 

 

Realidad virtual, Laurie Lipton (2015)
 

oOo

Es más gozoso que concebir alguna idea,

el abortarla y desembarazarse de ella.

oOo

¿La causa principal del divorcio? Elemental,

querido Watson, es el propio matrimonio.

oOo

Las opiniones personales entorpecen

el entendimiento que tenemos de las cosas.

 


Selfie, Laurie Lipton (2015)

 oOo

¿Hay crímenes de guerra? No, la guerra misma,

flagrante crimen es de lesa humanidad.

oOo

Si no hay razón para la esperanza, no la hay

tampoco para desesperarse sin razón.

oOo

¡No a la mejora de la calidad de vida

de los esclavos! ¡Abolición de la esclavitud! 

La Nueva Normalidad, Laurie Lipton (2021)

oOo
Gane quien gane las elecciones, siempre gana
el Poder, y siempre pierde el mismo, que es el pueblo.

sábado, 27 de mayo de 2023

Algunas sentiencias y sintiencias (I)

Ya llega el finde,  rutinario como siempre, pero nunca 

llega el definitivo y anhelado fin de la semana.

Predica el sistema la libertad dentro del orden del sistema.

Los juicios de valor no valen mucho, valen poca cosa,

poquita cosa, tan poca cosa que en verdad no valen nada.

¿Será el trabajo asalariado la moderna esclavitud?

Maleducados por obra y gracia del sistema educativo. 

Confinados, Laurie Lipton (2021)
 

oOo

¿Echar raíces? Sólo los árboles y plantas.

¿Quién gobierna en las Españas? ¿El pueblo? No: el reloj

ordena y manda, y el calendario laboral.

El que vende más es el que más también se vende.

Tu propio punto de vista limita tu visión.

Las ideas anestesian nuestras sensaciones.

En aras del futuro hipotecados todos.

Selfie, Laurie Lipton (2020)
 

sábado, 26 de diciembre de 2020

Laurie Lipton o el triunfo de la Muerte

Grata sorpresa ha sido para mí descubrir la obra de la dibujante Laurie Lipton (nacida en 1960). Sus minuciosos cuadros en blanco y negro nos ayudan a ver la prolija realidad que ella refleja con una laboriosa minuciosidad, maestría y dominio de la técnica, y un gran sentido crítico que hace que su obra sea trascendente. Muchos de sus dibujos con sus característicos esqueletos omnipresentes recuerdan al óleo de Brueghel el Viejo “El triunfo de la muerte” que atesora el Museo del Prado.


 Triunfo de la Muerte, Brueghel el Viejo (1562)

Laurie Lipton, no obstante, no pinta al óleo, sino a lápiz. Sin embargo, ambos artistas vienen a decirnos que la muerte ha invadido el mundo, y de su imperio no se salva ni Dios, cuya defunción certificaría Nietzsche en Así hablaba Zaratustra: la señora inmortal de la guadaña a todos nos iguala, cercenando la vida tanto a los ricos como a los pobres.

 La artista trabajando en una de sus obras

Véase, por ejemplo, este cuadro titulado irónicamente “Felices”: Los esqueletos, todos iguales, todos muertos igual que nosotros, los vivos, llevan en sus manos teléfonos móviles con el icono sonriente de la estúpida felicidad en sus micropantallas. 


Los esqueletos son formas recurrentes en su obra, como en el lienzo del pintor flamenco que evocábamos al principio. Resulta curioso cómo a veces muestra a los vivos como esqueletos y a los muertos como si estuvieran vivos, como en esta Reunión donde la familia -esqueletos- vela al difunto de cuerpo presente todavía. 

 Reunión, Laurie Lipton (2008)

Orto de sus motivos recurrentes son los tubos y tuberías de misteriosas maquinarias que reflejan la complejidad tecnológica de la vida moderna y de las ciudades en las que sobrevivimos malviviendo.


La atracción que sienten algunos, dentro de lo que se llama la cultura popular,  en cines y pantallas televisivas hacia las series y películas de zombis, a raíz sobre todo de que George A. Romero lanzara en 1968 La noche de los muertos vivientes, refleja nuestra preocupación por el triunfo de la muerte: los zombis son muertos que están muy vivos, como los esqueletos de Laurie Lipton, unos seres violentos y antropófagos, que personifican la muerte que nos vive, el futuro que se come nuestro presente cotidiano y que se confunde de hecho con la vida, y viene a matarnos robándonos lo poco de ella que acaso nos quedaba.

Fábrica de la muerte, Laurie Lipton (2009)

La obra de Laurie Lipton puede contemplarse en las galerías ordenadas cronológicamente de su página electrónica, obra que hace pensar, lo que no es poco en estos críticos tiempos acríticos que corren, y no deja indiferente a nadie. Puede gustar más o menos o no gustar, puede resultar más o menos tétrica, pero su valor artístico, al margen de los gustos personales, es innegable, y su mensaje contundente.