lunes, 9 de enero de 2023

Pareceres (XII)

56.- Apartheid. Una reflexión de Polibio sobre la preservación o salvaguarda de cualquier entidad política o Estado (VI, 46, 7, en traducción de Manuel Balasch Recort) dice: Dos son los presupuestos necesarios para salvar cualquier ciudad: el coraje contra eventuales enemigos y la concordia ciudadana. Es necesaria la existencia de otras ciudades que, por definición, serán eventuales enemigas, frente a las que se propone la “andreia” es decir el coraje que se supone a todos los varones y mujeres en la defensa de sus instituciones, y la “homonoia” o concordia: es decir, en dos palabras, el odio hacia los extranjeros y el amor hacia los compatriotas. Lo que traído al ámbito individual sería algo así: dos son los requisitos necesarios para mantener nuestra identidad personal: la contraposición con los demás y el cultivo de la propia personalidad. Los estados se definen por contraposición a los demás (tienen su lengua, sus fronteras, sus banderas, sus himnos, sus señas identitarias, en definitiva) a la vez que son todos, sean del color que sean, como nos demuestra el análisis de la razón, casos ejemplares del mismo fenómeno. Su identidad consiste en su diferencia, pero en esa misma diferencia hay algo que los iguala y que hace que los consideremos como casos de la misma cosa. Todo estado-nación es un caso de apartheid. Como dice Nassim Nicholas Taleb: "El Estado nación: apartheid sin incorrección política".

57.- "La calle es mía". Si los automóviles hablaran podrían decir, como hace años un ministro de la oprobiosa dictadura franquista que luego llegó a ser presidente democrático de una junta autonómica, de cuyo nombre no quiero acordarme, que la calle era suya. Los autos podrían decirlo con toda la razón. La calle es suya. Y no debería ser así. Pero así es. ¿Dónde están los niños de nuestros pueblos y ciudades? Las aceras, plazas, patios, calles, parques y jardines se han despoblado de niños. Es verdad que hay menos que antes. Pero ¿dónde están los que hay? Están escolarizados hasta los 16 años obligatoriamente. ¿Y cuando no hay escuela? Cuando salen del colegio se sientan delante de la pantalla del ordenador o de la consola de videojuegos, rara vez ya de la televisión, que es cosa de mayores. Están, pues, encerrados en su propia casa, víctimas del arresto domiciliario al que les condenan sus padres, los adultos, o confinados en las reservas que son los centros especializados en el ocio infantil que cada vez pululan más en las grandes superficies comerciales: ludotecas o guarderías o parques temáticos. Cada vez están menos en las vías públicas, que no son suyas, que no son nuestras, sino de los autos y su tráfico maldito.  

58.- El estado terapéutico persigue inquisitorialmente con saña y con su visión absolutista de la sanidad pública a fumadores y bebedores hasta el límite de la extorsión fiscal y la expulsión de los espacios públicos, recluyendo esas actividades semidelictivas a los ámbitos de la privacía: a las petacas y a los retretes, nunca mejor empleado este galicismo que, como se sabe, alude a los lugares retirados. 


 59.- ¡Feliz año nuevo! ¡Ojalá pudiéramos celebrar la alegría y el gozo sinceros, la felicidad en suma, de la llegada de un año verdaderamente nuevo y no la repetición siempre igual del tiempo que tarda la tierra en describir su órbita alrededor del Sol! ¿Por qué no va a ser feliz este año de la era cristiana en curso? Feliz será el año, en efecto, y verdaderamente nuevo aquel en el que descubramos la falsedad de todo el tiempo. De ese hallazgo, lejos de surgir la depresión y la tristeza, ha de brotar en nosotros la verdadera alegría, la auténtica felicidad, muchas felicidades. Ese descubrimiento, si no se ha hecho antes, puede hacerse ahora mismo: nunca es tarde y la dicha es siempre buena.

60.- Bendita sea América. Que Dios bendiga a América, que quiere liberarnos de todas las dictaduras del siglo pasado, para instaurar la nueva dictadura planetaria de la democracia representativa universal. Bendita sea. Pero, ¿quién nos liberará de América? ¿quién nos liberará, Señor, de tu bendición que recae sobre ese pueblo que en Ti confía (in God we trust, escriben en el Dólar, por algo será, tal vez porque el Dólar sea, Señor, Tu efigie más verdadera), pueblo elegido que por el Imperio se dirige inevitablemente hacia Ti?

domingo, 8 de enero de 2023

Institución de la monarquía o Las ranas pidiendo rey.

    En el Libro del profeta Samuel (I, 8-10) del Antiguo Testamento se lee cómo se estableció la monarquía entre los hebreos. Los ancianos de Israel, descontentos con los jueces que tenían, acudieron al profeta Samuel, ya anciano, y le pidieron que les pusiera como gobernante un rey en condiciones, no profetas o jueces como hasta entonces habían tenido. La institución de la monarquía formaba parte de las ilusiones de los hebreos, que querían tener un sistema de gobierno homologado con el de los pueblos vecinos para no ser menos que ellos.
 
    Dios, Jehová o Yavé, aunque de mala gana, consintió que el pueblo hebreo se rigiera por reyes.  Samuel, haciendo uso de sus dotes proféticas, les advirtió a los ancianos de lo mal que les iría con el futuro rey. Puede apreciarse en sus palabras un dejo de amargura y una clara corriente antimonárquica, revelándoles lo que les infligirá la futura monarquía: Tomará a vuestros hijos y (...)  les hará labrar sus campos, recolectar sus mieses, fabricar sus armas de guerra y el atalaje de sus carros. Tomará a vuestras hijas para perfumeras, cocineras y panaderas. Tomará vuestros mejores campos, viñas y olivares, y se los dará a sus servidores. Diezmará vuestras cosechas y vuestros vinos para sus eunucos y servidores. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus obras. Diezmará vuestros rebaños y vosotros mismos seréis esclavos suyos. Y aquel día clamaréis a causa del rey que vosotros elegisteis, pero entonces Yavé no os responderá”. 
 
 
  Unción de Saúl, Marc Chagall (1958)
 
    La profecía de Samuel refleja, en realidad, no tanto el futuro como los abusos salomónicos que el pueblo de Israel había sufrido en el pasado. El pueblo hebreo, sin embargo, desoyó las advertencias del clarividente Samuel, y siguieron reclamando que hubiera sobre ellos un Rey, como las ranas de la vieja fábula grecolatina, que le piden un monarca a Júpiter para que las gobierne. 
 
    Samuel, el vidente, tuvo una visión divina: debía ungir rey a Saúl, un buen mozo que descollaba por su estatura, y lo hizo a regañadientes pues, como queda dicho, no era partidario de la monarquía. Reunió al pueblo de Israel y habló en nombre de Yavé: “...Yo hice subir a Israel de Egipto, yo os he liberado de la mano de los egipcios y de la de cuantos reyes os oprimieron; y vosotros hoy rechazáis a vuestro Dios, que os ha librado de vuestros males y de vuestras aflicciones, y le decís: ¡No, pon sobre nosotros un rey!”... “Aquí tenéis al elegido de Yavé. No hay entre todos otro como él”. Y el pueblo se puso a gritar: “¡Viva el Rey!”. Saúl, pues, fue coronado como primer rey de Israel, al que le sucedería David.
 

 David y Saúl,  Ernst Josephson (1878)
 
   La lectura de este episodio bíblico nos trae a la memoria la fábula de Fedro de las ranas pidiendo rey y el viejo y fecundo debate: ¿Es necesario que haya gobierno? Las ranas de una charca, hartas del desgobierno en el que vivían, pidieron a Júpiter un monarca. El dios, indignado, les mandó un tablón del que se rieron las ranas, y reivindicaron un monarca en condiciones. Júpiter, el dios supremo, decidió enviarles una hidra que se las zampó una tras otra a todas y cada una de las ranas.  
 
    Traduzco la versión de Fedro en senarios yámbicos prolongados en medio pie con rima asonante. Esopo entonces les contó esta vieja fabla: / Viviendo en unas pozas libres unas ranas / pidieron rey a Júpiter con gran bullanga, / que reprimiera a fondo, torpes, sus usanzas. / El padre de los dioses rió y les echó una tranca / no grande, que, arrojada de repente al agua, / del golpe y ruido asustó a la especie timorata. / Yaciendo largo tiempo hundidas en la lama, / saca una el morro sin ruido un día de la charca / y, visto el rey, convoca a todas sus hermanas. / Ellas, perdido el miedo, ya a porfía nadan, / y salta sobre el tronco la tropa descarada. / Habiéndolo ultrajado con total jarana, / mandaron otro a pedir a Júpiter monarca, / que el concedido no valía para nada. / Entonces les mandó un endriago(1), que a dentelladas / comenzó a atacarlas una a una. En vano, escapan / de la muerte inermes; el miedo ahoga su garganta. / En secreto a Júpiter por Mercurio así le mandan / que socorra a las infelices. Pero el dios proclama / entonces: “Si no quisisteis soportar bonanza, / la pena sufrid.”  (2)  "Ciudadanos, dijo, soportadla / también vosotros, no otra mayor encima os caiga".

(1) Con “endriago” (monstruo fabuloso, con facciones humanas y miembros de varias fieras) traduzco el “hydrum”, una hidra en el original de Fedro. El Arcipreste sustituye la hidra por una cigüeña “manzillera” (matadora, carnicera) que se comía a las ranas de dos en dos porque era ventenera, es decir, probablemente “venternera”, de vientre:  glotona y tragona:  Enbióles por rey çigüeña manzillera:/ çercava todo el lago, ansí faz' la ribera,/ andando picoabierta; como era ventenera,/ de dos en dos las ranas comía bien ligera. 

(2) La moraleja del Arcipreste no tiene pérdida: el que no tenga gobierno (premia dice él, o sea, opresión, sujeción, cadena), no quiera ser gobernado:  Quien tiene lo que l' cunple, con ello sea pagado,/ quien puede seer suyo, non sea enajenado;/ el que non toviere premia, non quiera ser apremiado:/ libertat e soltura non es por oro conprado.

sábado, 7 de enero de 2023

Esto no es una vida

 

    De El Periódico Global no me interesan lo más mínimo las informaciones ni los artículos de opinión, sino, más que nada, algunos de sus dibujantes, en primer lugar Andrés Rábago, El Roto, cuyas viñetas suelen ser de lo más agudas y penetrantes. También algunas de Flavita Banana y de Riki Blanco. A propósito de este último, traigo hoy aquí a colación la publicada el 4 de enero de 2023, que presenta, vistos desde atrás, un sofá y un televidente en el centro que está contemplando la pantalla donde se vislumbra un cielo de nubes. Escrita con una impecable caligrafía vintage se lee la frase: "Esto no es una vida".

    La viñeta evoca enseguida, tanto por su colorido como por la caligrafía de la frase y su contenido, el célebre cuadro de René Magritte "Esto no es una pipa", que pertenece a la serie que pintó el pintor surrealista belga bajo el título "La traición de las imágenes" (1928-1929). Podría haber escrito debajo de la pipa lo contrario: "Esto es una pipa", pero en ese caso estaría mintiendo, porque no nos hallamos ante una pipa, sino ante una imagen o representación de una pipa. Ahí radica la traición de las imágenes, que son representaciones. Si me miro en el espejo no me veo a mí mismo, sino mi imagen, que no es lo mismo. Algo parecido sucede con las palabras: La palabra 'pipa' tampoco es una pipa.

    En la viñeta de Riki Blanco hay, además de una indudable imitación recreativa del cuadro de René Magritte, una intención satírica: la vida a la que nos condena la sociedad del espectáculo en la que vivimos, pendientes siempre de nuestras pantallas, ya sea de la pequeña como de las más pequeñas de nuestros artefactos móviles, tales como tabletas y esmárfones, no es una vida activa, sino contemplativa. No es una vida social y humana digna de ese nombre,  sino una mera vida vegetal. Giorgio Agamben ha hecho ver que la lengua griega dispone de dos palabras para lo que nosotros denominamos "vida", que son 'bios' y 'zoé': la primera se refiere a la dimensión humana de la vida mientras que la segunda es la vida puramente animal.

    No está demás recordar, a propósito de la viñeta de Riki Blanco, lo que dijo Jean Luc Godard de la pequeña pantalla, y que, mutatis mutandis, hay que hacer extensivo también a la Red Informática Universal (world wide web): no ha permitido nunca desarrollar el pensamiento, y no está hecha para comunicar, sino para transmitir órdenes.

viernes, 6 de enero de 2023

Dos 'spoiler alerts'

   Primera alerta de revelación: El panel central del tríptico del altar de Santa Columba es un retablo pintado al óleo sobre tabla hacia 1455 por Rogier van der Weyden para el altar de dicha iglesia de Colonia, representa con vivo colorido, detallismo y minuciosidad, la Adoración en el portal de Belén del niño Jesús por los Reyes Magos, a donde les ha guiado la estrella que se vislumbra en la parte superior izquierda del tejado del portal. 

    Los Reyes de este retablo, como se ha hecho notar a menudo no representan aquí las distintas razas de la humanidad, por lo que no hay un rey negro, sino las tres edades del hombre: vejez, sugerida por las canas del rey arrodillado, madurez del segundo, que se inclina ligeramente y porta una copa, y la juventud del tercero, que está erguido y quitándose el turbante, y que aún no se ha despojado de sus armas y de sus espuelas, como si no fuera consciente todavía de la importancia del acontecimiento que contempla, y saluda simplemente a la madre del recién nacido con cortesía. El hombre maduro se interroga y ya se inclina postrándose ante el niño. El anciano, plenamente consciente de hallarse ante el divino niño se arrodilla con una actitud completamente respetuosa y reverente, sosteniendo los pies del infante desnudo y acercando su manecita hasta sus labios.


Panel central del tríptico de Santa Colunga, Rogier van der Weyden (c. 1455)

    En el centro de la composición hay un detalle anacrónico que despierta nuestras alarmas. Es un detalle muy significativo, que prefigura el futuro de ese niño que nace anticipando el propósito y la finalidad de su vida: un crucifijo, que es su destino fatal, pues el niño está llamado a ser un adulto y, como tal, a morir. 

    Pero no solo es anacrónico el crucifijo central, sino toda la escena por la rica vestimenta de los personajes -San José, por ejemplo, a la izquierda de la Virgen María y el niño, que sostiene su cachava y su sombrero, y contempla la escena vestido de un rojo purpúreo que sugiere su dignidad regia, descendiente del rey David-, la ciudad que se ve al fondo que es una ciudad flamenca típica de la Edad Media. 


    El detalle que se ha mencionado de la estrella de Belén semioculta en el tejado del portal se debe a que son ahora la Virgen, con su manto azul, y el Niño desnudo los que desprenden un halo luminoso de sus cabezas. En el caso del Niño Jesús, se trata, además, de una aureola crucífera, otro detalle que revela el desenlace futuro de la historia. Todas las miradas, hasta la de la mula y el buey, convergen en el niño que acaba de nacer, que es la nueva estrella, y está abocado a morir bajo pena de muerte.

    Algo parecido nos sugiere aquel villancico flamenco que, en el momento del nacimiento del niño que está en la cuna, menciona su muerte siempre futura, siempre porvenir, como la nuestra: Pastores de la laguna, / ponerse todos a llorar, / que el niño que está en la cuna, / en una cruz morirá.

    Segunda alerta de revelación: Otra revelación importante y apocalíptica, en el sentido etimológico de la palabra (descubrimiento) es la que se da en la Epifanía o manifestación del Niño a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, que han venido a adorarle y a entregarle sus preciosos dones: el oro, el incienso y la mirra. Los Reyes Magos le rinden pleitesía y vienen a decirle: Los Padres, como tales, no existen. Si José de Nazaret es el "pater putativus", el Niño no puede ser otra cosa más que el "filius putativus". Estamos, en efecto, ante el hijo de Dios, y como tal no tiene padre: una criatura divina, ajena de alguna forma a la Sagrada Familia en la que ha nacido.

     
    Tampoco tiene madre, pese al dicho medieval de que nunca se sabe quién es el padre (pater incertus), pero la madre es siempre bien sabida y consabida (mater certissima).  El propio Jesús, ya hecho un hombre, lo proclamará en el evangelio de Marcos (3, 31-35) dejando bien clara cuál es su verdadera familia y que no era hijo único. Cito por la traducción que manejo de Nácar-Colunga: Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron a llamar. Estaba la muchedumbre sentada en torno de Él y le dijeron: Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan. Él les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo, dijo: He aquí a mi madre y a mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.  
 
    Los evangelistas Mateo y Marcos hablan abiertamente de los hermanos de Jesús, cuatro varones (cuyos nombres eran Santiago, José, Simón y Judas) y dos hermanas, cuyos nombres no nos han sido transmitidos. La palabra que se utiliza en los evangelios, escritos originalmente en griego, es "adelphós", que significa siempre 'hermano carnal' en sentido propio y no figurado.

jueves, 5 de enero de 2023

Nueva mensajería de año nuevo

Elogio homérico de los feacios, que no se arman de arcos ni flechas, sino de amarras, mástiles, velas y remos de naves con que surcan ufanos el mar espumeante. 
 
La manipulación de la opinión pública en el sistema democrático de dominación vigente es lo que era en los viejos regímenes autoritarios el palo y tentetieso.
 
 Hay intelectuales orgánicos de oficio que, como nuevos clérigos, fomentan la crítica contra la crítica a fin formar una opinión pública conforme y conformista.

 La imposición del estudio del inglés hace que se abandonen las lenguas maternas en pro del único idioma hablado: la neolengua imperial del mercado financiero.

 
Los gobiernos y las empresas crean los problemas con el fin de resolverlos, cuando la existencia de los Estados y el capital son el único y auténtico problema.
 

  Profilaxis. La prevención se impone a la curación. Ya no tomamos medicamentos para curar una enfermedad que tenemos, sino para evitar la que no hemos contraído.
 
La fabricación de un enemigo común al que se declara la guerra es el alimento de todas las formas existentes de poder totalitario por muy democrático que sea.

  Cuando la anciana que paseaba a su perrito llegó al parque, leyó el letrero que decía: "Cerrado. Parque digitalizado. Visítenos en línea en la nueva ubicación".

 
 La creencia de que no se puede hacer nada para cambiar las cosas actúa como rémora que impide efectivamente su transformación, profecía fatal que se autocumple.
 
La Tierra no es plana, desde luego, según las evidencias científicas, pero el mundo, al igual que muchos encefalogramas humanos, se está aplanando cada vez más.
 
El virus coronado es, en verdad, un troyano que, so capa de emergencia pandemiológica, se introdujo en los medios (in)formativos para reestructurar la economía.
 
 

La queja de la ostra. Si decimos que es un molusco, la ostra protestará diciendo: "Yo no soy eso, eso no soy yo”, rebelándose contra el ataúd de su definición.
 
 El mapa no es el territorio: la información de un mapa no muestra exactamente el territorio, ya que no es más que es una representación cartográfica del mismo.
 
La Sociedad Española de Radiodifusión predica a sus oyentes: Si sigue así esto -se refiere a lo que pasa en China-, habrá que retomar las medidas restrictivas.
 
 
 
 Los nativos se negaban a ser fotografiados porque las cámaras, decían, les robaban el alma, la vida, y al robársela les daban la muerte o identidad definitiva.
 

miércoles, 4 de enero de 2023

Una mente abierta (y 2)

    Escribe Marco Aurelio  en sus Meditaciones VI. 21 (en traducción de Ramón Bach Pellicer): Si alguien puede refutarme y probar de modo concluyente que pienso o actúo incorrectamente, de buen grado cambiaré de proceder. Pues persigo la verdad, que no dañó nunca a nadie; en cambio sí se daña el que persiste en su propio engaño e ignorancia.

Mente abierta, Víctor García Guillén (2018)
 

    Se pueden rastrear algunos ecos de Sócrates en este pensamiento y actitud de Marco Aurelio, por ejemplo en la expresión “busco la verdad”, que hay que entenderlo en sentido negativo: no la poseo, por eso la persigo en una búsqueda interminable a lo largo de la vida. Los ecos socráticos también incluyen la idea subyacente de que la gente actúa mal por error y nadie obra mal a sabiendas. Es, por lo tanto, ventajoso que alguien pueda demostrarme que estoy equivocado, porque lo que daña a la gente no es la verdad, sino la persistencia en la ignorancia, como se ve en la Apología de Platón donde se habla de la búsqueda de la verdad que emprende Sócrates cuando se le dice que la pitonisa de Delfos había proclamado que él era el hombre más sabio del mundo, lo que no dejaba de ser una opinión falsa como cualquier otra:

    ¿Qué dice realmente el dios y qué indica en enigma? Yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho . ¿Qué es lo que realmente dice al afirmar que yo soy muy sabio? Sin duda, no miente; no le es lícito.» Y durante mucho tiempo estuve yo confuso sobre lo que en verdad quería decir. Más tarde, a regañadientes me incliné a una investigación del oráculo del modo siguiente. Me dirigí a uno de los que parecían ser sabios, en la idea de que, si en alguna parte era posible, allí refutaría el vaticinio y demostraría al oráculo: «éste es más sabio que yo y tú decías que lo era yo.» Ahora bien, al examinar a éste -pues no necesito citarlo con su nombre, era un político aquel con el que estuve indagando y dialogando- experimenté lo siguiente, atenienses: me pareció que otras muchas personas creían que ese hombre era sabio y, especialmente, lo creía él mismo, pero que no lo era. 

    A continuación intentaba yo demostrarle que él creía ser sabio pero que no lo era. A consecuencia de ello, me gané la enemistad de él y de muchos de los presentes. Al retirarme de allí razonaba a solas que yo era más sabio que aquel hombre. Es probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe, en cambio yo, así como, en efecto, no sé, tampoco creo saber. Parece, pues, que al menos soy más sabio que él en esta misma pequeñez, en que lo que no sé tampoco creo saberlo. A continuación me encaminé hacia otro de los que parecían ser más sabios que aquél y saqué la misma impresión, y también allí me gané la enemistad de él y de muchos de los presentes.

 

Estatua ecuestre de Marco Aurelio.
 

    El propio Marco Aurelio nos habla de la conveniencia de cambiar uno de mentalidad y de tener una mente abierta si se le demuestra el error (IV, 12) (...cambiar de actitud, caso de que alguien se presente a corregirte y disuadirte de alguna de tus opiniones), y también en (VI, 30), donde se dice a sí mismo: No te conviertas en un César o No te cesarices, por así decirlo, que es lo que suele pasar. Y donde se pone como ejemplo a su predecesor Antonino Pío: “Y recuerda cómo él no habría omitido absolutamente nada sin haberlo previamente examinado a fondo y sin haberlo comprendido con claridad (…) y su capacidad de soportar a los que se oponían sinceramente a sus opiniones y de alegrarse, si alguien le mostraba algo mejor”.

martes, 3 de enero de 2023

Una mente abierta (1)

    Marco Aurelio (121-180 de nuestra era) fue emperador de Roma entre 161 y 180, año de su muerte. De origen hispánico como el emperador Adriano o el filósofo Séneca o el poeta Lucano, Marco Aurelio, que no quería convertirse en un César ni empaparse de la púrpura imperial, se convirtió sin embargo en el décimosexto emperador del Imperio romano. Llamado el “emperador filósofo” -en sentido etimológico “amante de la sabiduría” pero no poseedor de ella-, fue considerado uno de los “cino buenos emperadores”, donde “cinco” quiere decir “pocos”. Tuvo que enfrentarse a varias tribulaciones políticas y militares, causadas por los ataques de las tribus germánicas en el límite norte del Imperio y por la rebelión de Avidio Casio en Egipto y Siria, así como a dramas personales como la muerte de algunos de sus hijos. 

    Su lengua materna era el latín, pero como todo romano culto hablaba con fluidez el griego, y eligió esta lengua para escribir sus reflexiones filosóficas, conocidas como Meditaciones, obra dividida en doce libros que probablemente compuso en los últimos años de su vida. Son soliloquios dirigidos a sí mismo que probablemente nunca tuvo intención de publicar, y que han llegado milagrosamente a nosotros constituyendo una especie de íntimo diario personal.     

    Se presenta como un defensor del estoicismo, una doctrina de la Estoa que no era incompatible con el ejercicio del Poder, muy alejada, por lo tanto, de la docrina del Pórtico original de Zenón de Cicio. La filosofía estoica que se difundió entre la aristocracia del Imperio Romano ya no era la de Zenón y sus primeros discípulos, sino una variante harto más conservadora, que es la que conocemos por los escritos de los estoicos imperiales –Séneca, Epicteto, Marco Aurelio–, los únicos que nos han llegado íntegros, en los que persiste un vago ideal humanitario y cosmopolita, pero que ya no intentan cambiar el mundo sino que lo aceptan estoicamente, nunca mejor dicho, tal y como es, lo que explica también el éxito de Las Meditaciones de Marco Aurelio en el mundo moderno como libro de cabecera de muchos poderosos.

    Como muestra, un botón. He aquí una reflexión que escribe sobre la brevedad de la vida (libro IV, 48) y que nos ofrece la espléndida metáfora de la aceituna al final:

    Considera constantemente cuántos médicos han muerto tras haber muchas veces fruncido el ceño sobre sus pacientes; cuántos astrólogos tras vaticinar la muerte de los demás como algo importante; cuántos filósofos, después de haber sostenido mil discusiones sobre la muerte o la inmortalidad; cuántos poderosos, después de haber dado muerte a muchos; cuántos tiranos que abusaron, con una terrible arrogancia, como si fuesen inmortales de su poder sobre vidas ajenas; y cuántas ciudades enteras, por así decir, fenecieron: Hélice, Pompeya, Herculano, y otras innumerables (*).

      *NOTA: Son conocidos los casos de Pompeya y Herculano, que fueron destruidas por la erupción del Vesubio en el 79 de la era cristiana. Hélice era una ciudad griega de la Acaya que fue engullida por el mar en el año 373 antes de nuestra era.

   Pasa revista también a todos los que tú has conocido, uno tras otro. Uno, rindiendo los honores fúnebres a ese, fue después sepultado; y otro a aquél, y todo en breve tiempo. Pues has de ver en suma siempre las cosas humanas como efímeras y sin valor; ayer, un moquillo; mañana, momia o ceniza. Procura, pues, pasar este mínimo lapso de tiempo conforme a la naturaleza y disolverte con alegría, como la aceituna que llegada a la madurez cae bendiciendo la tierra que la crió y dando las gracias al árbol que la produjo.  

lunes, 2 de enero de 2023

Jugando a policías y ladrones

    Ahí van estas coplas que he compuesto con mejor o peor fortuna en versos octosílabos, siguiendo el modelo de los hagesicoreos de la canción de la media noche de Safó, cuyo esquema rítmico es el siguiente:  - + - - + - + - donde el signo “+” representa la sílaba marcada rítmicamente y el signo “-” la no marcada, en griego antiguo por la cantidad larga de la sílaba, y en castellano actual por su carácter tónico. Pertenece este tipo de verso a los metros híbridos o alternantes, llamados eolios dentro de la prosodia clásica porque eran los favoritos de las canciones de los poetas lesbios Alceo y Safó, que, por otra parte, son harto conocidos de la métrica popular por todas partes y tiempos, en especial dentro de la canción por estrofas, coplas o semejantes estructuras retornantes. 
 

 
     Traduciendo rítmicamente la canción de Safó, me di cuenta de que su ritmo era el mismo que el de la cantilena española infantil del juego del ratón y el gato, que dice así: Ratón que te pilla el gato, / ratón que te va a pillar. / Si no te pilla esta noche, /  mañana te pillará (o "te pilla de madrugá"). Y en esta versión más truculenta: Ratón que te pilla el gato, / ratón que te va a pillar, / ratón que como te pille, / las tripas te va a sacar. La diferencia que hay con los hagesicoreos de Safó está en los versos pares de la copla infantil, que presentan un final cataléctico y agudo ("ratón, que te va a pillar") equivalente al llano- + - - + - + (-), con rima asonante en "-á".

    Reproduzco la partitura a continuación, a fin de que puedan cantarse las coplas si a alguien le apetece con el mismísimo compás.

 

    El juego infantil que proponen es igual que el del ratón y el gato, un juego de persecución. Se sortean los papeles de policía perseguidor y ladrones perseguidos, que deberán esconderse y no dejarse nunca atrapar por el policía cuando sean descubiertos. En caso de que este detenga a uno, el ladrón pasa a ser policía y el policía se convierte en ladrón y perseguido, intercambiándose los papeles. El juego, como tal, no se acabaría nunca de este modo, aunque precisamente lo que pretenden estos versos es que el juego del perseguidor y los perseguidos en nombre de la autoridad se acabe de una vez por todas al cansarse los niños de jugar. 
  Ratón, que te pilla el gato, / ratón, que te va a pillar. / Si no te pilla esta noche, / mañana te pillará. / Jugando al ratón y al gato, / perdemos la identidad, / y el rol nos intercambiamos, / y somos los dos igual.
 
  Ladrón, que te pilla el poli, / ladrón, que te va a pillar, / y si es que te alcanza, entonces, / ser poli te va a tocar. / Y perseguirás ladrones / y el alto les echarás /  pasando de ser ratero / a agente de autoridad. 
 
 Defiende la bofia el orden, / cual perro feroz guardián, / que dicen que en paz estamos / e impera la ley marcial.  / No entiende gendarmería / que es robo la propiedad; / que a unos los hace ricos / y pobres a los demás. 
 
También el ladrón defiende / de suyo la propiedad / robando al hacerse dueño /  del bien que el dinero da. / Y de esta manera el juego / jamás se podrá acabar / habiendo como hay, que sobran, / Estados y capital. 
 
  Cansados de perseguirnos, / tengamos la fiesta en paz. /  Privada desaparezca  / ahora la propiedad   / por arte de encanto y  magia.   / Dejemos de ser, sin más, / ladrones y policías, / y el juego se acabará.

domingo, 1 de enero de 2023

¡In-feliz Año Nuevo!

    Es tradicional felicitar en esta fecha el Año Nuevo a familiares, amigos y conocidos deseándoles prosperidad y que se cumplan todos sus sueños, nada más nefasto, por cierto que esto último, porque lo bueno de los sueños es que no lleguen a realizarse nunca porque, si lo hacen, dejan de ser lo que eran: sueños, y se convierten en algo peor: realidad. Sobre ello, ya sacamos una entrada en Odio el Año Nuevo, que a lo mejor no está mal que se relea por si acaso, que nunca se sabe, sirve para algo.


    Solemos hacer mucho ruido cuando llega esta fecha, y celebrar las últimas campanadas del año viejo -algunos se atragantan comiendo uvas al ritmo que marca el reloj- con confeti multicolor, petardos y fuegos artificiales, sonido de cláxones y brindando con burbujas de cava por el año nuevo, metiendo mucho ruido y deseando que, efectivamente, sea una novedad y no lo que sabemos que va inevitablemente a ser: la eterna repetición de lo mismo como siempre.

    No voy a decir que me ha sorprendido la viñeta de Flavita Banana que publicó El Periódico Global el día 27 de diciembre de 2022, adelantándose a esta fecha, porque no es más que una vulgar imitación de otra que corre por la red desde hace años y cuya autoría no conozco, pero que aquí hemos alguna vez también utilizado. En la viñeta de Flavita, cinco planetas giran en torno del Sol. Se distinguen, por su anillo, a Saturno, por su diminuto tamaño y órbita más corta a Mercurio, también a la Tierra que con notas musicales y destellos luminosos multicolores dice: "¿¿Lo veis?? Cada vez que paso por aquí, lo mismo".

 

        Mucho más sencilla es la que considero original y más antigua, que presenta sólo al Sol y a la Tierra, que está describiendo su órbita. El Planeta Azul exclama de pronto, como está mandado: "¡Feliz Año Nuevo!" Y es aquí el Sol el que dice algo inteligente: "No entiendo por qué hacen tanto alboroto cada vez que pasan por ahí".

    Hay un meme en la lengua del Imperio que dice exactamente lo mismo, y que quizá sea la versión original en la que se ha inspirado Flavita, pero desconozco su autoría. Está fechada en 2017 y dice: Feliz viaje nuevo alrededor del Sol. Y el astro rey sentencia: No entiendo todo ese alboroto y ruido cada vez que pasan por este punto. Quizá sea el anonimato la mejor firma de las cosas que son razonables:

 
 
    Por mi parte, vuelvo a decir lo mismo que dije a propósito de la felicitación navideña, no le deseo a nadie un infeliz año nuevo, sino todo lo contrario, pero la felicidad no está desde luego ni en el año nuevo ni en el viejo, donde lo que nos espera, como sugiere esta desgarrada pintada en la lengua del Imperio, son nuevas crisis (sanitaria, económica, política, energética, climática...) y más miedo, mucho más miedo: ¡Felices crisis y próspero MIEDO nuevo! La felicidad está, como la liebre del refrán, donde menos se la espera, pero desde luego no en la realidad del tiempo computado y la ilusión de su futuro.
 

sábado, 31 de diciembre de 2022

Se acabó lo que se daba

    Se acabó, efectivamente, lo que se daba, y no me refiero al año 2022, que también se acaba, según dicen los que creen en el calendario, sino a la monarquía pandémica del virus coronado.  

    La pandemia de COVID-19, que es lo que se venía dando día y noche por todos los medios habidos y por haber desde marzo de 2020, puede considerarse superada, según el reputadísimo virólogo alemán Christian Drosten, jefe de virología del Hospital Universitario La Charité de Berlín y diseñador de la prueba PCR ad hoc que detectaba su existencia, y por lo tanto máximo responsable de su propagación mediática,  que declaró al diario Tagesspiegel de aquel país: “Estamos experimentando la primera ola endémica de Sars-CoV-2 este invierno. En mi opinión, la pandemia ha terminado", refiriéndose al virus coronado. 


     Como Drosten no da puntada sin hilo, hay que prestar atención a sus palabras: la razón de que haya terminado la pandemia que declaró la OMS y que él certificó con su fraudulento test, no es que hayamos acabado con el virus derrotándolo en la guerra sin sentido que le declaramos, o que se haya extinguido por arte de magia y birlibirloque desapareciendo de la faz de este mundo, sino que, todo lo contrario, se ha hecho endémico, es decir, está en toda la población, en el demos, como dice la palabra griega, que es seguramente lo que se pretendía: democratizarlo, nunca extinguirlo, sino convivir pacíficamente con el virus. 

    Acudamos para aclarar la noción al diccionario de la docta Academia, que así define el término 'endemia', explicando su etimología:  un galicismo (del francés endémie), tomado a su vez del griego ἔνδημος (éndēmos) 'endémico', compuesto por su parte de ἐν, que significa 'en', y δῆμος, que quiere decir, como se sabe, la población: “Enfermedad que se da habitualmente, o en épocas fijas, en una zona.” O sea, igual que la gripe estacional que decían que había desaparecido milagrosamente gracias a las mascarillas cuando apareció el coronavirus, y más viejo que el catarro de Matusalén.  O, dicho con otras palabras: originario de un país, indígena, opuesto a ξένος (xénos), que es 'extranjero': ya no es el virus chino, como se dijo al principio, ya es patrimonio nacional.


     Hemos nacionalizado, efectivamente, el virus gripalizándolo y dándole carta de naturaleza en primer lugar y también ciudadanía. Este adjetivo ἔνδημος (éndēmos) se aplicó significativamente en griego a dos sustantivos principalmente: πόλεμος (pólemos), 'guerra', y así puede hablarse de guerra endémica o guerra civil; y  sobre todo a lo que nos interesa aquí: νόσημα (nósēma) 'enfermedad'. Así hemos llegado a lo que es ahora el COVID-19, no lo que era en principio, una vulgar epidemia estacional, y enseguida, habida cuenta del cambio de significado del término, una pandemia, sino -¡atención a este otro cambio semántico!- una enfermedad endémica, una endemia según el reputadísimo doctor.

    El renombrado virólogo achaca el final de la pandemia en Europa al éxito de la campaña de vacunación orquestada por la Unión Europea, y afirma, contrafactualmente, algo que no se puede corroborar, algo que no hay Dios que pueda demostrarlo, como decían los teólogos medievales de la contrafactualidad, que “si no se hubiera hecho nada, habría habido un millón o más de muertes en Alemania”. Esas muertes de más que, según él, habría habido no pueden demostrarse porque no sabemos qué hubiera sucedido en caso contrario: lo único que sabemos es lo que ha pasado y sigue pasando: que la gente se sigue muriendo, que hay incluso según todos los contadores un exceso de mortalidad considerable, y que las causas de esas muertes permanecen inexplicadas. 

    El ministro de Justicia teutón solicitó rápidamente el levantamiento de las últimas medidas restrictivas que todavía imperaban en Alemania, donde se mantenía, como en España, el uso obligatorio de mascarillas en el transporte público y en hospitales, centros asistenciales y consultorios médicos.