Se acabó, efectivamente, lo que se daba, y no me refiero al año 2022, que también se acaba, según dicen los que creen en el calendario, sino a la monarquía pandémica del virus coronado.
La pandemia de COVID-19, que es lo que se venía dando día y noche por todos los medios habidos y por haber desde marzo de 2020, puede considerarse superada, según el reputadísimo virólogo alemán Christian Drosten, jefe de virología del Hospital Universitario La Charité de Berlín y diseñador de la prueba PCR ad hoc que detectaba su existencia, y por lo tanto máximo responsable de su propagación mediática, que declaró al diario Tagesspiegel de aquel país: “Estamos experimentando la primera ola endémica de Sars-CoV-2 este invierno. En mi opinión, la pandemia ha terminado", refiriéndose al virus coronado.
Acudamos para aclarar la noción al diccionario de la docta Academia, que así define el término 'endemia', explicando su etimología: un galicismo (del francés endémie), tomado a su vez del griego ἔνδημος (éndēmos) 'endémico', compuesto por su parte de ἐν, que significa 'en', y δῆμος, que quiere decir, como se sabe, la población: “Enfermedad que se da habitualmente, o en épocas fijas, en una zona.” O sea, igual que la gripe estacional que decían que había desaparecido milagrosamente gracias a las mascarillas cuando apareció el coronavirus, y más viejo que el catarro de Matusalén. O, dicho con otras palabras: originario de un país, indígena, opuesto a ξένος (xénos), que es 'extranjero': ya no es el virus chino, como se dijo al principio, ya es patrimonio nacional.
El renombrado virólogo achaca el final de la pandemia en Europa al éxito de la campaña de vacunación orquestada por la Unión Europea, y afirma, contrafactualmente, algo que no se puede corroborar, algo que no hay Dios que pueda demostrarlo, como decían los teólogos medievales de la contrafactualidad, que “si no se hubiera hecho nada, habría habido un millón o más de muertes en Alemania”. Esas muertes de más que, según él, habría habido no pueden demostrarse porque no sabemos qué hubiera sucedido en caso contrario: lo único que sabemos es lo que ha pasado y sigue pasando: que la gente se sigue muriendo, que hay incluso según todos los contadores un exceso de mortalidad considerable, y que las causas de esas muertes permanecen inexplicadas.
El ministro de Justicia teutón solicitó rápidamente el
levantamiento de las últimas medidas restrictivas que todavía
imperaban en Alemania, donde se mantenía, como en España, el uso
obligatorio de mascarillas en el transporte público y en hospitales,
centros asistenciales y consultorios médicos.