lunes, 9 de enero de 2023

Pareceres (XII)

56.- Apartheid. Una reflexión de Polibio sobre la preservación o salvaguarda de cualquier entidad política o Estado (VI, 46, 7, en traducción de Manuel Balasch Recort) dice: Dos son los presupuestos necesarios para salvar cualquier ciudad: el coraje contra eventuales enemigos y la concordia ciudadana. Es necesaria la existencia de otras ciudades que, por definición, serán eventuales enemigas, frente a las que se propone la “andreia” es decir el coraje que se supone a todos los varones y mujeres en la defensa de sus instituciones, y la “homonoia” o concordia: es decir, en dos palabras, el odio hacia los extranjeros y el amor hacia los compatriotas. Lo que traído al ámbito individual sería algo así: dos son los requisitos necesarios para mantener nuestra identidad personal: la contraposición con los demás y el cultivo de la propia personalidad. Los estados se definen por contraposición a los demás (tienen su lengua, sus fronteras, sus banderas, sus himnos, sus señas identitarias, en definitiva) a la vez que son todos, sean del color que sean, como nos demuestra el análisis de la razón, casos ejemplares del mismo fenómeno. Su identidad consiste en su diferencia, pero en esa misma diferencia hay algo que los iguala y que hace que los consideremos como casos de la misma cosa. Todo estado-nación es un caso de apartheid. Como dice Nassim Nicholas Taleb: "El Estado nación: apartheid sin incorrección política".

57.- "La calle es mía". Si los automóviles hablaran podrían decir, como hace años un ministro de la oprobiosa dictadura franquista que luego llegó a ser presidente democrático de una junta autonómica, de cuyo nombre no quiero acordarme, que la calle era suya. Los autos podrían decirlo con toda la razón. La calle es suya. Y no debería ser así. Pero así es. ¿Dónde están los niños de nuestros pueblos y ciudades? Las aceras, plazas, patios, calles, parques y jardines se han despoblado de niños. Es verdad que hay menos que antes. Pero ¿dónde están los que hay? Están escolarizados hasta los 16 años obligatoriamente. ¿Y cuando no hay escuela? Cuando salen del colegio se sientan delante de la pantalla del ordenador o de la consola de videojuegos, rara vez ya de la televisión, que es cosa de mayores. Están, pues, encerrados en su propia casa, víctimas del arresto domiciliario al que les condenan sus padres, los adultos, o confinados en las reservas que son los centros especializados en el ocio infantil que cada vez pululan más en las grandes superficies comerciales: ludotecas o guarderías o parques temáticos. Cada vez están menos en las vías públicas, que no son suyas, que no son nuestras, sino de los autos y su tráfico maldito.  

58.- El estado terapéutico persigue inquisitorialmente con saña y con su visión absolutista de la sanidad pública a fumadores y bebedores hasta el límite de la extorsión fiscal y la expulsión de los espacios públicos, recluyendo esas actividades semidelictivas a los ámbitos de la privacía: a las petacas y a los retretes, nunca mejor empleado este galicismo que, como se sabe, alude a los lugares retirados. 


 59.- ¡Feliz año nuevo! ¡Ojalá pudiéramos celebrar la alegría y el gozo sinceros, la felicidad en suma, de la llegada de un año verdaderamente nuevo y no la repetición siempre igual del tiempo que tarda la tierra en describir su órbita alrededor del Sol! ¿Por qué no va a ser feliz este año de la era cristiana en curso? Feliz será el año, en efecto, y verdaderamente nuevo aquel en el que descubramos la falsedad de todo el tiempo. De ese hallazgo, lejos de surgir la depresión y la tristeza, ha de brotar en nosotros la verdadera alegría, la auténtica felicidad, muchas felicidades. Ese descubrimiento, si no se ha hecho antes, puede hacerse ahora mismo: nunca es tarde y la dicha es siempre buena.

60.- Bendita sea América. Que Dios bendiga a América, que quiere liberarnos de todas las dictaduras del siglo pasado, para instaurar la nueva dictadura planetaria de la democracia representativa universal. Bendita sea. Pero, ¿quién nos liberará de América? ¿quién nos liberará, Señor, de tu bendición que recae sobre ese pueblo que en Ti confía (in God we trust, escriben en el Dólar, por algo será, tal vez porque el Dólar sea, Señor, Tu efigie más verdadera), pueblo elegido que por el Imperio se dirige inevitablemente hacia Ti?

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