jueves, 6 de octubre de 2022

"Un poco de gripe"

    Había publicado el otro día el Jefe del Ejecutivo, como dicen los periodistas, o “Representante gubernamental de España”, como prefiere autodefinirse él en su perfil de Tuíter, la red social del pajarito que pía y que yo no suelo frecuentar, a los cuatro vientos el 25 de septiembre en su cuenta el siguiente mensaje: “Esta mañana he dado positivo en #COVID-19. No podré estar hoy junto a @salvadorilla y todos los compañeros y compañeras de @socialistes_cat en Gavà. Feliz #FestaDeLaRosa. Continuaré trabajando extremando las precauciones.”).

 

    Disculpaba así su ausencia en un acto público debido a que extremaba las precauciones porque había dado positivo en ¡#COVID-19!

    Me llamó la atención el lema que había elegido para presentar su perfil de “Gobernamos contigo”, que me recordaba a mí a aquel lejano eslogan deportivo de la dictadura "contamos contigo", expresando una idea de co-gobernanza o co-gobierno, como si el Presidente del Gobierno de ¡#España! (¿Quién será esta señora?) quisiera dar a entender que él no era más que uno más, que gobernaba junto con los restantes diecisiete presidentes autonómicos de las taifas españolas, o, más en general, con todos los españoles (¡y las españolas!, no vayan a sentirse excluidas de su gabinete de gobierno), es decir con todos los votantes y contribuyentes. 

  

    Pero lo que más me ha llamado la atención es este vídeo revelador como él sólo que me envían en el que comienza disculpándose por no estar de forma presencial, sino a través de una pantalla, debido a que "la" COVID-19 -¿Quién será esta otra señora?- se lo impide. Acto seguido declara, para no preocuparnos, que está bien “solo con un poco de gripe”. Es decir que la famosa #COVID-19 que le impide estar de forma presencial en un acto público y que le obliga a extremar las precauciones para -se supone- no contagiar a los demás, no es más que “un poco de gripe”, o sea, una vulgar influenza o catarro de toda la vida.

    Estaba el presidente, no sé si voluntaria- o involuntariamente, gripalizando la otrora terrible #COVID-19, quitándole importancia, trivializándola y minimizándola. Era este el movimiento contrario al que hemos asistido durante los dos largos años de la pandemia que se sacó la OMS de la manga para lucrar a la mafia de la industria farmacéutica que consistía en la covidización -se inventaron hasta el palabro- de la gripe de toda la vida, esa que se curaba con tratamiento médico en una semana y en siete días sin el médico. 


     ¿Se deberá, me preguntaba yo, este “poco de gripe” que le había entrado al co-presidente al hecho de no llevar corbata? Descorbatado, en efecto, aparece en el vídeo, sin la corbata azul oscuro sobre el fondo blanco de su camisa del perfil... Recordemos que en unas estrambóticas declaraciones había pedido a sus ministros y ministras y al sector privado que siguieran su ejemplo y evitaran el uso de la corbata para ahorrar energía y gastar menos en aire acondicionado en medio de la pertinaz ola de calor.

    Como diría Macbeth en la lengua de Shakespeare a otro propósito que aquí no viene a cuento, pero que no deja de venir al caso sangrante que nos ocupa del miedo que nos metieron en el cuerpo y en el alma y que nos ha confinado bajo arresto domiciliario, alejado de nuestros amigos, familiares y del resto de la gente, restringido la movilidad nocturna, enmascarillado en interiores y exteriores, y empujado a vacunarnos porque se nos exigía el código QR del certificado correspondiente para poder viajar o poder entrar a un bar o restaurante y hasta para trabajar y ganarse el pan a algunos: «A tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing » (Un cuento contado por un idiota, todo estruendo y furia, y sin ningún sentido).

miércoles, 5 de octubre de 2022

Me parece a mí (V)

21.- ¿Qué quiere el pueblo? El pueblo, evidentemente, no sabe lo que quiere, pero sabe lo que no quiere: no quiere más reyes que los tres legendarios Magos de Oriente o los cuatro de la baraja, rechazando así cualquier imposición monárquica que constriña su soberanía. Sin declarar su amor a la república, que tampoco sería muy natural, proclama en estos octosílabos transmitidos por don Federico García Lorca, esencialmente populares, su aversión hacia la Corona: “Si tu madre quiere un rey, / la baraja tiene cuatro: / rey de oros, rey de copas, / rey de espadas, rey de bastos”. El pueblo, madre, se rebela contra el gobierno de uno solo, sea el rey, sea el presidente de la república, sea el alcalde o el representante democrático de la voluntad popular de turno; en suma, contra cualquier pretensión autoritaria; el pueblo rechaza, por lo tanto, el gobierno de un individuo, que eso es lo que significa la voz griega “monarquía”, porque los individuos, como muy bien sabe todo el mundo, no existen, son, como el átomo, una invención o falsificación científica de la realidad para que pueda haber masas. 
 
 
22.- Se acostumbra a todo la gente, a todo uno acostumbrándose acaba siempre: a lo bueno, malo y peor: a la comida basura, o bazofia rápida, a la vivienda que es basura, a la telebasura y a las relaciones basura y al reciclaje -matrimonio, divorcio, pareja, amistades-, al trabajo basura, -contrato, salario, horario- , a la basura-basura, al estado y al capital como las cosas más naturales del mundo. La gente se acostumbra al hábito de la docilidad y al tedio de someterse a unos horarios y a una agenda, a la espantosa mansedumbre rutinaria, a votar en las elecciones, es decir, a meter un papel en un contenedor de basura, a perder el tiempo con la disculpa de ganar dinero, y a sobrevivir, es decir a malvivir, en lugar de vivir: en definitiva la vida, que es la muerte, cotidiana, o sea a tirar la vida, la propia vida, como la cosa más natural del mundo, a la basura. 
 

23.- De la muerte de Dios: El loco y entrañable Zaratustra de Nietzsche gritaba apocalíptico, cuando bajó de la montaña: Dios ha muerto. ¿Ha muerto Dios? No exactamente. Ya nos decía él que en realidad se había travestido: Dios era el Estado. Pues bien, ahora ya ni eso, después de la privatización y desmantelamiento del Estado a cargo del Capital. El Ser Supremo, que algunos imaginábamos barbudo y judío, un poco a lo Carlos Marx, como nos lo inculcaron en la infancia, resulta que no era así. Ya otros osaban decir que por qué hablábamos de Él y no de Ella, confundiendo el sexo con el género gramatical. Hoy sabemos algo más. Cuando Jesús echó a los mercaderes del templo, no podía sospechar que realmente ellos eran los sumos sacerdotes, y no meros mercachifles, de un dios mucho más poderoso que Jehová, que era amor, y que el Templo era el lugar más adecuado para el mercadeo. ¿Qué mejor lugar para rendirle culto al Dinero que la entidad bancaria del Sancta Sanctórum, donde no había nada, o sea, donde sólo había dinero? ¿Quién iba a decirle al pobre e inocente orate judío que Jehová, su Dios, era el Becerro de Oro? El Becerro de Oro es Dios, se hizo divino, y desde entonces está en todas partes, lo ve todo, lo sabe todo. El dinero es omnipotente, universal, ubicuo, a pesar de sus epifanías particulares (dólar, yen, yuan, euro -ya hemos visto cómo la sustitución de una moneda por otra no afecta para nada al funcionamiento del mundo, a lo sumo sirve para encarecer un poco más “la vida”, como dice la gente con resignación). 
 
 
24.- ¿Qué conductor cuando ha detenido amablemente el coche ante un peatón en un paso cebra, por ejemplo ante una ancianita con muletas que cruza lentamente la calzada, no se ha sentido un magnánimo filántropo que acaba de realizar la buena acción del día o un gesto caritativo por lo menos al cederle el paso y perdonarle la vida, no haciendo lo que el propio coche que se ha visto obligado a detenerse contra su propia voluntad le pedía: pisar a fondo el pedal del acelerador y atropellar al peatón en el acto y darse después a la fuga, prosiguiendo su loca carrera a toda velocidad hacia ninguna parte, su destino, donde nada ni nadie lo espera? 
 
25.- Addendum a una frase de Marcel Proust: Cuando se está enamorado de alguien, ya no se quiere a nadie, se deja de querer a los demás, incluso a la persona de la que se está enamorado. Amar a una persona supone, por la dedicación exclusiva y excluyente que conlleva, no querer de veras con el corazón a nadie. El pez grande se come al chico, lo mismo que el Amor mayúsculo, el gran amor exclusivo, devora al amor minúsculo, al buen amor, al cariño que no se niega a nadie ni nada y que nunca se resigna a ser uno solo, sino múltiple.
 
 
 

martes, 4 de octubre de 2022

Apertura del segundo sello

    Juan en la isla griega de Patmo tuvo una visión reveladora que relató en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, palabra griega ἀποκάλυψις apokálypsis, que significa 'revelación, es decir, descubrimiento'. El término moderno 'apocalipsis', sin embargo, no significa eso, sino catástrofe, fin del mundo, destrucción total, debido precisamente al contenido de la visión que tuvo Juan y que nos relató en ese libro, donde tras las epístolas del profeta a las siete iglesias cristianas de Asia, narra la constitución del tribunal de Dios para el Juicio Final y el despliegue de las fuerzas para luchar contra el mundo y proceder a su destrucción.

    Enseguida aparece el pergamino sellado con siete sellos que cierran los secretos divinos. Cuando el Cordero, que representa al cordero pascual, abrió el primero de los siete sellos, apareció un jinete que montaba un caballo blanco y portaba un arco. Le fue dada una corona. A continuación se abre el segundo de los siete sellos, y, según la traducción que manejo de Nácar-Colunga, “Salió otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue concedido desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le fue dada una gran espada” (Apocalipsis, 6, 4). Este segundo caballo y su jinete son, obviamente, una alegoría de la guerra. 


    Cotejando el texto original griego, me detengo en la última frase: καὶ ἐδόθη αὐτῷ μάχαιρα μεγάλη (y le fue dada una gran espada). Reparo en la forma verbal ἐδόθη, que los traductores vierten al castellano como “fue dada”, y me fijo en la frase misma, que es una estructura pasiva en la que brilla por su ausencia el Complemento Agente. Estamos, en efecto, como diría un gramático, ante un Sujeto Paciente  “una gran espada”, que recibe la acción del verbo, un verbo pasivo “fue dada”, y nos falta el Complemento Agente ("por alguien"). En la conversión activa diríamos “(Alguien) le dio una gran espada”, o bien, dejándolo impersonal, en la llamada pasiva refleja,  “Se le dio una gran espada”.

    Pero ¿quién le ha dado la espada a este sanguinario jinete para que siembre la guerra a su paso? Leo que algunos estudiosos de la Biblia han llamado a este uso de la voz pasiva en el Antiguo y Nuevo Testamento en el que no se menciona el complemento agente “passivum divinum” y también “passivum theologicum”, y que la explicación sería que el agente que se oculta es YHWH, el tetragámmaton o cuadrilítero, o sea el nombre impronunciable de Jehová o Yavéh.

    Estamos acostumbrados nosotros al uso que hacen de la llamada voz pasiva sin complemento agente especialmente los periodistas, porque no siempre conocen el causante que ha provocado una noticia, o porque no interesa mencionarlo, pero en el caso que nos ocupa, la frase quiere centrar la atención en el Sujeto Paciente “una gran espada” y en su valor simbólico innegable, y  de ella se dice que le fue entregada al apocalíptico jinete del caballo bermejo, esto es de un rojo encendido como de sangre, sin necesidad de mencionar al complemento agente, que sería la divinidad.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Beato de Liébana (c. 776)
   
  Falta el autor de la entrega de la espada, que no puede ser otro más que Dios mismo, que es uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo,  ya sea directa- o indirectamente a través de sus serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. No se menciona el nombre de Dios porque según el precepto no debe ser mencionado “en vano”.

    La denominación de pasiva divina o teológica no tiene ningún fundamento gramatical. No hace falta recurrir a esas etiquetas para constatar que en la literatura apocalíptica se intenta más subrayar y enfatizar el hecho en sí que su agente, que siempre se sobreentiende y que no hace falta mencionar.

 

  La Guerra o La cabalgata de la Discordia, Henri Rousseau (1894)

    Sin embargo, algo de razón tienen los que dicen que quien ha liberado al jinete de la guerra, de cuya cabalgata hablábamos aquí,  y quien le ha armado con una gran espada sólo puede ser el dios del Sinaí, Jehová o Yavéh, el Señor de los Ejércitos, que en su versión contemporánea sería Mammón, o sea Don Dinero, que a través de la industria armamentística, suministra las espadas que, como la catana japonesa, el sable del samurái, una vez desenvainadas reclaman desesperadamente una víctima.  Tienen que hacer que la sangre se derrame. La espada tiene que matar.

    Y para que el Señor pueda -podrá si es todopoderoso como afirma, pero eso está por ver- celebrar su Juicio Final y pronunciar su veredicto definitivo sobre la salvación o condenación eterna de las almas, es preciso que la espada mate antes a todos, que no quede nadie vivo sobre la superficie de la Tierra.   

lunes, 3 de octubre de 2022

Teletipos (7)

Nolo episcopari. En la Edad Media se consideraba que el clérigo que no quería ser proclamado obispo era el candidato más idóneo para desempeñar esa dignidad.
 

Ya tenemos el emplasto para la herida, se dijeron los expertos. ¿Será menester provocar ahora una lesión, se preguntaban, para ponerle la tirita como apósito?

 
La industria del automóvil se reinventa haciéndonos creer que el coche eléctrico, su nuevo producto estrella que salvará al planeta, es la solución definitiva.
 
El angelismo beato y bobalicón del "todo eléctrico" es como todo "todo" un dogma que hace posible que en nombre de la Ecología se perpetre un crimen ecológico.
 
Escribe Jonathan Swift que la sátira es una especie de espejo donde el espectador descubre generalmente todas las caras excepto la suya, (la única que importa).
 
Tambores de guerra: La retórica beligerante comenzó con aquella frase: "Estamos en guerra". El enemigo entonces era un virus invisible. Rusia es hoy el enemigo.
 
Exceso de mortandad: Los primeros en percatarse, los empleados de pompas fúnebres. Hay más muertos de lo normal, pero no hay acuerdo en a quién se los cargamos.
 
 
Think tank. No debería haber tanques de pensamiento o depósitos de ideas; ni lo uno ni lo otro debería estancarse, sino todo lo contrario: fluir como los ríos.
 
Comité de expertos: los tertulianos que frecuentan los platós televisivos son todólogos, doctores opinadores de la Santa Madre Iglesia de la Científica Ficción.
 
Vacunolatría: Las vacunas contra el COVID-19 han salvado tantos millones de vidas como la fe tantos millones de almas de la condenación eterna tras la muerte.
  
El consejo de ministros y ministras del gobierno más progresista de la historia de España aprueba un aumento extra del gasto de Defensa, esto es para la Guerra.
 
World War III. Su Santidad el Papa ha hablado: "Estamos viviendo la tercera guerra mundial". Ni primera ni segunda ni tercera. La paz, sin más, del cementerio. 
 

En el restaurante del hotel-balneario: POR FAVOR, USEN LA MASCARILLA MIENTRAS LES SIRVEN. Una vez servidos, ¿podemos quitárnosla y empezar a comer y contagiar?

«Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España», según la Constitución, que sin embargo no define qué cosa es esa España que hay que defender.

domingo, 2 de octubre de 2022

Imaginerías de la muerte en Sebald Beham

    La representación personificada más común de la Muerte en los grabados de Hans Sebald Beham (1500-1550) es un esqueleto alado. El ángel de la muerte suele venir acompañado siempre de un reloj de arena, como en este grabado fechado en 1542 y firmado con el monograma de las iniciales del autor HSB, en el que sorprende a una mujer que duerme reclinada sobre su brazo derecho plácida- y completamente desnuda mostrándonos en el centro de la composición su vulva desprovista de vello, con un pie en el suelo y otro sobre el lecho. Una frase en alemán “Die Stund ist aus” (Se acabó la hora, es decir, tu tiempo) figura en el margen inferior derecho al lado del orinal.  
 
 
    En un grabado anterior de 1541 la Muerte aparece disfrazada de bufón con el inconfundible reloj de arena que señala que la hora ha llegado, y  acompaña a una anciana ricamente vestida y ataviada bajo la inscripción latina en letras capitales de OMNEM IN HOMINE VENVSTATEM MORS ABOLET (La Muerte destruye toda la belleza humana).
 
 
    Con ese mismo lema latino, otro grabado vuelve a representar al ángel alado de la muerte, que esta vez no es un esqueleto, sino un varón cuya cabeza es una calavera, que sorprende por detrás a una mujer desnuda en la plenitud de su vida sujetándola por las manos. La representación del ser humano en ambos grabados es una mujer, porque 'humanidad' en alemán, como en castellano, tiene gramaticalmente el género femenino (die Menschlichkeit). Vuelve a aparecer, como símbolo inevitable, el reloj de arena, esta vez, en el suelo. El grabado está fechado en 1547.
 
 
    Pero quizá el grabado más impresionante de las representaciones que Sebald Beham hizo sobre la muerte sea el que se conoce como Der Tod und das unzüchtige Paar ("La muerte y la impúdica pareja"), que nos sorprende porque representa a una pareja que se masturba mutuamente en presencia de un niño y de la propia Muerte.  Obra de juventud, está fechada en 1529 (y firmada con el monograma "HSP" por la pronunciación de su apellido Peham en Nuremberg, tras su establecimiento en Frankfurt se convierte en "HSB", porque allí se pronuncia Beham) y ha sorprendido siempre por su crudeza sexual. Hay cuatro figuras humanas entrelazadas. El grabado representa a una pareja desnuda, que, podemos suponer, son Adán y Eva, que están masturbándose recíprocamente. Pero fuera ya del paraíso, una vez expulsados de él, porque han perdido la inocencia. La mujer agarra firmemente el pene del hombre, que se encuentra en el centro de la composición, y el hombre acaricia la vulva de la mujer.
 

 
    Lleva el lema de Horacio: MORS VLTIMA LINEA RERUM. Se cita la parte final de un hexámetro de Horacio, concretamente el último (79) de la epístola 16 del libro I de las Espístolas: mors ultima linea rerum. “La muerte es la meta final de todas las cosas”, donde hallamos una metáfora de las carreras circenses, pues la palabra “linea”, que etimológicamente era 'hilo o cuerda de lino', alude aquí a la raya de cal al final de la carrera, es decir, a la meta.
 
    El niño es el contrapunto de la Muerte que se halla en su mismo eje. Se encuentra detrás del hombre, y apoya su mano en un saco repleto de monedas. La presencia del dinero, metáfora del paso del tiempo que acumula capital, es precisamente uno de los detalles que revela que estamos lejos del estado original paradisíaco. 
 
    La Muerte empuja al hombre hacia la mujer: Thánatos, según el nombre griego de la muerte, empuja al ser humano hacia Eros. La pulsión erótica es una pulsión tanática, de la que nacerá una criatura abocada a la muerte, como el niño sobre el que se apoya el padre Adán. Se pone en marcha el inicio de la procreación y el nacimiento, pero con ello también, la carrera hacia la ultima linea rerum, que es la meta según el verso del poeta que figura como lema de la composición. 
 
    Un detalle que sólo se aprecia a segunda vista porque está hábilmente disimulado detrás de la mano del hombre que se apoya sobre la cabeza del niño es que la Muerte, carente aquí de alas y de reloj de arena, tiene una erección de su miembro viril, en contraste con el hombre, para quien los esfuerzos de la mujer aún no han dado sus frutos, lo que sugiere que, según el artista, Thánatos es más potente que el hombre. Se ha señalado que ambos miembros, el de la Muerte y el de Adán, no están circuncidados, por lo que no corresponden ni a judíos ni a musulmanes, sino a cristianos.
 
    No debe extrañarnos que Hans Sebald Beham represente a la Muerte como un varón porque en su lengua, que es el alemán, la palabra “muerte” tiene género gramatical masculino (der Tod), igual que lo tenía en griego (ho thánatos), a diferencia de lo que sucede en latín y en las lenguas romances derivadas donde mors tiene género gramatical femenino, y por eso se la ha representado muchas veces como la Señora de la Guadaña.

sábado, 1 de octubre de 2022

La tentación de Cristo

  El Diablo le ofreció a Jesús llevándolo a un monte muy elevado la irresistible tentación de ser el dueño y señor del mundo, el poder absoluto sobre todos los reinos de esta Tierra que desde aquellas alturas se divisaban. Y le dijo: “Te daré todo esto, si postrándonte ante mí me adoras”, cosa que Jesús rechazó diciéndole: “Vete, Satanás”. 


 La tentación de Cristo, Vasili Surikov (1872)

    El argumento que esgrime Jesús para declinar la generosa oferta del demonio es que sólo hay que adorar a Dios y servirle a Él. Algunos le han preprochado que el Diablo era en realidad el alter ego de Dios, y que era lo mismo, por lo tanto, adorar al uno que al otro. Pero parece que lo que quería decir el Nazareno, sin expresarlo con estas palabras, era que el auténtico nombre del dios al que había que adorar y servir era Nadie, y ese dios prohibía adorar a cualesquiera otros dioses o demonios.



 La tentación de Cristo, Ary Scheffer (1854)

    En todo caso, nuestros políticos, poco cristianos ellos, menos cristianos que Jesús, no sólo no rehúsan el poder que les ofrece el Diablo (omnia regna mundi et gloriam eorum, como decía el evangelista: todos los reinos del mundo y su esplendor), sino que lo persiguen infatigablemente, dejándose sobornar por el Diablo, es decir, por Dios, o, más claramente, por el Dinero, que es lo mismo, al que adoran e idolatran arrodillándose ante los designios del mercado como vulgares economistas. 

viernes, 30 de septiembre de 2022

Me parece a mí (IV)

16.- La fotografía ya no se limita sólo a reflejar la realidad; la propia realidad tiende cada vez más a asemejarse a la fotografía, por lo que cualquier parecido entre ambas es algo más que mera y fortuita coincidencia.

17.- ¿Qué es “sacrificar”? -Sacrum facere: hacer sagrado a alguien o algo, es decir: dar muerte a alguien o algo. -¿Y sacrificarse? -Matarse, generalmente uno a trabajar, para conseguir algo que no merecía la pena, lo que suele descubrirse, ay, cuando ya no tiene remedio la cosa, demasiado tarde, como la mayoría de los descubrimientos que se hacen en este mundo.

El sacrificio de Isaac, Caravaggio (1603)

 18.- Pessoa: Deixa passar o vento / sem lhe preguntar nada. / Seu sentido é apenas / ser o vento que passa. Variación: “Deja pasar el tiempo sin preguntarle nada; su sentido es tan sólo ser el tiempo que pasa.” No puedo leer esos versos sin sentir el escalofrío del estremecimiento que me produce una ráfaga de viento, imponiéndoseme la metáfora de que el viento no es otra cosa más que el tiempo, y que lo mejor que puede hacerse con él es dejarlo que se pierda en el horizonte, dejar de cronometrarlo, dejar de valorar su peso en oro: que se diluya para siempre. La mejor manera de aprovecharlo es sacar partido de su pérdida. Ése es nuestro interés, que se contradice radicalmente con el interés del capital que es, como se sabe, que transcurra el tiempo per saecula saeculorum y que nosotros lo mensuremos a él, que es inconmensurable, con relojes y calendarios subordinándonos a la dictadura más oprobiosa, olvidando las palabras del Divino Verbo que dijo que no se había hecho el hombre para el Sábado, sino el Sábado para el hombre.

Fernando Pessoa (1888-1935)

19.- Un fantasma recorre el mundo entero... Una nueva Internacional. No tiene nacionalidad. Es apátrida, pero no necesita pasaporte ni visado porque no conoce fronteras. Si las hay, se las salta alegremente. Convierte a las personas en cosas y a las cosas en ideas con cada operación de compraventa. Ha puesto marcas a todo, como el ganadero a sus reses. Nos vende sucedáneos de vida, haciendo que confundamos el precio de sus productos, siempre en alza, cada vez más cotizado en la bolsa, con el valor que las cosas tenían, ahora cada vez más menguante, cada vez menos valioso y más devaluado en realidad. Tiene muchos nombres, muchas epifanías o avatares, pero es siempre el mismo, siempre lo mismo. No hay más que un dios, que es Él, el Capital, y el liberalismo es su profeta.

20.- Dijo Mao Zedong, y cito a este personaje con su nombre propio porque está muerto, es decir, porque ya es Historia, que la política es una guerra sin efusión de sangre, pero lo que está diciendo el que fuera sabio mandarín de la China comunista, no más que otro tigre de papel como los que él denunció, es al fin y a la postre que no hay paz que valga: sólo guerra, guerra sola con o sin derramamiento de sangre, es decir con diplomacia o sin ella. 

 

jueves, 29 de septiembre de 2022

Giro a la derecha

    Mucho se habla últimamente en los foros políticos de la vieja Europa del “giro a la derecha” que ha dado el pueblo italiano o, mejor dicho, el electorado de ese país que acudió a las urnas -no hay que confundir pueblo con electorado, porque no es lo mismo-, eligiendo a la candidata de la extrema derecha como futura presidente del gobierno.
 
    Se habla en definitiva de ascenso al poder de la derecha y aun de la extrema derecha, olvidando que los gobiernos, sean del partido y del signo político que sean, son todos, velis nolis, de derechas, quieran o no quieran reconocerlo. La derecha, pues, aunque no se reconozca con esa denominación, ya estaba gobernando en Italia antes de las últimas elecciones de hecho bajo el anterior y anteriores gobiernos. 
 
    Algunos se han llevado las manos a la cabeza y rasgado las vestiduras exclamando: ¡Socorro! ¡Que viene la derecha! Y más enfáticamente: ¡Que viene la extrema derecha! ¡Vuelve Benito Mussolini! Pero la derecha, extrema o no, no viene, no ha venido porque nunca ha dejado de estar en el poder. Por eso cuando despertó Italia, la derecha -el Gobierno- todavía estaba allí, igual que el dinosaurio del microrrelato de Augusto Monterroso.
 
 
 
    Dicen que hay que ponerle un cordón sanitario al auge de la extrema derecha. Pero a quien habría que ponerle uno de esos cordones es al gobierno en general, sea del signo que sea. Como ya denunció Pasolini, el moderno fascismo es la sociedad de consumo, no la trasnochada estantigua del fascismo histórico en Italia, el nazismo en Alemania o el nacionalcatolicismo en las Españas. 
 
    Hay un poema sarcástico de Bertolt Brecht, Die Lösung, ("La Solución"), escrito en 1954, poco después de la represión por el régimen comunista del levantamiento obrero del 17 de junio de 1953, que viene muy al caso, donde se propone ante lo que hoy llamaríamos la desafección política de los ciudadanos hacia sus  representantes democráticos no la disolución del parlamento y del gobierno, sino la disolución del pueblo: que el gobierno, en quien recae la soberanía nacional, disuelva al pueblo y elija otro pueblo a fin de gobernarlo:  Tras el levantamiento del 17 de Junio / el secretario de la Unión de Escritores / mandó repartir panfletos en la avenida Estalin / en los que se leía que el pueblo / había perdido la confianza del gobierno / y que sólo con redoblado esfuerzo / podría recuperarla. ¿Pero no sería / más simple que el gobierno / disolviera al pueblo y / que eligiera a otro?( Nach dem Aufstand des 17. Juni / ließ der Sekretär des Schriftstellerverbands / in der Stalinallee Flugblätter verteilen / auf denen zu lesen war, daß das Volk / das Vertrauen der Regierung verscherzt habe / und es nur durch verdoppelte Arbeit / zurückerobern könne. Wäre es da / nicht doch einfacher, die Regierung / löste das Volk auf und / wählte ein anderes?)

     
    Andrés Rábago, alias El Roto, acertó a expresar la indiferencia del sesgo político del gobierno en una viñeta genial que dice: "El que no haya derecha ni izquierda no significa que no haya arriba y abajo"; o, en aquella otra, en la que se lee: "Derecha e izquierda ya no sirven para orientarse. Hay que volver a los puntos cardinales", en el que aparece una brújula donde el Norte señala lo de "arriba" y el Sur lo de "abajo".



    O también, más expresiva, aquella otra viñeta que dice: "Utilizaban la izquierda y la derecha para frotarse las manos". Se utiliza aquí el frote de manos no para combatir el frío, sino como señal de expectativa positiva y satisfacción en el lenguaje corporal o no verbal ante el lucro o logro de algún beneficio en el sentido económico del término, por ejemplo el negocio rentable del Poder.