miércoles, 29 de diciembre de 2021

Sentiencias

    El que más mira no suele ser el que más ve, sino por el contrario, el que menos: la mirada enceguece.

    La mayoría democrática de la gente ha sido abducida, adormecida, anestesiada con la vacuna que nos predispone a creer que la mentira es verdad, a creer a pie juntillas en algo, en cualquier cosa, sea la que sea, porque cualquier cosa sirve, todo vale, vale todo con tal de renovar el inveterado fetiche, la  cacharrería fantasmagórica de la vieja fe.

    La Ciencia -hay que escribir esta palabra con mayúscula inicial, como corresponde a Dios- es la nueva fe en la que cree la mayoría religiosamente, ciegamente. La Ciencia ha servido para fortalecer la fe. Quien se atreva a poner en duda y tela de juicio el dogma de la Ciencia es considerado un hereje... y excomulgado, porque la Ciencia es una reencarnación de la vieja deidad monoteísta judeocristiana: la nueva teología. 

    La infancia es una especie en vías de extinción. La infancia, en estado de sitio. La infancia, en obras permanentemente y en construcción. Perdonen las molestias. Estamos trabajando por su bienestar, por su futuro. La educación, que, no se olvide, es obligatoria hasta los dieciséis años, es otra jurisdicción de poder, otro espacio donde se despliegan estrategias de dominación, como la de la salud: es por tu bien, es por tu salud: cuídate. Nos dicen que nos cuidemos para que no nos descuidemos. Ojalá pudiéramos descuidarnos.


     A Aldous Huxley, el autor de Un mundo feliz, que era además de escritor médico, se le atribuye sin mucho fundamento al parecer la autoría del dicho: “Ahora la medicina ha progresado tanto... que ya todos somos enfermos”. Pero sea quien sea el autor del dicho, el dicho tiene razón: Todos, en efecto, nos hemos convertido en pacientes de la noche a la mañana dentro del estado terapéutico y profiláctico en el que vivimos, que mira por nosotros y vela por nuestra salud, siempre futura. Más que dedicarse a curar los males que padecemos, la medicina -tanto ha progresado- se dedica a prevenir los que no tenemos todavía. Ha dejado de ser curativa para pasar a ser única y exclusivamente preventiva, o profiláctica, que es lo mismo pero dicho en griego para que no se entienda bien la cosa de buenas a primeras.

    He oído que a los presos ya no se los llama presos, ni tampoco reclusos, eufemismo de presos, sino “residentes”. He oído que en sus celdas ya no son celdas, sino habitáculos, donde tienen hasta televisión de plasma. He oído que la cárcel ya no se llama así, sino "residencia de personal recluido". Pero, aunque cambien los nombres para disimular la realidad -ese era el "cambio, change, wechsel" que nos prometieron-, la cárcel sigue siendo prisión.

    El SIDA no tiene entidad biológica o patológica como el cáncer, no es una enfermedad sino una construcción realizada concienzudamente, que aprovecha problemas de salud realmente existentes aunque ya conocidos para constituirse en uno de los mayores mecanismos de producción de terror, dinero y poder de finales del siglo XX y comienzos del XXI. El supuesto descubrimiento del VIH fue un fraude intencionado llevado a cabo por el Dr. Gallo en 1984. Pero no es nada en comparación con el COVID-19 que nos cayó el año pasado y que persiste todavía: covid persistente lo llaman.  

    La salud y la enfermedad son un campo abonado para el ejercicio autoritario y despótico del Poder, desde antes del nacimiento, pasando por una interminable sucesión de momentos claves de nuestra vida, hasta el trance final de la muerte. Nacemos y morimos en un Hospital. Nos pasamos media vida entre el quirófano y la sala de espera de la consulta médica, ya no sólo presencial, sino telefónica: subordinan nuestra existencia a lo que ellos entienden por salud, es decir, a la profilaxis, dicho en griego, o prevención.  Nacemos y morimos en un hospital, condenados a follar siempre con preservativo, a no ser que lo hagamos bajo la bendición del matrimonio homosexual o heterosexual, ya da igual. Y la vida se ensombrece por el miedo a la muerte. Y la salud, por el fantasma de la enfermedad.

    ¿No estamos acaso más locos y somos más peligrosos algunos de los supuestos cuerdos que la mayoría de los internados y privados de libertad en un hospital psiquiátrico?

    No entro en el debate estéril y politiquero de “izquierdas” y “derechas”: es lo mismo, son la cara y la cruz de la misma moneda. En las alturas puede gobernar quien le dé la gana,  la izquierda o la derecha. Da lo mismo.  Aquí abajo da igual quien gobierne arriba. Lo que uno quiere es que no gobierne nadie: que no haya arriba ni abajo.

    ¿Cómo quieres que el Estado solucione nuestros problemas políticos si el mayor problema político que tenemos es la polis que decían los griegos, o sea el Estado?

martes, 28 de diciembre de 2021

Conmemoración de la matanza de los Santos Inocentes

Vivimos tiempos bíblicos y plucuambíblicos, apocalípticos en el sentido etimológico del término de reveladores, nos tienen en vilo y nos desvelan la catástrofe. 

Los sacrificios se hacen siempre por algo, generalmente en aras del bien común, en beneficio de otros o de otro, distinto, claro está, del chivo que se inmola. 

Hay comités de expertos, pediatras, pedagogos, médicos y sobre todo padres, que apoyan la matanza de los inocentes. Se le hiela a uno el alma sólo de pensarlo. 

La masacre de los inocentes, narrada sólo en el evangelio de Mateo, no tiene muchos visos de ser histórica, pero posee un valor simbólico metafórico innegable.

 

El rey Herodes, como el faraón egipcio, ordena la ejecución de los recién nacidos, temeroso de que alguno pueda llegar a arrebatarle con los años el poder. 
 
El rey Herodes ordenó sacrificar a todos los niños del reino, y si eso nos parece una atrocidad, es porque no es historia ni leyenda, es porque es actualidad. 
 
Herodes no duda en ordenar el sangriento asesinato múltiple de las criaturas inocentes nacidas en Belén menores de dos años con tal de no verse destronado. 
 
Herodes es la violencia institucional de policía y ejército, el adoctrinamiento educativo, la información que es propaganda, y el poderoso caballero Don Dinero.

La masacre de los incoentes, Nicolas Poussin (c. 1618)

El óleo de Poussin de la masacre de los inocentes refleja la Sagrada Familia:  la madre que grita, el soldado/padre ejecutor y el niño que va a ser sacrificado.

Herodes trata de educar, es decir, de matar al niño que acaba de nacer, ésa es la dedicación esencial de los padres, maestros, pedagogos y del Poder en general. 

A los niños, inocentes criaturas perversas polimorfas, hay que matarlos, porque un niño, eso lo sabe cualquiera, es, si se lo deja suelto, una cosa peligrosa. 

Eso que se llama ‘educación’ consiste esencialmente en hacer del niño todo un hombre hecho y derecho llevándolo al matadero y pudridero, es decir, a su futuro. 

Educar al niño es domesticarlo, someterlo para que cuando se ponga a pensar no se vaya por las nubes, sino que lo haga según las ideas y patrón establecidos. 

La matanza de los inocentes, Giotto (1303-1305)

En el fresco de Giotto hay dos planos: arriba el rey Herodes, abajo sus súbditos: a un lado los verdugos, al otro las madres, en el centro los niños inmolados.

Pero no todo es tan fatal. Aunque Herodes mata a las tiernas criaturas, no las mata nunca del todo: Dios aprieta pero no ahoga, por más que no deje de apretar. 

La educación nos inculca la fe en lo que es, en lo que sea, fe que cultivan la Ciencia y la Filosofía, como antaño cultivara la Teología sin mucha diferencia. 

Herodes nunca mató a todos los inocentes, a todos los niños, siempre queda algo del niño muerto que renace en las empalagosas y entrañables fiestas navideñas. 

El Ángel, mensajero del futuro, le dice a José que huya a Egipto con la madre y el hijo porque Herodes quiere matar al niño llamado a derrocar al mandatario. 

 
 La matanza de los inocentes, Guido Reni (1611)

En el lienzo de Guido Reni dos angelotes aguardan en el cielo con palmas de martirio a los niños ejecutados para consagrarlos como futuros santos inocentes.

Si algo de sangre nos queda en las venas, rebeldía contra lo que está mandado y amor hacia lo que no se sabe, es para sublevarnos contra el poder y el capital.

lunes, 27 de diciembre de 2021

La enfermedad y el remedio

    Frente al dicho popular del que tantas veces nos hacemos eco por aquí de que '(a veces) es peor el remedio que la enfermedad' propuso Baltasar Gracián, hace ya cuatrocientos años, la siguiente corrección que no invalida lo anterior, sino que ofrece otra perspectiva enriquecedora: 'Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio'.

    El doctor jubilado Juan Gérvas publicó en Acta Sanitaria el 19 de noviembre pasado un artículo titulado En Europa rebrota la covid19 pese a la vacunación, ¿o por la vacunación? Frente a las noticias que se hacían virales entonces del rebrote de la epidemia a pesar de los altos índices de inoculación de los europeos, J. Gérvas sembraba la duda y se planteaba si no sería dicho recrudecimiento de la epidemia una consecuencia directa del proceso mismo de la vacunación. Según Gérvas la vacunación destinada a la covid19, como la de la gripe, no comporta inmunidad de grupo, y tampoco asegura que el vacunado no vaya a infectarse. Los vacunados pueden contagiarse, y de hecho se están contagiando, incluso más que los no vacunados.

    Sabemos, dice el doctor, que la vacuna de la gripe no evita la gripe ni sus complicaciones, y tampoco conlleva inmunidad de grupo. Además, quienes están vacunados pueden expulsar seis veces más virus gripales si contraen la gripe. La vacuna de la gripe, por lo tanto, es una vacuna fallida que ni conlleva inmunidad de rebaño, ni impide pasar y contagiar la gripe.

    Las vacunas de la covid19, al igual que las de la gripe, tampoco conllevan inmunidad de grupo y hay datos que demuestran que los vacunados pueden infectar(se) más. No impiden, pues, ni la infección ni la transmisión del virus. No se sabe cuál es la razón de por qué pueden contagiarse más los vacunados. Una respuesta que aventura el doctor y que parece plausible es que “al caer a los seis meses la inmunidad artificial provocada por las vacunas el sistema inmunitario hubiera quedado dañado y en cierta forma menos capaz de producir defensas naturales y que por ello fuera más fácil la infección.”


     Las vacunas de la covid19 al uso “ponen a trabajar” a todas las células del organismo para producir una molécula del virus, una proteína del SARS-CoV-2, que inunda la sangre como un tsunami y lleva a la producción de anticuerpos (defensas) contra dicha proteína del virus, una proteína extraña que el propio cuerpo produce para combatirla. Es como si los bomberos se dedicaran a provocar incendios para poder apagarlos, y cuando se encuentran con uno que ellos no han provocado, exhaustos de tanta actividad, sucumbieran al pasto de las llamas.

    “No sería raro, reflexiona J. Gérvas, el daño a largo plazo del sistema inmunitario humano con tal avalancha de moléculas del virus producida en todas las células del cuerpo humano.”

    Una vez razonado que la vacuna de la covid19 no sirve para evitar los brotes del virus, se pregunta el autor si las medidas no farmacológicas como el uso de mascarillas, los confinamientos, toques de queda y demás pueden servir para combatirlos.

    No hace falta razonar mucho para responder a eso: los rebrotes son generales pese a la vacunación y pese a las medidas, da igual que se relajen o se intensifiquen.

    Respecto a las vacunas de la covid19 es fundamental saber que su beneficio es a corto plazo y de tipo individual. La protección frente al contagio es de poco más de tres meses, y una vez infectados los vacunados contagian algo más que los no vacunados, por lo  que es falso que al vacunarse uno esté protegiendo a los demás.

    Cito literalemente este párrafo de su artículo: “Vacunarse contra la covid19 es una decisión que tiene lógica personal ante el miedo a la enfermedad, pero no es un acto “de desprendimiento”, ni de altruismo, sino más bien de egoísmo (pues conlleva beneficio personal a corto plazo a costa del incremento de la probabilidad de infección y, quizá, de transmisión). Es fantasía, si no manipulación, el "me protejo, te protejo".

    Hay por lo tanto que contradecir a Su Santidad el Papa y decir que la vacuna no es un “acto de amor”, como dijo él, a los demás, sino sólo a uno mismo: un acto de amor propio o de egolatría. Y también hay que contradecir al Jefe del Ejecutivo, como llaman los periodistas al Presidente del Gobierno español, aunque ya se contradice él solo, cuando dice que la vacuna es la libertad, porque es un argumento cínico, en el peor sentido de la palabra, que sólo vale cuando te privan de dicha libertad si no te vacunas. La vacuna no es la solución del problema, sino una parte y no la más pequeña precisamente de él. 

    Se necesitarían mejores vacunas que las que tenemos, vacunas que creen inmunidad personal a largo plazo y que conlleven inmunidad de grupo. Pero no es el caso. El caso, en la coyuntura actual, como concluye Juan Gérvas es que la vacunación no está extinguiendo los brotes de la enfermedad, sino que los está provocando. 

    Sin embargo, nuestras autoridades sanitarias -¿qué error hay que no hayan cometido?- se aferran desesperadamente al clavo ardiente de la vacunación como si no hubiera más salida. No dan marcha atrás, sino todo lo contrario. No son capaces de reconocer una equivocación, perseveran persistente- y tozudamente en el error: El Jefe del Ejecutivo español refuerza los dispositivos de vacunación con equipos de las Fuerzas Armadas para rastrear positivos, insistiendo en la necesidad de la tercera dosis para los mayores y de la primera y segunda para los niños. Erre que erre.


domingo, 26 de diciembre de 2021

Afirmacionismo corrupto

    La comparación con la persecución de los judíos bajo el nacionalsocialismo alemán con la segregación que imponen  a los no vacunados las actuales políticas sanitarias de la Unión Europea (que son de índole policial y por lo tanto política más que sanitaria) le parece al editorialista de El País ('Negacionismo corrompido', 22/12/2021) 'una intolerable mezquindad y sin justificación alguna' aunque añade, como si quisiera de alguna manera intentar encontrar alguna explicación a dicha vinculación, 'a pesar del prolongado cansancio y el malestar acumulados'. 
 
Montaje fotográfico: La vacuna libera.
 
     Según el citado editorial: “organizaciones de ultraderecha buscan aprovechar el malestar social después de casi dos años de pandemia para agitar, radicalizar. Son una pequeña minoría, pero es preciso tener en cuenta que el agotamiento tras 21 meses de vida bajo presión pandémica es alto, y que hay terrenos propicios para propagar incendios, sobre todo ahora que la variante ómicron vuelve a poner en dificultad a los sistemas sanitarios y requerir sacrificios.” Dejando de lado la susodicha y virulenta variante, no entiende el editorialista de El País que si para algo están los sistemas sanitarios y los hospitales es para afrontar retos y dificultades, y para que se colapsen cuando por alguna razón es menester que lo hagan, como por ejemplo cuando hay epidemias, y no para exigir el sacrificio a los pacientes de quedarse en casa para 'salvar vidas'. El problema es que los sistemas sanitarios europeos han sido previamente desmantelados, y no pueden encarar ahora ni siquiera una triste epidemia de gripe catarral. 
 
 
 
    No resulta muy descabellado, desde mi punto de vista, comparar el afán totalitario de la política sanitaria de la Unión Europea, que persigue el cien por cien la inoculación de todos sus ciudadanos, con el de la Alemania nazi que pretendía el cien por cien de sangre aria de todos y cada uno de sus súbditos, algo materialmente imposible, porque en ambos casos se trata de una obsesión absolutista de conjunto cerrado donde todos sus elementos deben ser equiparables e intercambiables. 
 
   Hay quien dice que no pueden compararse 'judíos' y 'no-vacunados' porque siendo tanto los unos como los otros seres humanos, los judíos pertenecen a un grupo étnico determinado -no podemos decir 'raza', que es palabra mayor- mientras que los no-vacunados están diseminados entre todos los grupos y no pueden adscribirse a ninguno en particular. De hecho hay muchos judíos que se han inoculado y algunos que han rechazado la vacunación. 
 
 
    El problema de la persecución étnica de los judíos lo plantea la propia definición de 'judío', que ya se les presentó a los jerarcas nazis. ¿Qué es un judío? ¿Quién es judío? Y se trata de hacer de algo que es cuestión de más o menos, una cuestión ontológica de sí o no: se es o no se es judío, y no hay término medio: en eso radica el absolutismo totalitario. Ser o no ser, he ahí la cuestión, como diría Hamlet. Parece a simple vista que es judío el que es hijo de padres judíos, pero uno puede ser hijo de un padre judío y de una madre no-judía, o viceversa -da igual para el caso-, por lo que no sería un 'judío entero' al cien por cien, sino un 'medio judío', o, remontándose incluso a sus abuelos, uno podría ser un 'cuarto de judío', por así decirlo, si sólo tiene entre sus ancestros un abuelo de sangre judía. Parece que hasta ahí llegó la definición del régimen hitleriano: bastaba que uno tuviera un abuelo judío para ser catalogado ya como tal y ser considerado un elemento étnicamente indeseable o impuro. Algo parecido está pasando con la definición de vacunado con la pauta completa. Cuando uno llevaba una dosis le decían que necesitaba la segunda para tener la pauta completa. Cuando ya lleva las dos dosis reglamentadas inyectadas en el cuerpo le dicen ahora que necesita una tercera para que se le considere 'completamente vacunado' (fully vaccinated, en la lengua del Imperio, que es la de la Unión Europea) y pueda gozar de los privilegios que su status conlleva. Cuando uno ya lleve las tres dosis... 
 
    La pureza racial no existe como tal. En inglés se utiliza el término full-blooded para referirse a alguien que es de pura cepa, como decimos a veces en castellano, o de pura sangre, esto es, de sangre no mestiza o exogámica sino endogámica, de antepasados no contaminados con sangre foránea. Pero purasangre, en castellano, escrito junto, es un término que hace referencia al pedigrí de un caballo más que de una persona, y que alude curiosamente a una raza que es producto del cruce -y por lo tanto, del mestizaje- de la árabe con las del norte de Europa. Es decir, que ni siquiera los purasangres en su origen son de sangre “pura” o no contaminada, sino mestiza, lo que debería darnos mucho en que pensar. 
 
Quema de judios acusados de propagar la Peste Negra (1348-1351)
 
    Lo que persigue la U.E. no es un grupo étnico, sino el rechazo de las políticas sanitarias (políticas) de la propia U.E. por algunos de sus ciudadanos, “una pequeña minoría”, según el editorial de El País, pero que encuentra un terreno abonado “para propagar incendios”. En ese sentido me parece más acertada la comparación de la exclusión de los no vacunados de la vida social con la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos de España si no se convertían al catolicismo, porque no era una persecución étnica sino religiosa (y política). Sus católicas majestades en el Decreto de Granada de 1492 decían: «acordamos de mandar salir todos los judíos y judías de nuestros reinos y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ni alguno de ellos». Aunque la expulsión era definitiva, en el edicto estaba implícita la alternativa de la conversión: disponían de cuatro meses para abandonar su fe y bautizarse convirtiéndose al catolicismo si querían seguir en España. Si persistían en sus creencias, rechazando el agua bendita del bautismo y la gracia de Dios, equiparables al mágico suero de la industria farmacéutica, sólo les quedaba el exilio, como a los no vacunados sólo les queda la exclusión de la vida social.
 
    Lo mismo sucedió con los mudéjares o musulmanes que vivían en territorios cristianos en 1501. Se les puso en el brete de recibir el bautismo o ser expulsados de las Españas. La mayor parte de ellos aceptó el agua bendita del bautismo que los convertía ipso facto en cristianos nuevos (frente a los cristianos viejos o de toda la vida) y se les denominó moriscos. En 1609, poco más de un siglo después del edicto de sus católicas majestades, Felipe III firmaba el decreto de expulsión de los moriscos porque mantenían sus costumbres y formas de vida diferentes de los cristianos viejos y porque muchos practicaban a escondidas el islam, pese al cristianismo obligatorio que se les había impuesto al bautizarlos a la fuerza.   
 
    Del mismo modo a los que rechazamos la vacuna se nos da la posibilidad de inocularnos si queremos reanudar nuestra vida social, convirtiéndonos a la religión impuesta por la Gran Farmacia, o refugiarnos en nuestro exilio interior como si fuésemos anacoretas.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Mensaje navideño de la OMS

Propaganda de Ómicron: La nueva mutación puede infectarnos o reinfectarnos a todos y cada uno de nosotros. De hecho podemos estar ya infectados sin notarlo.

 

Todos nosotros estamos muy hartos de esta pandemia que está, como la pesadilla del cuchillo sin hoja de Lichtenberg al que le falta el mango, durando demasiado.



El Director General de la Organización Mundial de la Salud llama a cancelar celebraciones navideñas hoy para no tener que lamentarnos mañana todos enlutados.

 

Recomienda este señor que dejemos para mañana lo que podemos celebrar hoy, como si el futuro no fuera un trampantojo cuya función no es otra que engañarnos.

 

 

El Director de la Organización Mundial de la Salud les desea a todos y cada uno de ustedes unas felices pascuas aplazadas y un próspero año nuevo postergado.


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No he podido resistir la tentación de incluir este vídeo donde el Director de la Organización Mundial de la Salud, cuyo nombre propio voy a citar, contra lo que es mi costumbre, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, comete un lapsus linguae freudiano que revela lo que no quería decir pero que estaba pensando y, sin embargo, se le escapó porque es la verdad que al final aflora y sale del pozo en el momento menos pensado: dice al final de su parlamento a propósito de la dosis de recuerdo de la vacunación infantil:  (No hacen falta muchos conocimientos de la lengua de Shakespeare para entenderlo):  ...to give boosters to KILL children ('dar refuerzos para MATAR a los niños').

 


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La viróloga del CSIC recomienda no cantar villancicos ni otros cantes y mantener la mascarilla puesta el mayor tiempo posible en las comidas y cenas navideñas.

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

El parto de la estanquera

    Cuadrillas de amigos iban pidiendo el aguinaldo por las casas en las fiestas navideñas, cantando villancicos burlescos, con su melodía tradicional y conocida pero sustituyendo el texto, con lo que conseguían mezclar la solemnidad del misterio sagrado del Nacimiento que se celebraba con chocarrerías burlescas de todo tipo, desde el escarnio del vecino que no daba una generosa propina hasta comentarios obscenos e irreverencias religiosas.
 
    Algunas coplas unen a la celebración del Nacimiento del Niño el recuerdo de su futura pasión y muerte, lo que no deja de ser una metáfora de su entrada en la sociedad adulta, como esta por ejemplo donde el Niño, siguiendo el oficio de su padre, talla la propia cruz de madera en la que será crucificado, argumento que parecería en principio poco propicio a la alegría de las entrañables fiestas navideñas: San José era carpintero / y la Virgen costurera / y el Niño labra la Cruz / porque ha de morir en ella. 
 
    Otras coplas forman parte ya del acervo de la cultura popular, como por ejemplo: Esta noche es Nochebuena / y mañana Navidad, / saca la bota, María, / que me voy a emborrachar. Coplas como esta resucitan de alguna manera el espíritu pagano de las romanas saturnales y bacanales que celebraban por estas fechas la vuelta a la Edad de Oro y al reinado anárquico de Saturno, que coincidía con el Nacimiento del Sol Invicto o solsticio del invierno.
 
 

    O esta otra copla también popular: La Pascua se va y se viene, / la Pascua viene y se va, / y nosotros nos iremos / y no volveremos más, y su versión alternativa: La Nochebuena se viene, / la Nochebuena se va, / y nosotros nos iremos / y no volveremos más
 
Niños recogiendo el aguinaldo, grabado de J. Cuevas
 
     Una de estas coplas burlescas se la oí a un anciano que la recordaba de su infancia en tiempos de la guerra civil española. Se la cantaban según él los niños republicanos a una familia nacional que poseía la franquicia de tabacos de un estanco a donde iban a pedir los aguinaldos: Esta noche es Nochebuena, / noche de comer patatas, / que ha parido la Estanquera / un burro con cuatro patas. He encontrado las siguientes variaciones del mismo tema del parto de la estanquera: Esta noche es Nochebuena, / noche de pelar patatas, / que ha parido la estanquera / un costal con garrapatas. Modificando las patatas por los turrones, lo que ocasiona un cambio también de la rima, que provoca otro parto: Esta noche es Nochebuena, / noche de comer turrones, / que ha parido la estanquera / una cesta de ratones. Y sustituyendo el resultado del parto: Esta noche es Nochebuena / y no es noche de dormir / que ha parido la estanquera / un marrano (o gorrino cochino en otras versiones) jabalín. Y también: Esta noche es Nochebuena / y mañana Navidá, / que ha parido la estanquera / una cabra colorá.
 
    Al motivo surrealistas del parto de la estanquera, se unía la irreverencia religiosa cuando se modificaba el estribillo del villancico tradicional y se cantaba: Pastores venid, pastores llegad / a adorar, a adorar al burro / que ha nacido ya. 
 
Grafito de Alexámeno: Alexámeno adora a su dios (siglos I-II )
 
    La identificación del Niño Dios con un burro me recuerda al grafito de Alexámeno, que se considera la primera representación gráfica además de burlesca de la crucifixión de Cristo, encontrado en el Palatino de Roma y que remonta a los siglos I o II de la era cristiana. La leyenda del texto griego dice: Αλεξάμενοϲ ϲέβετε θεóν Alexámenos sébete theón, donde ϲέβετε se interpreta no como lo que parece a primera vista, el imperativo plural o la segunda persona del plural del Presente de Indicativo Activo del verbo ϲέβω, sino como ϲέβεται, la tercera persona del singualar del Presente de Indicativo de ϲέβομαι  pronunciado a la latina, y significaría: Alexámeno adora a su dios. Se considera el grafito una representación satírica del cristianismo.

jueves, 23 de diciembre de 2021

El niño aquel: Sólo un niño.

    Me viene hoy al recuerdo el niño que era yo, sin querer, con todo el ímpetu de su insolente inocencia, el niño que era lo que era y no lo que iba a ser después, lo que me he visto yo obligado a ser a fin de entrar en sociedad. 

    No era una promesa de futuro, era un presente escandaloso que había salido del claustro materno al mundo para decir que no. Sólo era un niño. Ni más ni menos. Enseguida quisieron hacer algo más de él. No les bastaba con que fuera un niño. Quisieron modelarlo a su imagen y semejanza, educarlo, llevarlo por un camino establecido, por el buen camino, para que fuera uno de los suyos. Lo obligaron a ser algo, a ser alguien, un Hombre como Dios Manda, un hombre hecho y derecho. Lo inmolaron en el altar del Día de Mañana. Para eso tuvo que dejar de ser un niño, tuvo que dejar de ser lo que era. Exiliado del paraíso de la infancia, la única patria, fue desterrado a la tierra prometida del futuro que, por definición, no llega nunca. 

     Sólo era un niño. Ni más ni menos. Antes de que lo castigaran por decir la verdad. Antes de que le enseñaran un camino sesgado en busca de la máscara de la personalidad tras la que había de ocultarse para no ser más nunca el niño que era. Antes de que le enseñaran a decir mentiras piadosas porque, le aseguraron, la verdad hacía daño por lo que a veces era preferible mentir para no herir a los demás. Pero las verdades escuecen y son para lo que son, para hacer daño como los cuchillos y las armas de fuego. 



      Hoy recuerdas a aquel niño al que bautizaron con un nombre y dos apellidos para amarrarlo toda su vida a su nombre propio. Así, el día de mañana no yacería en la fosa común del olvido, sino en una tumba propia, su propia tumba. So pretexto de educarlo, pusieron ante él ilustres ejemplos para que los imitara. Le dijeron que se labrara un porvenir: que se hiciera a sí mismo, que siguiera su propio camino, lo que quería decir que hiciera suyo el camino que ellos le ponían por delante. Cuanto más se aproximaba a esos modelos impuestos, más se le aplaudía y recompensaba. Cuanto más se alejaba del niño que era, más galardones recibía. Aquel niño que recuerdas creía, porque se lo habían inculcado, que tenía que crecer cuanto antes. Lo más sensato era asimilarse a la horda de los adultos, los mayores, los que, antes que él, habían dejado de ser lo que eran... Y temió ser rechazado por los demás si no crecía cuanto antes, si no se convertía en uno de ellos. Y temió ser ridiculizado… 

     Aquel niño al que amaestraron como a un animal salvaje y libre, para que compitiese en una rivalidad no deseada, para que fuese más que los demás, a los que había que dejar atrás, porque, le inculcaron, si no pisas, te pisan a ti. Había que mirar siempre adelante, sin preocuparse de los que quedaban atrás, vencidos pero quizá más dichosos. Había que ir con la vista siempre al frente. Tenías que ser el mejor. Tenías que ganar. Igual que un caballo de carrera. Te habían espoleado para competir en el hipódromo. Te habían falsificado. 

 


     Hoy recuerdas a aquel niño al que entre todos violaron y condenaron a morir en la cruz; al que entre todos forzaron no a vivir, que era para lo que él había venido al mundo, sino a sobrevivir: a codiciar la admiración y el reconocimiento de los adultos, los adulterados.

    Hoy recuerdas a aquel niño, tu antepasado ya difunto. Enterrado por adultos biempensantes, por la propia familia, y, en último y no menos importante lugar, también por ti mismo. Asesinado por quienes más lo amaban, por quienes él amaba más que a nadie en el mundo. Hoy recuerdas a aquel niño y te dejas embargar por la nostalgia. Pero ni siquiera sabes cómo puedes recordarlo, si él ya no existe, si quizá no ha existido nunca. ¿Será, acaso, te preguntas, porque aunque no exista sigue vivo todavía de alguna forma, latiendo y palpitando dentro de ti y tal vez en contra de ti mismo, tu niño antiguo, el niño aquel, aquel niño, todavía, ese niño redivivo y renaciente que siempre resucita en navidad?

miércoles, 22 de diciembre de 2021

La obediencia como heroísmo

    En El sacrificio de Isaac, escribía yo a propósito de la vacunación adolescente, y citaba a la anterior e impresentable Ministra de Educación del reino de las Españas que decía orgullosa en junio pasado que 'los niños se sentían héroes que salvaban vidas llevando la mascarilla'. Era una manera de presentar el sacrificio de asistir a clase embozados como una heroicidad, es decir es una forma más de engañar a los niños. La táctica pedagógica consiste en enseñar que lo malo es bueno. Y lo malo, como saben los niños y lo sabe cualquiera, es llevar el bozal en la boca, asfixiarse y pillar ahora a punto de entrar en el invierno toda clase de catarros y resfriados y aun pulmonías con las ventanas abiertas de par en par y la calefacción a tope en las aulas escolares (lo que se traduce en incremento de tests inespecíficos positivos). 
 
    Todavía no se dispone de un test que diferencie una gripe o un catarro común del covid-19, porque todos son virus coronados. A mayor número de tests, mayor número de resultados positivos que engordan la cifra terrorífica de 'casos', que no de enfermos, y justifican así las medidas restrictivas y la propia vacunación infantil. Para colmo del sarcasmo, por si esto fuera poco, nos vienen ahora con que vacunar a los niños de primaria con una sustancia experimental que no impide la transmisión y la contaminación es un acto heroico que los pequeños hacen por la sociedad.
 

   
     Y claro está, algún sinvergüenza tenía que apuntarse la ocurrencia de acompañar a los peques con los superhéroes de las películas infantiles, tales como el Capitán América, Spiderman, el Hombre Araña, o Batman, el Hombre Murciélago. 
 
    Al parecer, según leo en la prensa gallega de provincias, voluntarios disfrazados de superhéroes acompañarán a los niños que se vacunen en Orense . “El objetivo -dicen los organizadores del evento- es hacerles pasar un momento lo más agradable posible”. Los enfermeros que se presten a semejante sarcasmo portarán adornos navideños y un brazalete de superhéroe. Pero antes del pinchazo los desinteresados voluntarios, profesionales de enfermería,  se encargarán de animar a las tiernas criaturas informándoles a ellas y a sus padres de lo que están haciendo, como si lo supieran ellos. 
 

     
    Cada niño se llevará a su casa como recordatorio de regalo, además, un carné de superhéroe. En él aparecerá su nombre y la fecha del primer y del segundo pinchazo. En el citado carnet, pone en gallego: “O/a enfermeiro/a de vacinación certifica que superou a proba”. El niño puede considerarse un héroe porque ha superado heroicamente la prueba que el rey Herodes le ha impuesto.
 
    Sería interesante que en dicho carné, se me ocurre a mí, figurara también el nombre y los apellidos del enfermero o enfermera que le puso al niño la inyección así como el nombre y apellidos del o de la pediatra que prescribió dicha vacuna, por si hubiera que depurar, seamos serios -no estamos jugando con los niños-, responsabilidades en el futuro.
 
    Lo más sangrante del caso es cómo las autoridades sanitarias  gallegas en este caso disfrazan de heroísmo  la sumisión y la obediencia infantil.

martes, 21 de diciembre de 2021

Del fanatismo vacunatorio

    La vacunación avanza, rauda y veloz, como un tiro, según expresión cacareada por nuestro presidente del gobierno, hacia una cobertura del 100% de la población general, incluidas las tiernas criaturas, no sólo las que tenemos, sino también las venideras, dado que el proceso incluye a las madres embarazadas. La salvación merced a la inoculación general de la mesiánica vacuna, sin embargo, es una falacia que salta enseguida a la vista de cualquiera que lo quiera ver -pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. 

 

    Como la virtud salvífica del agua bendita de Lourdes, que no depende de la composición química del líquido elemento (H2O), sino de la fe que depositan en ella los que la beben, porque es esta y no el agua la que obra los milagros. Todas las religiones se fundamentan en la fe de sus fieles feligreses, y el fanatismo vacunatorio no iba a ser menos. Pero la verdad es muy otra: la vacunación no hace nada para detener la propagación de la epidemia, porque no evita ni la contaminación ni la transmisión del virus. 
 
    Todas las ideologías religiosas o laicas como esta de la vacunación integral son sordas a la mera constatación de cualquier efecto perverso y sordas a cualquier cuestionamiento crítico que se haga desde la razón. En este caso, es tabú hablar de los graves efectos indeseables relacionados con la inoculación de los jóvenes. Pero la realidad está ahí, y no se puede esconder como el polvo bajo la alfombra indefinidamente. Los seguidores del nuevo credo basado en la ciencia  niegan la importancia de las muertes: es un caso entre un millón, dicen. Pero si te toca, te tocó. Pero no es una lotería, es la lógica del sacrificio: para que los demás vivan alguien tiene que morir. 
 
 
    Esta ideología industrial y científica de la vacunación integral funciona como las religiones en tiempos de crisis en el pasado. Tiene sus sumos sacerdotes, los expertos -antiguos péritos, con acento esdrújulo ridiculizador de su pericia- y sus devotos, que acaparan más que nunca la palabra en los púlpitos televisivos. Tiene su Santa Inquisición mediática, que excomulga a los pensadores desviados que difunden 'desinformación médica o científica' -ellos se arrogan el monopolio de la Información-  y quisiera quemarlos vivos como a las brujas en el pasado. Y produce masivamente chivos expiatorios (los que no se han sometido a la inoculación) que son tratados como las víctimas de la peste o los leprosos medievales, o más recientemente como las víctimas del SIDA. Esta situación es tanto más absurda cuanto que cada persona vacunada es una futura persona no vacunada que no lo sabe, ya que todo se pondrá en cuestión para los que no tomen su tercera dosis, antes de la cuarta, la quinta, la sexta, etc. 
 
    Puede que el principio mismo del "salvoconducto sanitario" se base en una mentira descarada, pero su lógica discriminatoria se viene desarrollando de forma drástica desde hace varios meses. Y por si la pérdida de puestos de trabajo, la falta de acceso a restaurantes, locales culturales, etc., no fueran suficientes, los gobiernos europeos compiten ahora entre sí en su carrera contra el nuevo enemigo público número uno en que se han convertido los no vacunados. Algunos países ya no se limitan a excluir, ahora quieren multar, castigar y encarcelar. Esta mórbida lógica discriminatoria, que viola los derechos humanos que se creían "inalienables", enfrenta a los ciudadanos entre sí y seguramente será descrita algún día por los historiadores del futuro como una especie de locura colectiva que nos invadió en esta Edad Media de la que no hemos acabado todavía de salir.

lunes, 20 de diciembre de 2021

Dos metáforas del virus

    La palabra 'virus', tomada directamente del latín, entró en nuestra lengua en 1817 según Corominas.  Sin embargo, su derivado el adjetivo 'virulento', tomado también del latín 'uirulentus' entró mucho antes, hacia 1435. Virus, el sustantivo, entró más tarde que el adjetivo porque es un tecnicismo de la Ciencia, la nueva teología, hoy muy difundida gracias al proceso de vulgarización debida a la propagación de millones de noticias que la viralizan, haciéndola viral.  

    Virus en latín significaba 'jugo', 'zumo'. La palabra servía para referirse tanto a la baba de los caracoles (así la usa Plinio) como al semen de los animales, como en el pasaje de Virgilio donde habla de la creencia 'científica' antigua de que las yeguas eran fecundadas por el viento sin ayuntamiento carnal con ningún caballo, destilando de sus ingles un veneno viscoso que los pastores llamaban 'hipómanes': "lentum destillat ab inguine uirus" (destila espesa / de sus partes la lúbrica ponzoña, en la traducción de A. Espinosa Pólit). También significaba 'veneno' 'ponzoña', y 'mal olor'.

    El caso es que el virus invisible y ubicuo como Dios que nos invade es por un lado, como dice una anónima pintada en un muro en la lengua del Imperio, el capitalismo: capitalism is the virus. El capitalismo es en efecto el sistema económico y político -ambas palabras son prácticamente sinónimas ya- basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado. Pero el capitalismo es también la ideología y el conjunto de entidades e instituciones, como dice la docta Academia, que defienden los intereses. Mejor diríamos, en lenguaje popular, que el virus es el Dinero, con la mayúsucla honorífica que le corresponde a Dios.

    Pero también, como nos llega en esta otra imagen, el virus es una metáfora de la información, en concreto de las noticias que difunde en el Reino Unido la British Broadcasting Corporation, como reza la pancarta londinense. BBC NEWS IS THE VIRUS (representado por su ícono de pelota erizada): 


     Nosotros diríamos que el virus es Radio Televisión Española, la emisora estatal, pero también sus sucursales autonómicas, y las emisoras privadas (Antena 3, Telecinco, La Cuatro, la Sexta, y la Trigésimo Quinta, si la hay). Virus es el bombardeo informativo que provoca el miedo en la gente que lo recibe a todas horas, día y noche, por todos los medios.  Virus es, en definitiva, la información. Esto explica la lucha de los gobiernos contra la desinformación (misinformation en la lengua del Imperio). Distinguen ellos entre una información buena, la suya, que informa a las masas, es decir, ahorma como la horma de un zapato, y otra mala, la que desinforma, pero en realidad no hay ninguna buena.