sábado, 27 de noviembre de 2021

Más imágenes apalabradas

 
¡Sensacional estreno de "Sexta Ola", el nuevo y terrorífico episodio de la exitosa serie que lleva más de año y medio en antena! Pronto en todas las pantallas.
 
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Antes se hacían pruebas a los enfermos para corroborar el diagnóstico de una enfermedad, ahora se hacen pruebas a los sanos para estigmatizarlos como enfermos. 
 
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 La variante sudafricana del virus mutante denominada "ny" preocupa y hace que cunda el pánico: varía tanto que ha cambiado hasta de nombre: es "ómicron" ahora.

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 Adaptación del epitafio para la tumba de Adolfo Báez que escribiera el poeta Ernesto Cardenal: Creyeron matarnos y enterrarnos, ignoraban que éramos semilla.
 
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Tienen que hacer pruebas y más pruebas para hallar trazas de virus porque, si no las hacen, la epidemia desaparece y no pueden justificar las drásticas medidas.

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Los 'expertos' proponen restricciones si se incrementa la incidencia acumulada del virus de cara a 'salvar la Navidad' a la vez que nos informan de su aumento.

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De los campos de concentración y exterminio se salía reducido a humo por la chimenea del horno crematorio... Hoy el mundo entero es un campo de concentración.

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viernes, 26 de noviembre de 2021

¡Oh cabeza digna de una sobredosis de eléboro!

 

    Un grabado antiguo nos invita con sus numerosas citas a reflexionar sobre el estado del mundo. Vemos una cabeza cubierta con el gorro de un bufón con un mapamundi en lugar del rostro. El bufón era un figurón cortesano al que se le otorgaba la libertad de expresión que le permitía burlarse de la majestad del rey y decir la verdad al poder, un poco al modo de los soldados romanos que desfilaban detrás del general que celebraba su triunfo, a los que se les consentía en esa ocasión cantar coplas chocarreras como aquella que le decían los legionarios a Julio César: ahí va César, decían, que sometió y se la metió a las Galias, y por eso celebra su triunfo, pero el rey Nicomedes, que sometió y se la metió a César no celebra ningún triunfo.

    El mensaje que transmite este mapa es que el mundo, incluido el Nuevo Mundo, recién descubierto por aquel entonces, y enseguida envejecido -el nuevo no renovó el viejo, sino que este envejeció a aquel globalizándolo.

    A la altura del cuello una cita tomada del Eclesiastés, 1.15 del sabio Salomón: Stultorum infinitus est numerus: el número de los tontos es infinito. Otra cita del Eclesiastés (1.2) aparece grabada en la copa de la parte superior del bastón del bufón a la derecha: Vanitas vanitatum et omnia vanitas: Vanidad de vanidades y todo es vanidad

    En el panel de la izquierda puede leeerse: Democritus Abderites deridebat, Heraclites Ephesius deflebat, Epichthonius Cosmopolites deformabat, que nos recuerda el tópico del filósofo que se ríe del mundo (Demócrito) y el que se echa a llorar (Heraclito): Demócrito de Abdera se reía de él" [el mundo], Heráclito de Éfeso lloraba por él. Era un tópico contraponer a los dos sabios y sus dos actitudes críticas ante la falsedad del mundo: echarse a reír o echarse a llorar. Frente a esas dos actitudes, en realidad complementarias y que dependen del estado de ánimo, aparece un nombre propio: Epictonio Cosmopolita lo retrataba. La mención de Demócrito y Heraclito es una clara referencia a un tema literario y artístico de gran recorrido desde el período clásico, con un gran éxito representativo en las artes gráficas y en la literatura durante el Humanismo: el filósofo que llora y el filósofo que ríe, el optimismo y el pesimismo.  

Heraclito y Demócrito, Salvator Rosa (1546-1549)
 

    'Cosmopolita' es la respuesta de Diógenes el cínico: ciudadano del mundo. Y epictonio en griego significa “sobre la tierra”. Es decir que la denominación Epichthonius Cosmopolites es un pseudónimo o manera de escurrir anónimamente el bulto del nombre propio del autor de la caricatura, que quiere decir algo como Ciudadano del mundo que vive en la tierra, o que tiene los pies en el suelo.

    Encima del gorro, aparece el Nosce te ipsum Conócete a ti mismo (versión latina de la sentencia griega "gnothi seauton" supuestamente inscrita en el templo de Apolo en Delfos); (sobre la frente del gorro): "O caput elleboro dignum" / "Oh, cabeza, digna de eléboro" (una planta alucinógena). 


     En las orejas de la gorra aparece Auriculas asini quis non habet? ¿Quién no tiene orejas de burro?, un medio hexámetro (121) de la primera Sátira de Persio, que alude a la leyenda del rey Midas que, como se sabe, fue castigado por el dios Baco que primero le concedió el deseo de convertir en oro todo lo que tocaba, que era lo que más quería, y después se lo quitó por expreso deseo suyo al comprobar los inconvenientes que tenía su deseo, por lo que el dios le castigó haciendo que le crecieran unas largas y peludas orejas de borrico que el rey ocultaba bajo su regia corona. Sólo conocía su secreto un humilde siervo, su peluquero, que no pudiendo guardarlo, abrió un agujero y se lo contó a la tierra, pero las cañas que crecían repitieron “El rey tiene orejas de burro” una y otra vez, como el niño aquel del cuento del traje nuevo del emperador de Andersen que osó gritar que el rey estaba desnudo. Parece ser que Persio había escrito originalmente: El rey Midas tiene orejas de burro, pero que fue corregido por su editor y maestro el filósofo estoico Cornuto porque era una alusión directísima al emperador Nerón.

    La cita en latín que aparece justo encima del mapa procede, ligeramente modificada, de la "Historia Natural" de Plinio el Viejo (libro II cap. 68): Hic est mundi punctus et materia gloriae nostrae, haec sedes, hic honores gerimus, hic exercemus imperia, hic opes cupimus, hic tumultuatur humanum genus, hic instauramus bella, etiam civilia Este es el punto del mundo y la sustancia de nuestra gloria, esta nuestra sede, aquí desempeñamos cargos públicos, aquí ocupamos puestos de mando, aquí codiciamos las riquezas, aquí bulle el género humano, aquí organizamos guerras, incluso civiles.

    Las insignias del cinturón decorativo que cruza el hombro de la figura de la izquierda dicen: O curas hominum!, O quantum est in rebus inane! ¡Cuitas humanas! ¡Oh, cuánto vacío hay en el mundo!, que es el primer hexámetro de las "Sátiras" de Aulo Persio Flaco. A continuación dos citas bíblicas: Stultus factus est omnis homo: Todos los hombres carecen de sentido (Jer. 10.14) y Universa vanitas omnis homo Entera vanidad todo hombre (Salmo 39.6) o No dura más que un soplo todo hombre, en la traducción de Nácar-Colunga.

    El nombre escrito en la esquina superior izquierda, Orontius Fineus, es la versión latinizada del cartógrafo francés Oronce Finé, que murió en 1555, pero el mapa que nos ocupa fue realizado décadas después.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Imágenes apalabradas

 

El fundamentalismo sanitario se ha impuesto con su afán de protección integrista de nuestra vida cual artística envoltura de Christo o descomunal preservativo.

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So pretexto de crisis sanitaria, el gobierno declara la guerra al pueblo instaurando mediante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad un golpe de Estado contundente.

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 La cultura del condón (póntelo, pónselo) tiene dos vertientes, la del latex y la moral, con su afán puritano, higiénico y profilático completamente terrorista.

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Lo mejor de 2001: Una Odisea del Espacio de Kubrick es lo que hace Dave, el protagonista, al final de la película: desconectar a Hal, la feroz supercomputadora.

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¡Qué lástima deshacerse de lo viejo, roto y descosido renunciando a remendarlo y correr enseguida a comprar en el mercado la novedad  escandalosa de la moda!

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“Vacunar, vacunar y vacunar sigue siendo el mejor camino”. La Ministra de Sanidad sugirere sibilina- y subrepticiamente la tercera dosis tripitiendo la palabra.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

La nueva variante del virus mutante

    La variante Delta Plus, la última versión actualizada del proteico virus coronado, es mucho más infecciosa y alarmante que la mera variante Delta, como ya sugiere su apellido "plus", y además es inmuno-resistente a las vacunas, incluidas terceras dosis (y cuartas en el caso de Israel), lo que puede elevar el número de contagios a terroríficas cifras de seis ceros en todo el mundo, hecho que preocupa y quita el sueño a nuestras autoridades, empeñadas como están en salvar como sea las vidas de sus votantes y contribuyentes económicos al sostenimiento del sistema. 

     Aun así, nuestro amado presidente del gobierno debe pensar que la clave está en huir hacia delante -progreso siempre, regreso nunca parece ser su lema, esto no lo ha dicho él, lo digo yo-, continuando, esto sí lo ha dicho, 'con esta estrategia de vacunación tan existosa en nuestro país con toda humildad y toda prudencia', ha resaltado las últimas palabras “humildad” y “prudencia” como si quisiera curarse en salud con ellas, proponiendo una dosis adicional a los mayores de sesenta años y a todos los sanitarios y sociosanitarios independientemente de su edad,  y generalizándose lo más probable a partir de enero a todo el mundo.

  La incidencia acumulada de los nuevos casos se acelera hacia una vertiginosa cúspide diseñando una curva difícil de aplanar, y las autoridades, ante este repunte inesperado y astronómico de brotes de contagios, buscan herramientas para contener el avance de los casos sin tener que decretar restricciones impopulares que vuelvan a limitar la vida de toda la población.

Hurgando en narices ajenas

     Pero millones de personas, tanto si están vacunadas como si no, poco importa su estado vacunal, están en peligro de contagiarse o de haberse contaminado ya sin percatarse. 

    A la nueva mutación también se la conoce como "variante asintomática" o 'symptomless variant' en la lengua del Imperio (técnicamente AY.4.2), porque no provoca síntomas.

    Su peligro, por lo tanto, radica en que uno puede haber contraído el virus, enfermar y ni siquiera darse cuenta, porque, en el caso de estar vacunado con la pauta completa, piensa que está protegido, dejando completamente abierta la transmisión de dicha variante a otras personas que ni siquiera sospecharán que pueden haber contraído el virus que es como Proteo, el homérico Viejo del Mar que cambia de forma constantemente y no se deja definir ni atrapar, porque no tienen síntomas, pero de hecho tienen el virus como demuestra la prueba de reacción en cadena a la polimerasa (PCR en la lengua del Imperio) y lo están propagando irresponsablemente. 

    Una pesadilla de ciencia-ficción futuroide que nos brinda la virología que es, por si alguien no se había dado cuenta de ello todavía, nuestra nueva forma de fe científica y teología en la que creen a pie juntillas hasta los más furibundos ateos descreídos.

martes, 23 de noviembre de 2021

Cruzando el Rubicón (La suerte está echada)

    Dicen que Gayo Julio César, cuando cruzó el Rubicón, pronunció la frase: iacta alea est o lo que es lo mismo alea iacta est: 'la suerte está echada', o más exactamente: 'el dado, que es metáfora de la suerte, ha sido lanzado al aire', dando a entender con esa frase que había tomado una decisión que no tenía vuelta atrás, irrevocable declaración de guerra como era ya que el Rubicón, río del norte de Italia que desemboca en el Adriático, señalaba el límite que un general romano no debía cruzar con su ejército en armas en dirección a Roma, y César volvía de las Galias sin haber licenciado sus tropas... 


     Lucano en su poema épico histórico Farsalia, no nos transmite esa frase, sino otra muy significativa: utendum est iudice bello: 'se tome por juez a la guerra'. El pasaje que la contiene dice así (Farsalia, I vv. 223-227: César, habiendo cruzado el río, la opuesta ribera / cuando tocó y puso el pie en vedadas itálicas tierras, / dijo: 'Paz dejo y leyes violadas aquí que se quedan; / voy, Fortuna, tras ti. Lejos ya los pactos que sean. / Mucho fiamos en ellos; se tome por juez a la guerra.'

    César, que es la cumplida representación de la forma del Estado moderno, necesita declarar la guerra, porque la guerra es el juez que dictaminará con su veredicto de victoria y derrota quién debe ostentar el poder. A César le perjudicaba como él mismo reconoce la falta de enemigos. Cuando ya no le quedan fuera de Roma, después de haber sometido las Galias, debe buscarlos dentro de ella, porque César, el Estado, necesita enemigos externos o internos, bien extranjeros, otros Estados, o bien sus propios ciudadanos, para lo que es preciso dividirlos (diuide et impera, divide y vence): y así discriminarlos:  varones/mujeres, ciudadanos/no-ciudadanos, libres/esclavos, patricios/plebeyos, ricos/pobres...


     Como bien saben todos los césares que han venido después de aquél, para ejercer el poder, hace falta sembrar el miedo a un enemigo externo o interno. Si no lo hay, se inventa. El miedo es fundamental para el sostenimiento del Estado. Nos lo recordaba el personaje de aquella memorable película de Ridley Scott titulada Blade Runner: '-Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? En eso consiste ser esclavo'.  Y al mismo tiempo que el miedo hay que sembrar la mentira, que es la falacia del Bien Común, que consiste en la identificación del Estado, el más frío de todos los monstruos fríos según Nietzsche, y el pueblo, haciendo creer al pueblo que el bienestar del pueblo es el bienestar del Estado y  el Estado del Bienestar, como se ha llamado modernamente. Dividiendo a los súbditos entre judíos y no judíos, nacionales y extranjeros, judeocristianos y mulsulmanes, vacunados y no-vacunados los césares o modernos Káiseres logran que sus súbditos se enfrenten entre ellos en un guerracivilismo que sólo beneficia al propio Estado, en defensa siempre del fetiche del Bien Común, actualizado entre nosotros últimamente bajo la denominación de Sanidad Pública. 

Ilustración francesa de una Farsalia (1657) 
 

    Una vez que hay ya dos bandos en lid, el resultado decidirá el gobierno del mundo. Las modernas guerras se establecen declarando crisis: crisis sanitarias, crisis energéticas, crisis climáticas, crisis humanitarias, crisis económicas... que son amenazas de futuras catástrofes cuyo objeto es sembrar el miedo en su forma más álgida de pánico entre la gente. 

    Para César la causa mejor será la del bando que resulte vencedor, no porque crea que los dioses apoyan la causa justa, sino porque los dioses aprueban la causa victoriosa, a los vencedores independientemente de su catadura moral. Los césares son muy pragmáticos. Creen erróneamente que la obtención del éxito es señal de la bondad de una causa. Pero hay algo en el fondo que todos sabemos: El mejor jugador no es el que gana, sino, como su nombre indica, el que juega mejor, al margen de que gane o de que pierda el partido o la partida.

Julio César cruzando el Rubicón, Francesco Granacci (1494)
 

lunes, 22 de noviembre de 2021

Mensajería breve para tiempos confusos

La importancia de un acontecimiento es inversamente proporcional al espacio que le dedican los periódicos (Nicolás Gómez Dávila). Y la Red y la tele sobre todo. 
 
Desde hace cuarenta años todos los gobiernos liberales -sean de izquierdas o de derechas- persiguen el mismo fin irrenunciable con el nombre de “globalización”. 
 
  El éxito de la sociedad de consumo capitalista está garantizado desde el momento en que alguien muy avispado inventó la obsolescencia programada de los bienes. 
 
A imagen del rey Midas que transformaba en oro todo lo que tocaba hasta poner en peligro las condiciones de su propia supervivencia, esta sociedad capitalista.
 
  Hay un prejuicio muy arraigado en el ámbito pedagógico de que lo nuevo por nuevo es mejor que lo viejo, y no es cierto: lo nuevo no es necesariamente lo mejor.
 
  En la lucha contra toda discriminación (sexual, laboral, racial...) no se combate lo suficiente y se olvida la que nos divide en ricos y pobres: la económica.
 
 Como Orfeo, el príncipe de los poetas, cuando descendió a los infiernos, estamos condenados a caminar siempre hacia delante por la senda tortuosa del Progreso.
 
  El Gran Apagón despierta en el subconsciente colectivo el temor primitivo a una noche fría, larga y oscura que tememos al amor del fuego a la vez que deseamos. 
 
 
 Vivimos en un mundo hipertecnológico en el que estamos hipercomunicados gracias a la conexión a internet que paradójicamente genera más ruido que comunicación.
 
Mejor que tratar de resolver los numerosos problemas que se nos plantean resulta disolverlos mediante la pregunta corrosiva como la sosa cáustica de ¿qué es...?
 
  La depresión, la melancolía y la tristeza son anatemas, enfermedades que deben ser rápidamente erradicadas a fin de no entorpecer el funcionamiento del sistema. 
 
 De un viejo adagio latino: “Quidquid recipitur, secundum modum recipientis recipitur” Todo lo que se recibe se recibe según el formato que tenga el recipiente. 
 
El mandamiento psicológico de “sé feliz” choca con el escollo de la realidad, a saber: que el ser humano es un bicho que no puede ser feliz para desgracia suya. 
 
 Sócrates empleó la dialéctica para derruir la seguridad del saber de los hombres, sembrando el desconcierto en los dogmas y la duda en las verdad establecida.  
 
¿Comunidad virtual? Internet no une a personas, sino que, al contrario, las aísla e incita a publicar sus soledades, creyendo que de su suma surgirá comunidad. 
 
 No diré que otros distorsionan la realidad, cuando albergo la sospecha de que yo también lo hago al verla con mis propios ojos y juzgarla sensata y objetiva.
 
 Cualquier cosmovisión es engañosa y distorsiona la realidad, por ello es menester que venga alguien no a arrojar luz a nuestros ojos ciegos, sino a abrírnoslos. 
 

domingo, 21 de noviembre de 2021

¡Que viva la Concha!

    Recibo con fecha 12 de noviembre una carta del Presidente de la Junta Vecinal* del pueblo de La Concha, en el término municipal de Villaescusa (Cantabria) donde vivo, informando de que la población, que “carecía de símbolos propios” al igual que las restantes localidades del municipio, ha adoptado oficialmente un escudo heráldico y una bandera, después de un proceso que se inició el 2 de septiembre de 2019 para la adopción de una simbología que nos individualice, por lo que estamos de enhorabuena, porque ¿cómo habíamos podido vivir hasta ahora sin símbolos que nos representen, que nos identifiquen, que recojan nuestras señas identitarias e historia conectándonos con nuestro pasado y a la vez con nuestro futuro y destino, que mantengan la ilusión del fetiche de que somos un pueblo unido con una singularidad propia, como si no tuviéramos bastante con la identidad mundial, la europea, la nacional y la autonómica que llevamos a cuestas y necesitásemos ahora de golpe y sopetón una identidad municipal y, más aún, una identidad juntavecinal? 

     *Según la inevitable Güiquipedia, que cito cuando la consulto: Junta vecinal es el nombre que legalmente reciben en la comunidad autónoma de Cantabria las entidades de ámbito territorial inferiores al municipio.
 
     Según dicha carta, la adopción de símbolos propios “es una iniciativa de relevancia”, con la que nos situamos en cabeza, maldita la falta que nos hacía ser los primeros en eso, ya que “en la comunidad autónoma de Cantabria de las más de 500 Juntas Vecinales y Concejos Abiertos que existen solo 4 disponen de ellos” (se entiende de Símbolos Propios). 
 
    Parece que no hay asunto más importante que este de tener un escudo heráldico y una bandera, a falta como estamos también de un himno, no se le olvide al Presidente de la Junta Vecinal, un himno que podría resonar en ciertas solemnidades cuando se reúnan el Presidente y los cuatro vocales en la sala de juntas del local vecinal, donde ya luce el escudo, y oírse también en la bolera del pueblo, donde ya ondea la bandera, en las ocasiones señaladas al efecto. 
 
    La citada carta se acompaña de dos trípticos con ilustraciones y fotografías a todo color, sufragados con fondos públicos. En el primero de ellos se da cuenta de los citados Símbolos Propios que hemos adoptado, y que son un escudo con una Corona Real, una concha o venera -qué original- y una representación del Puente de Solía, siendo sus colores rojo, blanco y azul los de nuestra gloriosa bandera. 
 
 
      El segundo tríptico, del que se han editado 10.000 ejemplares, estuvo al parecer en FITUR,  la Feria Internacional del Turismo, "una de las ferias de turismo más importantes del mundo", con la que se pretendía, supongo, atraer a los turistas peregrinos a conocer este lugar "encantado por la magia de sus paisajes naturales, por los duendes de sus caminos, rutas y sendas, por la fantasía y hospitalidad de sus personas y personajes que aquí habitan, por su historia y el patrimonio que nos han legado." 
 
  
    Habida cuenta de que, como decíamos arriba, sólo nos falta el himno para completar la tríada simbólica de nuestra esencia, sugiero para la letra, a la que otro tendría que poner la adecuada música de marcha guerrera y triunfal, las siguientes rimas en versos reizianos, cuyo esquema es  - + - - + (-), donde el signo "+" quiere decir sílaba rítmicamente marcada (las segundas y las quintas de cada hexasílabo o pentasílabo agudo), y el signo"-" sílaba no marcada: ¡Que viva La Concha / que alzó el pabellón, / bandera que ondea, / pendón tricolor, / La Concha que luce / escudo y blasón / con una corona / real! ¡Qué ilusión!  / ¡Que el himno resuene / que nunca se oyó, / la falta que hacían  / platillo y tambor! / ¡Que viva la historia / jamás que pasó! / ¡Que viva el destino / que no se cumplió! / ¡Que viva La Concha / que nunca existió!  / ¡Que viva la madre / que no la parió! / Metida en su valva, / rompió el cascarón. /  ¡Se troncha de risa / La Concha de Dios!

sábado, 20 de noviembre de 2021

Sacrificios humanos: la razón de la sinrazón del sacrificio (y II)

    Uno de estos ideales abstractos actuales o abstracciones que han venido a sustituir a los dioses de antaño, y no la menos importante, es la Sanidad Pública, que no la salud de la gente, que es cosa bien distinta, como se ha podido comprobar a raíz de la proclamación de la pandemia y la instauración del covi, o sea del virus coronado, en cuyas aras se sacrifica la salud y la vida de los súbditos de las democracias modernas. 

 

    Se han reportado algunas muertes de jóvenes en buen estado de salud a causa de la doble inoculación milagrosa que iba a salvar a la humanidad, y que ahora resulta que tiene una validez inmunitaria no superior, dicen, a seis meses, por lo que se hace necesaria la revacunación. Podría ser casualidad o causalidad. Parece que hay cierta relación de inmediatez entre la inyección y la muerte en los casos a los que me refiero, y no hay otros antecedentes que las expliquen tratándose de personas jóvenes sanas sin antecedentes personales ni familiares conocidos. ¿Por qué nadie se escandaliza de esas muertes? Muy sencillo, porque se consideran sacrificios necesarios. Porque lo que subyace detrás de esto es la razón del sacrificio, el asesinato ritualizado de un chivo expiatorio, que canaliza la violencia de toda la sociedad en una sola víctima expiatoria, un pensamiento mágico, en el peor sentido de la palabra, es decir, una razón irracional. 


    El covi o virus coronado ha servido para renovar un miedo ancestral, el miedo a lo invisible, a la peste negra contagiosa. Desde las pantallas los telepredicadores y locutores decían que estábamos en guerra. Es verdad que nosotros no hemos sacrificado cruelmente a ningún individuo para salvarnos. De hecho nuestra sociedad reemplazó el sacrificio humano cruento por el animal, y el animal por el vegetal, y este por el simbólico. Pero en realidad lo que subyace en el fondo es que no hay más que sacrificios humanos porque son los hombres los que los hacen, bien sacrificando a sus congéneros o a los animales y  flores u otros símbolos como sustitutos, o bien sacrificándose a sí mismos. 

     Aunque ya no hay sacrificios humanos cruentos propiamente dichos, la razón del sacrificio está siempre vigente en el inconsciente individual y colectivo. Lo vemos en el caso de las acciones militares, denominadas a veces 'misiones humanitarias', con sus víctimas y hostias* colaterales para referirse a mujeres, ancianos y niños. ¿En qué consiste la razón del sacrificio? Es preciso que algunos mueran, si acaso unos pocos, para que otros vivan. Pero también dentro de uno mismo: es preciso que yo me sacrifique hoy (trabajando por ejemplo como un negro, que suele decirse como sinónimo de esclavo, o como un cabrón, no sé si aludiendo al chivo expiatorio o al marido cornudo), para poder yo -el yo del futuro, otro que no el yo actual- disfrutar mañana, de la jubilación o el jubileo, por ejemplo. Es lo que debe denominarse sacrificar el presente en aras del siempre incierto porvenir, por más que se nos asegure su certeza. Por lo tanto, para inmunizar a toda la población, hay que aceptar que haya algunas víctimas y efectos colaterales en número no despreciable, incluso dentro de uno mismo: son los efectos secundarios.                   

    La salud de todos depende en la confianza ciega, es decir, de la fe, en la ciencia, que no deja de ser una creencia, un ideal abstracto. Arremangándose en los grandes centros ceremoniales que son los así llamados vacunódromos, los ciudadanos occidentales han abandonado su libre albedrío en manos de sacerdotes laicos de bata blanca, agentes de la autoridad que fomentan el miedo y que nos obligan coaccionándonos de formas muy diversas.

    A los que se niegan al sacrifico se les denomina negacionistas, y como ya no se trata de sacrificar a estos pharmakoí -término griego que designa a la vez a la víctima expiatoria y el remedio, confundiendo ambas cosas-, lo que hacen es marginarlos, ponerlos al margen de la sociedad, culpabilizarlos de la peste, pese a su buen estado de salud, ya que no padecen los efectos secundarios adversos y el riesgo que tienen de contraer la supuesta peste es el mismo que los demás, a fin de convertirlos en ciudadanos de segunda clase recluidos en un apatheid o cordón sanitario: los Untermenschen o infrahombres de los nazis.

   


    La elección sacrificial que se ha hecho es en apariencia la menos sangrienta y por eso parece que la más aceptable -no se les mata como a los judíos del ghetto de Varsovia, a los que Goebbels acusó de propagar el tifus-, pero no deja de ser un acto irracional y criminal. La exposición al peligro de los niños viene detrás de la de los adolescentes. Hay quien ha dicho que hay que inocularlos, a ellos que no tienen ningún riesgo de muerte que no sea la propia amenaza que les echan encima, para que vivan sus padres y sus abuelos, con lo que se trata de colocar a los niños o, mejor dicho, a los menores de edad, en un estatuto de inferioridad, sacrificándolos a Moloch, el viejo dios feroz y sanguinario. 
 
    *Utilizo aquí los términos 'víctima' y 'hostia' con el significado primigenio que tenían en latín: 'víctima' (persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio, según la docta Academia) y 'hostia' (cosa que se ofrece en sacrificio, según la misma Academia, pero en Roma animal de pequeño tamaño específicamente, como un cordero, y en la versión cristiana el agnus Dei).

viernes, 19 de noviembre de 2021

Sacrificios humanos: la razón de la sinrazón del sacrificio (I)

    Aunque se quiere relativizar la importancia de los sacrificios humanos desde la óptica moderna y relegarlos a una pre-historia bárbara y salvaje, a un pasado más o menos remoto, legendario e inmemorial que se pierde en la noche brumosa de los tiempos, conviene replantearse la cuestión: ¿Hubo alguna vez sacrificios humanos? Y otra pregunta algo más inquietante: ¿Los hay?

    Podemos distinguir dos modalidades de ritos sacrificiales. La primera, los rituales de carácter cruento, donde se sacrifica a una víctima cuya sangre es ofrecida a la divinidad o a las instancias superiores, entiéndase, los ideales abstractos que ocupan su lugar, por ejemplo los millones de pavos que se sacrifican en los Estados Unidos el Thanksgiving Day con motivo del Día de Acción de Gracias, por referirnos al mundo actual. La segunda clase serían los sacrificios incruentos, que son una sublimación de los primeros y que aunque no conlleven derramamiento de sangre pueden ser tanto o más crueles que los cruentos.

 

 Suovetaurilia, sacrificio de un cerdo, un cordero y un toro. 

    Los sacrificios cruentos, en época histórica grecorromana, tenían como víctimas a los animales y entre estos los más codiciados fueron cabras, cerdos, ovejas, caballos y toros. Las vísceras se quemaban y ofrecían a los dioses y la carne se consumía entre los asistentes, salvo en el caso del holocausto en que se quemaba la víctima entera y se ofrendaba toda a las divinidades, o a cualquier otro ideal, como el de la Pureza de la Raza Aria en el caso nazi que se ha hecho proverbial entre nosotros a la hora de emplear este término.

    Si bien es cierto que al final de la república romana los cultos y ritos tradicionales entraron en franca decadencia porque la sociedad se había vuelto más escéptica, quizá por influencia de ideas griegas, como las del filósofo Epicuro, que no negaba la existencia de los dioses pero decía que no se ocupaban de los asuntos humanos, de lo que se deducía que los hombres tampoco debían ocuparse de los divinos, no por ello dejaron de realizarse sacrificios y de consumirse la carne de los animales inmolados. Simplemente se hacían con ocasión de otras 'divinidades', ideales abstractos o celebraciones. Para que haya un sacrificio es necesario que haya un destinatario sobrenatural. Si no hay tal destinatario, no hay sacrificio. Ese destinatario eran los dioses de antaño, y son los ideales abstractos de hoy, la reencarnación de los antiguos dioses. 

 

 

Sacrificio de Isaac, Tiziano Vecellio c. (1543) 

     La 'communis doctrina' considera que el sacrificio humano cruento no está históricamente atestiguado en la Grecia y Roma antiguas, pero sí aparece como motivo en los mitos, que son propiamente preliterarios y prehistóricos, y en la literatura que se hace eco de ellos, y que de alguna manera viene a sugerirnos que esa prehistoria sigue aún viva en nuestra historia, y que los sacrificios humanos, aunque no sean cruentos, no dejan de ser crueles y estar a la orden del día. Veamos dos ejemplos.

    El sacrificio humano cruento en el mundo griego aparece, por ejemplo, mencionado ya en la Ilíada de Homero, cuando Aquiles decide separar a un grupo de doce prisioneros troyanos para sacrificarlos como ofrenda fúnebre en la tumba de su amadísimo Patroclo, a los que degüella personalmente.

    El espíritu del sacrificio lo encontramos también en la inmolación de Ifigenia, a la que su propio padre, el rey Agamenón sacrificó para que la flota griega pudiera hacerse a la mar y partir hacia la guerra de Troya, cuando se hallaba varada porque el rey había ofendido a Ártemis dando caza a una cierva a ella consagrada, y la diosa había castigado la partida de la armada griega haciendo que no soplara ningún viento favorable. La diosa finalmente se apiadará de su víctima y la sustituirá por una cierva, lo que sugiere que el sacrificio animal es un sustituto del humano.

  

Sacrifico de Ifigenia, Domenichino (1609)

     El espíritu del sacrificio humano es inherente también al judeocristianismo: recuérdese el sacrificio de Isaac a manos de su padre Abraham por mandato divino, detenido en último extremo no por desacato del padre a la voluntad de Dios sino por la divina intervención de un ángel del Señor, dándole a entender que bastaba con la intención, y que no era preciso llegar al acto. En uno u otro caso, lo que define al sacrificio es que se hace en aras de un ideal abstracto, llámese Dios o, más llanamente, la Causa, cualquier otra abstracción. 

       Habría que distinguir entre el sacrificio forzoso y la ofrenda voluntaria, pero a menudo es difícil establecer la diferencia. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, los yihadistas islámicos que se autoinmolan lo hacen voluntariamente o por coacción ya sea física o psicológica? Es difícil trazar el límite fronterizo entre lo uno y lo otro, máxime desde la cultura occidental cristiana que tiene una actitud contradictoria ante el sacrificio que parece por un lado rechazarse pero por otro es glorificado en la figura de Jesucristo, por ejemplo, que murió, es decir, se sacrificó para salvarnos a todos nosotros, pecadores.

    El sacrificio de niños, incluso de recién nacidos, fue bastante practicado dentro de la cultura púnico-fenicia mediterránea. Es el caso de los tofets, en los que restos de niños se han interpretado como el contenido de urnas funerarias, lo que hace que algunos crean que los sacrificios de niños en Cartago, la actual Tunicia, solo son un mito realzado por el talento literario de Flaubert en su novela Salambó. Sin embargo, la mención de votos en las inscripciones indica que había un culto, y la presencia de restos infantiles y de animales, echa por tierra la interpretación fúnebre, y parece dar a entender que, en efecto, se realizaron sacrificios de niños a Moloch. 

Sacrifico a Moloch, ilustración de Charles Foster (1897)

    A las dos preguntas que nos hacíamos al principio de esta entrada deberíamos contestar que los sacrificios humanos han existido siempre, y no sólo pre-históricamente, sino precisamente en época histórica, aquí y ahora mismo, hoy mismo, sin ir más lejos, que es siempre, todavía, como cantó el poeta, más que nunca. Se nos exige constantemente, desde nuestra más tierna infancia, el sacrificio del presente en aras del día de mañana. Y ese sacrificio, aunque no conlleve derramamiento de sangre, no deja de ser una crueldad exigida por Moloch, en cuyas aras inmolamos nuestra vida, la matamos, convirtiéndola en existencia, es decir, en su futuro.

jueves, 18 de noviembre de 2021

"Por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar"

    El presidente la taifa de Cantabria ha eructado que hay que vacunar a todo el mundo "por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar". Nótese el efecto especial del paralelismo retórico que emplea y que equipara las buenas maneras al civismo, y las malas al militarismo del estado policial. Muy significativo.

    ¿Cuál es su 'razonamiento'? Argumenta, si se puede llamar argumentación a esto, que “no hay derecho a que unos señores pongan en peligro al resto porque no se quieran vacunar”. Según él no tiene que quedar nadie vivo sin vacunar porque es un peligro público para los inmunizados aunque no desde un punto de vista sanitario, sino desde el político, porque el no vacunado es un ciudadano irresponsable y que no obedece a “lo que está mandado” o, como se decía en otro tiempo, “a lo que Dios manda”.

    No se entiende desde la lógica común y corriente cómo alguien que no está vacunado puede poner en peligro al que está vacunado y, se supone, aunque es mucho suponer, que inmunizado. En todo caso se pondría en peligro a sí mismo. Y no es el caso. Pero lo que no se le puede consentir, desde luego, es que goce de buena salud y no padezca los efectos secundarios de los que se han pinchado con convencimiento o sin él, porque es un ejemplo de mal ciudadano insolidario. Es como si yo voy caminando sin paraguas por la calle bajo la lluvia y alguien, protegido con su chubasquero y su paraguas, me acusa a mí de ser el responsable de la lluvia que está cayendo y que hará que muchas personas se empapen, cojan una pulmonía, colapsen las UCI,s de los hospitales y, acto seguido, se mueran, o, en el colmo del absurdo, me quiera responsabilizar de estar mojándose él por mi maldita e irresponsable culpa. 


     Si la vacuna funciona, el que la ha recibido no tendría nada que temer. Y si no funciona, ¿por qué ese afán totalitario de “vacunar a todo el mundo”? A su juicio, que no es mucho, si la vacuna fuese obligatoria este repunte que se ha producido a nivel nacional e internacional de aumento de los casos de virus coronado se hubiera “ahorrado”. 

    Al parecer la incidencia en la piel de toro que es España ha aumentado diez puntos hasta sumar 82 casos por cada 100.000 habitantes, lo que es una barbaridad que escandaliza al gerifalte cántabro porque, según el criterio aleatorio de las autoridades sanitarias si se producen más de 50 casos pasamos del riesgo “bajo”, al “medio”, que es hasta 150 personas por cada 100.000, aunque no todavía “alto” ni “extremo”? ¿Se trata de casos de enfermos ingresados en UCI,s o de fallecidos? No, ni siquiera se trata de pacientes, sino de resultados positivos, la mayoría asintomáticos, a la prueba de Reacción en Cadena a la Polimerasa o PCR, todo un chiste, una prueba que no es diagnóstica ni específica, y que su inventor, el premio Nobel Kary Mullis dijo que no servía para detectar una infección vírica. Desde la declaración de la pandemia, ese baremo de riesgo o semáforo, como lo llaman a veces, (bajo, medio, alto, extremo) ha sido uno de los marcadores que determinaba las decisiones políticas. 

 

 
     Y claro está que lo que le molesta al personaje mediático que es el Jefe Supremo de la taifa cántabra, es que el discurso negacionista “ha calado”, dice él, en la sociedad, por lo que mucha gente rechaza la vacuna. Y añade con tono intolerante: "No lo podemos tolerar, porque si no, no acabamos con la pandemia". Con la pandemia, señor presidente, entérese ya, hemos acabado hace muchísimo tiempo. Ahora bien, con las decisiones políticas autoritarias que toman nuestros gobernantes fundamentándose en ella, con esas todavía no, desgraciadamente.

    Pero lo más interesante políticamente de sus declaraciones no son esos exabruptos sino la consideración que hace de la necesidad de que “se creen instrumentos jurídicos para que sea obligatorio vacunarse”, ya que no lo es, y que los tribunales garanticen que “eso es posible”, porque ahora no lo es dado que la vacunación no es obligatoria. Según dicho gerifalte,  “para eso está el poder legislativo del país”. Analicemos esta afirmación, que es lo más relevante desde el punto de vista de lo político. El poder legislativo de un país está para adecuar las leyes a los designios del poder ejecutivo, de forma que el poder judicial no pueda poner obstáculos a los caprichos de los gobernantes. Toda una maquiavélica lección de alta política: el poder legislativo debe subordinarse al poder ejecutivo, porque “para eso está”, para que yo pueda ordenar y mandar sin que los jueces me pongan trabas legales lo que me dé la gana, y decretar como el canciller austriaco, por ejemplo, que si usted no se vacuna no sale de su casa, se queda allí confinado hasta que ceda y se someta, por las buenas o por las malas, convencido o sin convencer.