jueves, 6 de mayo de 2021

El Gran Reseteo (y II)

    El libro no es, como podía parecer a primera vista, una defensa del capitalismo neoliberal más o menos al uso, sino ¡del capitalismo de Estado! Y no del Estado-Nación, sino de un Estado supranacional. Defiende, en efecto, la estatalización global de la economía, por lo que ha calado muy hondo en países de tradición estatal fuerte como Francia o Alemania o en otros de tradición más débil pero con gobiernos de izquierdas, por así llamarlos, o socialdemócratas, como el español. Se predican cosas como la renta básica universal y la gobernanza mundial.


    En el libro se hace también una defensa del medio ambiente y de la ecología que agrada a muchos. La necesidad del volver a empezar se plantea por el agotamiento de los recursos del planeta. Hay que salvar el planeta que se ha vuelto inhabitable, de lo que se nos responsabiliza a todos y cada uno, y hay que proseguir en la conquista del espacio, buscando planetas más habitables, buscando vida más allá de la estratosfera.  Este discurso ecológico y estatista del libro agrada especialmente a los ecologistas. Defiende la lucha de los gobiernos contra el cambio climático, por ejemplo, responsabilizando a la ciudadanía, de forma que todos y cada uno nos sintamos culpables y responsables... Da argumentos a toda la clase política. Hay una oportunidad, hay que aprovecharla.

 
    Propugna también la tecnovigilancia y el control de la sociedad y la digitalización. El triunfo de la vigilancia y la imposición del estado policial restringen más aún si cabe nuestras por otro lado escasas y siempre maltrechas libertades. Predica en definitiva, lo que se está practicando en la mayoría del mundo desde que la OMS declaró la pandemia universal, que ha servido para pisar el acelerador hacia esa meta, convirtiendo los sistemas democráticos occidentales en dictaduras sanitarias igualmente democráticas impuestas con el señuelo de un Novus Ordo Seclorum, dicho a la antigua, o Nuevo Orden Mundial.
 

    La crisis sanitaria conlleva una crisis económica que consiste en realidad en una transferencia del dinero del pequeño comercio y de las pequeñas y medianas empresas hacia las grandes, de la microeconomía a la macroeconomía, acelerada con la tecnovigilancia y la digitalización.

    El libro, viene a justificar así, a posteriori, las medidas que están practicando la mayoría de los gobiernos del mundo desde que se declaró la pandemia. El Estado y las Grandes Empresas se alían para aplastar a las pequeñas y medianas empresas (restaurantes, artesanos, comercios...). La fortuna de las GAFAM se incrementa por el trasvase del capital de los pequeños a los grandes, que se convierten así en más poderosos de lo que eran, siendo capaces, por su parte, de restringir como están haciendo la libertad de expresión de sus usuarios más críticos con el proceso. La digitalización se ve como un progreso de la dominación del hombre por el hombre. Es una trasferencia de la riqueza. Los Estados refuerzan así su control sobre la economía.

    Las medidas adoptadas por los gobiernos no son incoherentes, cuando se lee el libro de Klaus Schwab se comprueba que tienen su lógica interna. El pez grande se come al chico. 

 

    En Europa la crisis sanitaria justifica la intervención de los Estados en todos los dominios. La crisis -la pandemia- ha producido tal trauma en la población que justifica cualquier medida que quieran implementar por descabellada que parezca. Al hacer que disminuyan las interacciones sociales de todo tipo, han creado un efecto túnel donde la única salida que se ve desde el arresto domiciliario es contemplar las plataformas audiovisuales en el sentido más amplio. La gente se vuelve más maleable y dócil a los dictados sanitarios.

    La ideología de los gobiernos resulta indiferente. No hay ideologías. Sólo obediencia a un proyecto que no admite crítica porque lo que se hace es por nuestro bien, por la salud de todos, hay que salvar vidas, y por el bien del planeta, que también hay que salvar. 

    El espíritu crítico es calificado enseguida de conspiracionista, cuando la conspiración no está en la denuncia, sino cuando alguien denuncia el reseteo que se está llevando a cabo. Se ha demostrado que nuestros gobiernos no son de derechas ni de izquierdas (ni por supuesto de centro): son de arriba, de arriba de donde no puede venirnos nada bueno a los de abajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario