En
menos de lo que canta un gallo y de lo que se reza un santiamén*,
con ciento sesenta caracteres o menos, pueden decirse muchas cosas en
pocas palabras.
Los
feligreses se persignaban e invocaban en un instante de corrido a la
Santísima Trinidad en latín: In nómine Pátris et Fílii et Spíritus
Sáncti, amén*.
No
somos animales domésticos sino domesticados. Lo aceptamos
resignadamente desde la cuna hasta la sepultura como algo bueno y
benéfico cuando no lo es.
Familia
y escuela son las principales instituciones que se encargan de
nuestra civilización y amaestramiento, pero cada vez más el Estado
que la familia.
De
algún modo, los cachorros de la bestia humana perfectamente civilizada
se refugian sin escapatoria de la familia en la escuela y de la escuela
en la familia.
“La
vacunación va como un tiro en España, uno de cada tres españoles
ya tiene una dosis”, dice la Ministra de Sanidad con magistral
comparación: “como un tiro”.
La
lección alfabética del maestro acabó con la espontaneidad y
belleza de la expresión oral de la lengua viva: la letra con la
tinta de la sangre entra.
La
exclusión de la Historia Sagrada del currículo docente ha
conllevado como contrapartida la consagración de la Historia
Profana o historia propiamente dicha.
La aceptación de la realidad con sonrisa bobalicona culpabiliza a las personas de su propia situación y anula la capacidad que tienen de cambio de las cosas.
La aceptación de la realidad con sonrisa bobalicona culpabiliza a las personas de su propia situación y anula la capacidad que tienen de cambio de las cosas.
Se
responsabiliza al individuo de su suerte considerando al perdedor un
pobre diablo y aupando al triunfador que se ha hecho a sí mismo ganando
lo que tiene.
El currículum
vitae es la carrera competitiva e insolidaria de corredores
solitarios que inflan el globo narcisista del ego y rinden culto a la
personalidad.
El poli bueno
y el malo son el mismo policía. Y no es bueno que haya policías,
porque no es bueno que tenga que haberlos: lo bueno sería que no los
hubiera.
Claro
que, de haberlos, preferimos que cuantos menos haya mejor, y que los
que haya cuanto menos policías sean, es decir cuanto menos malos,
mejor que mejor.
La
figura del camaleón que se adapta al medio sin dificultad está
sobrevalorada, e infravalorada en contrapartida la del inadaptado que no
cuadra en sociedad.
Inadaptación
e inconformismo, que antes se veían como un síntoma de salud
mental, ahora se consideran una enfermedad o, al menos, una tara
psicológica.
Hay
que recordar a Krishnamurti, maestro que renunció a su magisterio:
No
es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad
profundamente enferma.
No hay un
patriotismo noble y otro vil. Todo patriotismo es deleznable per
se, tanto el chovinista o jingoísta como el de patria chica de
baja intensidad.
Resuena
una voz femenina contra el matrimonio en la lírica popular española
en aquellos versos de Gil Vicente: Dicen que me case yo: / no
quiero marido, no.
Te
animan a emprender y diseñar, verbos mágicos, tu proyecto vital
original como forma de desarrollo personal, inflando tu ego hasta la
obesidad mórbida.
Vuélcate
en tu trabajo y cultiva alguna actividad creativa o recreativa en tu
tiempo libre que te distinga del resto haciéndote exactamente igual a
los demás.
Adherirse
a una moda, partido o bandería es un acto desesperado por mor de
sentirse uno realizado, esto es cosificado, adquiriendo una identidad
de que carece.
¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sánchez! ¿2050? ¿Dónde
estaremos dentro de 29 años? ¿Dónde mañana mismo? ¿Dónde ahora
poniendo miras en el futuro inalcanzable?
No
vivimos en presente sino en futuro. Ni es posible la máquina del tiempo
de H. G. Wells que nos haga volver al pasado porque el ayer no ha
pasado todavía.
Vivir es
sobrevivir a un niño muerto, escribió Jean Genet. Nuestra
existencia domesticada es mera supervivencia, muerte en vida que nos
convierte en zombis.
La aparición
en las películas de hambrientos zombis depredadores que fascinan a
los niños es una metáfora de nuestra muerte en vida y nuestra
humana condición.
Vivimos
bajo arresto domiciliario nuestra vida privada en módulos de
aislamiento de nichos y viviendas que son muriendas y en ciudades igual
que cementerios.
La idiocia ministerial educativa sentencia que los niños se sienten héroes llevando mascarilla, por lo que de cara al próximo curso seguirá siendo prescriptiva.
Lo llamamos ascensor porque sube pero igualmente
podríamos llamarlo descensor porque baja, cuestión de perspectiva.
Pero arriba es abajo y abajo es arriba.
Los esclavos
que se creen espíritus libres porque cultivan una imagen
inconformista y una pose iconoclasta de escaparate resultan poco
menos que patéticos.
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