jueves, 10 de septiembre de 2020

El reloj del canónigo Chirino

La mejor fotografía -captura de la luz, etimológicamente- que conozco de Cuenca no es una imagen, sino unas palabras de Pío Baroja que escribió en la primera parte de “Los recursos de la astucia”, titulada "La Canóniga", dentro de sus “Memorias de un hombre de acción”, que dicen: Cuenca, como casi todas las ciudades interiores de España, tiene algo de castillo, de convento, de santuario.

Retrata Baroja a estas ciudades españolas, entre las que descuella Cuenca, con dos sustantivos: son por un lado una fortaleza y por otro un oasis  en medio de las llanuras que les rodean, en la monotonía de los yermos que les circundan, en esos parajes pedregosos, abruptos, de aire trágico y violento.

(...) Son estas ciudades, ciudades roqueras, místicas y alertas: tienen el porte de grandes atalayas para otear desde la altura.

Cuenca, como pueblo religioso, estratégico y guerrero, ofrece este aire de centinela y observador.

Se levanta sobre un alto cerro que domina la llanura y se defiende por dos precipicios, en cuyo fondo corren dos ríos: el Júcar y el Huécar.

Estos barrancos, llamados las Hoces, se limitan por el cerro de san Cristóbal, en donde se asienta la ciudad y por el del Socorro y el del Rey, que forman entre ellos y el primero fosos muy hondos y escarpados.” 


Me sumerjo en la relectura envolvente de la novela de Baroja, que me trae el recuerdo vivo de Cuenca, y la fascinación que ejerció en mí, la primera vez que lo leí, el reloj que había pertenecido al canónigo Chirino, y que, una vez muerto este, había heredado Damián, el carpintero y fabricante de féretros. Había pasado el reloj del despacho del clérigo a la tienda de ataúdes del callejón de los Canónigos, situada en una casa antigua y negra, de piedra, con un arco apuntado a la entrada, en cuyo portal se hallaba el taller del carpintero donde se abría una ventana que daba a una hendidura por donde entraba la luz del sol y se entreveía la belleza natural de la Hoz del Huécar. 
 
Entre otros relojes que había allí, se destacaba uno alto de autómatas y de sonería, con el péndulo dorado y esmaltado en colores. Este reloj tenía una caja de color de caramelo oscuro llena de pinturas con guirnaldas y flores. Fijándose bien, en cada guirnalda se veía disimulado en ella un atributo macabro: aquí, una calavera con dos tibias; allí, un ataúd; en este rincón, un esqueleto. El péndulo tenía en medio de la lenteja una barca de latón sujeta con un tornillo y un contrapeso por dentro que hacía subir y bajar la proa y la popa alternativamente al compás de los movimientos del péndulo. En la barca había una figurita de Caronte. La esfera, de cobre, estaba rodeada de una orla de bronce con la efigie de Cronos, viejo haraposo y meditabundo, con unas alas en la espalda y un reloj de arena en la mano. (...)
 
Este reloj de pared tenía música y varias figuras aparecían al dar las horas. En el péndulo, Caronte se agitaba en su barca, y en la orla de bronce que rodeaba la esfera se leía: Vulnerant omnes, ultima necat. Damián, el marido de la Dominica, había arreglado el reloj y hecho que se movieran las figuras. Estas eran un niño y una niña, un joven y una doncella y un viejo y una vieja seguidos de la Muerte, representada por un esqueleto con su sudario blanco y su guadaña. Cuando desaparecían las edades de la vida seguidas de la Muerte, se abría una ventana y aparecía la Virgen. Al mismo tiempo que estas figuras pasaban por delante de la esfera del reloj sonaba una música melancólica de campanillas. (…)

Siempre que pasaba por delante del reloj del canónigo Chirino, Damián lo contemplaba con entusiasmo. Las guirnaldas de calaveras y tibias, entre flores, su carácter macabro y la salida de la Muerte le entusiasmaban. Se le antojaba una de las más bellas y geniales ocurrencias que podía haber salido de la cabeza de un hombre.

Le habían dicho lo que significaba el letrero en latín, y le parecía admirable: Vulnerant omnes, ultima necat. Todas hieren, la última mata.

Al final de la novela, el reloj del canónigo seguía funcionando y marcando el paso lento y pausado de las horas. El carpintero seguía fabricando ataúdes grandes y pequeños, féretros negros para hombres y mujeres y blancos para niños. Las tres edades de la vida -infancia, juventud y vejez- seguían desfilando y huyendo de la Muerte que las perseguía implacable con su sudario y su guadaña. El viejo Caronte se balanceaba en su barca. Y antes de que la música de campanillas tocara su sonata melancólica y apareciera la Virgen María, salía el viejo Cronos, alado y haraposo, meditando sobre el paso cronometrado, nunca mejor dicho, del tiempo con el reloj de arena en la mano.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Dictadura sanitaria

Dictadura sanitaria (cf. fr. dictature sanitaire, ing. health dictatorship, al. Gesundheitsdiktatur) parece un concepto nuevo, definido por los movimientos de oposición a las medidas coactivas de los estados so pretexto de lucha contra el virus coronado para acusar a los gobiernos de imponer restricciones a las libertades ciudadanas de reunión y asociación, manifestación y libertad de movimiento, básicamente. Parece que el adjetivo calificativo “sanitaria” aplicado al sustantivo “dictadura” con el que algunos definen la coyuntura política que estamos atravesando justifica de alguna manera la opresión y privación de libertad que conlleva una “dictadura”. Es como si legitimara la urgencia extraordinaria de un poder autoritario por mor de garantizar la pública salud.

El término “dictadura” lo hemos heredado del latín dictatura. En el paso de una a otra lengua se sonorizó la oclusiva dental sorda -t- intervocálica, fenómeno que la convirtió en -d-. Está formado sobre el verbo dictare que en principio es un verbo frecuentativo de dicere (decir), por lo que su significado primitivo era “decir una y otra vez, repetir”, pero enseguida pasó a connotar “para que conste por escrito”, es decir, “dictar”, como en los dictados escolares, por lo que se convirtió pronto en sinónimo de ordenar, mandar.

El sufijo -tura, que conservamos en muchas otras palabras como estatura, cultura, natura, literatura, modificado en el caso que nos ocupa en -dura, tiene una valor doble: por una parte se trata del llamado participio de futuro activo latino (morituri, los que van a morir; nasciturus, el que va a nacer, etc.), pero por otra tiene la forma colectiva del neutro plural, que acabó convirtiéndose en sustantivo femenino de la primera declinación. Lectura, por ejemplo, representa en principio el conjunto de textos que vamos a leer, para acto seguido pasar a ser el proceso de leerlos, el nombre de la acción que va a ejecutarse. Natura, que es el nombre latino de la naturaleza, representa en principio el conjunto de seres que van a nacer, es decir la pluralidad de naturus (reformulado en latín mismo con el sufijo incoativo -sc- como nasciturus). 

Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma, Juan Antonio Ribera (c. 1806)
 

Conocido es el primer dictator romano, Cincinato, que fue revestido con poderes extraordinarios por el senado romano ante el peligro de una invasión militar, y que una vez cumplido su encargo, abandonó el cargo y volvió a sus labores agrícolas. Su ejemplo inspiró el nombre de la ciudad estadounidense de Cincinnati (Ohio), nombre puesto en honor de los "cincinatos", una asociación que honraba a George Washington, al que consideraba un «cincinato», es decir, un ejemplo de civismo que decidió retirarse de la política en 1796, renunciado a un tercer mandato como presidente de los Estados Unidos.

Pero la expresión "dictadura sanitaria" que estamos analizando no es tan nueva como parece.  La epidemia de gripe de 1918-19, llamada “gripe española” sirvió de gran revulsivo para sensibilizar a médicos y a la opinión pública en general de las penosas condiciones sanitarias que atravesaba España y de la escandalosa falta de organización y estructura sanitaria, argumentándose entonces la necesidad de una «dictadura sanitaria», expresión utilizada por primera vez entonces, por lo que yo he averiguado, en algunas publicaciones médicas de la época, que no hacía sino preparar el terreno, al menos en parte, para la dictadura de Primo de Rivera que vino después, que, como más tarde haría también la segunda república española, implementaría medidas higiénicas y sanitarias en favor de la población.

Volviendo al comienzo de este texto, calificar una dictadura de sanitaria, es como si estuviéramos tratando de sanearla, de considerarla buena o, al menos, si no un bien en sí mismo, un mal necesario. Pero no hay males necesarios, como hemos razonado muchas veces. La expresión “mal necesario” lo que hace es, sin querer a veces, justificar la necesidad del mal, en este caso de la dictadura, que como nos dicen las autoridades sanitarias sería necesaria hasta que dispongamos de una vacuna de la que no disponemos.

martes, 8 de septiembre de 2020

Libertad

 





Sur mes cahiers d’écolier / Sur mon pupitre et les arbres / Sur le sable sur la neige / J’écris ton nom

Sur toutes les pages lues / Sur toutes les pages blanches / Pierre sang papier ou cendre / J’écris ton nom

Sur les images dorées / Sur les armes des guerriers / Sur la couronne des rois / J’écris ton nom

Sur la jungle et le désert / Sur les nids sur les genêts / Sur l’écho de mon enfance / J’écris ton nom

Sur les merveilles des nuits / Sur le pain blanc des journées / Sur les saisons fiancées / J’écris ton nom

Sur tous mes chiffons d’azur / Sur l’étang soleil moisi / Sur le lac lune vivante / J’écris ton nom

Sur les champs sur l’horizon / Sur les ailes des oiseaux / Et sur le moulin des ombres / J’écris ton nom

Sur chaque bouffée d’aurore / Sur la mer sur les bateaux / Sur la montagne démente / J’écris ton nom

Sur la mousse des nuages / Sur les sueurs de l’orage / Sur la pluie épaisse et fade / J’écris ton nom

Sur les formes scintillantes / Sur les cloches des couleurs / Sur la vérité physique / J’écris ton nom

Sur les sentiers éveillés / Sur les routes déployées / Sur les places qui débordent / J’écris ton nom

Sur la lampe qui s’allume / Sur la lampe qui s’éteint / Sur mes maisons réunies / J’écris ton nom

Sur le fruit coupé en deux / Du miroir et de ma chambre / Sur mon lit coquille vide / J’écris ton nom

Sur mon chien gourmand et tendre / Sur ses oreilles dressées / Sur sa patte maladroite / J’écris ton nom

Sur le tremplin de ma porte / Sur les objets familiers / Sur le flot du feu béni / J’écris ton nom

Sur toute chair accordée / Sur le front de mes amis / Sur chaque main qui se tend / J’écris ton nom

Sur la vitre des surprises / Sur les lèvres attentives / Bien au-dessus du silence / J’écris ton nom

Sur mes refuges détruits / Sur mes phares écroulés / Sur les murs de mon ennui / J’écris ton nom

Sur l’absence sans désir / Sur la solitude nue / Sur les marches de la mort / J’écris ton nom

Sur la santé revenue / Sur le risque disparu / Sur l’espoir sans souvenir / J’écris ton nom

Et par le pouvoir d’un mot / Je recommence ma vie / Je suis né pour te connaître / Pour te nommer

Liberté.

 (Poésise et Vérité, Paul Éluard 1942)



lunes, 7 de septiembre de 2020

No, renó y recontranó

La primera forma de expresión de un niño recién nacido es el llanto. A los pocos meses comenzará a ensayar gorgoritos y vocales, y poco después a balbucear mezclando consonantes y vocales, repitiendo muchas veces la misma sílaba gugu, tata, mama, papa hasta que comience a alternar sílabas diferentes. 

Una de las primeras palabras que aprende a decir un niño es “no”. Leo que el cincuenta por ciento de los niños dicen “no” a los diecisiete meses, el setenta y cinco por ciento a los veinte meses y el 95 por ciento a los dos años. Es verdad que antes ya dicen cosas como “mamá” y “papá”, pero no son palabras que tengan significado propiamente hablando todavía, sino que son llamadas. 

A partir de los dos años comenzarán a reconocer cosas como “gato, tren, coche, casa” y a hacerse ideas o representaciones visuales de esas cosas. Más o menos a los veinticuatro meses los niños entran de lleno en una fase negativista, donde a todo contestan «no, no quiero». Una etapa donde niegan prácticamente todo, sin más. Dicha etapa negativa, como la del "por qué", la pregunta que se hacen siempre los niños cuando van entrando en uso de razón y lengua, es una fase de autoafirmación, según los psicólogos infantiles.

A raíz de ahí, también la negación es lo que dice el pueblo y la gente a lo que se le impone desde arriba y está mandado desde las altas instancias, y lo que dice nuestro corazón, que tiene algo de niño y de pueblo y de gente que se rebela contra lo establecido.

Ahora bien, la negación, que viene de fuera del lenguaje, que viene de abajo, puede incorporarse y acabar asimilada, como de hecho sucede enseguida, y entrar a formar parte de las palabras que tienen significado, es decir, de las ideas que constituyen la realidad, y, por lo tanto, de la realidad misma. 

Cuando alguien dice que es “ateo”, por ejemplo, no está negando la idea de “Dios” -theós- en griego, sino que al meter la negación, que es el prefijo negativo a(n)- en griego dentro de esa palabra e idea refuerza la idea, la reafirma, desactivando la fuerza negativa, afirmando la idea de "Dios", reafirmándola. 


Cuando decimos que no hay fin, no estamos diciendo que hay infinito, sino que no hay fin. Cuando negamos el principio de realidad, no queremos llegar a ninguna otra realidad una vez que hemos renegado de esta, lo que estamos diciendo y haciendo es una acción, una acción interminable, la de decir “no” y seguir diciendo “no”, “no es esto”, intentando desconcebir lo que se nos da concebido, mal concebido, engañosamente concebido.

La rebeldía del niño, del pueblo, de la gente sólo puede consistir en decir que “no”, un no que está vivo, que no se deja positivizar, que no pasa de decir que no una y otra vez. Cuando incorporamos el no, el in- de infinito, el an- de anarquía o el a- de ateo, ya no hacemos nada, ya no negamos, estamos afirmando. 

La negación tampoco puede convertirse en negacionismo o negativismo, es decir, en un -ismo, en una ideología, porque entonces se positiviza. Frente a eso sólo cabe seguir negando y renegando una y otra vez sin afirmar nada positivo. Como dicen en Aragón: no, renó y recontranó. 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Muertos que no son noticia

Hay muertos de los que no hablan los medios de manipulación y creación de la opinión pública. Muertos de segunda y tercera clase, que no generan titulares. El sábado 22 hubo en Cantabria 5 suicidios. La información es de buena fuente. No procede del periódico local de campanario, que tiende un tupido y pudoroso velo de silencio sobre la realidad, sino de alguien que trabaja en el servicio de urgencias del hospital de la capital de este reino hispánico de taifas. Hay muertes que son noticia y otras que no. Si a los cinco suicidas les hubieran diagnosticado el virus coronado, estoy seguro de ello, estarían en las primeras páginas de los titulares autonómicos y nacionales de periódicos y televisiones.  

Uno de esos suicidios se ha producido en un pueblo del pequeño municipio en el que vivo, donde desde que se declaró el Estado de Alarma hasta la fecha no ha muerto nadie del virus de la maldita corona. Pero eso no es noticia. El vecino, que tenía 70 años, sin patologías previas, se ahorcó en el salón de su casa.  Se trataba de un hombre, según los que lo conocían, que era “la alegría de la huerta”. Nadie se lo explica, ni su mujer, que se queda viuda, ni su hijo, que fue quien lo encontró. 

El suicida, Édouard Manet (1877-1881)

Sin embargo, algo me dice que es una víctima no sé si colateral o directa de todo esto que nos rodea, de esta paranoica histeria colectiva, privados como estamos cuando salimos a la calle de la sonrisa de los demás, especialmente de los niños. 

El pintor francés Édouard Manet, precursor del impresionismo, en su óleo "El suicida" pone fin a la larga tradición académica que hacía del suicidio un tema tabú que sólo se trataba desde un punto de vista histórico dentro de una narrativa asociada a ideas de sacrificio o heroicidad de personajes famosos, como la romana Lucrecia, que no pudo vivir con la infamia de la violación que sufrió, o la muerte autoinfligida de Catón de Útica, que prefirió quitarse la vida antes que rendirse a Julio César, o el suicidio inducido de Séneca, o incluso la aceptación voluntaria de la condena a muerte de Sócrates... 

Manet nos presenta en ese cuadro a un suicida anónimo con gráfica brutalidad. Aquí no hay heroísmo, ni romanticismo, solo un hombre abatido cualquiera que se quitó de en medio porque se sintió derrotado, lo que produce en nosotros, espectadores, tristeza, espanto, angustia, horror, desolación.

Por las manchas de sangre de la blanca camisa se deduce que se ha descerrajado un tiro en el pecho, no lejos del corazón. La colcha ensangrentada, que ocupa casi un tercio del cuadro, revela la contundencia del disparo. La cama sostiene al hombre todavía, pero pronto, parece, caerá al suelo.

Pero la contemplación del cuadro de Manet  hace que nos preguntemos: ¿Por qué?, ¿qué sombría y poderosa desesperación empuja a alguien a esa resolución definitiva?

sábado, 5 de septiembre de 2020

Dinero sucio e higiene

 

No sé si lo que dice en francés este cartel de una conocida corporación multinacional sueca se ha generalizado o no a otras superficies de macrotiendas  y centros comerciales, pero no deja de ser significativo y sintomático. Dice así en nuestra lengua: Querido cliente, por razones de higiene  únicamente aceptamos pagos con tarjeta bancaria (no en efectivo). Gracias por su comprensión.  (Hay que decir que previamente no se podían hacer en efectivo, por ley, los pagos superiores a 3.000 euros, que deben realizarse siempre por mediación bancaria a fin de control fiscal).

No se acepta dinero corriente y moliente, en billetes y monedas, por razones de higiene, con lo que se está sugiriendo que el dinero que habitualmente manejamos es dinero sucio, está sucio en acto o en potencia, contaminado por virus y bacterias que corren de mano en mano. 

Es como si esas monedas y billetes estuvieran, según salen de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre idealmente inmaculados y al contacto carnal con nuestras sucias e impuras manos se mancharan y se convirtieran en fuente de contagio y contaminación, lo que no deja de ser significativo, no porque sea falso, que no lo es, sino porque no sólo es verdad, sino que además es una verdad extensiva a todas las formas que pueda adquirir el dinero, incluidas las más puras, abstractas,  ideales o inmateriales y numéricas.

La fórmula que propone en francés la corporación sueca de utilizar tarjetas bancarias no deja de ser contaminante, no lo olvidemos,  siempre que se manipulen con el roce de nuestras manos.

Pero es que lo que cuenta al fin y al cabo no es la tarjeta plástica en sí, sino el número de cuenta al que está asociada: ese número es un código digital que como tal resulta más higiénico que el "cash", porque es algo abstracto como son los números y no concreto como la calderilla que llevamos en el bolsillo o en la cartera.

 


Pero hay que decir que el dinero, en todas y cada una de sus formas, es contrario a Higía (Ὑγιεία), la hija o a veces esposa del dios griego Asclepio, el Esculapio de los romanos, asociada a menudo a su culto, que era la diosa de la salud porque el dinero suele ser la fuente de nuestros mayores problemas, preocupaciones y quebraderos de cabeza. Todas las formas de dinero, tanto materiales como inmateriales, son dinero sucio, o dinero negro que es preciso blanquear. (La simbología de los colores "negro"/"blanco" sugiere inmediatamente las categorías morales contrapuestas "malo"/"bueno" pasando por las higiénicas de "sucio"/"limpio").

El dinero negro (también denominado ocasiones dinero sucio) es el que procede de actividades ilegales como el tráfico de armas, tráfico de drogas, tráfico de personas, prostitución, juego de apuestas ilegales, contrabando, extorsión, etc., y no es declarado a hacienda.

El lavado o blanqueo de dinero, de hecho,  es la operación consistente en hacer que el vil metal obtenido a través de tráficos ilícitos circule sin problemas en el sistema financiero a través de actividades legales, lo que demuestra que en sí el dinero no es blanco ni negro, bueno ni malo, sucio ni limpio, sino las actividades a las que se destina y que están relacionadas con él.

Pero llegamos a la cuestión fundamental y lógica, el dinero, que es real, el ens realissimus (o, mejor, realissimum, si queremos otorgarle género neutro, tomando el término de Tomás de Aquino, para quien el ser más real, el ser en su plenitud y creador del mundo, como causa primera del ser, es Dios, y el objeto de la metafísica y de la teología), el ens entium o ser de los seres,  ¿es verdadero o falso? Todos los billetes de banco y todas las monedas son falsas porque sólo circulan como verdaderos en un determinado momento histórico, cuando son de curso legal y son de curso legal cuando les otorgamos credibilidad, o, dicho en términos económicos, crédito. 

Téngase presente que el patrón oro (o gold standard), que comenzó en el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, dejó de usarse a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos beligerantes necesitaron dinero fiduciario (del latín fiducia 'confianza' y, a su vez, de fides 'fe'), basado en la fe y la confianza comunitaria y no respaldado por vil metal alguno, sino por la promesa de pago de la entidad emisora,  para financiar el esfuerzo bélico.

Del nombre propio de la diosa y común de la salud (ὑγιεία) se formó el adjetivo ὑγιεινός saludable, sano, de donde procede el francés hygiène que leemos en el cartel que apela a las "raisons d'hygiène" (razones higiénicas) y que está atestiguado en la lengua de Molière desde 1575 con la forma hygiaine, como el conjunto de principios y de prácticas que tienden a preservar y a mejorar la salud, de donde pasó a nuestra lengua hacia 1843.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Sólo los niños lo creen

Cuatro hexámetros de Juvenal (149-153), pertenecientes a la sátira segunda del libro primero de su obra, expresan la incredulidad de los romanos en lo concerniente a las creencias en la vida de ultratumba. Dicen así: esse aliquos manes et subterranea regna / Cocytum et Stygio ranas in gurgite nigras, / atque una transire uadum tot milia cumba / nec pueri credunt, nisi qui nondum aere lauantur. / sed tu uera puta...

Que suenan, traducidos en hexámetros castellanos, más o menos así: Que ánimas hay de difuntos y un reino ultraterreno, / río Cocito y ranas en charca de Éstige negras, / y tantos miles que cruzan en barca a la vez la laguna / sólo los niños lo creen que aún por el baño no pagan. / Pero suponte que es verdad...

Evocan estos cuatro versos de un modo sintético el universo virgiliano del libro VI de la Eneida, el descenso de Eneas acompañado de la Sibila a los infiernos, es decir, los principales mitos sobre el más allá, para expresar al final la incredulidad. 

Estudio de Caronte, Félix Resurrección Hidalgo
 

En primer lugar se habla de los “manes” o almas de los difuntos, divinidades a las que los romanos consagraban el alma de los muertos. Las inscripciones fúnebres de los sepulcros solían encabezarse con las abreviaturas D M S (dis manibus sacrum, consagrado a los dioses manes). El verso comienza negando que haya dioses manes, es decir, que existan, como diríamos con un verbo más moderno. El indefinido “aliquos” aplicado a manes, como si dijéramos “de alguna clase” o “de ningún tipo”, viene a insistir en que es una creencia en la que sólo creen, como nos dirá más adelante, los niños de pecho, a los que todavía no se les cobra la entrada en las termas o baños públicos, como se hace con los jóvenes y los adultos, y que todavía no conocen el dinero.

El plural poético, motivado seguramente por razones métricas, “subterranea regna”, alude al reino soterraño de Plutón, o Hades. El verso niega de la manera más eficaz, que no es afirmándolo sino poniéndolo en duda, que haya tal cosa como un reino debajo de la tierra a donde van las almas de los muertos. No se cita el nombre del rey, o dios de los muertos, porque se está dudando de que haya tal reino, es decir, una vida como esta después de la muerte. 

 

 La laguna Estigia, Félix Resurrección Hidalgo (1887)
 

 El Cocito (en griego Κώκυτος, Cócytos) era el Río del Llanto o de las Lamentaciones. Su nombre deriva del verbo κωκύω, que significa “lanzar gritos de dolor, lamentarse”. En las orillas de este río vagaban las almas de los muertos que no habían recibido sepultura y no podían, por lo tanto, pagar el pasaje a Caronte, el barquero que conducía las ánimas de los difuntos al otro lado de la laguna. Era este río un afluente del Aqueronte y se nutría de las lágrimas de las almas en pena.

La Éstige (en griego Στύξ Stýx) o laguna Estigia, fue en principio el nombre de una fuente griega de la Arcadia cuya agua era mortal, y acabó siendo el nombre de la laguna de los infiernos por la que juraban los propios dioses. Juvenal utiliza aquí el adjetivo “Stygius -a -um” aplicado al sustantivo “gurges”, un torbellino de agua, y también  un abismo o una sima, así como la garganta (de donde el castellano gorja, cf. fr. gorge), que acabó refiriéndose al mar en general, como en la expresión in gurgite uasto, en el ancho mar). 

La mención de las ranas negras de la laguna resulta, por lo menos, curiosa. En la comedia Las Ranas de Aristófanes, se menciona el hecho de que al llegar Baco disfrazado de Heraclés a la laguna estigia, Caronte, el barquero, le admite en la barca y durante el trayecto se oye el canto de las ranas, que croan a su sabor, insultando con su estrepitosa alegría las molestias que el dios experimenta, episodio que, desligado del resto de la comedia, le da título sin embargo.

La barca de Caronte: Se niega aquí, poniéndolo en duda, que puedan hacer el viaje en la misma tantos millares de personas como mueren todos los días. No se han citado los nombres propios ni del dios (Hades, Plutón) ni del barquero (Caronte) ni tampoco del perro, el can Cérbero. Los únicos nombres propios que han aparecido son hidrónimos.

 

La barca de Caronte, Félix Resurrección Hidalgo (1887)

Así traducía los versos de Juvenal don Francisco Díaz Carmona en 1892: Nadie, a no ser el niño que se baña / de balde (*), cree ya en manes, en infierno, / en Carón, en la Estigia, con su extraña / turba de negras ranas y su eterno / vórtice, y en la barca que allí espera / almas que conducir al hondo averno; / mas tú júzgalo cosa verdadera.

(*) Explica en nota el traductor que la expresión “de balde”, es decir, gratis, alude a los niños de corta edad que eran admitidos en los baños públicos sin pagar el precio de la entrada, indicando así el poeta el general escepticismo que dominaba en la sociedad romana cuando solo los niños muy pequeños daban crédito a las antiguas tradiciones mitológicas. 

(El texto está ilustrado con imágenes de cuadros del pintor filipino Félix Resurrección Hidalgo y Padilla (1855-1913), tomadas de la Güiquipedia).

jueves, 3 de septiembre de 2020

Mientras vivas, vive

En uno de los dos cementerios cristianos que hay en Chiusi (antigua Clusium de los romanos, en la Toscana), en el más pequeño y más antiguo, que remonta al siglo III de nuestra época, el hipogeo o catacumba de santa Caterina, se han hallado trazas de violación por parte de los paganos, que hicieron allí inscripciones injuriosas como, por ejemplo, la celebérrima: DVM VIBES, HOMO, VIVE; NAM POST MORTEM NIHIL EST. OMNIA REMANENT ET HOC EST HOMO, QVOD VIDES. (CIL XI 25472a) (Mientras vivas, hombre, vive; pues después de la muerte no hay nada. Todo se acaba y esto que ves es un hombre).
 
 
La inscripción estaba grabada en bellos caracteres en los bordes de un arcosolio o hueco en forma de arco utilizado como sarcófago. El "esto" (hoc en latín), de la frase "esto es un hombre: lo que ves" debía referirse a los huesos contenidos en el nicho. 
 
La inscripción fue hallada a mitad del 800 y fue mandada borrar por orden del canónigo A. Mazzetti. Antes de ser cancelada, el texto fue transcrito por Francesco Liverani, y gracias a eso se nos ha conservado. 
 

 
Habida cuenta de la homofonía entre los verbos "uiuere" (vivir) y "bibere" (beber), el autor de la inscripción comete una falta de ortografía (uibes, por uiuis) y la inscripción se presta a otra lectura más bien cómica: "mientras vivas, hombre, bebe; pues después de la muerte no hay nada. Todo se acaba y esto que ves es un hombre“. 
 
Era proverbial la frase anónima y medieval: "Beati Hispani (populi, en otra versión) quibus vivere est bibere": Dichosos los hispanos (o los pueblos) para quienes vivir es sinónimo de beber.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Euno, el esclavo que llegó a ser rey

 La leyenda algo borrosa de la lápida del monumento al esclavo que rompe sus cadenas en el castillo de Lombardía en Enna (Sicilia) dice así: Duemila anni prima / che abramo Lincoln / liberasse l'infelice turba dei negri / l'umile schiavo / Euno / da questa sicana fortezza / arditamente lanciava / il grido di libertà / per i compagni di sventura suoi / il diritto affermando di ogni uomo / a nascere libero / ed anche a liberamente morire / Ricordando l'alta significazione del gesto / il comune di Enna / questo ricordo / pose / anno 1960. 


 Dos mil años antes de que Abraham Lincoln liberase a la muchedumbre infeliz de los negros, el humilde esclavo Euno de esta fortaleza siciliana valientemente exclamaba el grito de libertad para sus compañeros de desventura proclamando el derecho de cada hombre a nacer libre y también a morir libremente. Recordando el alto significado del gesto, el ayuntamiento de Enna puso este recuerdo. Año 1960.

 Aunque para muchos es el gladiador Espártaco el símbolo de la lucha de los esclavos romanos por la libertad, gracias sobre todo a la novela de Howard Fast y a la película de Stanley Kubrick protagonizada por Kirk Douglas, antes de él otro esclavo, un tal Euno o, si se prefiere,  Eúnoo, se rebeló contra la esclavitud en el siglo II antes de nuestra era y antes que Espártaco. Nos hablan de él los fragmentos que nos han llegado del historiador griego Diodoro Sículo
En Sicilia había muchos esclavos. Sometidos a trabajos muy duros, recibían pocos cuidados; malamente vestidos y alimentados, algunos se dedicaban al pillaje. 


Escultura de Euno rompiendo sus cadenas. La leyenda dice:   
Ad Euno, lo schiavo ribelle, araldo di libertà:  
A Euno, el esclavo rebelde, heraldo de libertad.

 Entre ellos había un esclavo de origen sirio que pertenecía a un tal Antígenes de Enna, que se jactaba de poder predecir el futuro. Obtuvo  reputación de prestigioso futurólogo, ya que, si bien sus predicciones que no se cumplían caían enseguida en el olvido,  las que se realizaban, cuando acertaba por casualidad estadística, eran celebradas y reconocidas.  Se llamaba Euno, nombre parlante que significa en griego benévolo, que tiene buenos sentimientos.  

Según parece, el origen de la revuelta de los esclavos fue que un tal Damófilo, vecino de Enna, trataba despiadadamente a sus muchos siervos, por lo que estos decidieron matarlo. Fueron a consultar antes a Euno si su plan contaba con el beneplácito divino, y este les respondió afirmativamente. 

Ejecutado Damófilo, Euno fue proclamado rey, con lo que se cumplía una de sus más antiguas profecías, si no era su sueño más querido: un esclavo que llegaba a ser rey. Adoptó el nombre real de Antíoco y llegó a acuñar monedas de bronce con su efigie, a juzgar por el hallazgo de una de ellas en Sicilia en la que se lee "Rey Antíoco", que se cree que alude a Euno y no a la dinastía siria de los seleúcidas. 

 Los esclavos rebeldes lo consideraron su jefe absoluto. Armó toscamente a varios millares de ellos y saqueó la isla. Se enfrentó a las tropas romanas a las que venció en algunas ocasiones gracias a su superioridad numérica.

 Vista actual de Enna, en el centro de Sicilia;  situada en una colina es la ciudad más alta de Europa.
 
Al mismo tiempo, estalló en Sicilia otra revuelta de esclavos capitaneada por un tal Cleón. Cuando todos esperaban un enfrentamiento entre ambas facciones rebeldes, Cleón se unió inopinadamente a Euno con todos sus seguidores, llegando a sumar muchos miles entre ambos caudillos. El eco de algunas de sus victorias se extendió enseguida por todo el Mediterráneo, lo que provocó otras revueltas pronto sofocadas en la misma Roma, en el Ática, en la isla de Delos y otros lugares.

En Sicilia muchas ciudades cayeron en poder de los rebeldes, hasta que el cónsul Lucio Calpurnio Pisón Frugi obtuvo una victoria sobre él en el año 133 antes de nuestra era, y finalmente el general romano Rupilio recuperó Tauromenio después de un duro asedio en el que los rebeldes llegarían, forzados por la hambruna, a comerse los unos a los otros según la leyenda. Rupilio tomó después la ciudad de Enna, muriendo Cleón. La represión fue durísima. Euno sobrevivió pero fue detenido y encarcelado, muriendo en prisión en Morgantina.

martes, 1 de septiembre de 2020

Diez mil o más negacionistas en Londres

Una multitud sin mascarilla y sin guardar la distancia reglamentaria de seguridad, entre la que se ven pancartas como “MEDIA is the VIRUS”, que podemos glosar como Los medios de comunicación y manipulación de las masas son el auténtico virus, se reunió en Trafalgar Square en la capital británica par protestar contra las medidas decretadas contra la epidemia del virus coronado.

Piers Corbyn, de 73 años, hermano del exlíder laborista Jeremy Corbyn, fue arrestado tras negarse a ser identificado por la policía y multado con 10.000 libras esterlinas por la organización de la manifestación de Trafalgar Square bajo el lema “Unite for Freedom” el sábado 29 de agosto de 2020, quien, megáfono en mano, aseguró que la pandemia no era más que un montón de mentiras para lavarnos el cerebro y mantenernos controlados, por lo que la futura vacunación que quieren vendernos para volver a la normalidad no era necesaria. 


Piers Corbyn arrestado

Otro discurso, esta vez el de David Icke, negacionista y teórico de la conspiración según la prensa inglesa del Régimen, se convirtió en arenga incendiaria. Comienza regocijándose el orador de hallarse en una isla de cordura dentro de un mundo de locura, para acto seguido decir que las medidas tomadas frente al virus coronado eran puro fascismo, un fascismo justificado sanitariamente. Lamenta que haya que alejarse seis pies, entre uno y medio y dos metros, de otras personas para protegerse del virus y que no se pueda estar fuera de la propia burbuja más de quince minutos. “Tenemos un virus tan inteligente que solo infecta a los que participan en las protestas que el gobierno quiere detener”.

Recordó a Aldous Huxley y a George Orwell, que profetizaron esto que está sucediendo ahora, y citó a Percy B. Shelley, su poema “The Mask of Anarchy”, escrito en 1819, concretamente unos versos que hacían que la multitud irrumpiera en aplausos: 'Rise like Lions after slumber / In unvanquishable number, / Shake your chains to earth like dew / Which in sleep had fallen on you - / Ye are many - they are few.’ (Alzáos cual leones tras el sueño / en un número invencible / echad vuestras cadenas a tierra cual rocío / que mientras dormíais os cayó -Vosotros sois muchos, ellos pocos). “Toda la historia humana es unos pocos controlando a muchos, porque los muchos se lo consienten a esos pocos”. El orador y la multitud comienzan a gritar ¡Libertad! ¡Libertad!

Lo más relevante, desde mi punto de vista, de su discurso es la constatación de que las autoridades tienen el poder que nosotros les hemos conferido. Es la vieja distinción que hacían los romanos entre “auctoritas” (authoirity) y “potestas” (power). La autoridad sanitaria, por ejemplo, es en principio quien tiene legitimidad, prestigio y crédito conferido por su competencia en una materia, pero el poder para gobernar o ejercer el mando se lo da el pueblo, que en este caso desautoriza a las autoridades. La manifestación se convierte así en una expresión antiautoritaria, contraria a las decisiones injustificadas que toman las autoridades. “Quieren que creamos que la autoridad tiene poder, dijo, el poder de las autoridades en todo el mundo es sólo el poder nuestro que nosotros les damos”. 

 
 
 
¡Lástima que haya una señora que a modo de porrista o cheer-lideresa anima al público a aplaudir y a corear al orador, y que tanto nos recuerda a los presentadores de los deplorables shows televisivos! Pero la lamentable actuación de la rubia animadora no le quita mérito al discurso antifascista de David Icke, que acaba, siguiendo la estela de Shelley, animando al león a despertar. 

lunes, 31 de agosto de 2020

Al menos treintamil negacionistas en Berlín

Se ha hecho viral, como suele decirse ahora, en las redes sociales de la Red Informática Universal una fotografía de la multitudinaria protesta -no vamos a entrar aquí en la guerra cuantitativa de cifras que va desde los treinta mil manifestantes del Periódico Global del Régimen, léase El País, a los varios cientos de miles según otras fuentes, ya que la razón no se cuantifica numéricamente ni depende del mayor o menor número de votos-   que tuvo lugar en Berlín el pasado sábado 29 de agosto de 2020, sin que los participantes portaran  bozal ni guardaran las distancias interpersonales,  contra las imposiciones gubernamentales precisamente de distanciamiento social y uso de mascarillas decretadas contra el virus por las desautorizadas científicamente autoridades sanitarias de casi todo el universo mundo. 
 
 
La imagen que se ha hecho viral representa, según la prensa del Régimen, a un joven negacionista del virus y de extrema derecha, probablemente neonazi, cosa que no cuadra mucho con su aspecto un tanto jipi y pacifista desaliñado que va a pecho descubierto por la vida, pero ya se sabe que no hay que fiarse de las apariencias pues a veces el lobo se disfraza con la piel del cordero para engañarnos, además de teórico paranoico de la conspiración y terraplanista, al que se le inculcó en la escuela que la tierra no era exactamente redonda sino achatada por los polos, de donde dedujo alegremente que era plana,  y contrario a las vacunas que según sus defensores a ultranza van a salvar a la humanidad del virus coronado, que ofrece un ramillete de flores a los fornidos y acorazados policías parapetados frente a él para impedirle el paso.
 

 

Robert Kennedy Jr. se subió en Berlín al escenario para pronunciar este memorable discurso en la lengua del Imperio, traducido simultáneamente al alemán por un intérprete, y que podemos leer subtitulado en español mientras no se censure el vídeo en la Red, cosa no improbable. En el discurso dice cosas razonables como ésta: "Los gobiernos adoran las pandemias. Y adoran las pandemias por el mismo motivo por el que adoran las guerras: porque les da la posibilidad de imponer un control sobre las poblaciones que de otra manera las poblaciones no aceptarían". O esta otra: "Lo único que necesita el gobierno para convertir en esclavos a la gente es EL MIEDO".