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miércoles, 2 de septiembre de 2020

Euno, el esclavo que llegó a ser rey

 La leyenda algo borrosa de la lápida del monumento al esclavo que rompe sus cadenas en el castillo de Lombardía en Enna (Sicilia) dice así: Duemila anni prima / che abramo Lincoln / liberasse l'infelice turba dei negri / l'umile schiavo / Euno / da questa sicana fortezza / arditamente lanciava / il grido di libertà / per i compagni di sventura suoi / il diritto affermando di ogni uomo / a nascere libero / ed anche a liberamente morire / Ricordando l'alta significazione del gesto / il comune di Enna / questo ricordo / pose / anno 1960. 


 Dos mil años antes de que Abraham Lincoln liberase a la muchedumbre infeliz de los negros, el humilde esclavo Euno de esta fortaleza siciliana valientemente exclamaba el grito de libertad para sus compañeros de desventura proclamando el derecho de cada hombre a nacer libre y también a morir libremente. Recordando el alto significado del gesto, el ayuntamiento de Enna puso este recuerdo. Año 1960.

 Aunque para muchos es el gladiador Espártaco el símbolo de la lucha de los esclavos romanos por la libertad, gracias sobre todo a la novela de Howard Fast y a la película de Stanley Kubrick protagonizada por Kirk Douglas, antes de él otro esclavo, un tal Euno o, si se prefiere,  Eúnoo, se rebeló contra la esclavitud en el siglo II antes de nuestra era y antes que Espártaco. Nos hablan de él los fragmentos que nos han llegado del historiador griego Diodoro Sículo
En Sicilia había muchos esclavos. Sometidos a trabajos muy duros, recibían pocos cuidados; malamente vestidos y alimentados, algunos se dedicaban al pillaje. 


Escultura de Euno rompiendo sus cadenas. La leyenda dice:   
Ad Euno, lo schiavo ribelle, araldo di libertà:  
A Euno, el esclavo rebelde, heraldo de libertad.

 Entre ellos había un esclavo de origen sirio que pertenecía a un tal Antígenes de Enna, que se jactaba de poder predecir el futuro. Obtuvo  reputación de prestigioso futurólogo, ya que, si bien sus predicciones que no se cumplían caían enseguida en el olvido,  las que se realizaban, cuando acertaba por casualidad estadística, eran celebradas y reconocidas.  Se llamaba Euno, nombre parlante que significa en griego benévolo, que tiene buenos sentimientos.  

Según parece, el origen de la revuelta de los esclavos fue que un tal Damófilo, vecino de Enna, trataba despiadadamente a sus muchos siervos, por lo que estos decidieron matarlo. Fueron a consultar antes a Euno si su plan contaba con el beneplácito divino, y este les respondió afirmativamente. 

Ejecutado Damófilo, Euno fue proclamado rey, con lo que se cumplía una de sus más antiguas profecías, si no era su sueño más querido: un esclavo que llegaba a ser rey. Adoptó el nombre real de Antíoco y llegó a acuñar monedas de bronce con su efigie, a juzgar por el hallazgo de una de ellas en Sicilia en la que se lee "Rey Antíoco", que se cree que alude a Euno y no a la dinastía siria de los seleúcidas. 

 Los esclavos rebeldes lo consideraron su jefe absoluto. Armó toscamente a varios millares de ellos y saqueó la isla. Se enfrentó a las tropas romanas a las que venció en algunas ocasiones gracias a su superioridad numérica.

 Vista actual de Enna, en el centro de Sicilia;  situada en una colina es la ciudad más alta de Europa.
 
Al mismo tiempo, estalló en Sicilia otra revuelta de esclavos capitaneada por un tal Cleón. Cuando todos esperaban un enfrentamiento entre ambas facciones rebeldes, Cleón se unió inopinadamente a Euno con todos sus seguidores, llegando a sumar muchos miles entre ambos caudillos. El eco de algunas de sus victorias se extendió enseguida por todo el Mediterráneo, lo que provocó otras revueltas pronto sofocadas en la misma Roma, en el Ática, en la isla de Delos y otros lugares.

En Sicilia muchas ciudades cayeron en poder de los rebeldes, hasta que el cónsul Lucio Calpurnio Pisón Frugi obtuvo una victoria sobre él en el año 133 antes de nuestra era, y finalmente el general romano Rupilio recuperó Tauromenio después de un duro asedio en el que los rebeldes llegarían, forzados por la hambruna, a comerse los unos a los otros según la leyenda. Rupilio tomó después la ciudad de Enna, muriendo Cleón. La represión fue durísima. Euno sobrevivió pero fue detenido y encarcelado, muriendo en prisión en Morgantina.