sábado, 29 de febrero de 2020

Lectura política del evangelio según san Lucas

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 11): ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς ταῦτα πρὸς ἑαυτὸν προσηύχετο Ὁ Θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης· 

Versión Vulgata: Pharisaeus stans haec apud se orabat: Deus gratias ago tibi quia non sum sicut ceteri hominum raptores iniusti adulteri uel ut etiam hic publicanus.

Traducción a la lengua de Cervantes: El fariseo oraba de pie para sí de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano tampoco. 

La moral del fariseo consiste en definirse como bueno por contraposición a los demás, que considera malos. El fariseo necesita que los demás sean malvados para erigirse él como bueno. Construye su bondad no sobre méritos propios, sino sobre la maldad ajena. 

El fariseo y el publicano, Anton Robert Leinbewer (1845-1921)

El fariseo te dice yo soy mejor que tú porque yo no soy como tú, que eres malo. El fariseo da gracias a Dios por ser así, pero en realidad se está dando gracias a sí mismo, se está divinizando y considerando divino él mismo por ser como es, es decir, por no ser como el otro, que es el malo, cuando en realidad él es igual o peor que el otro. 

El fariseo fundamenta su identidad negando la de los otros. Es algo habitual en política donde los unos se definen en relación contraria con los otros. El malo es el otro, porque es otro: sobre él proyectamos nuestros demonios interiores. El héroe necesita crear el trampantojo del monstruo para justificar su existencia liberándonos de él heroicamente.  

Llevemos la parábola al terreno político. Un Estado, por ejemplo, que en algún momento de su historia ha sido fascista, puede asimilar sin ningún problema ahora el antifascismo y fortalecerse con poderes extraordinarios gracias a esa asimilación, creando así una casta dirigente que se considera superior a los gobernados gracias a su pedigrí antifascista. 

Para lo cual es menester que el propio Estado avive el fantasma del fascismo, igual que hace la psiquiatría, que genera las enfermedades y trastornos mentales que dice combatir con psicoterapia y psicofármacos. El Estado necesita crear un enemigo inexistente, histórico, para enfrentarse a él por contraposición, cuando el auténtico enemigo es el propio Estado.

A moro muerto, gran lanzada. Dice el refrán que hace referencia a la cobardía inherente al que aparenta un gran mérito -esa es la gran lanzada- por atacar a un enemigo que ya está vencido, neutralizado, muerto, pero que resucitamos para celebrar nuestra heroica y ridícula hazaña.

viernes, 28 de febrero de 2020

Breve mensajería de texto (I)

De re publica

La consigna nacionaliega "El país cántabru pa'l pueblu cántabru" equivale a "¡Santiago y cierra, Cantabria!" y vale lo mismo que "España pa' los españoles".

El gobierno democrático encarna la soberanía popular, pero el pueblo no existe, es un invento y entelequia del propio gobierno que así justifica su existencia. 

Que nadie se llame a engaño: la democracia es el sistema perfecto de dominación del pueblo con su consentimiento y colaboración, la pluscuamperfecta dictadura.

Una cosa es el pueblo, que no existe y es un invento del gobierno, y otra cosa son las naciones, que sí existen, como los gobiernos, y que son cárceles humanas. 

 De Theocrito Syracusano
Bucólico e idílico son términos que evocan un paraje ameno lejos del mundanal ruido, donde malenamorados pastores cantan y conjuran así las heridas del amor.

¿Qué cantan los pastores de Teócrito de Siracusa? Cantan cual roncas cigarras, porque así espantan el mal de amor, la recurrente y monótona canción del desamor. 

"El cabrero, al ver sus cabras, cómo copulan, / baña sus ojos en llanto, porque él no es macho cabrío" -una idílica y erótica escena de Teócrito de Siracusa. 

 


De sancto Hieronymo
(San Jerónimo) Sagitta in lapidem numquam figitur, interdum resiliens percutit dirigentem. La flecha nunca se clava en roca, a veces hiere de rebote al arquero. 

La flecha nunca se clava en la roca, a veces rebotando hiere al que la dispara, volviendo al origen cual bumerán, por la resiliencia de la flecha y de la roca. 

Varia uariorum
Una vez alguien me dijo: Sé tú mismo. Yo le respondí: De acuerdo, pero ¿quién soy yo mismo? ¿Cómo serlo desconociendo como desconozco de verdad mi identidad? 

El famélico asno de Buridán, no sabiendo cuál de los dos montones equidistantes de heno elegir, se quedó paralizado y de resultas de ello falleció de inanición. 

Todo soldado lleva un bastón de mariscal en su cartuchera, porque cualquiera puede aspirar, haciéndose a sí mismo, al sueño americano de la más alta graduación. 

¡Senectud, divino tesoro! Plateadas ya las sienes, la frente surcada de arrugas, la papada colgando del mentón como la de los bueyes, y las cosas... olvidadas. 


Miles de turistas peregrinan a la Ciudad Eterna no para visitarla, conocerla o admirarla, sino para retratarse en ella y publicar sus fotografías en las redes. 

Escribe Samuel Butler en "Erewhon" que la mayoría de los que comúnmente se dice que han muerto no han nacido nunca, -no han logrado vivir, hay que interpretar. 

Hay un virus patógeno más virulento y viral que ningún otro: el miedo vírico, que hace que cunda el pánico y se viralice a través de los mass media y de la Red.

jueves, 27 de febrero de 2020

El cosmos y el caos

Durante mucho tiempo creí, ingenuo de mí, que existía un orden total en el universo que Dios había creado que se basaba en la teoría de que todo respondía a una relación de causa a efecto. De hecho, impregnado de esa obsesión, lo reducía todo a causas y a efectos, lo que llevado al terreno moral creaba en mí el concepto y sentimiento de “culpa” y de responsabilidad jurídica. 

¿No era esta la forma ortodoxa de ver la realidad? Sin embargo, poco a poco he ido desengañándome, perdiendo la fe, descreyendo de las verdades que me inculcaron y en las que creía, aprendiendo a ver las cosas de otra forma, lejos del dualismo maniqueo de términos que se oponen. 

Así en vez de ver el orden, por un lado, de la creación y por otro el desorden que lo amenaza, como hacía antes, veo ahora el orden dentro del desorden, el caos dentro del cosmos, por decirlo con palabras griegas, porque no mantengo un pensamiento dual que opone dos términos antitéticos bueno/malo, blanco/negro, cosmos/caos… lo que no deja de ser un reduccionismo a una dicotomía intolerable, sino que ahora veo lo uno dentro de lo otro.


No creo ya que el Sistema político, económico, social en el que vivimos inmersos, como quieren hacernos creer, el mundo en definitiva, esté amenazado por ningún virus o caos total exterior de origen terrorista y anarquista que intente destruirlo, sino que constato y reconozco que el caos no está fuera del sistema, el caos es este sistema caótico todo: un caos cósmico o, si lo prefieren, tanto monta, un cosmos caótico. 

Es probable que jamás estemos en condiciones de obtener una verdad total sobre nuestro mundo. O, por lo menos, que cuanto más avancemos en el conocimiento, más nos demos cuenta de las limitaciones de nuestra vastísima ignorancia. 

Ya lo dijo el oráculo de Delfos: El hombre más sabio del mundo era un tal Sócrates. El primer sorprendido fue él mismo, hasta que descubrió en qué consistía su sabiduría: “Solo sé que no sé nada”.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Seguidillas para Federico García Lorca

¿Dónde encontrará su hora, 
verde aceituna? 
¿Dónde a la negra Parca, 
su última Musa? 

¿Dónde hallará la muerte
 si no en Granada, 
donde escupe el fusil
rabia de balas?

Le entran en el costado
cuatro puñales
dando en claveles rienda
suelta a la sangre; 

cruz de cuatro balazos
que se le clavan
y hunden entre las telas
rotas del alma. 



Han matado al chiquillo,
y hecho un hombre;
malditos asesinos, 
no tienen nombre. 

Se tiñen los alcores 
de roja sangre: 
la negra tierra, herida, 
abre sus carnes. 

Ya se viste la lira
toda de luto
y en el silencio se hunde, 
crótalo oscuro. 

Llora la seguidilla. 
Las plañideras
mudas de espanto mesan
sus cabelleras: 

Que han fusilado a Lorca, 
allá, en España, 
donde pintan ahora 
bastos y espadas.

martes, 25 de febrero de 2020

Resiliencia

Hace tiempo que vengo tropezándome con el anglicismo resiliencia, adaptación de resilience y resiliency en la lengua del Imperio, utilizado ya por Francis Bacon en 1625 y aplicado en física, biología, psicología, ecología, donde se habla de la resiliencia de los ecosistemas, sociología e historia. 

Llegó a la lengua de Shakespeare a través del francés, donde résiler hacia 1501 y résilier hacia 1641 significaban rescindir un contrato, echar algo hacia atrás

Pero el origen del término, en todo caso, es latino, formado como está a partir del verbo resilire, compuesto del prefijo re-,  que indica repetición e insistencia, y el verbo silire (formado sobre salire con apofonía vocálica), saltar, el sufijo de agente -nt-, y el sufijo que indica cualidad -ia, de modo que en latín significaba capacidad de saltar hacia atrás, de reaccionar retirándose y replegándose.

El diccionario de la Academia recoge dos acepciones de este término: En primer lugar Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos, y en segundo lugar Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido


Según leo en la inevitable Güiquipedia, el sustantivo se aplica en esta segunda acepción sobre todo a la capacidad que tiene el acero de recuperar su forma inicial a pesar de los golpes que pueda recibir y los esfuerzos que puedan hacerse para deformarlo.

En cuanto al primer significado, se aplica en psicología y ciencias sociales para referirse a la capacidad que tienen algunas personas de sobreponerse a situaciones extremas y a no verse afectadas por ellas. Me extraña esta acepción ya que, según la etimología latina, la resiliencia sería la huida, no el enfrentamiento a situaciones adversas. Es decir, el hecho de que no nos afecte algo y nos „rebote“ se debe a nuestra capacidad para evitarlo. 

En latín hay muchos usos de este verbo, obviamente. Me quedo con este precioso ejemplo de san Jerónimo que aparece en una epístola a un tal Nepociano, donde le dice: Una flecha nunca se clava en una roca (sagitta in lapidem numquam figitur), a veces de rebote (interdum resiliens) hiere al que la ha lanzado (percutit dirigentem). El santo aplica el participio resiliens, como verbo intransitivo y de movimiento que es,  a la flecha (sagitta) y no a la roca (lapidem), porque lo utiliza en su sentido primario de rebotando, saltando hacia atrás.

Sin embargo, los usos modernos de este término insisten más bien en la idea de resistencia y de capacidad de recuperación ante una agresión, propia de la piedra, que rechaza el flechazo haciendo que reverbere y repercuta sobre el emisor. Han cargado el verbo original de transitividad, haciendo que signifique no ya "saltar hacia atrás", sino "hacer saltar hacia atrás".

El verbo simple salire y su compuesto resilire son habitualmente intransitivos en latín, pero pueden utilizarse como transitivos, añadiéndoles un complemento directo semántico, como sucede en español con saltar, normalmente intransitivo, pero susceptible de transitividad como en saltar una valla, donde adquiere el significado de franquear o superar un obstáculo.

En el ejemplo citado, la resiliencia de la flecha consiste en retornar intransitivamente como un bumerán a quien la ha disparado, mientras que en los usos modernos del término la resiliencia se la aplicaríamos a la roca, que dura como una piedra, nunca mejor dicho, rechaza transitivamente la agresión del dardo desviándolo hacia su emisor.

lunes, 24 de febrero de 2020

¡Abróchate el cinturón!

La Dirección General de Tráfico (DGT) del reino de las Españas, dependiente del Ministerio del Interior, nos da un consejo paternalista. Saca la foto del perfil de una persona sentada, a la que no se le ve la cara, que es el espejo del alma, sino sólo parte del torso y de las piernas formando un ángulo recto, que representa al conductor de un vehículo sentado, aunque también podría ser el copiloto o cualquier pasajero, abrochado al cinturón de seguridad, sobre el que puede leerse en letras mayúsculas la leyenda: ABRÓCHATE A LA VIDA. 

El mensaje de texto del organismo que regula el tráfico rodado es el siguiente: “El cinturón de seguridad reduce a más de la mitad la mortalidad en caso de accidente”. Pues bien, lo que dice la DGT y el Ministerio del Interior en su nombre es mentira, así de sencillo: ¡mentira! No es cierta la ecuación que se establece de un modo sibilino entre “seguridad” y “vida”. La vida puede ser cualquier cosa, lo que se quiera, menos segura. 



Y la seguridad se parece más a la muerte que a la vida. Por algo dice la gente a veces que no hay nada más seguro que la muerte. Y en ese sentido podríamos establecer la ecuación contraria: abrocharse al cinturón de seguridad implica abrocharse a la muerte (ojo al dato: seis mil muertos y numerosos heridos anuales en las cunetas españolas al año). La Dirección General de Tráfico, bajo el imperativo de ponernos el cinturón de castidad “por nuestro propio bien”, nos está invitando a montar en automóvil. 

Da por hecho que lo hacemos y que vamos a seguir haciéndolo. El consejo con el que yo contraatacaría desde aquí es el siguiente: DESABRÓCHATE EL CINTURÓN. NO TE ABROCHES A LA MUERTE. Pero no te estoy invitando a contravenir la legalidad, lo que resulta bastante obediente por otra parte, y no deja de ser una forma de sumisión, por la que pueden multarte si te traban: estoy invitándote a la desobediencia cívica y civilizada más activa: no te subas a un auto personal -ni siquiera al tuyo- ni harto de grifa, y trata de huir de ellos y de las carreteras por donde pasan como de la peste: son peores que el caballo de Atila que por donde pisaba, como se sabe, no volvía a crecer la hierba.

La DGT nunca cuestionará el tráfico rodado en sí, que es lo que cualquier persona sensata haría, sino que, dándolo por hecho consumado, pretende regularlo a fin de mejorarlo: que no conduzcamos borrachos ni bajo los efectos de ninguna sustancia ilegal, que no conduzcamos somnolientos, sino que conduzcamos en “buenas”, en las mejores condiciones. No nos da el consejo más sabio: que no conduzcamos ni nos dejemos conducir en los ataúdes rodantes que son los automóviles, auténticos coches fúnebres. 

El automóvil conduce inexorablemente al suicidio ecológico por agotamiento de los recursos naturales necesarios para su producción, así como por sus múltiples poluciones y contaminaciones: por la necesidad no ya de una red de carreteras siempre insuficientes sino de autovías y autopistas, así como de aparcamientos, lo que implica asfalto y más asfalto, chapapote en suma. Pero el automóvil provoca una muerte cada hora y media en España, y numerosos heridos graves y traumatizados con lesiones irreversibles. 

¿Por qué nadie nos dice que podemos sustituir el automóvil con la marcha a pie, la bicicleta o los transportes públicos como trenes, tranvías, metros y, en el caso de que estos sean insuficientes, autobuses, que suelen llegar a donde no llega el ferrocarril? Porque no interesa, porque el automóvil produce intereses -económicos, claro, y políticos, también, y sociales, crea puestos de trabajo y mercado... 

No deja de ser una decisión sabia la de vivir en un sitio donde por la proximidad a los centros neurálgicos de estudio donde no se aprende nada, de trabajo donde lo único que hacemos es perder el tiempo convirtiendo la vida en jornadas laborales o de comercio donde comulgamos con los bienes de consumo que no necesitamos, centros comerciales que son los auténticos templos de la moderna religión, no necesitemos automóvil para trasladarnos, pudiendo hacerlo a pie por nuestros propios medios. 

Se me puede objetar que eso condicionará mucho nuestra libertad, argumentando que no podremos nunca vivir donde nos dé la gana, cosa que podríamos hacer tranquilamente disponiendo de un automóvil... Pero el razonamiento se vuelve contra sí mismo a poco que se lo deje, porque pasaríamos a depender totalmente del vehículo rodante para nuestros desplazamientos. 

Viviendo donde quisiéramos, preservaríamos nuestra libertad de elección de hábitat, pero subordinaríamos nuestra libertad de movimiento al automóvil y al combustible necesario para que funcione y a todo lo que significa y conlleva, recayendo en el siguiente círculo vicioso: “Necesito doce mil euros tirando por lo bajo para comprarme un coche. -¿Para qué necesitas un coche? - Para ir a trabajar. -¿Para qué necesitas trabajar? -Para pagar el coche que me lleve al trabajo.” La pescadilla que se muerde la propia cola.

domingo, 23 de febrero de 2020

Traduttore, traditore

En la transmisión y traducción de los textos clásicos se ha aplicado no pocas veces la censura, tratando cuando no  de suavizar expresiones o palabras malsonantes de escenas de contenido sexual sobre todo. El traductor, desde el momento en que no era fiel al texto original, se convertía en un traidor, que es lo que sugiere el dicho italiano traduttore, traditore

Se preparaban así en Francia las traducciones censuradas que se consideraban convenientes para la educación ad usum Delphini, para que pudiera leerlas el delfín, es decir, el hijo de Luis XIV. Eran textos clásicos grecolatinos, sí, de los que se había eliminado cualquier pasaje o expresión que se considerara escabrosa o inapropiada. Los textos así expurgados fueron utilizados en las escuelas para la formación de las nuevas generaciones, por lo que las ediciones ad usum Delphini pasaron a ser ad usum scholarum, para uso de las escuelas y todos los alumnos. 

Un ejemplo donde se ha ocultado un pasaje escabroso de contenido sexual son los versos 41 y 42 del Idilio V de Teócrito de Siracusa,  creador de la poesía pastoril, no tan bucólica ni tan idílica como nos han hecho creer a menudo, en los que el cabrero Comatas le pregunta al joven ovejero Lacón si ya no recuerda el episodio de su iniciación amorosa a cargo de él: ἁνίκ' ἐπύγιζόν τυ, τὺ δ' ἄλγεες· αἱ δὲ χίμαιραι / αἵδε κατεβληχῶντο, καὶ ὁ τράγος αὐτὰς ἐτρύπη.  


Ya el Diccionario de griego-francés de Anatole Bailly traduce el verbo πυγίζω como faire des obscenités, velando pudorosamente su significado, aunque lo relaciona etimológicamente con πυγή, que es el nombre de las nalgas, por lo que podemos sospechar o intuir alguna relación entre ambos conceptos. 

La traducción castellana de don José Antonio Conde, publicada en 1796, recoge en dos hendecasílabos y medio la escena convenientemente expurgada que reflejan los dos hexámetros de Teócrito: Cuando yo te burlaba, y te quejabas, / y balaban las cabras que seguidas / eran del macho... De los cuatro verbos los únicos que podemos considerar traducidos literalmente son te quejabas y balaban las cabras, porque yo te burlaba y (cabras) seguidas / eran del macho ocultan la relación sexual entre los dos pastores en el primer caso y la monta del rebaño en el segundo, quizá sugerida por los puntos suspensivos. 


 

En una traducción española publicada en la Red, cuya autoría y fecha de publicación desconozco, puede leerse la siguiente versión(?) del verso 42 que tiene su gracia, si no fuera disparatada, por la sugerente imagen que trasmite del carnero: Las cabras nos rodearon, y el carnero estaba de pie sobre sus patas traseras.

Las versiones ad usum Delphini o ad usum scholarum no se han dado solo en francés y en castellano. Si tomamos la traducción inglesa de este mismo pasaje de A. S. F. Gow (1952) para la Oxford Classical Texts, vemos que vierte en latín, eso sí literalmente, pero sólo comprensible para los entendidos, los versos escabrosos: Vbi te paedicabam tuque dolebas; capellae autem balabant et a capro penetrabantur.

La traducción inglesa, sin embargo, de Neil Hopkinson que la Loeb Classical Library publicó en 2015 es ya fiel al original: When I was buggering you, and you were in pain; and these sheep were bleating at you, and the ram mountend them.

La traducción catalana de Josep Alsina publicada por la Fundaciò Bernat Metge en Barcelona en 1961 hacía lo mismo que la inglesa de Gow, verter al latín el pasaje: Cum ego te paedicabam, tuque dolebas, et capellae balabant et caper eas terebrabat

Tenemos que llegar en castellano a finales del siglo XX para encontrar traducciones más literales y fieles al original, como, por ejemplo la de Manuel García Teijeiro y Mª Teresa Molinos Tejada que publicó entre nosotros Clásicos Gredos en 1986, donde se vierten literalmente los cuatro verbos: Cuando te daba por el culo y te dolía. Balaban estas cabritas y el macho las montaba. 




La traducción literal, en hexámetros castellanos porque no hay que olvidar que estamos traduciendo poesía, que es un caso de lenguaje rítmico, y que habría también que ser fiel a eso, que es la música, y no sólo al contenido o la letra,  que propongo podría ser: Cuando yo te enculaba y tú te quejabas; y las cabrillas / estas balaban, y el macho cabrío las iba cubriendo

Si no se entendían bien los versos antedichos, malamente se podría entender el reproche de Lacón, después de la mención que ha hecho Comatas del incidente olvidado, en el verso siguiente: μὴ βάθιον τήνω πυγίσματος, ὗβε, ταφείης. ¡Más hondo a ti te sepulten, giboso, que esa jodienda!  

Comatas, que no ha podido olvidar aquella vez, vuelve a recordarle a Lacón el escabroso episodio más adelante en los hexámetros 116-117 del mismo epilio con una pregunta retórica: ἦ οὐ μέμνασ', ὅκ᾽ ἐγώ τυ κατήλασα, καὶ τὺ σεσαρὼς / εὖ ποτεκιγκλίζευ καὶ τᾶς δρυὸς εἴχεο τήνας;  

Jossep Alsina, en la traducción catalana arriba citada, volvía a verterlo en latín para los entendidos, por razones obvias de censura en la España de Franco: Num oblitus es tum, cum ego te percutiebam, quam pulchre mihi tu tuam caudam iactaueris ringens et quercui illi adhaerens? ¿Vez no recuerdas que yo te follaba, y tú boquiabierto / bien que movías el culo y de aquella encina agarrabas?  A lo que Lacón respondía: Eso no lo recuerdo.

sábado, 22 de febrero de 2020

Pederotismo o pedopornografía, el caso Marzella

Marzella pronto cumplirá ciento once años en el Museo Moderno de Estocolmo. Cuando Kirchner (1880-1938), la pinta desnuda en este retrato, sólo contaba nueve años. Es más que una obra del expresionismo alemán, emblemática del grupo Die Brücke, el puente,  una muestra del arte degenerado según el nazionalsocialismo hitleriano. 

Su verdadero nombre era Liza Franziska Fehrman y el apelativo de Marzella o Franzi es apodo cariñoso por su edad y proximidad al artista. Ella, la Lolita que nos mira desde la pared del museo es, según los críticos de arte, más que el objeto de la mirada masculina el sujeto, a pesar de su desnudez, que objetiviza nuestra mirada. 

Marzella,  Ernest Ludwig Kirchner (1909)

Nos mira, como la Medusa mitológica, y nos convierte en piedra: nos deja petrificados. Es una putilla barata que ha vendido su virginidad, o sea, la honra: sus labios y sus uñas están pintados de un rojo chillón. 

Sería muy provocador decir que la Marzella de Kirchner es pedopornografía, es decir, pornografía infantil. Sería, acaso, una monstruosidad, porque es arte, erotismo, no pornografía, en todo caso. Pero eso, si nos ponemos a discutir la diferencia entre ambos conceptos, sólo afecta al precio de la obra: mucho más cara cuanto más erótica y menos pornográfica, y mucho más artística cuanto menos cruda y procaz. 

Hay un tabú muy fuerte que roza la histeria sobre el sexo con menores de edad que nadie osa romper. Las leyes y la opinión pública se muestran unánimes en la reprobación de las relaciones sexuales de adultos con infantes, negando cualquier autonomía al preadolescente, y retrasando su emancipación hasta la mayoría de edad establecida por las leyes a los dieciocho años.

Y ese tabú se acrecienta en el caso de la prostitución infantil. Escandaliza que haya niñas prostitutas, y no escandaliza tanto que haya prostitución, porque aceptamos la existencia del dinero, que es lo que nos prostituye, como un mal necesario, corroborando así la necesidad del mal. Lo mismo sucede con el trabajo infantil. Lo que nos parece aceptable en los adultos (la prostitución, el trabajo asalariado) nos resulta intolerable aplicado a los menores de edad, porque queremos preservar una infancia inocente y pura.

Marzella, que pronto cumplirá ciento once años, se ríe de nosotros piadosa- e impúdicamente desnuda.

viernes, 21 de febrero de 2020

Santander y su bahía

El que fuera ministro de Cultura en el reino de las Españas bajo la égida de Felipe González, el ya fallecido Jorge Semprún, escribió una novela que leí en mi adolescencia y que me impresionó bastante: Le long voyage. Se trataba de la narración de su largo viaje en tren hacia el campo de concentración en el que estuvo prisionero.

El octogenario fallecido ha confesado en más de una ocasión que durante sus dos años de estancia en el campo de exterminio de Buchenwald le venían a la memoria estos hendecasílabos del poeta cántabro, bastante mediocre, por cierto, José del Río Sainz, que le evocaban sus veraneos en la capital santanderina, y que le ayudaron a sobrevivir.


Otra vez, Santander, aquí me tienes,
descansando en la paz de tu Bahía;
¡Dame para ponérmela en las sienes,
la corona de tu melancolía!




Es la evocación, a través de la poesía, del paraíso perdido de la infancia lo que nos ayuda a soportar lo intolerable. Quizá sea esa una y no poco importante la función más noble de la poesía: devolvernos el niño que hemos sido, o mejor dicho, "lo" niño que nos pertenece, lo que nos ha sido arrebatado pero que llevamos en el fondo de nuestro corazón, como esa bahía verde y gris coronada por la  eterna melancolía que nos evoca el norte de España abierto al bravío mar cantábrico.



jueves, 20 de febrero de 2020

La homsexualidad en el Islam

La Sunna (o Hadiz) es la segunda fuente del Islam tras el Corán, que es su Libro Sagrado, que nos viene directamente, se considera, de Alá. La Sunna es la enseñanza que recibimos del Profeta, y el Islam es el resumen de ambos, lo que se recoge en la fórmula: no hay más verdad que Alá y Muhammad, Mohama, Mahoma o Mohamé -que todos son nombres del mismo- es el Mensajero de Alá o el Profeta

Pues bien, la Sunna condena expresamente la homosexualidad en estos terribles términos: “Si encuentras a alguien practicando el acto del pueblo de Lot (o sea, la sodomía u homosexualidad masculina), mata al dante y al tomante”. 

 
Dos chicos jóvenes, casi adolescentes, fueron colgados de una grúa en el Irán de los Ayatolás, en la antigua Persia del poeta Omar, acusados de haber violado a un niño de trece años en pleno siglo XXI. 

No obstante, el bujarronerío ha florecido históricamente en algunas cortes musulmanas, de lo que hay algunos indicios en los cuentos de Las Mil y Una Noches sin ir muy lejos. Afectaba a emires, ministros, jueces, y la masa del vulgo también participaba a su manera de aquella tolerancia. Algunos califas, en efecto, dieron rienda suelta a las libertades y emociones al margen de la religión, la moralidad religiosa y la censura. Por eso hubo poetas árabes, algunos espléndidos, que se acercaron a su corte y hablaron de la homosexualidad abiertamente como Bashar bin Burd, Abu Nuwas, Muti' bin Iyas, Yahya bin Ziyad, Hammad Ajrad, Salm al-Khasir, Waliba bin al-Habbab, Iban al-Lahi. 

Un autor como Al-Jahiz (su nombre real era Abu Ozman Amar) escribió un diálogo entre dos cortesanos que defendían sus respectivas inclinaciones sexuales. Uno prefería a los efebos y el otro a las concubinas. ¡Estamos hablando del siglo VIII! Este autor  aconsejaba: “Apártate del amor de las mujeres… Dedícate mejor a los catamitos (o efebos). Tu catamito es más beneficioso para ti que tu hermano, y de más ayuda que tu primo”. 

Las odaliscas imitaban a los mancebos, y no al revés. Al-Jahiz dice al respecto que la ventaja de los efebos sobre la odalisca es que si ella es descrita como hermosa, la gente dice que es bella como un efebo. No se compara la belleza del efebo con la de una virgen puta o puta virgen, si se me permite la contradictio in terminis, sino la de esta con la del efebo o catamito. 

La práctica de la homosexualidad se denomina "liwat" (derivado de Luti o Lot, el hombre de Sodoma, lo que alude al coito anal sodomítico según el relato bíblico), algo estrictamente castigado en algunos países árabes islámicos hoy en día con la pena de muerte.

De Abu Nuwas todo el mundo conoce sus versos: “he dejado las muchachas por los muchachos, y por el vino viejo dejé el agua clara. Lejos del camino correcto, he tomado el del pecado porque lo prefiero”. También nos dice: Hay hombres a quien las mujeres agradan y que agradan a las mujeres. En cuanto a mi, es el joven viril quien me encanta.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Del folclore obsceno de los niños

«La obscenidad es un elemento constante en la vida social humana y corresponde a una profunda necesidad del espíritu», Havelock Ellis, citado por Henry Miller. 

El antropólogo francés Claude Gaignebet ha estudiado y demostrado que hay todo un folclore obsceno infantil, sexual y escatológico, que forma parte de la formación de la personalidad, compuesto por cuentos, adivinanzas, juegos o canciones que se transmiten horizontalmente, independientemente de los adultos y generalmente a pesar de ellos, que lo reprueban, de generación en generación. 

Como muestra un botón: una canción infantil francesa, que dice así en versión original: Les saints et les anges / et le petit Jésus, / quand ça les démange, / se gratt'nt le trou du cul / avec avec avec le petit doigt (bis). Ofrezco de ella una versión bastante libérrima pero fiel al espíritu obsceno de la cantilena gala: Los santos y los ángeles / y hasta el Niño Jesús, / si les pica, se arrascan / igual que yo y que tú, / se arrascan, si les pica, el ojete del culo, / metiéndose el dedito, / sin ningún disimulo, / metiéndose el dedito, / dedito chiquitín.  



Destacan en ella el uso de diminutivos, lo que subraya su carácter infantil: le petit Jésus, le petit doigt (en la versión francesa) o el "dedito chiquitín" en la traducción que os propongo. También cabe reseñar la alusión religiosa a los santos, los ángeles y al Niño Jesús, que son personajes, dentro del imaginario colectivo cristiano, que pueblan la infancia, sobre todo la imagen de este último, en torno a cuyo nacimiento gira todo el tinglado de la Na(ti)vidad. Estos personajes tan serios, objeto de las creencias infantiles, resultan en la canción desmitificados, privados de la sublimación de sus nombres propios. 

La canción nos introduce enseguida en la cotidianidad: ellos, que son personajes espirituales, casi sin ninguna carnalidad, puros e inocentes, cuando les pica, se rascan. No hemos dicho todavía qué es lo que les pica. El francés utiliza el expresivo y coloquial “ça”, que se abre a múltiples sugerencias. 

Finalmente, la canción revelará el quid de la cuestión: qué es lo que les pica y que ellos se rascan sin rebozo: “le trou du cul” , esto es, “el agujero del culo”. Hemos dado entrada al elemento obsceno-infantil de la etapa anal, que diría el padre Sigmund Freud. La canción finaliza insistiendo todavía más en la idea de introducción de un dedo en el orificio del ano subrayando el diminutivo,  y contraviniendo las reglas de la buena educación: "niño, eso no se hace".