«La obscenidad es un elemento constante en la vida social humana y corresponde a una profunda necesidad del espíritu», Havelock Ellis, citado por Henry Miller.
El antropólogo francés Claude Gaignebet ha estudiado y demostrado que hay todo un folclore obsceno infantil, sexual y escatológico, que forma parte de la formación de la personalidad, compuesto por cuentos, adivinanzas, juegos o canciones que se transmiten horizontalmente, independientemente de los adultos y generalmente a pesar de ellos, que lo reprueban, de generación en generación.
Como muestra un botón: una canción infantil francesa, que dice así en versión original: Les saints et les anges / et le petit Jésus, / quand ça les démange, / se gratt'nt le trou du cul / avec avec avec le petit doigt (bis). Ofrezco de ella una versión bastante libérrima pero fiel al espíritu obsceno de la cantilena gala: Los santos y los ángeles / y hasta el Niño Jesús, / si les pica, se arrascan / igual que yo y que tú, / se arrascan, si les pica, el ojete del culo, / metiéndose el dedito, / sin ningún disimulo, / metiéndose el dedito, / dedito chiquitín.
Destacan en ella el uso de diminutivos, lo que subraya su carácter infantil: le petit Jésus, le petit doigt (en la versión francesa) o el "dedito chiquitín" en la traducción que os propongo. También cabe reseñar la alusión religiosa a los santos, los ángeles y al Niño Jesús, que son personajes, dentro del imaginario colectivo cristiano, que pueblan la infancia, sobre todo la imagen de este último, en torno a cuyo nacimiento gira todo el tinglado de la Na(ti)vidad. Estos personajes tan serios, objeto de las creencias infantiles, resultan en la canción desmitificados, privados de la sublimación de sus nombres propios.
La canción nos introduce enseguida en la cotidianidad: ellos, que son personajes espirituales, casi sin ninguna carnalidad, puros e inocentes, cuando les pica, se rascan. No hemos dicho todavía qué es lo que les pica. El francés utiliza el expresivo y coloquial “ça”, que se abre a múltiples sugerencias.
Finalmente, la canción revelará el quid de la cuestión: qué es lo que les pica y que ellos se rascan sin rebozo: “le trou du cul” , esto es, “el agujero del culo”. Hemos dado entrada al elemento obsceno-infantil de la etapa anal, que diría el padre Sigmund Freud. La canción finaliza insistiendo todavía más en la idea de introducción de un dedo en el orificio del ano subrayando el diminutivo, y contraviniendo las reglas de la buena educación: "niño, eso no se hace".