viernes, 4 de marzo de 2022

Breve noticiario panorámico del mundo

“España va a enviar armas directamente a Ucrania”, dijo la portavoz del Consejo de Ministros y Ministras, “...dentro del Fondo Europeo de Apoyo... a la Paz”.

La guerra sin tregua que valga está en la esencia misma del sistema y es poco menos que imposible que haya paz en la Tierra mientras haya como hay dominación.

La creciente medicalización de la vida cotidiana fuerza a muchos ancianos a consumir de forma crónica, España en cabeza, mogollón de fármacos tranquilizantes.

La OMS prohibió los tratamientos tempranos efectivos y promovió, subvencionada por la farmacopea, la vacunación masiva seguida por la inmensa mayoría acojonada.

Ayer el coronavirus, hoy la guerra de Ucrania, mañana quizá el cambio climático; siempre hallarán una coartada que justifique su desmedido afán de gobernarnos.

Von Clausewitz sentenció que la guerra es la continuación de la política por otros medios. ¿No será la política la continuación de la guerra, dándole la vuelta?


Proclaman la guerra para que creamos que esto, en contraposición, es paz, y envían armas ofensivas al frente al objeto de apagar el incendio echando gasolina.

 

Hemos heredado esta preciosa glosa de Tácito vía Jean-Jacques Rousseau: et miserrimam seruitutem pacem appellant: y llaman paz a una harto miserable esclavitud.

Mientras meten miedo ante una potencial guerra nuclear que utilizan como tapadera del fraude sanitario, siguen apretando los grilletes de nuestra servidumbre.



jueves, 3 de marzo de 2022

Fuegos artificiales sobre Damasco

    El 14 de abril de 2018 se perpetró un bombardeo franco-británico-norteamericano sobre la ciudad de Damasco y, acto seguido, en tiempo real, llegaron las primeras imágenes a nuestras micropantallas. Esta foto de un reguero de luz sobre la noche damascena, como si fuera el rastro luminoso de una estrella fugaz, fue tomada por Hassan Ammar de Associated Press la noche de autos. 

Bombardeo norteamericano de Damasco, abril 2018

    ¿Dónde están las otras imágenes, las que no nos han llegado? ¿Por qué no nos llegan las fotografías de los daños colaterales o efectos secundarios, que en realidad, no nos engañemos, son los primarios? La difusión de esa estela luminosa en la noche de la capital de Siria, como si fuera la cola del cometa que siguieron los Reyes Magos o la estela que deja un avión a reacción durante el día en el cielo azul, minimiza el bombardeo,  hace que no parezca tal, sino una sesión de fuegos artificiales completamente inofensiva.

    No cabe duda de que, desterrada la palabra, lo que manda es la imagen. Tiene la ventaja de que no hace falta traducirla a los diversos idiomas, es universal, por eso la noticia se reduce a una fotografía. Sin palabras. La imagen impacta igual que la bomba. 

En enero de 1991 los Estados Unidos de América y sus aliados entre los que se contaba por cierto el Gobierno español, un gobierno que aunque no participó en el bombardeo de Damasco lo aplaudió sin ningún atisbo de vergüenza,  bombardearon Bagdad y comenzó lo que luego se denominó la Guerra del Golfo. Las imágenes que sirvió al mundo la CNN entonces eran unos rastros luminosos sobre un fondo verde. Parecía una sesión de pirotecnia, pero eran las estelas de los misiles. Aquellas imágenes no mostraban daños materiales ni humanos. Eran fotogramas asépticos de una película muda, casi neutros, que revelaban en todo caso la superioridad y sofisticación del armamento del Imperio frente a las supuestas y temibles “armas de destrucción masiva” del déspota mesopotámico. Igual que ahora.

 Bombardeo norteamericano de Bagdad, enero 1991 
    No hay imágenes del enemigo, ni de las víctimas humanas por lo que parece que tampoco hay responsabilidad sobre ellas ni crímenes de guerra, como si la guerra de por sí no fuera un crimen de lesa humanidad. La guerra se desarrollaba en un escenario remoto y casi legendario de las mil y una noches:  Oriente, al otro lado del mar,  lejos del Imperio. Hay, obviamente, censura y control sobre las imágenes: sólo se difunden las que interesan, nada de población civil malherida ni cadáveres humanos, sino ruinas de aeródromos e instalaciones militares, arsenales tecnológicos, centros estratégicos de fabricación de armas químicas, malévolos laboratorios de Fu Manchú, el villano que odia la civilización occidental y quiere destruirla... Si hay víctimas humanas, son lamentables e inevitables accidentes y efectos colaterales no deseados que no es necesario sacar a la luz pública para no regodearse con el espectáculo de la danza macabra de la muerte ajena. Son imágenes, nos advierten, que pueden herir la sensibilidad del espectador, no vaya a ser que la gente piense que no está bien lo que hacemos y, más aún, que está mal, muy mal. Entonces es cuando vienen las palabras en ayuda de las imágenes, que son el auténtico soporte de la noticia,  a justificar la atrocidad de la guerra, a justificarla. Guerra justa, guerra santa. La población civil se reduce a la categoría de daño accidental, aunque supuestamente se la bombardea para defenderla de sí misma, por su propio bien y a fin de preservar sus derechos humanos y destruir las crueles armas que almacenan para provocarnos una muerte lenta y dolorosa, como si las convencionales no matasen de igual modo.
 
 Nueva serie audiovisual. 

    Si por algún azar nos llegan fotos tremebundas de inocentes criaturas muertas, ahora que es tan sencillo compartir imágenes por la Red, enseguida serán desacreditadas y se considerarán "fake images", por decirlo con un término de la lengua del Imperio. O nos acostumbramos a verlas, inmunizados ante el sufrimiento y el dolor ajenos, sin que nos afecten lo más mínimo o, para que no nos afecten, nos decimos a nosotros mismos que están manipuladas. 
 
    Los medios de manipulación de masas remueven el fantasma de la guerra, porque es su alimento. Crean noticias e informaciones para llenar páginas de periódicos y horas de telediarios y comentarios en las redes sociales, creando la ficción espectacular de que pasa algo. 
   

miércoles, 2 de marzo de 2022

A vueltas con Sócrates

    Frente al silogismo clásico que dice “Todos los hombres son mortales, Sócrates es un hombre, luego Sócrates es mortal”, que opera como una sentencia efectiva de muerte que condena a Sócrates a morir una y otra vez siempre que se formula, Sexto Empírico nos transmite un razonamiento que libra a Sócrates, como veremos, de morir y deja que de alguna manera siga vivo. Dice así: Por ejemplo, Sócrates muere o cuando es o cuando no es. Son, en efecto, dos momentos distintos: uno en el que es y está vivo, y otro en el que ya no es sino que ha fallecido; por lo que debe morir necesariamente en uno de los dos. Pues bien, cuando es y está vivo, no muere, puesto que vive sin duda; pero cuando ha muerto no muere otra vez, ya que estaría muriendo dos veces, lo cual es absurdo. Por tanto, Sócrates no muere. (*)

    Sexto Empírico desarrolla este razonamiento basándose en el argumento contra el movimiento que atribuye a Diodoro Crono, y que este tomó del presocrático Zenón de Elea, en, donde negándose el movimiento se niega también la muerte, lo que nos libera a también a todos los mortales de morir. Dice así: En efecto, lo que se mueve o bien se mueve en el lugar en que está o bien en el que no está; pero ni lo primero ni lo segundo; por lo tanto nada se mueve. Y si nada se mueve de ello se sigue que nada se destruye. Pues así como nada se mueve, ya que no se mueve en el lugar en que está ni tampoco en el que no está, del mismo modo el ser vivo no muere ni en el momento en que está vivo ni tampoco en el que no lo está, y en consecuencia no muere nunca. Y si esto es así, viviendo siempre según él (sc. Diodoro) «seguiremos viviendo».(**) 


     ¿Cómo podemos resolver esta contradicción de que Sócrates, como dice el silogismo aristotélico perfecto, sea mortal y por lo tanto haya muerto como tal personaje histórico que fue, y sin embargo no muera y siga vivo de alguna manera según el razonamiento que Sexto Empírico le atribuye a Diodoro Crono?

    Pues la manera de resolverla es renunciando a hacerlo y planteándola una y otra vez. Sócrates, como nombre propio de un personaje histórico, fue condenado a muerte en Atenas por un tribunal democrático en el año 339 antes de Cristo y murió bebiendo la cicuta, como sabemos, pero sin embargo “sócrates”, convertido en nombre común, con minúscula, sigue vivo y no puede morir nunca, cada vez que alguien haga como él y haga caso a su demonio interior que le dice que diga que no y se pregunte qué son las cosas, o sea las ideas, poniéndolas siempre en tela de juicio.

Estatua de Sócrates en la Academia de Atenas
 

(*): οἷον ὁ Σωκράτης ἤτοι ὢν θνήσκει ἢ μὴ ὤν. δύο γὰρ οὗτοι χρόνοι, εἷς μὲν ὁ καθ' ὃν ἔστι καὶ ζῇ, ἕτερος δὲ καθ' ὃν οὐκ ἔστιν ἀλλ' ἔφθαρται· διόπερ ἐξ ἀνάγκης ὀφείλει κατὰ τὸν ἕτερον τούτων θνήσκειν. ὅτε μὲν οὖν ἔστι καὶ ζῇ, οὐ θνήσκει· ζῇ γὰρ δήπουθεν· θανὼν δὲ πάλιν οὐ θνήσκει, ἐπεὶ δὶς ἔσται θνήσκων, ὅπερ ἄτοπον. οὐ τοίνυν θνήσκει Σωκράτης. (Sexto Empírico, Aduersus physicos o Contra los dogmáticos I, 269).

(**)τὸ γὰρ κινούμενον ἤτοι ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖται ἢ ἐν ᾧ μὴ ἔστιν· οὔτε δὲ τὸ πρῶτον οὔτε τὸ δεύτερον· οὐκ ἄρα κινεῖταί τι. τῷ| δὲ μηδὲν κινεῖσθαι τὸ μηδὲν φθείρεσθαι ἀκολουθεῖ. ὡς γὰρ διὰ τὸ μήτε ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖσθαι τι μήτε ἢ ἐν ᾧ μὴ ἔστιν οὐδὲν κινεῖται, οὕτως ἐπεὶ τὸ ζῶον οὔτε ἐν ᾧ ζῇ χρόνῳ ἀποθνήσκει οὔτε ἐν ᾧ μὴ ζῇ, οὐδέποτε ἄρα ἀποθνήσκει. εἰ δὲ τοῦτο, ἀεὶ ζῶντες κατ' αὐτὸν καὶ αὖθις γενησόμεθα. (Sexto Empírico, Aduersus mathematicos o Contra los profesores I, 311).

martes, 1 de marzo de 2022

'La Trasformación' de Kafka

    Discutíamos el otro día en tertulia sobre la traducción de Die Verwandlung de Franz Kafka. En opinión de algunos críticos como Jordi Llovet, debería haberse sido “La Trasformación” (él escribe 'traNsformación'), y no “La Metamorfosis” como parece que ha quedado definitivamente. La discusión surgió a propósito del artículo de Ignacio Vidal Folch, publicado en El País el 28 de septiembre de 1988 titulado precisamente que un tertuliano sacó a relucir “La metamorfosis” fue mal traducida, donde se critica la mala costumbre de traducir al español a escritores alemanes según traducciones existentes en otras lenguas más asequibles, inglesas o francesas, y no directamente del alemán. 
 
 
    Al parecer Borges, que hizo una versión de la obra al castellano, también pensaba que debía haberse titulado “La TraNsformación”, aunque su editor prefirió mantener “La Metamorfosis”. Kafka, en efecto, pudo haber titulado su narración Die Metamorphose, que es palabra culta de raíz griega de la que también dispone la lengua alemana en la que escribe, pero prefirió Die Verwandlung, que es vocablo del más corriente alemán.

    La palabra alemana “Verwandlung”, cuyo campo semántico es el cambio en el sentido de mutación, puede traducirse tanto por "trasformación", que tiene un significado más genérico, como por "metamorfosis", que apunta por un lado al lenguaje de la mitología clásica, pensemos en Las metamorfosis de Ovidio, por ejemplo, y por el otro al de la zoología, como en el caso de la mutación del renacuajo en rana o de la oruga en mariposa.

   Quizá sea La Trasformación mejor traducción que La Metamorfosis, por ese valor genérico que tiene en castellano la palabra latina transformatio pero en todo caso no deja de ser una discusión un tanto bizantina de esas a las que se entregan los tertulianos ociosos cuando no tienen otra cosa mejor que discutir. Si la palabra alemana significa ambas cosas, la elección a la hora de traducir es una cuestión meramente literaria o de preferencia personal. Y ya se sabe que traduttore, traditore, como dicen los italianos, o sea que todo traductor a la hora de hacer una traducción comete, muy a su pesar, una traición. 

Ilustración de José Hernández para La Metamorfosis
 

    A mí personalmente me gusta más "La trasformación" como traducción de "die Verwandlung", porque me parece una palabra más nuestra, más trasparente, más de andar por casa, ya que es un término patrimonial castellano, mientras que "metamorfosis" es una palabra culta, un helenismo del ámbito de la zología y la mitología clásica. Pero es una cuetión de gusto personal. 

    De todas formas, se quedará para siempre, me temo, con el título de "La metamorfosis" porque la primera versión española del relato en la célebre Revista de Occidente eligió esa traducción, evocando así "Las metamorfosis" de Ovidio, un poema didáctico que tiene muchísima solera literaria sobre trasformaciones mitológicas de personajes legendarios  como, por ejemplo, la de Narciso, un joven muy bello que se enamora de su propia imagen reflejada en un lago y cuando va a besarla se precipita al agua y se ahoga, trasformándose en un narciso, la flor que crece junto a los estanques. O la de Aracné, más cercana de la narración kafkiana, de la joven que castigada por la diosa Minerva por su soberbia desafiante, se convirtió en araña, encogiéndosele brazos y piernas y alargándosele los dedos a la vez que se hinchaba su cuerpo y quedaba recubierto por una capa de pelo corto y negro, condeanda a vivir colgada de un hilo toda su vida prisionera de la telaraña que ella misma tejería. Por seguir la tradición este título ovidiano se ha mantenido hasta la fecha.


    La primera frase de la novela de Kafka acaba precisamente utilizando el verbo verwandln, de donde deriva el sustantivo que da título a la novela: Als Gregor Samsa eines Morgens aus unruhigen Träumen erwachte, fand er sich in seinem Bett zu einem ungeheuren Ungeziefer verwandeltEn la versión de Jorge Luis Borges se traduce por 'convertir': Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Una traducción más literal es la de Carlos Fortea (editorial Octaedro): Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de una noche llena de sueños inquietos, se encontró en su cama, convertido en un bicho monstruoso. (Nótese la diferencia entre el "monstruoso insecto" de Borges y el "bicho monstruoso" de Fortea para ungeheuren Ungeziefer.)

    Según Joseph Gabel, el protagonista de la novela, Gregor o Gregorio Samsa, como se prefiera, que sabe que es hombre, y a quien sus semejantes rechazan como a una mala bestia, diríamos nosotros, es el símbolo trasparente del judío en busca de asimilación. Pero quizá no haga falta ir tan lejos en las interpretaciones. ¿Acaso no nos hemos sentido todos alguna vez, como el protagonista de la narración kafkiana, un 'bicho raro'?

lunes, 28 de febrero de 2022

"Me encanta ir a trabajar en bici"


    Una pancarta, colocada en un paso elevado sobre una autovía madrileña, suscita la siguiente reflexión en medio de una caravana debida a un embotellamiento a la entrada de la gran ciudad en una llamada hora punta: “Me encanta ir a trabajar en bici”. 

    Seguro que más de un conductor de utilitario, es decir, un chófer de su propio auto, que es quien le exige utilizarlo y sacarlo de paseo y aparcarlo aquí y acullá, se ha cabreado al leerla. Sí, sobre todo porque hubiera bastado para suscitar la sonrisa reflexiva de la intención irónica que dijera: “Me encanta ir en bici”. Sin más. No hacía falta especificar a dónde. 

    Porque, vamos a ver, a mí, aunque no soy un vago redomado ni un perezoso indecente, no me gustaba ir a trabajar, ni que me recordaran que tenía que ir... ¡Uf, qué sudores fríos me entran de sólo recordarlo! ¡Afortunadamente ya estoy jubilado! Y me encanta ir en bici a cualquier sitio, aunque no practicar el ciclismo, que es un deporte, cosa harto distinta y, como tal deporte, un trabajo, por supuesto. Pero lo primero que dice la pancarta es "Me encanta ir a trabajar..." y eso no le gusta a casi nadie, salvo a los masoquistas. No pone "Me encanta ir en bici" sin más. Reza:  "Me encanta ir a trabajar en bici". Es como si hubiera puesto: "Me encanta ir al matadero en bici". Y eso no. Ahí precisamente no le encanta ir a nadie de ninguno de los modos.

domingo, 27 de febrero de 2022

¿Se demuestra el movimiento andando?

    Diógenes Laercio atribuye a Zenón de Elea el argumento que anula el movimiento, que dice: “El móvil no se mueve ni en el lugar en el que está ni en el que no está”. (Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, IX, 72) Ζήνων δὲ τὴν κίνησιν ἀναιρεῖ λέγων, “τὸ κινούμενον οὔτ᾿ ἐν ᾧ ἐστι τόπῳ κινεῖται οὔτ᾿ ἐν ᾧ μὴ ἔστι

    A Sexto Empírico hay que agradecerle que nos haya transmitido este mismo argumento que él atribuye a Diodoro Crono, uno de los grandes lógicos de la escuela de Mégara “que exponía argumentos sofísticos en contra del movimiento así como en contra de muchas cosas.” El movimiento no puede según él darse en ningún sitio y, por lo tanto, en rigor es imposible. Diodoro Crono habría, pues, retomado y reformulado el razonamiento de Zenón contra el movimiento. En los Esbozos pirrónicos II, 242 lo presenta así: Si algo se mueve, o se mueve en el sitio en el que está o en el que no está. Pero ni en el que está, pues permanece, ni en el que no está, pues ¿cómo actuaría algo en donde de entrada no está? Luego nada se mueve. (En el texto original: “εἰ κινεῖταί τι, ἤτοι ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖται ἢ ἐν ᾧ οὐκ ἔστιν. οὔτε δὲ ἐν ᾧ ἔστιν, μένει γὰρ, οὔτε ἐν ᾧ μὴ ἔστιν· πῶς γὰρ ἂν ἐνεργοίη τι ἐν ἐκείνῳ ἐν ᾧ μηδὲ τὴν ἀρχὴν ἔστιν; οὐκ ἄρα κινεῖταί τι.”) 

Aquiles y la tortuga

    Un poco más adelante (II, 245) nos cuenta la réplica del médico Herófilo, que era contemporáneo de este Diodoro. Diodoro, a la sazón, se había dislocado un hombro y acudido a Herófilo para que se lo curara. El médico se burló de él diciéndole: “El hombro se ha dislocado o estando en el sitio en el que estaba o en el que no estaba; luego no se ha dislocado”. Era la manera que tenía Herófilo de decirle al sofista que se dejara de tales argumentos, que lo único que hacían era impedir que le aplicara el tratamiento médico para curarle su dolencia.

    En la misma obra III 66 de Sexto Empírico, leemos la siguiente anécdota cuyo protagonismo atribuyen algunos a Diógenes de Sinope, el cínico, que se ha hecho bastante célebre dando lugar a la frase proverbial de “el movimiento se demuestra andando”, que no es ninguna demostración propiamente hablando porque no es lo mismo mostrar algo ante los ojos que demostrarlo mediante la razón. Nada más real, en efecto, que el movimiento y, sin embargo, nada más falso: (…) preguntado uno de los cínicos por el argumento del movimiento, no respondió nada, sino que se puso de pie y caminó estableciendo de hecho y mediante la evidencia que el movimiento era consistente realmente. (…) τῶν κυνικῶν τις ἐρωτηθεὶς κατὰ τῆς κινήσεως λόγον οὐδὲν άπεκρίνατο, ἀνέστη δὲ καὶ ἐβάδισεν, ἔργω καὶ διὰ τῆς ἐναργείας παριστὰς ὅτι ὑπαρκτή ἐστιν ἡ κίνησις.

    En Esbozos pirrónicos III, 71 vuelve Sexto a presentar un poco más desarrollado el razonamiento: “Si algo se mueve: o se mueve en el sitio en el que está o en el que no está. Pero no en el que está, pues en él está quieto si de verdad está en él. Y tampoco en el que no está, pues una cosa no puede actuar ni sufrir efectos allí donde no está. Por consiguiente, nada se mueve.” He aquí el texto en la versión original griega que concluye diciendo οὗτος δὲ ὁ λόγος ἔστι μὲν Διοδώρου τοῦ Κρόνου: “Este es el argumento de Diodoro Crono”: εἰ κινεῖταί τι, ἤτοι ἐν ᾧ ἔστι τόπῳ κινεῖται ἢ ἐν ᾧ οὐκ ἔστιν. οὔτε δὲ ἐν ᾧ ἔστιν· μένει γὰρ ἐν αὐτῷ, εἶπερ ἐν αὐτῷ ἔστιν· οὔτε ἐν ᾧ μὴ ἔστιν· ὅπου γάρ τι μὴ ἔστιν, ἐκεῖ οὐδὲ δρᾶσαί τι οὐδὲ παθεῖν δύναται. οὐκ ἄρα κινεῖταί τι. 

    

sábado, 26 de febrero de 2022

Sometidos a una identidad

    Ya casi nadie cree en la vieja Europa en la idea utópica de la emancipación social y el fin de la dominación del hombre por el hombre que predicaban el marxismo y anarquismo decimonónicos. Sin embargo muchos sustituyen el viejo credo por nuevas creencias y defienden a capa y espada lo que consideran la esencia de su propia identidad, o sea, lo que antes se llamaba idiosincrasia, ya sea nacional, sexual, lingüística, religiosa, étnica o de la clase que sea, sin percatarse de que no hay nada más opresor que la propia identidad, cualquiera que sea, por muy oprimida que haya estado o esté. 

    La antigua lucha por la justicia social se ha transformado en múltiples reivindicaciones por el reconocimiento de las identidades oprimidas, identidades que, una vez reconocidas, acaban convirtiéndose oficialmente en opresoras, víctimas que se trasforman en verdugos; pero que también, por el simple hecho de ser identidades, nos obligan a ser iguales a nosotros mismos, y, por lo tanto, nos esclavizan y privan de la libertad de no reconocernos en el espejo. 

    La identidad se ha convertido en un concepto abstracto que, buscando integrar a unas minorías, excluye a las mayorías, de forma que si alguna vez se enarboló como bandera para la liberación es hoy, como el DNI electrónico o digital, una camisa de fuerza, un arma de dominación, de sometimiento de esas mismas minorías a una categoría ideológica, a una casilla o compartimento estanco que se impone como un fetiche para que la defendamos como paladines, a fin de que se nos vaya la vida, ay, que se nos va, en ese empeño de defensa de etiquetas. 
    El carácter represor y no liberador de las identidades se percibe en la orden ejecutiva del policía que, identificado él por su uniforme y por su placa, que lo acredita como miembro de las fuerzas armadas y cuerpos represivos del Estado, nos detiene y nos exige que nos identifiquemos ante él: “Identifíquese”. 

    El principio de identidad suele expresarse A=A. Pero nada más formularlo caemos en la cuenta de que no puede ser verdad porque no podemos decirlo ni escribirlo sin que A, que era uno, se nos desdoble inmediatamente y se convierta en dos: A y A. 


    La lucha por la liberación consiste, por lo tanto, no en ser fieles a lo que somos defendiendo nuestras raíces y peculiaridades, no consiste en conocernos a nosotros mismos, empresa que se revela enseguida harto imposible, sino en desconocernos y liberarnos de nuestras señas identitarias, de nuestra propia identidad y del documento pertinente que la acredita. Deberíamos abandonar el viejo lema del oráculo de Delfos  de "Conócete a ti mismo" y sustituirlo por su contrario: ἀγνῶθι σεαυτóν: "Desconócete a ti mismo". Ni más ni menos.


viernes, 25 de febrero de 2022

Vargas Llosa y la muerte de Sócrates

    Publicaba nuestro ilustre premio Nobel don Mario Vargas Llosa el domingo 20 de febrero de 2022 en El País una tribuna titulada La muerte de Sócrates. Decía que había leído recientemente el libro de Antonio Tovar La vida de Sócrates, que había comprado en los años ochenta porque le dijeron que era un libro magnífico, que lo es, pero que no había leído hasta ahora porque también le advirtieron de que su autor era “un franquista”, que probablemente lo fue. 

    A raíz de la reciente lectura de este libro,   se aprovecha nuestro premio Nobel para publicar en el periódico oficial del Régimen un artículo donde reivindica la dignidad de la muerte de Sócrates. En el subtítulo que le pone sentencia de un plumazo que lo único que importa de Sócrates no es su vida, ni qué es lo que defendía o atacaba el filósofo griego, sino su suicidio, dejándonos perplejos a sus lectores.

    En primer lugar, hay que decir que Sócrates no se suicidó. Fue condenado a muerte por un tribunal democrático en el año 339 antes de Cristo. Sentencia Vargas Llosa que su muerte es más importante que su vida, y que de Sócrates lo que queda es su ejemplo. Lo repite varias veces en su penoso artículo: Lo realmente ejemplar en él tuvo que ver más con su muerte que con su vida. Ese es el mayor ejemplo que nos ha dejado. Al final lamenta, no sé si haciendo uso de la ironía socrática, que no hayan seguido ese ejemplo muchos dictadores que en el mundo han sido, aunque se me escapa por completo la comparación de Sócrates con los déspotas de este mundo.

    Sócrates había vivido setenta años cuando fue juzgado en Atenas de los cargos de corromper a los jóvenes y de no creer en los dioses de la ciudad. Se había dedicado toda su vida a preguntarse qué son las cosas, una pregunta que cuestiona la realidad y que cuando afecta a la política y al gobierno puede resultar muy molesta a los gobernantes, independientemente del régimen político. 

    La pregunta socrática de ¿qué es...? inicia un diálogo interminable con el que no se trata de responder al problema que plantea y dar por zanjado el asunto llegando a una conclusión y anulando la preguntacon el cierre en falso de la respuesta, sino haciendo que la interrogación viva y se renueve constantemente. Practicaba un diálogo filosófico, lo cual quiere decir que perseguía apasionadamente la verdad que no poseía y que, en consecuencia, tampoco creía poseer, lo que resultaba una provocación pública cuando chocaba como hacía habitualmente con los numerosos creyentes poseedores de ella.

    Es cierto que una vez pronunciada la sentencia  que lo condenaba a la pena capital podía haberse zafado de la muerte. Tuvo la oportunidad de recurrir y proponer una contrapropuesta consistente en pagar una elevada multa aceptando el dinero que le ofrecían sus jóvenes discípulos a los que, a diferencia de los sofistas, que eran los intelectuales de su época, nunca había cobrado un céntimo. Prueba de ello era su pobreza.

    Ya Jenofonte, que es una de las fuentes junto con Platón que tenemos sobre su vida, nos dice que Sócrates comparaba a los sofistas con prostitutos que vendían su sabiduría por dinero, lo que le parecía poco decente, tan poco honroso como vender la hermosura por dinero, como hacían algunos efebos, cuando lo decoroso era que un muchacho se entregara a su amante gratis et amore. No me entretengo ahora en el tema de la pederastia homosexual ateniense.

    Sócrates, pues, rechazó el dinero de sus acaudalados discípulos en aquel trance como lo había rechazado durante toda su vida. El jurado seguramente lo hubiera aceptado. Pero él, en su discurso de apelación, proclamó que la ciudad, en cambio, debería  pagarle una pensión como agradecimiento por sus servicios, lo que a la mayoría le pareció una provocación intolerable. Finalmente, se avino, para evitar la condena, a pagar una multa acorde con sus haberes, que eran pocos y que resultaba, por lo tanto, ridícula a oídos de sus jueces. La segunda y definitiva votación arrojó una mayoría mucho más aplastante que la primera a favor de la pena de muerte.

 

La muerte de Sócrates, Jacques-Louis David (1787)

    Todavía en la cárcel, pues trascurrió un mes entre la sentencia de muerte y la ejecución consistente en la bebida de una pócima de cicuta, Sócrates siguió recibiendo a sus discípulos y charlando con ellos como si no pasara nada, preguntándose interminablemente por las cosas. Y claro está, preguntándose, cómo no, qué era la muerte a la que sus conciudadanos lo habían condenado, y reconociendo que “aquello que no sé tampoco creo saberlo”, como bien dice en su discurso de defensa ante el jurado que nos ha trasmitido Platón.

    Conviene, por cierto, desmentir aquí aquello que todos hemos oído alguna vez que dijo Sócrates de “Sólo sé que no sé nada”. Comparándose con otros conciudadanos suyos, como, por ejemplo, con algún prestigioso sofista que cobraba y mucho por sus enseñanzas, Sócrates decía, que era probable que ninguno de los dos, ni él ni el otro, supiese nada de provecho “pero ése se cree que lo sabe, no sabiéndolo. Mientras que yo, así como no lo sé, tampoco me lo creo.” En ese pequeño punto podría decirse que Sócrates era el hombre más sabio, como había proclamado el oráculo de Delfos, no porque supiera mucho, ni siquiera porque sólo supiera,  como se ha hecho proverbial, que no sabía nada, sino porque, sencillamente, no creía saber lo que no sabía. Saber, incluso que uno no sabe nada, es mucha presunción sapiencial. Por eso, en su último discurso ante el jurado, cuando ya conoce la sentencia condenatoria de los jueces, sus últimas palabras fueron: “Pero, sí, ya es hora de que nos marchemos, yo a morir, vosotros a vivir; pero cuáles de nosotros vamos a mejor negocio, cosa es oscura para todo ser, salvo si acaso para el dios”.

    Sócrates, pues, no se suicidó. Su muerte, obligado a suicidarse, fue una ejecución. No puede ser, pues, ningún ejemplo para nadie. Afirma Vargas Llosa que sus ideas no convencerían a nuestros contemporáneos, pero ¿qué ideas tenía Sócrates, alguien que cuestionaba constantemente todas las ideas?, sin embargo todos, prosigue nuestro ilustre Nobel, reverencian cómo murió. Esa reverencia, señor Vargas Llosa, es una manera de renovar su condena a muerte, y solo sirve para certificar su defunción y desentenderse de su vida, que es lo único que importa.

    

     Parece que está disponible en Youtube la espléndida  película que Roberto Rossellini rodó en 1970 para la RAI sobre el proceso y la muerte de Sócrates, que le recomendaría ver al señor Vargas Llosa si no la ha visto. Hasta la fecha sólo disponíamos de la versión original italiana (nunca estrenada en España, a pesar de haber sido rodada en un pueblecito de Madrid, Patones de Arriba), pero ahora podemos verla en V.O. subtitulada en español. 

    También le ofrezco, por mi parte, aunque usted no va a leer esto probablemente porque tendrá cosas mucho más importantes que leer, el dossier que preparé en su día para los alumnos de segundo curso de bachillerato sobre la figura de Sócrates, donde aparece entre otros materiales el oportunísimo texto "¡Viva Sócrates!" que Agustín García Calvo publicó en El País en 1999, en el que, al contrario que usted, pretendía reivindicar la vida y no la muerte del último de los presocráticos.  

jueves, 24 de febrero de 2022

Mensajería breve de textos

Quanta repente rerum mutatio! 

El zar ruso lanza una ofensiva militar, operación especial, dice él, a fin de “desmilitarizar y desnazifizar Ucrania”, tachando al régimen de Kiev de genocida.

Derribaron el Ideal Cinema donde vi las películas que me hicieron soñar cuando era pequeño y levantaron un bloque de pisos y una sucursal bancaria en su lugar.


Han convertido el espacio natural donde correteábamos cuando éramos chiquillos en Parque de Conservación de la Naturaleza, destruyéndolo a fin de conservarlo. 
 
Han construido viviendas unifamiliares levantando bloques de pisos de gran envergadura que se asemejan a nichos funerarios de un cementerio y celdas colmeneras.

Pretende el consistorio que los peatones circulen sólo por las aceras y que ni perros ni gatos ni chiquillos deambulen libremente sin atender a los semáforos.

Un presente, en el sentido de un don, no es un recuerdo inmaterial ni la tierra prometida del futuro, sino una cosa que está ahora y aquí, delante de nosotros. 
 
 
Muchos comerciantes no quieren manejar monedas ni billetes, no aceptan dinero en metálico, que rechazan por su suciedad, en favor del dinero puro, espiritual. 

Dijo Teócrito en griego γεράων δὲ θεοῖς κάλλιστον ἀοιδάι, lo que viene a ser en nuestra lengua: De las ofrendas para los dioses son la más bella los cantares. 

Agamenón le rebana el pescuezo a Ifidamante, y él, derribado allí, se hundió en un sueño de bronce. Un sueño muy profundo y homérico cayó sobre sus párpados. 

Contra el oráculo de Delfos: Desconócete a ti mismo. Reconoce el misterio que habita en ti; rechaza, falso como es, el autoconocimiento que te han inculcado. 

Del amor posesivo. Cuando la persona amada se resiste a la posesión, aparece la denominada violencia de género: la maté porque era mía: a fin de que lo fuera. 
 
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Ministerio de Felicidad y Bienestar Social: ¿Estás deprimido y has perdido las ganas de vivir y lo último que se pierde, la esperanza? Consulta a tu psiquiatra.

La psiquiatría en colusión con la industria farmacéutica fabrica constantemente pacientes para el mercado so pretexto de curar el mal psíquico que provoca. 
 
 
 

La infelicidad es psicológicamente un fracaso indivudal, y moral- y religiosamente, un pecado, por lo que no es un problema social sino un problema personal. 
 
La psiquiatría es la especialidad médica que diagnostica trastornos mentales que ella misma genera, tal héroe que crea su propio monstruo a fin de combatirlo.

Anatomía de una epidemia: la tristeza. El consumo de psicofármacos ansiolíticos y antidepresivos sirve para hacer crónica la depresión en lugar de erradicarla.
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No hay nación que carezca de mitos fundacionales que se remontan a los tiempos históricos de Maricastaña y le otorgan carta de naturaleza y supuesta dignidad.



La construccicón de una nación se hace no sin sangre por contraposición a las demás en el campo de batalla de la identidad en el que seguimos debatiéndonos.


La interpretación de la historia en función de los intereses políticos y económicos es la materia prima con que se construyen las naciones y los nacionalismos.


miércoles, 23 de febrero de 2022

Oh Canadá

    A comienzos del año 2020, Canadá modificó dos palabras de la letra de su himno nacional para hacerlo más políticamente correcto y más inclusivo sexualmente hablando, es decir, para no discriminar a las mujeres, benditas ellas que, como veremos, estaban excluidas del amor patriótico. 
 
    El himno nacional O Canada, oficial desde 1980, cuando sustituyó a God Save the Queen, contenía el siguiente pentámetro yámbico en la lengua del Imperio: “True patriot love in all thy sons command”, que tiene un valor yusivo dirigido a la patria canadiense y puede traducirse, como Infunde un verdadero amor patriótico en todos tus hijos (varones)
 
    La nueva versión, políticamente correcta, será: “True patriot love in all of us command”: Infunde un verdadero amor patriótico en todos nosotros (y todas nosotras). Se ha eliminado el posesivo arcaico “thy” y el término “sons”, opuesto en inglés a “daughters”. 
 
     El promotor del cambio razonaba su propuesta argumentando que el himno nacional no debería ignorar a las mujeres, quienes representaban un 52% de la población canadiense. El primer ministro de dicho país, el señor Justin Trudeau, y la célebre escritora Margaret Atwood celebraron dicho cambio políticamente correcto que equipara a las mujeres a los hombres y acaba con la discriminación sexual que las excluía del espíritu patriótico. 
 
    La letra de Oh Canadá fue escrita en 1908 por el juez y poeta Robert Stanley Weir. En realidad, su versión original no contaba con la frase “True patriot love in all thy sons command”, pero Weir la agregó al final de la Primera Guerra Mundial como homenaje a los soldados muertos en combate. 
 
Ocultan nombre y número de placa en el uniforme para evitar su identificación
 
     Lo que ha hecho Canadá eliminando el lenguaje sexista de su himno nacional no consigue engañarnos, porque todos los himnos, como acertó a decir Rafael Sánchez Ferlosio son declaraciones de guerra: “La verdad de la patria la cantan los himnos: todos son canciones de guerra”. 
 
    Hasta ahora las hijas de Canadá estaban excluidas de la infusión del amor patriótico, bienaventuradas ellas, como digo, que, a lo sumo, se limitaban, algunas como madres, a parir hijos varones a los que la madre patria infundiera el amor patriótico para luchar y morir por ella. Ahora también las mujeres pueden morir (y matar) por la patria. A partir de 1989 las féminas pudieron incorporarse a las CAF o Canadian Armed Forces, es decir, las Fuerzas Armadas Canadienses, exceptuando el servicio submarino, que se abrió también para ellas en 2001.  
    
La policía desaloja uno de los vehículos que se oponen al Régimen en Ottawa.

    Todos los himnos, sean o no sean sexistas, son deleznables. Igual que todas las patrias. Canadá, que ha reprimido brutalmente las protestas contra el Régimen sanitario imperante, no es ninguna excepción, pese a su maquillaje democrático, progresista y políticamente correcto. El primer ministro canadiense, el señor Trudeau, no ha tenido empacho en hacer uso de la Ley de Emergencias que le otorga poderes extraordinarios para sofocar violentamente la protesta ciudadana comenzada por los camioneros contra el Régimen que él preside, desalojando a los camiones que protestaban contra los confinamientos, cuarentenas y el pasaporte 'sanitario' que obliga a la vacunación contra el virus coronado, paralizando el tráfico de Ottawa. La policía detuvo el fin de semana pasado a dos centenares de manifestantes, una minoría de canadienses, según el señor Trudeau, "alimentada por grupos de extrema derecha" -también ha dicho que esos camioneros son racistas y misóginos, lo que esgrime para justificar la violenta represión.
 
 
    Sea como sea, el Estado, en este caso el canadiense, por muy liberal que se pretenda, ha mostrado una vez más su verdadera cara dura, violenta y autoritaria. Las imágenes de la contundente represión han dado la vuelta al mundo y no engañan a nadie. Hemos visto incluso a la legendaria policía montada a caballo de Canadá  en traje de faena patrullando por las nevadas calles de Ottawa, atibrorrada sin duda de ardor patriótico, atropellando y pisoteando a la ciudadanía "por el bien común de todos".