jueves, 10 de diciembre de 2020

Conspiración de la teoría vs. teoría de la conspiración: diuide et impera (II)

Si nos preguntamos a quién beneficia el crimen del populicidio nos tachan enseguida, debido a la criminalización del pensamiento a la que asistimos, de complotistas, conspiranoicos, negacionistas y de ver mitológicas quimeras donde no las hay.

El dogma de fe que no puede ponerse en duda ni muchísimo menos contradecirse es que actualmente, desde hace muchos meses, hay un virus persistente que se cierne sobre la especie humana, una amenaza extremadamente peligrosa que pone en peligro la supervivencia de todos y cada uno de nosotros. Dudar, simplemente dudar de que sea así es enseguida tachado de negacionista, lo que pone de relieve la necesidad afirmacionista a ultranza que hay detrás de defender la fe de su existencia.

 

Gracias al confinamiento domiciliario y a los medios de manipulación y creación de la opinión pública que hay en todos los hogares, televisión e internet básicamente, nos infundieron miedo. Cualquier cacharro tecnológico que sirva en lo superficial para nuestro entretenimiento sirve en lo profundo, además, para nuestra sumisión social y política, crítica que no se dirige sólo a la caja tonta de la tele, que ya es algo del pasado que no entretiene mucho a las nuevas generaciones, sino sobre todo a las redes sociales, y a las micropantallas que cumplen esa función que antaño desempeñaba la televisión.

Nos metieron el miedo en el cuerpo y el alma a través de todas las pantallas  diciéndonos que íbamos a morir todos, lo que es real, pero no es verdad, y situaron nuestra muerte en la tierra prometida y temida de un futuro inminente. Y nos ametrallaron con cifras y más cifras de contagiados, muertos, ingresados en los hospitales, en cuidados intensivos entre la vida y la muerte... 

Los medios, las medidas, que se ponen para luchar contra el espantajo del virus se presentan como “males menores”, justificados por la bondad del fin que se persigue, que es salvar vidas. Se está tomando como medios lo que en realidad son fines. Y, de paso, se está justificando el mal al calificarlo como “menor” en comparación con el mal mayor contra el que se pretende luchar, situado siempre en la tierra de nadie del futuro.

Ante la amenaza de muerte que se cierne sobre todos y cada uno de nosotros se busca información, y la información nos la sirven los medios de formación de masas. Al miedo que nos infunden se une la culpabilidad, la responsabilidad propia. Si no sigues las consignas sanitarias eres un propagador del mal. Cuando a uno le dicen que algo, generalmente malo, es por su bien, hay que preocuparse. El enemigo es invisible: cualquiera puede serlo. La fe crea desconfianza en los demás. 

 

Gracias al confinamiento domiciliario, se consigue, también, dividir a la población, recluirla a las burbujas domiciliarias de convivencia que llaman ahora. Es la vieja táctica despótica de todos los tiranos que en el mundo han sido: Diuide et impera: Divide y ordena y manda. Llevada hasta sus últimas consecuencias, esta táctica estratégica es capaz de disolver hasta los lazos familiares, separándonos de nuestros seres queridos, y disolviendo nuestros gestos de ternura hacia los demás, los besos, los abrazos, los apretones de manos, que sustituyen por ridículos codazos o sumisas reverencias orientales con la mano en el corazón, lo que nos lleva al aislamiento y al recurso desesperado a las TIC, Tecnologías de la Información y Comunicación: nuevas tecnologías, viejas servidumbres. 

Nos han inculcado mediante un concienzudo lavado de cerebro que debemos alejarnos de nuestros seres queridos por su propio bien, porque podríamos matarlos sin querer, siendo todos y cada uno, como nos han inculcado, asesinos en potencia, culpables todos por el pecado original de haber nacido.

Vivimos en un régimen democrático totalitario. El Estado, tanto en su fondo, el Estado Profundo, como en su forma, el Estado Superficial, vamos a llamarlo, se presenta así como el Padre misericordioso, benefactor y paternalista que vela por la salud y bienestar de sus hijos, mostrando su cara más amable, la terapéutica y altruista.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Conspiración de la teoría vs. teoría de la conspiración: populicidio (I)

Empiezo, defecto profesional, por la etimología de las palabras: teoría es vocablo griego de raigambre filosófica que significa en principio simplemente vista, visión, contemplación. Se trata de un sustantivo, theōriā, relacionado con el verbo theōreō, que significa “mirar, observar, contemplar, considerar” y con theōrema, lo que salta a la vista por lo evidente que es.

Muchas veces se opone la teoría a la práctica o praxis, pero es una contraposición engañosa porque la teoría no deja de ser una forma de práctica, y esta última no deja de verse e interpretarse bajo el prisma de una teoría.

Según el diccionario de la Academia teoría es en su primera acepción Conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación, y en segunda y tercera: Serie de las leyes que sirven para relacionar determinado orden de fenómenos; e Hipótesis cuyas consecuencias se aplican a toda una ciencia o a parte muy importante de ella

 El gobierno francés advierte a sus súbditos: "Te manipulan"

Conspiración, por su parte, es la acción de conspirare, que propiamente significa “respirar conjuntamente” y por lo tanto “concordar, estar de acuerdo o ponerse de acuerdo”. Sorprende la definición de la Academia que dice así: Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano. Y también además: Dicho de varias personas: Unirse contra un particular para hacerle daño.

No recoge nuestro venerable diccionario una tercera posibilidad que sería quizá la que más nos interesaría aquí y ahora, y que no deja de ser una variante de la primera en el sentido de que el soberano, en un régimen democrático como la mayoría de los actuales, no puede ser otro más que el pueblo mismo como revela la expresión “soberanía popular”: Dicho de varias personas: Unirse contra el pueblo.

En las tres definiciones se subraya el elemento de unión de varias personas que establece el prefijo con-, que respirarían al unísono en pos de un mismo objetivo: en el primer caso derrocar al tirano -el superior o soberano, según la Academia; en el segundo, hacer daño a un particular; y en el último, que propongo, confabularían contra el pueblo con la intención de gobernarlo so pena de administrarle la muerte ante la mínima resistencia u oposición, cometiendo lo que podríamos llamar un populicidio  adoptando el término francés populicide, acuñado por Gracchus Babeuf en 1795 para calificar la matanza de miles de campesinos de La Vendée. 

El término genocidio del griego γένος génos 'estirpe' y latín -cidio 'matanza' como "exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnica, religión, política o nacionalidad" fue acuñado mucho después en el siglo XX para referirse básicamente al holocausto judío llevado a cabo por el régimen nazi.

 



El término populicidio, a imagen y semejanza de homicidio y uxoricidio, está compuesto por la palabra latina "populus", que significa, y es el origen de, pueblo, y el sufijo "-cidio", que quiere decir matanza, sacrificio, inmolación. El populicidio es, pues, en definitiva, la matanza del pueblo. ¿Cómo se produce esta muerte? ¿Quién o qué lleva a cabo dicha matanza? El propio pueblo, en cierto modo, en cuanto se identifica con el Estado y se somete a él,  comete suicidio, y perpetra un crimen que resulta más sangriento cuanto más abstracto. Según las certeras palabras de Friedrich Nietzsche: Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “Yo, el Estado, soy el pueblo”. El pueblo muere cuando cree, como aquel monarca francés: "Yo, el pueblo, soy el Estado". Y lo que aquí se dice para el pueblo, sirve también para cada quisque: en cuanto uno se identifica con el Estado, está matando lo que tenía de pueblo, y cometiendo, por lo tanto, un populicidio.  

Ahora bien, volviendo a la conspiración, vemos que quien denuncia una conspiración, complot o intriga de los que ostentan el poder, sobre todo el poder invisible o fáctico que se ejerce en la sombra o entre bastidores moviendo los hilos, contra la población, ciudadanía o, mejor aún, contra el pueblo, es tachado en seguida de “conspiracionista”. ¿Qué hay detrás de este término descalificativo aún no recogido en nuestro diccionario académico pero ampliamente utilizado por la prensa y los políticos? 

No hay que confundirlo con conspirador, que sería el que realiza la conspiración. Conspiracionista es el que cree que  hay una conspiración y la denuncia. Hasta aquí de acuerdo. Pero el término no especifica si esa conspiración denunciada por el conspiracionista es verdadera o falsa. Si es verdadera, el que la denuncia es un investigador, alguien que trata de entender lo que pasa, alguien que, sencillamente, se pone a pensar y descubre algo que pasa inadvertido a los demás, alguien que se resiste a aceptar la realidad que nos presentan; si es falsa, es un paranoico. El paranoico, como se sabe, es el que se siente perseguido y por lo tanto conspira contra sus perseguidores. 

 

  Alegoría del mito de la caverna de Platón

Por eso se ha creado el término conspiranoico: como compuesto de conspiracionista y de paranoico para dar a entender que todo el que denuncia una conspiración es un paranoico, en definitiva un loco chiflado, porque todas las conspiraciones serían falsas. Se trata de ocultar de este modo la conspiración realmente existente, haciendo ver que quien la denuncia está viendo una conjura donde no la hay, una conspiración falsa. En la misma palabra tenemos lo uno y su contrario: afirmamos la existencia de una conspiración, porque alguien da cuenta de ella, y su contrario a la vez, que esa conspiración no existe, es falsa, no es real, sino imaginaria, una fake new, contra la lógica del principio de no contradicción: alguien ve lo que no ve, y, por lo tanto, tiene visiones, en el peor sentido de la palabra: alucinaciones.

El término “conspiranoico”, aplicado a personas y a teorías, no deja de ser un calificativo despectivo, un descalificativo que criminaliza la teoría de la conspiración. ¿Por qué se desprecia dicha teoría considerándola falsa? Para que no se descubran los crímenes que oculta. Es un ejemplo de la corrupción o perversión del lenguaje. Lo criminal es la denuncia de la conspiración, no la propia conspiración, que ni siquiera se considera que pueda haberla, con el fin de que pase así desapercibida.

martes, 8 de diciembre de 2020

Espectáculo de Variétés (II)

 


Delito de odio: Cuando se ejerce la libertad de expresión, lo que los griegos llamaban παρρησíα (parresía, que literalmente significa “decirlo todo” y suele traducirse en castellano por “franqueza” o “sinceridad”, en inglés por free speech, en francés por franc-parler y en alemán por Freimüthigkeit), siempre se ofende a alguien queriendo o sin querer. Los legisladores carpetovetónicos han penalizado el llamado delito de odio procurando que no se hiera la sensibilidad de nadie, lo que conlleva una peligrosa restricción de la libertad de expresión. Ni el amor ni el odio son un delito, sino unos sentimientos muy humanos. El Poder utiliza esa etiqueta para castigar opiniones políticas heterodoxas y para, al mismo tiempo, conformar una opinión pública partidaria de castigar cualquier opinión discordante, justificando la represión como una exigencia social y democrática, lo que hace que su carácter constrictivo pase casi inadvertido. Lo mismo que algunos reivindicaron antaño el amor libre, deberíamos reivindicar ahora el odio libre y la despenalización de todos los sentimientos.
 
Lenguaje políticamente correcto: No está mal traído el ejemplo que propone el historietista Alberto Montt en su viñeta "Clásicos infantiles políticamente correctos" en la que sustituye el título del cuento de Blancanieves y los siete enanitos por "Blancanieves y un grupo de gente pequeña". De todas formas, nada me ha hecho reír más últimamente que el eufemismo de Sánchez de llamar al "toque de queda" impuesto en el país por presuntas razones "sanitarias" con la campanuda expresión de "reducción de movilidad nocturna", porque lo otro, lo de "toque de queda" suena a algo anticuado y obsoleto, a algo "de cuando la guerra y eso", es decir, de ahora mismo, porque "hoy es siempre todavía", como cantó Machado.



Inteligencia emocional: Hablar de inteligencia y calificarla de “emocional” como hacen los psicodemagogos modernos le da un prestigio a lo emotivo que no tenía antes, imprimiendo un certificado de inteligencia a las emociones del que carecían, como si todo acto emotivo fuese de por sí ya inteligente con ese sello de calidad. La noción de “inteligencia emocional”, que trata de convertir los sentimientos o emociones en ideas o conceptos supuestamente inteligentes, oculta la otra cara de la moneda, complementaria y necesaria de la primera, que sería la de “idiotez o estupidez emocional”, que pone de manifiesto lo tonto que es dejarse llevar y manipular por las emociones y los sentimientos.


Las cloacas del Estado: Resulta revelador en boca de políticos y periodistas la expresión las “cloacas del Estado”. Es una imagen escatológica, que nos recuerda etimológicamente el hedor del estiércol (σκατός, scatós, en efecto, es una variante de σκῶρ, scor, que significa excremento en griego, palabra de la que procede también nuestra escoria). Esta locución no sólo denota que en el Estado hay unos bajos fondos donde se acumulan la inmundicia inherente al propio sistema, sino que también sugiere que el Estado todo en conjunto está levantado sobre un estercolero. Quizá ese y no otro sea el significado último de la expresión que tanto se oye de Deep state, en la lengua del Imperio, o Estado Profundo en la nuestra: lo que hay en el fondo del Estado, lo que se esconde en las honduras del monstruo más frío de todos los monstruos que, como dijo Nietzsche, mentía cuando afirmaba: "Yo soy el pueblo".

 Vista de la Cloaca Máxima de Roma. Óleo de Christoffer W. Eckersberg (1814)

No es que en el Estado haya cloacas sino que Él es la Cloaca Máxima;  expresión esta, por cierto, con la que evocamos el albañal más antiguo de la ciudad de Roma, una canalización subterránea que desaguaba en el río Tíber, y que según la tradición mandó construir el rey Tarquinio Prisco, allá por el año 600 antes de nuestra era, cuya función inicial era drenar las aguas de la vaguada del Foro romano, y que se aprovechó para desaguar en ella las varias redes de alcantarillado de la ciudad eterna que recogían las aguas fecales y residuales procedentes de las letrinas y las termas que había en la ciudad. Como cantaba el llorado Luis Eduardo Aute, a veces es más peligroso asomarse al interior que al exterior.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Espectáculo de Variétés (I)

La princesa y el caballero
Daniel Charles Piraro (1958), alias Dan Piraro, es un historietista, ilustrador y dibujante estadounidense, creador de la tira cómica Bizarro, de la que ofrezco como muestra un gracioso y precioso botón: La dama pide auxilio porque se encuentra en peligro entre un dragón ignívomo y un caballero. La princesa no siempre quiere al caballero enfundado en una profiláctica armadura defensiva y armado de espada, a veces prefiere que el dragón la salve del caballero andante, y así se lo agradece. 




Molt honorable president 
¿Por qué se lo llama molt honorable al president en Cataluña? Porque en su origen el cargo de presidente en cualquier lugar donde lo hubiera era ad honorem, es decir, para su honorabilidad, sólo retribuido con la honra, la gloria, el respeto y el desprecio que merece el que ostenta el Poder. Se accedía por vocación de mando o por espíritu de liderazgo como dicen ahora, por el honor que suponía desempeñar el cargo de sentarse (sedere)  en primer lugar (prae) y ocupar, por lo tanto, el primer puesto o trono denrtro de la república,  pero sin remuneración como contrapartida. Era un cargo honorífico, esto es, no retribuido económicamente,  hasta que aparecieron los honorarios como retribución salarial por los servicios prestados. ¡Cómo han cambiado los tiempos ahora que todos los presidentes del mundo cobran sus elevados honorarios y que muchos se dedican a la política sólo por dinero! Si antes, cuando no se retribuía económicamente el cargo, no era muy honesto ser presidente, ahora mismo, cuando es un trabajo como otro cualquiera que se desempeña a cambio de dinero,  es la prostitución más deshonesta que hay.

La roca de Sísifo o el Sol
Escribía Llamazares en su columna de El País del 8 de septiembre de 2018 una titulada Sísifos, donde decía, no sé de dónde lo habrá sacado, pero no está mal traído: En la teoría solar, Sísifo representaría al sol, que sale cada mañana para volver a caer en el horizonte al final del día sin conseguir alcanzar el cénit del cielo. 

El huevo y la gallina
Si en un principio se fabricaron armas para ir a la guerra, ahora la propia guerra se fabrica para dar uso a las armas. 

Del lenguaje
Dice en alguna parte Iván Illich que el lenguaje es el bien común más fundamental que poseemos. Además, podríamos añadir, que se nos da gratuitamente desde que nacemos, como el aire que respiramos. No necesitamos que nos lo enseñen para aprenderlo, a diferencia de la escritura, ya que llevamos dentro incorporada su maquinaria. El problema es que ese lenguaje que nos es común y que es el mayor bien que recibimos gratis et amore se encuentra contaminado por las jergas especializadas de los políticos, economistas, científicos, filósofos y demás gremios. Esas jerigonzas sí que necesitamos que nos las enseñen para aprenderlas, y suponen, contra lo que puede parecer a primera y simple vista, no un enriquecimiento del lenguaje, sino todo lo contrario, un empobrecimiento considerable de la lengua cotidiana, que se ve adulterada y viciada por una terminología especializada y burocrática, útil sólo para la casta de los entendidos, de los que “entienden”.  Lo que me recuerda este esquema del pensamiento del lenguaje de Agustín García Calvo que elaboró Sonia Petisco.
 
Salvación
(De Iván Illich) Antes recibíamos la esperanza de la salvación de la Iglesia por medio de la religión pero ahora esperamos la salvación del Estado, ese nuevo ídolo monoteísta. La religión quería salvar nuestra alma, el Estado, a través de su Ministerio de Sanidad, quiere salvar nuestro cuerpo... de la muerte, empresa abocada al fracaso en la que algunos ingenuos creen estúpidamente. Deseamos que nos dé seguridad y libertad, imposible lo uno y lo otro junto, que nos proteja y nos eduque... Dentro del sistema educativo, por cierto, no cabe mucho tiempo libre para poder reflexionar o descubrir alguna cosa por sí misma. La enseñanza, además, ha reemplazado el autoaprendizaje, embruteciéndonos con la instrucción y el adoctrinamiento que  nos inculca. Dentro del sistema sanitario, por su parte, la medicina reemplaza a la salud, enfermándonos a todos, convirtiéndonos en pacientes subordinados a los dictámenes de las autoridades sanitarias. Por otro lado, los medios de transporte han acabado por atrofiar nuestras extremidades inferiores y por hacernos sedentarios, de manera que algo tan natural como andar o correr ha acabado por convertirse en un deporte excepcional, footing o running, en la lengua del Imperio.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Das goldene Buch (El libro dorado)

 

El 6 de diciembre se celebra en muchos países del hemisferio norte el día de San Nicolás, cuya leyenda se pierde en la noche brumosa de los tiempos.

Santo protector de los niños, los estudiantes, las doncellas -enseguida se verá por qué-, los marineros y los comerciantes, y, durante la Edad Media, considerado también el patrón de los ladrones, por la íntima relación existente entre el latrocinio y el comercio, donó según una de las muchas leyendas generosamente el ajuar a las tres hijas de un pobre hombre que, incapaz de darles una dote económica, estuvo a punto de prostituirlas, historia que dio origen al simpático viejo barbudo que aporta regalos y que, según los países, recibe distintas denominaciones: Father Christmas, Père Noël, Babbo Natale, y en España y otros países de habla hispana, a más de Viejo o Viejito Pascuero en Chile, se llamó Papá y la palabra francesa que significa Navidad: Noel.

Por eso en Holanda y Alemania, Sankt Nikolaus, o sea, San Nicolás lleva regalos a los niños el 6 de diciembre. En Estados Unidos, en cambio, el Sinkt Niklaas o Sankt Nikolaus o Sankt Klaus degenerará en "Santa Claus" y el 6 de diciembre se correrá hasta el 24 a fin de hacerlo coincidir con la Natividad de Jesucristo, o sea, con la Navidad. Asimismo, la aparatosa indumentaria de obispo con báculo, tiara, larga barba blanca, majestuosa capa y demás se transformará en una sencilla y patochesca combinación de gorro frigio, chaqueta y pantalón rojos, forrados de piel, dando así nacimiento a ese patético y exitoso engendro creado por Cocacola, que se introducirá furtivamente por las chimeneas y se alejará huidizo antes de que nadie lo haya podido descubrir.

El caso es que ese día pasa por las casas el obispo Nikolaus con su terrible Libro Dorado, que es el Libro del Bien y del Mal, en el cual se hallan consignadas todas las buenas y malas acciones de los niños.

Se supone que este día los niños se alegran de recibir en sus casas, guarderías o escuelas la visita de San Nicolás, pero la realidad es que esa fiesta se ha ido convirtiendo en una especie de pesadilla para no pocos de ellos. Los niños se sienten atraídos y asustados al mismo tiempo por las figuras complementarias de San Nicolás y de su fiel y terrible lacayo Ruprecht, que temen tanto como desean, debido al ritual del Libro Dorado sobre el que gira la visita.
 
 
San Nicolás abre su inmenso Libro Dorado y empieza a leer y enumerar las buenas y malas acciones (sobre todo las malas) que ha cometido cada niño durante el año transcurrido desde su última visita. Si las buenas acciones predominan, el niño recibirá frutas, principalmente mandarinas, que son frutos de invierno, nueces, chocolates y otras golosinas y chucherías; si no, será azotado implacablemente por el malvado Ruprecht, que agita ansiosamente su látigo de múltiples lenguas.

Pero no temáis, queridos niños que leáis esto, si algún niño llega a leerlo, cosa que dudo. En el improbable caso de que hubiera alguno que sepa leer y lea, que no tema. Cuando lleguen el viejo Nikolaus y su siervo Ruprecht a vuestra casa y abran el Libro Dorado, descubrirán para su asombro y vuestro alborozo que todas sus páginas donde deberían figurar vuestras malas y buenas acciones están en blanco, que las letras y sus manchas de tinta han huido de ellas como bandada de pájaros asustados: el libro dorado está vacío, porque no hay acciones buenas ni malas, porque vosotros, niños queridos que lleguéis a leer esto no sois ni buenos ni malos, sino todo lo contrario: estáis, por mucho que os digan vuestros mayores, padres y maestros, más allá del bien y del mal, criaturas inocentes, libres de pecado. 

sábado, 5 de diciembre de 2020

La vacuna como bálsamo de Fierabrás, panacea universal y purga de Benito

El presidente del califato de Cantabria, don Miguel Ángel Revilla, ha apelado a la responsabilidad de la ciudadanía de cara a las próximas fiestas navideñas y ha pedido que por favor, no nos carguemos la Navidad futura cometiendo insensateces. 
 
No parece importarle mucho al mandatario la Navidad inminente, que ya se han cargado con las presuntas sensateces de las restricciones que han tomado ante la “pandemia del coronavirus”, sino solo las futuras. Nos cargamos el presente con las miras puestas en el porvenir que está por definición siempre por venir...  Y ya se sabe lo que canta la copla: sentaíto en la escalera, esperando el porvenir, y el porvenir que no llega
 
El Líder Supremo ha pedido al Ministro de Sanidad de las Españas que acelere “al máximo la vacunación”, y a todos que aguantemos hasta la vacuna, que probablemente nos traerán sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. 
 

Se presenta así la inyección como nuestra única posibilidad de redención y vuelta a la normalidad, lejos de esta neonormatividad, nuestra salvación, como si del legendario y cervantino bálsamo de Fierabrás se tratara. Hay mucho de quijotesco, por cierto, también en este empeño de luchar contra la gigantesca pandemia vírica provocada por un minúsculo bichito agrandado con el microscopio electrónico y digital.
 
En efecto, con el bálsamo de Fierabrás, como le dijo don Quijote a Sancho, no hay que tener temor a la muerte; con una mínima dosis de solo un par de tragos del salutífero mejunje, el cuerpo enfermo o malherido quedará más sano que una manzana. 
 
 
Para elaborar la mágica poción sólo es menester un poco de romero, aceite, sal y vino. Se pone a cocer todo ello en una olla durante un buen rato, y luego se mete en una redoma o, en su defecto, una alcuza o aceitera de hojalata. 
 
Pero para que funcione y surta efecto no basta con hacer bien la pócima mezclando los diversos ingredientes en su adecuada proporción y teniéndolos al fuego a ser posible lento el tiempo necesario. No basta tampoco con su ingesta; sobre la alcuza hay que pronunciar más de ochenta paternostres y otras tantas avemarías, salves y credos, a ser posible en versión original preconciliar, es decir, en latín, divinas palabras,  acompañando cada plegaria con una señal de la cruz a modo de bendición. 
 
Don Quijote y el bálsamo de Fierabrás, José Jiménez y Aranda (1868)
 
Quizá no esté de más persignarse también uno antes de tomar el bálsamo, signándose uno haciendo la señal de la cruz tres veces (la primera en la frente, por la señal de la santa cruz, la segunda en la boca, de nuestros enemigos,  y la tercera en el pecho, líbranos Señor, Dios nuestro) para concluir santiguándose con una cuarta y última señal de la cruz  en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, besando al final la mano con un amén, y evocando así la cruz en la que murió Nuestro Señor Jesucristo.
 
Esto me recuerda a mí al agua bendita de Lourdes, que no hace su salutífero efecto si se bebe sin fe. Hace falta algo más que el agua bendita del manantial de la gruta donde se apareció la Virgen a la pastorcilla, hace falta fe. 
 
La dichosa vacuna cuya parusía va a redimirnos me recuerda también a la panacea universal que persiguieron con tanto ahínco los alquimistas medievales porque era el remedio mágico que curaba todas las enfermedades y dolencias. 
 
La palabra "panacea" viene de Grecia y significa “remédialo todo”, incluso aquello que no tiene remedio, como la muerte misma, según sentencia la gente (“todo tiene remedio salvo la muerte”), ya que prolongaba la vida indefinidamente concediendo la inmortalidad. 
 
 
Era Panacea, por cierto, la hija de Asclepio, el dios médico, y de Epione, y hermana de Higía, y ayudaba a su padre en la farmacopea. Se decía que esta diosa secundaria curaba, a modo de enfermera aplicadísima con una cataplasma o poción mágica a los enfermos, de donde surgió el concepto de “panacea”, la sustancia divina que curaba como la diosa todos los padecimientos. 
Y cómo no, también me recuerda la redentora vacuna a la Purga de Benito: el purgante que le recetó el médico al legendario y estreñido Benito para que pudiera hacer de vientre, que hizo que, cuando aún estaba en la botica y aún no lo tenía en sus manos porque ni siquiera lo había pagado, le hiciera efecto con solo pensar que iba a tomarlo produciéndole retortijones y cagándose allí mismo, como suele decirse vulgarmente, por las patas abajo. Y es que la vacuna ya está haciendo efecto como la susodicha purga en las Bolsas. Sólo hace falta seguir la pista a las acciones de los laboratorios que las fabrican: follow the money.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Agua milagrosa y cirios a la Virgen

Estuve unas horas en Lourdes, un cantón del sudoeste francés donde se alza el santuario mariano de Nuestra Señora de Lourdes, reconocido y bendecido por la jerarquía eclesiástica católica. No fui allí como devoto peregrino, huelga decirlo, sino que, como peregrino despistado que no sabe muy bien a dónde va, pasé por allí, como suele decirse, de largo y por casualidad. 
 

 
No me interesó mucho la basílica, sino la gruta donde supuestamente (realmente según el Vaticano) se le apareció la Virgen a la pastorcilla; miles de fieles fanáticos -el fanatismo es consustancial a la religión por definición, y la religión, fanática por antonomasia- acuden a diario a esa gruta a venerar la imagen de Nuestra Señora de Lourdes y hacen largas colas para tocar con su mano, como puede verse en la fotografía tomada al fondo a derecha e izquierda, la húmeda roca. Me llamó la atención un letrero que advertía en varios idiomas de que el agua del manantial de Nuestra Señora de Lourdes no era milagrosa por sí misma, sino que sólo obraba prodigios si el que la bebía tenía fe
 
 
 
De lo que se deduce, por consiguiente, que lo maravilloso no es el líquido elemento del santuario mariano, que se vende embotellado en recipientes con la forma de la virgen plastificada, sino la fe del creyente que bebe el agua del manantial de la gruta donde se le apareció supuestamente la Virgen en el año 1858 a la pastorcilla Bernadette Soubirous, posteriormente elevada a los altares por la jerarquía eclesiástica por haber sufrido esa alucinación que no puede considerarse propiamente un hecho histórico sino, más bien, histérico, una visión que sólo se considera verdadera a fuerza de fe, porque se cree que ha existido, no porque haya existido real e independientemente de la fe suplementaria puesta en ella. En mi caso, como soy un descreído ni siquiera bebí un trago, ya que no iba a producir ningún efecto prodigioso, dados mi incredulidad y escepticismo. Una molécula formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Agua que no has de beber, me dije, déjala correr, no vaya a ser que te produzca una furibunda diarrea. 
 
oOo 
 También llamaron mi atención la profusión de cirios ardientes ofrecidos por los devotos a Nuestra Señora de Lourdes, algunos considerablemente gruesos y largos, indudables símbolos fálicos: cuando se ofrendan a la Virgen, se encienden y comienzan a derretirse. Y ¿cómo se llama la sustancia que desprenden? Esperma de ballenas (o espelma, como prefieren otros, aunque es barbarismo). No es propiamente licor seminal, sino una sustancia crasa, sólida, sumamente blanca y casi traslúcida, que procede de la materia oleosa contenida en el cráneo de los cachalotes lo que se emplea en la fabricación de las velas. No es, insisto, semen, más que en un sentido metafórico de trasposición. Así pues, los peregrinos se dirigen al altar de la Virgen con un símbolo fálico en sus manos. La ofrenda de un cirio arrecho a la Virgen, puede interpretarse como una sublimación de la erección masculina, un resto pagano de priapismo, dentro de esa gran sublimación del complejo de Edipo que es el culto católico, apostólico y romano a la virgen María, madre de Dios y madre de todo dios. 
 
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¿Cabe algo más obsceno y pornográfico, en el peor sentido de la palabra "pornografía", que esta ostentación pública de fe de este hombre de la fotografía que reza arrodillado a un Cristo crucificado con una camiseta azul y una cruz blanca ante la vista de miles de peregrinos en el santuario mariano de Lourdes, reconocido oficialmente como lugar donde se apareció la Virgen María por la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana? ¿Cabe algo más grosero además que adorar un símbolo de muerte como es la cruz? La fotografía de arriba no captó el instante, pero el fanático creyente había extendido previamente sus brazos en cruz como si fuera el Cristo crucificado al que adora. La fe, aunque mueva montañas, no es por eso buena, es un fanático error y un insulto a la razón (lo mejor es que las montañas estén quietas, donde están, y que nada las mueva de su sitio); la exhibición de esa fe es, además de una equivocación, un gesto de mal gusto y pésima educación.

jueves, 3 de diciembre de 2020

El peso de uno mismo

A orillas del Saône, en la ciudad francesa de Lion, han colocado frente al Palacio de Justicia un grupo escultórico que se llama The weight of one self (es decir, "el peso de uno mismo" en la lengua del Imperio). La escultura representa a un hombre que de pie y desnudo, lleva en sus brazos a otro hombre igualmenrte desnudo, desfallecido, acaso muerto. Parece a primera vista un grupo escultórico clásico o quizá renacentista ya que combina el mármol blanco y el desnudo del héroe masculino, pero es una obra contemporánea.

La obra concebida por los artistas escandinavos Michael Elmgreen e Ingar Dragset retoma la larga tradición de la escultura de mostrar la desnudez heroica sin tapujos y la nobleza del mármol blanco como material artístico, aunque aquí se ha utilizado una nueva técnica que consiste en el empleo de polvo de mármol solidificado. Su altura es superior a la humana, 2,7 metros, por lo que sobresale y destaca dentro del paisaje urbano.


Podría recordarnos por ejemplo al grupo helenístico Menelao sosteniendo el cuerpo de Patroclo que se exhibe en Florencia, si no fuera por un detalle muy curioso, que ya nos revela el título de la composición de los escandinavos: Un hombre anónimo de pie lleva a otro inanimado en sus brazos, pero en realidad no es otro, sino él mismo, su alter ego, su sosias, dado que los rostros y los cuerpos, aunque en posturas diferentes, son idénticos como dos gotas de leche, como en aquel verso plautino del Anfitrión (601), puesto en boca de Sosias prfecisamente,  neque lac lactis magis est simile quam ille ego similest mei dos gotas de leche no pueden ser más semejantes entre sí que ese otro yo lo es de mí (en traducción de Mercedes González-Haba, publicada en Gredos). 
 
La Academia, por cierto, define sosias o sosia, convertido ya en nombre común, como "persona que tiene parecido con otra hasta el punto de poder ser confundida con ella". Se trata de una alusión literaria a Mercurio, que se hace pasar por Sosias, el criado de Anfitrión, para ayudar a Júpiter, que ha tomado el aspecto de aquel, a fin de seducir a su esposa Alcmena. La confusión entre el criado Sosias y su doble, da pie a divertidas situaciones cómicas que ponen en entredicho el fetiche de la identidad personal.

¿Acaba de salvarse a sí mismo de ahogarse en el río? Pudiera ser. Pero también pudiera ser que carga con el peso muerto de su propia identidad, con su propio cadáver, consigo mismo.  Los dos hombres sin nombre no son como los héroes helenísticos, dos personajes distintos, sino el mismo desdoblado en Narciso y su doble, en uno mismo y su selfi.

A diferencia de la escultura clásica, la obra no celebra a ningún héroe épico o mitológico que ha conseguido algo o está a punto de lograr una hazaña, sino que desmitifica el heroísmo clásico. Celebra la historia de cualquiera de nosotros, del hombre moderno común y corriente que intenta salvarse a sí mismo cargando consigo mismo, con su sombra, con su doble, con su ego, con su propia identidad, una identidad que le da la vida y, a la vez, es su prisión, la jaula donde se pudre, y la sentencia de su propia muerte. De alguna manera este personaje se ha salvado a sí mismo, y es responsable de sus actos -dicen algunos que por eso lo han colocado frente al Palacio de Justicia de la ciudad francesa, para recordarnos nuestras responsabilidades cívicas e individuales que se dictaminan en esos juzgados- pero también se ha convertido en su propia carga, un peso muerto, como todos y cada uno de nosotros.

Dicen los artistas que la obra es muy representativa de nuestra cultura contemporánea, que no celebra ya a ningún héroe legendario mítico y épico, sino simplemente a un individuo cualquiera que intenta salvarse, como Arquíloco cuando tiró el escudo en plena batalla y echó a correr para salvar el pellejo, volviendo la espalda al enemigo.

Pero quizá la obra nos diga algo más de lo que han pretendido sus creadores, los artistas, y ese algo puede ser que en ese intento egoísta y nada altruista por lo tanto de salvarse uno a sí mismo individualmente, lo que uno encuentra no es su salvación, sino su ruina: el propio cadáver, paradójicamente, en forma de identidad personal: la gravedad insoportable de ser lo que uno es. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Más munición de artillería política

Ya se puede vislumbrar, dicen, la luz al final del túnel en que nos forzaron a entrar, y volver a la vida normal que nos prohibieron, si aceptamos vacunarnos.
 
La Organización Mundial de la Salud recomienda, amén de mascarilla, una venda para tapar los ojos a fin de que la verdad no nos insulte a la cara y a la vista.
 
 
Vamos a contar mentiras, tralará: Érase una vez una pandemia que, siendo real porque salía a todas horas por la tele y prensa, no era, sin embargo, verdadera.
 
No pierdas de vista que la idea que defiendes a capa y espada solo está presente en tu imaginación, que sustituye la cosa que hay por la idea de lo que es. 
 
Los afirmacionistas del “esto es lo que hay” necesitan desacreditar nuestra negación irreductible reduciendo su acción a ideología, al -ismo del negacionismo.
 
No juego a la Bolsa, pero algunos se harán millonarios con esta vacuna que los medios masivos repiten machaconamente que va a salvarnos librándonos del mal. 
 
Salva vidas. Quédate en (tu puta) casa porque, aunque no seas consciente, eres un apestado contagioso. Cualquiera puede pillar el virus, cualquiera contagiarlo. 
 
El cordero se pasa toda su vida teniendo miedo del lobo, hasta que el pastor que lo ha criado y quien ha fomentado ese miedo lo lleva al matadero y sacrifica. 
 

 
Los científicos a sueldo del Estado o el capital privado que evitan la discusión niegan el “método científico” que esgrimen públicamente contra su adversario. 
 
Habrá más pestes, fíjate lo que te digo, vendrán más plagas, nos harán más daño. Tras la covid-19, vendrá la covid-20, y la covid-21, y otras tantas sucesivas. 
 
Los medios masivos de creación y manipulación de la opinión pública tienen el poder de volver a los culpables inocentes y, viceversa, a los inocentes culpables. 
 
Si el miembro de la comunidad científica que osa criticar a la Ciencia es excomulgado rápidamente, ¿arderemos en la hoguera los críticos infieles e inexpertos?
 
Cuando se dice de alguien “asintomático”, palabra que define mejor que ninguna otra la mascarada de la crisis sanitaria, se sobreentiende “enfermo imaginario”. 
 
Sobre la nueva vacuna ya un poeta cómico griego dijo en un verso memorable: τὸ φάρμακόν ϲου τὴν νόϲον μείζω ποιεῖ: tu fármaco hace que sea mejor la enfermedad.
 
Estamos asistiendo a una moralización indecente de la vida pública en la que lo virtual se convierte en lo virtuoso, y viceversa, lo virtuoso en lo virtual.
 
 
 
¿Se puede hablar de la eficacia de algo que no se ha experimentado previamente aún ni probado? ¿Qué necesidad hay de vacunar a toda la población sana del país?
 
El líder supremo exhorta a "regalar seguridad" a los seres queridos sin derrochar hoy besos y abrazos, dejándolos para mañana, o lo que es lo mismo, para nunca.
 
El sermón del predicador oracular prevé una "etapa crítica" en los primeros meses del año venidero y antepone la "precaución sanitaria" al desenfreno navideño.
 

Según la inevitable güiquipedia sabelotodo, el captcha es como un test de Touring, salvo el juez que decide si eres un ser humano, que es un autómatico robot.
 
Tengo que decirle al robot que no soy un robot. Pero ¿hasta qué punto es eso cierto? ¿No seré como Sísifo, un autómata que acarrea sin fin una ímproba tarea?
 
Terrorífico titular de un periódico adicto al Régimen: La normalidad pre-COVID volverá, si la vacunación funciona, como pronto a finales del próximo verano.

martes, 1 de diciembre de 2020

Acababa noviembre...

Acababa noviembre
de echar su cuenta,
y asomaba diciembre
con frío a cuestas.

 

Pese al toque de queda,
salió la luna
en la noche cerrada,
triste y oscura.

Pese al confinamiento,
brilló serena
en el cielo vacío
la luna llena.
 
 

 Sin tapujo ninguno,
desobediente,
y a la vista de todos
resplandeciente.
 
Musa de los poetas
ensoñadora,
desde tiempos sin cuento
trasnochadora.