domingo, 6 de septiembre de 2020

Muertos que no son noticia

Hay muertos de los que no hablan los medios de manipulación y creación de la opinión pública. Muertos de segunda y tercera clase, que no generan titulares. El sábado 22 hubo en Cantabria 5 suicidios. La información es de buena fuente. No procede del periódico local de campanario, que tiende un tupido y pudoroso velo de silencio sobre la realidad, sino de alguien que trabaja en el servicio de urgencias del hospital de la capital de este reino hispánico de taifas. Hay muertes que son noticia y otras que no. Si a los cinco suicidas les hubieran diagnosticado el virus coronado, estoy seguro de ello, estarían en las primeras páginas de los titulares autonómicos y nacionales de periódicos y televisiones.  

Uno de esos suicidios se ha producido en un pueblo del pequeño municipio en el que vivo, donde desde que se declaró el Estado de Alarma hasta la fecha no ha muerto nadie del virus de la maldita corona. Pero eso no es noticia. El vecino, que tenía 70 años, sin patologías previas, se ahorcó en el salón de su casa.  Se trataba de un hombre, según los que lo conocían, que era “la alegría de la huerta”. Nadie se lo explica, ni su mujer, que se queda viuda, ni su hijo, que fue quien lo encontró. 

El suicida, Édouard Manet (1877-1881)

Sin embargo, algo me dice que es una víctima no sé si colateral o directa de todo esto que nos rodea, de esta paranoica histeria colectiva, privados como estamos cuando salimos a la calle de la sonrisa de los demás, especialmente de los niños. 

El pintor francés Édouard Manet, precursor del impresionismo, en su óleo "El suicida" pone fin a la larga tradición académica que hacía del suicidio un tema tabú que sólo se trataba desde un punto de vista histórico dentro de una narrativa asociada a ideas de sacrificio o heroicidad de personajes famosos, como la romana Lucrecia, que no pudo vivir con la infamia de la violación que sufrió, o la muerte autoinfligida de Catón de Útica, que prefirió quitarse la vida antes que rendirse a Julio César, o el suicidio inducido de Séneca, o incluso la aceptación voluntaria de la condena a muerte de Sócrates... 

Manet nos presenta en ese cuadro a un suicida anónimo con gráfica brutalidad. Aquí no hay heroísmo, ni romanticismo, solo un hombre abatido cualquiera que se quitó de en medio porque se sintió derrotado, lo que produce en nosotros, espectadores, tristeza, espanto, angustia, horror, desolación.

Por las manchas de sangre de la blanca camisa se deduce que se ha descerrajado un tiro en el pecho, no lejos del corazón. La colcha ensangrentada, que ocupa casi un tercio del cuadro, revela la contundencia del disparo. La cama sostiene al hombre todavía, pero pronto, parece, caerá al suelo.

Pero la contemplación del cuadro de Manet  hace que nos preguntemos: ¿Por qué?, ¿qué sombría y poderosa desesperación empuja a alguien a esa resolución definitiva?

sábado, 5 de septiembre de 2020

Dinero sucio e higiene

 

No sé si lo que dice en francés este cartel de una conocida corporación multinacional sueca se ha generalizado o no a otras superficies de macrotiendas  y centros comerciales, pero no deja de ser significativo y sintomático. Dice así en nuestra lengua: Querido cliente, por razones de higiene  únicamente aceptamos pagos con tarjeta bancaria (no en efectivo). Gracias por su comprensión.  (Hay que decir que previamente no se podían hacer en efectivo, por ley, los pagos superiores a 3.000 euros, que deben realizarse siempre por mediación bancaria a fin de control fiscal).

No se acepta dinero corriente y moliente, en billetes y monedas, por razones de higiene, con lo que se está sugiriendo que el dinero que habitualmente manejamos es dinero sucio, está sucio en acto o en potencia, contaminado por virus y bacterias que corren de mano en mano. 

Es como si esas monedas y billetes estuvieran, según salen de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre idealmente inmaculados y al contacto carnal con nuestras sucias e impuras manos se mancharan y se convirtieran en fuente de contagio y contaminación, lo que no deja de ser significativo, no porque sea falso, que no lo es, sino porque no sólo es verdad, sino que además es una verdad extensiva a todas las formas que pueda adquirir el dinero, incluidas las más puras, abstractas,  ideales o inmateriales y numéricas.

La fórmula que propone en francés la corporación sueca de utilizar tarjetas bancarias no deja de ser contaminante, no lo olvidemos,  siempre que se manipulen con el roce de nuestras manos.

Pero es que lo que cuenta al fin y al cabo no es la tarjeta plástica en sí, sino el número de cuenta al que está asociada: ese número es un código digital que como tal resulta más higiénico que el "cash", porque es algo abstracto como son los números y no concreto como la calderilla que llevamos en el bolsillo o en la cartera.

 


Pero hay que decir que el dinero, en todas y cada una de sus formas, es contrario a Higía (Ὑγιεία), la hija o a veces esposa del dios griego Asclepio, el Esculapio de los romanos, asociada a menudo a su culto, que era la diosa de la salud porque el dinero suele ser la fuente de nuestros mayores problemas, preocupaciones y quebraderos de cabeza. Todas las formas de dinero, tanto materiales como inmateriales, son dinero sucio, o dinero negro que es preciso blanquear. (La simbología de los colores "negro"/"blanco" sugiere inmediatamente las categorías morales contrapuestas "malo"/"bueno" pasando por las higiénicas de "sucio"/"limpio").

El dinero negro (también denominado ocasiones dinero sucio) es el que procede de actividades ilegales como el tráfico de armas, tráfico de drogas, tráfico de personas, prostitución, juego de apuestas ilegales, contrabando, extorsión, etc., y no es declarado a hacienda.

El lavado o blanqueo de dinero, de hecho,  es la operación consistente en hacer que el vil metal obtenido a través de tráficos ilícitos circule sin problemas en el sistema financiero a través de actividades legales, lo que demuestra que en sí el dinero no es blanco ni negro, bueno ni malo, sucio ni limpio, sino las actividades a las que se destina y que están relacionadas con él.

Pero llegamos a la cuestión fundamental y lógica, el dinero, que es real, el ens realissimus (o, mejor, realissimum, si queremos otorgarle género neutro, tomando el término de Tomás de Aquino, para quien el ser más real, el ser en su plenitud y creador del mundo, como causa primera del ser, es Dios, y el objeto de la metafísica y de la teología), el ens entium o ser de los seres,  ¿es verdadero o falso? Todos los billetes de banco y todas las monedas son falsas porque sólo circulan como verdaderos en un determinado momento histórico, cuando son de curso legal y son de curso legal cuando les otorgamos credibilidad, o, dicho en términos económicos, crédito. 

Téngase presente que el patrón oro (o gold standard), que comenzó en el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, dejó de usarse a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos beligerantes necesitaron dinero fiduciario (del latín fiducia 'confianza' y, a su vez, de fides 'fe'), basado en la fe y la confianza comunitaria y no respaldado por vil metal alguno, sino por la promesa de pago de la entidad emisora,  para financiar el esfuerzo bélico.

Del nombre propio de la diosa y común de la salud (ὑγιεία) se formó el adjetivo ὑγιεινός saludable, sano, de donde procede el francés hygiène que leemos en el cartel que apela a las "raisons d'hygiène" (razones higiénicas) y que está atestiguado en la lengua de Molière desde 1575 con la forma hygiaine, como el conjunto de principios y de prácticas que tienden a preservar y a mejorar la salud, de donde pasó a nuestra lengua hacia 1843.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Sólo los niños lo creen

Cuatro hexámetros de Juvenal (149-153), pertenecientes a la sátira segunda del libro primero de su obra, expresan la incredulidad de los romanos en lo concerniente a las creencias en la vida de ultratumba. Dicen así: esse aliquos manes et subterranea regna / Cocytum et Stygio ranas in gurgite nigras, / atque una transire uadum tot milia cumba / nec pueri credunt, nisi qui nondum aere lauantur. / sed tu uera puta...

Que suenan, traducidos en hexámetros castellanos, más o menos así: Que ánimas hay de difuntos y un reino ultraterreno, / río Cocito y ranas en charca de Éstige negras, / y tantos miles que cruzan en barca a la vez la laguna / sólo los niños lo creen que aún por el baño no pagan. / Pero suponte que es verdad...

Evocan estos cuatro versos de un modo sintético el universo virgiliano del libro VI de la Eneida, el descenso de Eneas acompañado de la Sibila a los infiernos, es decir, los principales mitos sobre el más allá, para expresar al final la incredulidad. 

Estudio de Caronte, Félix Resurrección Hidalgo
 

En primer lugar se habla de los “manes” o almas de los difuntos, divinidades a las que los romanos consagraban el alma de los muertos. Las inscripciones fúnebres de los sepulcros solían encabezarse con las abreviaturas D M S (dis manibus sacrum, consagrado a los dioses manes). El verso comienza negando que haya dioses manes, es decir, que existan, como diríamos con un verbo más moderno. El indefinido “aliquos” aplicado a manes, como si dijéramos “de alguna clase” o “de ningún tipo”, viene a insistir en que es una creencia en la que sólo creen, como nos dirá más adelante, los niños de pecho, a los que todavía no se les cobra la entrada en las termas o baños públicos, como se hace con los jóvenes y los adultos, y que todavía no conocen el dinero.

El plural poético, motivado seguramente por razones métricas, “subterranea regna”, alude al reino soterraño de Plutón, o Hades. El verso niega de la manera más eficaz, que no es afirmándolo sino poniéndolo en duda, que haya tal cosa como un reino debajo de la tierra a donde van las almas de los muertos. No se cita el nombre del rey, o dios de los muertos, porque se está dudando de que haya tal reino, es decir, una vida como esta después de la muerte. 

 

 La laguna Estigia, Félix Resurrección Hidalgo (1887)
 

 El Cocito (en griego Κώκυτος, Cócytos) era el Río del Llanto o de las Lamentaciones. Su nombre deriva del verbo κωκύω, que significa “lanzar gritos de dolor, lamentarse”. En las orillas de este río vagaban las almas de los muertos que no habían recibido sepultura y no podían, por lo tanto, pagar el pasaje a Caronte, el barquero que conducía las ánimas de los difuntos al otro lado de la laguna. Era este río un afluente del Aqueronte y se nutría de las lágrimas de las almas en pena.

La Éstige (en griego Στύξ Stýx) o laguna Estigia, fue en principio el nombre de una fuente griega de la Arcadia cuya agua era mortal, y acabó siendo el nombre de la laguna de los infiernos por la que juraban los propios dioses. Juvenal utiliza aquí el adjetivo “Stygius -a -um” aplicado al sustantivo “gurges”, un torbellino de agua, y también  un abismo o una sima, así como la garganta (de donde el castellano gorja, cf. fr. gorge), que acabó refiriéndose al mar en general, como en la expresión in gurgite uasto, en el ancho mar). 

La mención de las ranas negras de la laguna resulta, por lo menos, curiosa. En la comedia Las Ranas de Aristófanes, se menciona el hecho de que al llegar Baco disfrazado de Heraclés a la laguna estigia, Caronte, el barquero, le admite en la barca y durante el trayecto se oye el canto de las ranas, que croan a su sabor, insultando con su estrepitosa alegría las molestias que el dios experimenta, episodio que, desligado del resto de la comedia, le da título sin embargo.

La barca de Caronte: Se niega aquí, poniéndolo en duda, que puedan hacer el viaje en la misma tantos millares de personas como mueren todos los días. No se han citado los nombres propios ni del dios (Hades, Plutón) ni del barquero (Caronte) ni tampoco del perro, el can Cérbero. Los únicos nombres propios que han aparecido son hidrónimos.

 

La barca de Caronte, Félix Resurrección Hidalgo (1887)

Así traducía los versos de Juvenal don Francisco Díaz Carmona en 1892: Nadie, a no ser el niño que se baña / de balde (*), cree ya en manes, en infierno, / en Carón, en la Estigia, con su extraña / turba de negras ranas y su eterno / vórtice, y en la barca que allí espera / almas que conducir al hondo averno; / mas tú júzgalo cosa verdadera.

(*) Explica en nota el traductor que la expresión “de balde”, es decir, gratis, alude a los niños de corta edad que eran admitidos en los baños públicos sin pagar el precio de la entrada, indicando así el poeta el general escepticismo que dominaba en la sociedad romana cuando solo los niños muy pequeños daban crédito a las antiguas tradiciones mitológicas. 

(El texto está ilustrado con imágenes de cuadros del pintor filipino Félix Resurrección Hidalgo y Padilla (1855-1913), tomadas de la Güiquipedia).

jueves, 3 de septiembre de 2020

Mientras vivas, vive

En uno de los dos cementerios cristianos que hay en Chiusi (antigua Clusium de los romanos, en la Toscana), en el más pequeño y más antiguo, que remonta al siglo III de nuestra época, el hipogeo o catacumba de santa Caterina, se han hallado trazas de violación por parte de los paganos, que hicieron allí inscripciones injuriosas como, por ejemplo, la celebérrima: DVM VIBES, HOMO, VIVE; NAM POST MORTEM NIHIL EST. OMNIA REMANENT ET HOC EST HOMO, QVOD VIDES. (CIL XI 25472a) (Mientras vivas, hombre, vive; pues después de la muerte no hay nada. Todo se acaba y esto que ves es un hombre).
 
 
La inscripción estaba grabada en bellos caracteres en los bordes de un arcosolio o hueco en forma de arco utilizado como sarcófago. El "esto" (hoc en latín), de la frase "esto es un hombre: lo que ves" debía referirse a los huesos contenidos en el nicho. 
 
La inscripción fue hallada a mitad del 800 y fue mandada borrar por orden del canónigo A. Mazzetti. Antes de ser cancelada, el texto fue transcrito por Francesco Liverani, y gracias a eso se nos ha conservado. 
 

 
Habida cuenta de la homofonía entre los verbos "uiuere" (vivir) y "bibere" (beber), el autor de la inscripción comete una falta de ortografía (uibes, por uiuis) y la inscripción se presta a otra lectura más bien cómica: "mientras vivas, hombre, bebe; pues después de la muerte no hay nada. Todo se acaba y esto que ves es un hombre“. 
 
Era proverbial la frase anónima y medieval: "Beati Hispani (populi, en otra versión) quibus vivere est bibere": Dichosos los hispanos (o los pueblos) para quienes vivir es sinónimo de beber.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Euno, el esclavo que llegó a ser rey

 La leyenda algo borrosa de la lápida del monumento al esclavo que rompe sus cadenas en el castillo de Lombardía en Enna (Sicilia) dice así: Duemila anni prima / che abramo Lincoln / liberasse l'infelice turba dei negri / l'umile schiavo / Euno / da questa sicana fortezza / arditamente lanciava / il grido di libertà / per i compagni di sventura suoi / il diritto affermando di ogni uomo / a nascere libero / ed anche a liberamente morire / Ricordando l'alta significazione del gesto / il comune di Enna / questo ricordo / pose / anno 1960. 


 Dos mil años antes de que Abraham Lincoln liberase a la muchedumbre infeliz de los negros, el humilde esclavo Euno de esta fortaleza siciliana valientemente exclamaba el grito de libertad para sus compañeros de desventura proclamando el derecho de cada hombre a nacer libre y también a morir libremente. Recordando el alto significado del gesto, el ayuntamiento de Enna puso este recuerdo. Año 1960.

 Aunque para muchos es el gladiador Espártaco el símbolo de la lucha de los esclavos romanos por la libertad, gracias sobre todo a la novela de Howard Fast y a la película de Stanley Kubrick protagonizada por Kirk Douglas, antes de él otro esclavo, un tal Euno o, si se prefiere,  Eúnoo, se rebeló contra la esclavitud en el siglo II antes de nuestra era y antes que Espártaco. Nos hablan de él los fragmentos que nos han llegado del historiador griego Diodoro Sículo
En Sicilia había muchos esclavos. Sometidos a trabajos muy duros, recibían pocos cuidados; malamente vestidos y alimentados, algunos se dedicaban al pillaje. 


Escultura de Euno rompiendo sus cadenas. La leyenda dice:   
Ad Euno, lo schiavo ribelle, araldo di libertà:  
A Euno, el esclavo rebelde, heraldo de libertad.

 Entre ellos había un esclavo de origen sirio que pertenecía a un tal Antígenes de Enna, que se jactaba de poder predecir el futuro. Obtuvo  reputación de prestigioso futurólogo, ya que, si bien sus predicciones que no se cumplían caían enseguida en el olvido,  las que se realizaban, cuando acertaba por casualidad estadística, eran celebradas y reconocidas.  Se llamaba Euno, nombre parlante que significa en griego benévolo, que tiene buenos sentimientos.  

Según parece, el origen de la revuelta de los esclavos fue que un tal Damófilo, vecino de Enna, trataba despiadadamente a sus muchos siervos, por lo que estos decidieron matarlo. Fueron a consultar antes a Euno si su plan contaba con el beneplácito divino, y este les respondió afirmativamente. 

Ejecutado Damófilo, Euno fue proclamado rey, con lo que se cumplía una de sus más antiguas profecías, si no era su sueño más querido: un esclavo que llegaba a ser rey. Adoptó el nombre real de Antíoco y llegó a acuñar monedas de bronce con su efigie, a juzgar por el hallazgo de una de ellas en Sicilia en la que se lee "Rey Antíoco", que se cree que alude a Euno y no a la dinastía siria de los seleúcidas. 

 Los esclavos rebeldes lo consideraron su jefe absoluto. Armó toscamente a varios millares de ellos y saqueó la isla. Se enfrentó a las tropas romanas a las que venció en algunas ocasiones gracias a su superioridad numérica.

 Vista actual de Enna, en el centro de Sicilia;  situada en una colina es la ciudad más alta de Europa.
 
Al mismo tiempo, estalló en Sicilia otra revuelta de esclavos capitaneada por un tal Cleón. Cuando todos esperaban un enfrentamiento entre ambas facciones rebeldes, Cleón se unió inopinadamente a Euno con todos sus seguidores, llegando a sumar muchos miles entre ambos caudillos. El eco de algunas de sus victorias se extendió enseguida por todo el Mediterráneo, lo que provocó otras revueltas pronto sofocadas en la misma Roma, en el Ática, en la isla de Delos y otros lugares.

En Sicilia muchas ciudades cayeron en poder de los rebeldes, hasta que el cónsul Lucio Calpurnio Pisón Frugi obtuvo una victoria sobre él en el año 133 antes de nuestra era, y finalmente el general romano Rupilio recuperó Tauromenio después de un duro asedio en el que los rebeldes llegarían, forzados por la hambruna, a comerse los unos a los otros según la leyenda. Rupilio tomó después la ciudad de Enna, muriendo Cleón. La represión fue durísima. Euno sobrevivió pero fue detenido y encarcelado, muriendo en prisión en Morgantina.

martes, 1 de septiembre de 2020

Diez mil o más negacionistas en Londres

Una multitud sin mascarilla y sin guardar la distancia reglamentaria de seguridad, entre la que se ven pancartas como “MEDIA is the VIRUS”, que podemos glosar como Los medios de comunicación y manipulación de las masas son el auténtico virus, se reunió en Trafalgar Square en la capital británica par protestar contra las medidas decretadas contra la epidemia del virus coronado.

Piers Corbyn, de 73 años, hermano del exlíder laborista Jeremy Corbyn, fue arrestado tras negarse a ser identificado por la policía y multado con 10.000 libras esterlinas por la organización de la manifestación de Trafalgar Square bajo el lema “Unite for Freedom” el sábado 29 de agosto de 2020, quien, megáfono en mano, aseguró que la pandemia no era más que un montón de mentiras para lavarnos el cerebro y mantenernos controlados, por lo que la futura vacunación que quieren vendernos para volver a la normalidad no era necesaria. 


Piers Corbyn arrestado

Otro discurso, esta vez el de David Icke, negacionista y teórico de la conspiración según la prensa inglesa del Régimen, se convirtió en arenga incendiaria. Comienza regocijándose el orador de hallarse en una isla de cordura dentro de un mundo de locura, para acto seguido decir que las medidas tomadas frente al virus coronado eran puro fascismo, un fascismo justificado sanitariamente. Lamenta que haya que alejarse seis pies, entre uno y medio y dos metros, de otras personas para protegerse del virus y que no se pueda estar fuera de la propia burbuja más de quince minutos. “Tenemos un virus tan inteligente que solo infecta a los que participan en las protestas que el gobierno quiere detener”.

Recordó a Aldous Huxley y a George Orwell, que profetizaron esto que está sucediendo ahora, y citó a Percy B. Shelley, su poema “The Mask of Anarchy”, escrito en 1819, concretamente unos versos que hacían que la multitud irrumpiera en aplausos: 'Rise like Lions after slumber / In unvanquishable number, / Shake your chains to earth like dew / Which in sleep had fallen on you - / Ye are many - they are few.’ (Alzáos cual leones tras el sueño / en un número invencible / echad vuestras cadenas a tierra cual rocío / que mientras dormíais os cayó -Vosotros sois muchos, ellos pocos). “Toda la historia humana es unos pocos controlando a muchos, porque los muchos se lo consienten a esos pocos”. El orador y la multitud comienzan a gritar ¡Libertad! ¡Libertad!

Lo más relevante, desde mi punto de vista, de su discurso es la constatación de que las autoridades tienen el poder que nosotros les hemos conferido. Es la vieja distinción que hacían los romanos entre “auctoritas” (authoirity) y “potestas” (power). La autoridad sanitaria, por ejemplo, es en principio quien tiene legitimidad, prestigio y crédito conferido por su competencia en una materia, pero el poder para gobernar o ejercer el mando se lo da el pueblo, que en este caso desautoriza a las autoridades. La manifestación se convierte así en una expresión antiautoritaria, contraria a las decisiones injustificadas que toman las autoridades. “Quieren que creamos que la autoridad tiene poder, dijo, el poder de las autoridades en todo el mundo es sólo el poder nuestro que nosotros les damos”. 

 
 
 
¡Lástima que haya una señora que a modo de porrista o cheer-lideresa anima al público a aplaudir y a corear al orador, y que tanto nos recuerda a los presentadores de los deplorables shows televisivos! Pero la lamentable actuación de la rubia animadora no le quita mérito al discurso antifascista de David Icke, que acaba, siguiendo la estela de Shelley, animando al león a despertar. 

lunes, 31 de agosto de 2020

Al menos treintamil negacionistas en Berlín

Se ha hecho viral, como suele decirse ahora, en las redes sociales de la Red Informática Universal una fotografía de la multitudinaria protesta -no vamos a entrar aquí en la guerra cuantitativa de cifras que va desde los treinta mil manifestantes del Periódico Global del Régimen, léase El País, a los varios cientos de miles según otras fuentes, ya que la razón no se cuantifica numéricamente ni depende del mayor o menor número de votos-   que tuvo lugar en Berlín el pasado sábado 29 de agosto de 2020, sin que los participantes portaran  bozal ni guardaran las distancias interpersonales,  contra las imposiciones gubernamentales precisamente de distanciamiento social y uso de mascarillas decretadas contra el virus por las desautorizadas científicamente autoridades sanitarias de casi todo el universo mundo. 
 
 
La imagen que se ha hecho viral representa, según la prensa del Régimen, a un joven negacionista del virus y de extrema derecha, probablemente neonazi, cosa que no cuadra mucho con su aspecto un tanto jipi y pacifista desaliñado que va a pecho descubierto por la vida, pero ya se sabe que no hay que fiarse de las apariencias pues a veces el lobo se disfraza con la piel del cordero para engañarnos, además de teórico paranoico de la conspiración y terraplanista, al que se le inculcó en la escuela que la tierra no era exactamente redonda sino achatada por los polos, de donde dedujo alegremente que era plana,  y contrario a las vacunas que según sus defensores a ultranza van a salvar a la humanidad del virus coronado, que ofrece un ramillete de flores a los fornidos y acorazados policías parapetados frente a él para impedirle el paso.
 

 

Robert Kennedy Jr. se subió en Berlín al escenario para pronunciar este memorable discurso en la lengua del Imperio, traducido simultáneamente al alemán por un intérprete, y que podemos leer subtitulado en español mientras no se censure el vídeo en la Red, cosa no improbable. En el discurso dice cosas razonables como ésta: "Los gobiernos adoran las pandemias. Y adoran las pandemias por el mismo motivo por el que adoran las guerras: porque les da la posibilidad de imponer un control sobre las poblaciones que de otra manera las poblaciones no aceptarían". O esta otra: "Lo único que necesita el gobierno para convertir en esclavos a la gente es EL MIEDO".
 

domingo, 30 de agosto de 2020

Vuelta al cole

Ante la vuelta al cole que se avecina, muchos padres se preguntan si sus hijos tendrán que llevar en todo momento el embozo a clase, y, en caso positivo, a partir de qué edad. 
 
Si uno abre el periódico El País del otro día, por ejemplo, hay un artículo sobre este tema que no tiene desperdicio por lo sabroso que es. Lleva por título: “¿A qué edad obligan otros países europeos a llevar la mascarilla en clase? ” La pregunta es malintencionadamente capciosa, porque da a entender que otros países europeos, al igual que el nuestro, obligan a las tiernas criaturas infantiles a llevar la susodicha prenda a modo de uniforme a clase, lo que no es cierto en modo alguno. 
 
 
Lo que sucede es que al Periódico Global del Régimen le interesa y mucho -por algo será, sus intereses tendrá, como suele decir la gente- justificar la política sanitaria del gobierno de turno que padecemos, y por eso mismo no considera oportuno ni conveniente para ese propósito poco confesable informarnos de que hay países en el viejo continente donde, efectivamente, no es obligatoria ni siquiera recomendable la mascarilla en la escuela, como Suecia, por ejemplo, donde no lo ha sido nunca, donde sin ningún confinamiento, por cierto, no les ha ido tan mal como a nosotros y donde nunca se cerraron los colegios, u Holanda, donde los alumnos tampoco están obligados a guardar la distancia de seguridad de un metro y medio, al contrario de sus enseñantes, que sí deben guardarla. Pero de estos “otros” países europeos no nos informa el boletín oficial del Estado que es dicho rotativo progresista. 
 
El subtítulo de la noticia reza: “España es uno de los países más restrictivos -y no es esa la palabra, digo yo, porque España no restringe la medida, en el primer sentido de la palabra restringir, que es “ceñir, circunscribir, reducir a menores límites”, lo que restringe es la edad de los afectados, sino que lo que hace es constringir, es decir, constreñir, esto es, “obligar, precisar, compeler por fuerza a alguien a que haga y ejecute algo” por lo que debería decir que España es uno de los países más constrictivos-, imponiendo la medida de protección -"medida de protección" se hace gratuitamente aquí sinónimo de mascarilla- a partir de los seis años”. 
 


Leyendo el susodicho artículo nos enteramos de que probablemente España es el único país europeo donde la mascarilla va a ser obligatoria en toda la enseñanza primaria -desde los seis a los doce años- en todo momento y en todo lugar dentro del recinto escolar, lo que no deja de ser una barbaridad, que el citado periódico intenta justificar implícitamente como medida de protección y precaución. 
 
En otros países europeos, con los que nos compara, la “protección” se impone a partir de los 11 o 12 años, y en algunos de esos no precisamente en las aulas, sino en pasillos y otros espacios comunes, siguiendo el criterio de la OMS que en su última recomendación reconoce que los menores de 11 años tienen según la evidencia científica una capacidad mínima de contagio tanto por activa como por pasiva, por lo que la protección -léase el embozo- se vuelve en su caso innecesario. 
 
 
Pero en esta España de María Santísima, sin embargo, donde somos más católicos y papistas que el propio Papa, la obligación de tapar nariz y boca en el aula se impone a partir de los seis años, privando así a la sociedad de la sonrisa infantil. 
 
Para más colmo, en algunos de los diecisiete reinos de Taifas o comunidades autónomas, como en el caso de Cantabria, se recomienda incluso el uso del bozal en la etapa infantil o pre-escolar de 3 a 6 años, lo que no deja de ser otra monstruosidad.
 
¿No es, acaso, demencial todo esto? ¿No son una locura todas estas medidas que quieren imponer a los menores de edad en escolaridad obligatoria (mascarillas, distancia social, confinamiento, aulas burbuja, enseñanza a distancia...)? ¿Tiene, acaso, el uso de la mascarilla en la franja de edad que va de los seis a los doce años alguna fundamentación pedagógica, ya que no parece tenerla sanitaria según la Organización Mundial de la Salud? 
 
No es una pregunta ingenua, aunque sí retórica: la mascarilla, la distancia social y la enseñanza telemática en esas tempranas edades tienen un fundamento pedagógico muy evidente en el sentido que daba a la palabra el entrañable personaje de don Antonio Machado que fue Juan de Mairena cuando decía en sus momentos de mal humor: “Un solo pedagogo hubo. Se llamaba Herodes.”

sábado, 29 de agosto de 2020

Lejos de la vecindad humana

Escribe el apóstol de la desobediencia civil, civil disobedience, Henry David Thoreau (1817-1862) en Walden or Life in the woods (1854), que eligió ir a vivir a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida y... "no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido". Eligió voluntariamente durante un período determinado de su vida alejarse de la sociedad y de la vecindad humana para vivir en la naturaleza. De alguna manera practicó, al modo de los antiguos ermitaños o como el cínico Diógenes, el distanciamiento social, aislándose de los demás, pero lo hizo motu proprio, no por obligación de decreto ley, como muchas personas en la actualidad, que se han visto confinadas en la soledad de su residencia ante una emergencia sanitaria que han declarado los gobiernos.

 


I have never felt lonesome, or in the least oppressed by a sense of solitude, but once, and that was a few weeks after I came to the woods, when, for an hour, I doubted if the near neighborhood of man was not essential to a serene and healthy life. Nunca me he sentido solo ni oprimido en modo alguno por un sentimiento de soledad sino una sola vez, y ello fue a las pocas semanas de mi llegada a los bosques cuando, por una hora, me asaltó la duda de si la vecindad próxima del hombre no sería esencial para disfrutar de una vida serena y saludable.

Henry David Thoreau (1817-1862)

To be alone was something unpleasant. But I was at the same time conscious of a slight insanity in my mood, and seemed to foresee my recovery. In the midst of a gentle rain while these thoughts prevailed, I was suddenly sensible of such sweet and beneficent society in Nature, in the very pattering of the drops, and in every sound and sight around my house. El estar solo resultaba ingrato. Con todo, era consciente de la anormalidad de mi ánimo y presentía ya mi recuperación. En medio de una suave lluvia, en tanto prevalecían estos pensamientos, me di cuenta de pronto de la dulce y beneficiosa compañía que me reportaba la Naturaleza misma, con el tamborilear acompasado de las gotas y con cada uno de los sonidos e imágenes que arropaban mi casa. 


an infinite and unaccountable friendliness all at once like an atmosphere sustaining me, as made the fancied advantages of human neighborhood insignificant, and I have never thought of them since. Every little pine needle expanded and swelled with sympathy and befriended me. I was so distinctly made aware of the presence of something kindred to me, even in scenes which we are accustomed to call wild and dreary, and also that the nearest of blood to me and humanest was not a person nor a villager, that I thought no place could ever be strange to me again. Era una sensación de solidaridad tan infinita e inefable, cual atmósfera que me guardara en su seno, que hacía insignificantes todas las ventajas imaginarias que pudiere comportar la vecindad humana, en las que no he vuelto a pensar ya desde entonces. Cada pequeña aguja de pino se dilataba, henchida de simpatía y amistad para conmigo. Tan patente se me hizo la presencia de algo vinculado a mí, hasta en aquellos paisajes que solemos considerar inhóspitos y tristes, y que lo más allegado a mí por humanidad y sangre no era persona ni ciudadano alguno, que pensé que ningún lugar podría ya resultarme jamás extraño.

viernes, 28 de agosto de 2020

En la salud y en la enfermedad

¿Por qué no se puede acabar de una vez por todas con la pandemia? Porque tenemos el enemigo en casa. El enemigo no es la epidemia propiamente dicha, que, de por sí, ya está finiquitada. El enemigo es la definición totalitaria de “pandemia” que han hecho las autoridades sanitarias: A pandemic is the worldwide spread of a new disease. Una pandemia es la propagación mundial de una nueva enfermedad. (Nótese que en esta definición no se habla para nada de letalidad ni de mortalidad específica: cualquier enfermedad que tenga una difusión universal, con tal de que sea "nueva", es una pandemia, independientemente de que haya muertos o peligro de muerte entre los enfermos). 
 


Necesitaríamos preguntarles a las autoridades sanitarias algo tan trivial cómo que entienden ellas por “disease”, es decir, por enfermedad. No es nada fácil definir qué es enfermedad, podríamos decir que es la falta de salud, pero eso nos lleva a definir entonces qué es la salud, algo que todos reconocemos que sólo sabemos a ciencia cierta lo que es cuando la hemos perdido. 
 
La OMS define la salud (health en la lengua del Imperio) como sigue: “a state of complete physical, mental and social well-being, not merely the absence of disease or infirmity” (WHO, 1946), o lo que viene a ser lo mismo: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, no simplemente la ausencia de enfermedad -utiliza aquí la OMS los dos términos prácticamente sinónimos en la lengua del Imperio para referirse a la enfermedad “disease”, propiamente sajón, e “infirmity”, de origen latino)”. 
 

Según esta definición, efectivamente estamos sufriendo una nueva enfermedad de difusión universal que es el miedo al bicho, a la plaga, a la peste: a que lo tengamos dentro sin síntomas aparentes. Y lo tenemos bien metido. Ya se encargan los gobiernos y sus autoridades sanitarias, con la OMS a la cabeza, de hacernos la vida imposible aterrorizándonos a todas horas con sus noticias de nuevos brotes, repuntes, olas, casos, contagios... en el universo mundo. 
 
¿Cuál es la nueva enfermedad que se ha propagando por todo el mundo? Actualmente es la creencia, falsa como todas, de que somos enfermos en potencia y que que podemos contagiar a los demás, aunque no tengamos ninguna evidencia sintomática. Somos según la prueba de PCR positivos de hecho o, si resultamos negativos, somos positivos en potencia. Pero no. Somos, en realidad, negativos: no negacionistas: negadores de la enfermedad y de la salud, las dos caras de la misma moneda, que es la vida humana, que pretende administrar dicha Organización Mundial. Podemos portar virus coronados, pero no transmitirlos.