Me escribe un tal Íker, al que no conozco, y me cuenta lo siguiente:
“Quisiera algo de luz, porque no se qué va a ser de mí ni de mi vida. Quisiera tener fe, pero no la tengo. Tengo la sensación de que ni psicólogos, ni psiquiatras, ni fármacos van a ayudarme a salir de este pozo sin fondo en el que me hundo. Que lo único que me queda es esperar a estar lo suficientemente desesperado como para dar el paso de quitarme la vida. ¿Hay salida?”
Querido Íker: Hay una salida muy sencilla, que consiste en decir que no a todo, como haces tú con psicólogos, psiquiatras y fármacos. Dices que no tienes fe, pero sí la tienes: tienes fe en la posibilidad de quitarte la vida, como esos 4003 españoles que según el Instituto Nacional de Estadística se suicidaron a lo largo del año 2021, a razón de once al día, un dato alarmante donde los haya y que parece no preocupar mucho a nuestro gobierno, más interesado en luchar contra la violencia machista que se tradujo en los 48 feminicidios que hubo ese mismo año 2021, o los 49 que hubo el año pasado.
Pierde esos restos de fe que te quedan, amigo Íker, en la muerte y el suicidio. No pases a ser un número más engrosando la cifra esa de casi cuatro mil casos de suicidios que hay al año en el desdichado Reino de España.
Permíteme que te cite un epigrama de Marcial, que es un pequeño poema digno de esculpirse sobre una lápida fúnebre, un dístico elegíaco que consta solo de dos versos, un hexámetro y un pentámetro dactílicos, que decía así en su versión original en latín: hostem cum fugeret, se Fannius ipse peremit. // hic, rogo, non furor est / ne moriare mori? Te lo traduzco porque esos latines probablemente no te digan gran cosa: Fanio, por huir de enemigo, se dio a sí mismo la muerte. // ¿No es, digo yo, demencial / por no morirse morir? Y donde dice "Fanio" no pienses en el nombre propio de un personaje histórico de alguien que fue acusado por Tiberio y
condenado por haber conspirado contra el emperador Augusto, sino en ti mismo: Fanio es cualquiera, por ejemplo tú mismo. Y el enemigo ese ese pozo sin fondo del que hablas metafóricamente en el que sientes que has caído o que sigues cayendo como en una pesadilla sin cesar.
Y te doy la versión de don Manuel de Salinas, que lo tradujo con una afortunada redondilla donde
reprueba la muerte voluntaria y estoica de Fanio, Fanio, ansioso por huir, /
del que su muerte procura
/ se mató. ¿No es gran locura /
matarse por no morir? Y te doy también la versión de Quevedo: Matóse Fanio al huir / de su enemigo el rigor. /
Pregunto yo: ¿No es furor /
matarse por no morir?
No hay salvación, muchacho, ni falta que hace que la haya porque tampoco hay ninguna condena. No hay ninguna salida porque tampoco hay ninguna entrada ni ningún pozo sin fondo o túnel del que no se ve la luz al final, porque tampoco hay principio ni fin: no hay un adentro y un afuera: lo de dentro es lo de fuera y lo de fuera es lo de dentro.
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