martes, 4 de abril de 2023

Inapropiado David

    La prensa estadounidense dio a conocer la semana pasada la dimisión de la maestra Hope Carrasquilla, en un colegio de Tallahassee, la capital de Florida, por haber mostrado la célebre escultura del David de Miguel Ángel, realizada en 1504, que se expone en la Galería de la Academía de Florencia, la capital de la Toscana, a alumnos de entre 11 y 12 años. 
 

 
    La maestra, que contaba con veinte años de experiencia a sus espaldas, recibió un ultimátum por parte de la dirección del centro, donde el desnudo renacentista causó pavor entre algunos padres que consideraron que la escultura de un desnudo integral masculino del imponente David era una obra pornográfica y obscena, y se movilizaron para denunciar a la profesora, lo que pone de relieve no tanto el exacerbado puritanismo de dichos padres, que sí, como su incultura que confunde, como decía Cela, el culo con las témporas. 
 
      El David de Miguel Ángel llegó a este pequeño edificio ubicado en via Ricasoli, construido para albergarlo a él, en 1872, con la intención de protegerlo respecto a su anterior ubicación, en Piazza della Signoria, donde se hallaba al aire libre en la calle a la vista de todos los florentinos (y florentinas) sin colas ni previo pago como ahora en el museo. Casi dos millones de turistas al año admiran hoy la corpulenta figura y expresión confiada del personaje bíblico que se enfrentó al gigante Goliath, al que mató de una pedrada con su honda, orgullo de la ciudad que acoge una belleza clásica que se ha impuesto en popularidad a otras representaciones, como la aniñada y delicada de Donatello o la austera de Verrocchio. 
 
 
    Siempre que he llevado alumnos a Florencia, hemos visitado, por supuesto, la Galería de la Academia y hemos contemplado el David de Miguel Ángel. Recuerdo entrañablemente a una profesora de filosofía que nos acompañó y que confesó que casi se desmaya y pierde el conocimiento ante al contemplar la escultura de Miguel Ángel tanto por delante como, sobre todo, por detrás, con su mármol blanco resplandeciente que resaltaba especialmente iluminado por la luz natural cenital que entraba por la bóveda superior. Fue, como declaró, la mayor experiencia estética de su vida. Sufrió, a su modo, el síndrome de Stendhal o de Florencia que, como reza la Güiquipedia, “puede catalogarse como una enfermedad (sic) psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, temblor, palpitaciones, vértigo y confusión cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando estas son consideradas extremadamente bellas.” Fue tal su conmoción que fue incapaz de tomar una sola fotografía, deslumbrada como quedó ante la visión no tanto de su sexo como de sus glúteos, como confesó. 
 
 
     A alguien se le ocurre la majadería de decir que el David es pornográfico, porque está desnudo, y como consecuencia se produce un escándalo monumental de proporciones internacionales que se politiza y que sirve para distraernos de lo que importa, y todo el mundo se pone a opinar como si no tuviera cosa mejor que hacer, confundiendo el arte con el erotismo y este con la pornografía.

1 comentario:

  1. La escultura del David resulta «pornográfica y obscena» y la contemplación de las producciones dinámicas de esa gran industria cinematográfica, ya sean tan sutiles, sensibles y llenas de suspense como cuando se secuestra, se tortura, y hasta se despedaza, con pasión sanguinaria, o la tan socorrida figura del asesino en serie, orgullo de la cultura estadounidense, parecen ser paradigmáticos modelos que conforman la decencia y religación social de esa extendida y mortífera pandemia que se extiende mediáticamente por todo occidente y más allá, sin que la tan avanzada investigación en neurociencias le dedique una mínima atención a esas 'configuraciones neuronales' tan características del progreso idiotizante.

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