91.- Un conocido actor profesional, cuyo nombre propio omito porque ningún antropónimo debería importarnos mucho, y porque lo que dice podría decirlo cualquiera que se dedicara a su oficio, confiesa que se hizo actor para poder huir de sí mismo... La ventaja de ser actor profesional o simple amateur del teatro es que podemos vivir otras vidas y descubrir en nuestras propias carnes lo absurdas y falsas que son y, de rechazo, descubrir también lo absurda y falsa que es la nuestra propia. Se hace patente así que no vivimos, que representamos, sin saberlo, un papel sobre las tablas en el teatro del mundo, un guion que está escrito y que, por lo tanto, no somos como creíamos, ay, los protagonistas de nuestra biografía, sino títeres, comparsas. Nuestra vida no es ni “nuestra” ni “vida”, porque ni somos tan nuestros ni estamos tan vivos como creíamos: 'esto no es vida', como reconoce la gente cuando deja que hable por su boca lo de dentro.
92.- Parafraseando al llorado Pierre Bourdieu, de bendita memoria: La producción económica no funciona si no genera entre los consumidores y contribuyentes, en primer término, la creencia en el valor de los productos económicos mismos, lo que testimonia el hecho de que el dinero destinado a crear la necesidad y publicidad de un objeto de consumo sea mayor a veces que el dedicado a la propia producción, y, además, la creencia en el valor de la producción misma, que pasa a considerarse una bendición, un negotium, que es lo contrario del otium, malinterpretándose éste como carencia de lo otro y enrevesándose el asunto: es el negotium, como muestra la etimología de las palabras, la negación del otium, el trabajo la carencia o privación del ocio, y no a la inversa.
93.- Si te defines como lo contrario de algo, estás siguiendo como modelo, mal que te pese, el patrón que querías evitar. De tanto fijarte en tu enemigo, acabas pareciéndote a él. Así, muchos heterodoxos se rebelan contra la ortodoxia establecida, y, una vez en el poder, hacen de su heterodoxia una nueva ortodoxia, instaurando una nueva casta y un nuevo dogma sangriento de fe.
94.- La semana laboral de 35 horas, el fin de semana de tres días, la seguridad social universal, la jubilación a los 60 años, el salario social a partir de la mayoría de edad a los 18 años, la paridad hombre-mujer... son conquistas sociales y medidas reformistas y, si se quiere, progresistas: contribuyen a “humanizar” el capitalismo, bastante inhumano, y, por lo tanto, no nos engañemos, a reforzarlo a fin de perpetuarlo.
95.- La tolerancia es una forma de control más efectiva que la censura del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, más que Torquemada. En efecto, el régimen actual lo tolera todo, a fin de controlarlo: hay libertad de expresión. Se puede decir cualquier cosa y en cualquier registro lingüístico, porque todo se reduce a opinión personal, incluso la voz de la razón, que, cuando por fortuna asoma, se silencia como un voto más, una opinión más en este sistema democrático de dominio. El hecho de que no haya un índice de libros prohibidos como antaño es la mejor manera de prohibirlos, esto es, de tenerlos alejados etimológicamente hablando, de las jóvenes generaciones, exorcizando su peligro.
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