Ni
las ciencias propiamente dichas ni pseudociencias como la astrología o
la homeopatía se sostienen sin el apoyo fundamental de la ciega fe que
las sustenta.
Las
urnas electorales son urnas fúnebres cinerarias de mariposas en cenizas
desatadas, parodiando a Góngora, o sea, sarcófagos carnívoros de votos e
ilusiones.
El Estado es el deus mathematicus que pretende que todos y cada uno seamos un número en la fosa común del olvido de un cadáver: carne dada a vermes y gusanos.
La
palabra "democracia" es un monstruo híbrido que funde y confunde dos
cosas incompatibles: demo, pueblo, y cracia, el poder que se establece y
se le impone.
Muerte
e inmortalidad no son cosas distintas, sino una y la misma cosa siempre
futura, siempre ajena y por lo tanto no mía, de la que carezco de
experiencia.
En
contra del trabajo asalariado que se hace por obligación y necesidad, y
a favor de lo que se hace por cariño y por la gracia de hacerlo, gratis et amore.
Si
en otros tiempos la religión era, al decir de Carlos Marx, el opio del
pueblo, hoy es la ciencia la que se ha convertido en la religión opiácea
del pueblo.
El
dinero es lo más real y falso que hay, lo más ideal y abstracto, lo que
sin ser ninguna cosa pretende valer por todas convirtiéndolas en
números contables.
Lejos
de darnos la felicidad o ayudarnos, al menos, a conseguirla, no nos
deja vivir y nos desvive y es la fuente de todas nuestras desgracias...
el dinero.
Al
revés del rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba, lo que
toca el vil metal tasándolo, comprándolo y vendiéndolo se torna en
mierda y excremento.
Hay
cosas que, independientemente del buen o mal uso que de ellas quiera
hacerse, son intrínsecamente perversas, y eso lo sabemos todos: no nos
engañemos.
Labor improbus I. -El trabajo mata: Lo dice un académico de la Escuela de Postgrado de Negocios de la Universidad de Stanford. Y tiene razón: cualquiera de nosotros lo atestigua.
Labor improbus II. -La capacidad nociva del trabajo consiste en reducir la vida a dinero, es decir a tiempo cronometrado en años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos.
Labor improbus III. -El trabajo mata no sólo a consecuencia de los llamados accidentes laborales, sino reduciendo la vida del trabajador una media de ocho horas diarias.
Labor improbus IV. -Trabajamos para ganarnos el pan, o sea, la vida, con el sudor de nuestra frente, según la maldición bíblica, y trabajando para ganarnos la vida la perdemos.
Labor improbus V. - La serpiente que se muerde la cola: trabajar para ganar dinero y poder disfrutar de la vida, de una vida que dejamos que se pierda so pena de ganárnosla.
Como Sísifo con su roca a cuestas día tras día, ejecutamos las mismas rutinas una y otra vez. Existimos, pero, además de existir, ¿estamos seguros de vivir?
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