Una
copla popular catalana hace de una de las maneras más graciosas que conozco la apología de la pereza,
invocándola como si fuera una Virgen o una Santa, con la consiguiente y
complementaria execración del trabajo asalariado. La
versión abreviada reza: «Santa Mandra gloriosa, | ens guardi de
treballar, | que els dies en són per lleure (variante jaure) | i la nit per descansar». Lo que viene a ser en castellano: “Santa Pereza gloriosa, líbranos
de trabajar; que los días son para el ocio (variante yacer) y la noche para descansar”.
La
versión más completa, por su parte, enumerando todos los días de la
semana reza así a modo de letanía: Santa Mandra Gloriosa, /
guardeu-nos de treballar, / que tinc un os a l’esquena / que no el
puc pas doblegar. / El dilluns no nés pas dia, / el dimarts per
descansar, / el dimecres per anar a fora, / el dijous per reposar, /
el divendres passen comptes / pel dissabte anar a cobrar. / El
diumenge, no cal dir-ho, / no és dia de treballar. / Santa Mandra
Gloriosa / guardeu-nos de treballar.
En
relación con esta copla, hay en catalán también una frase hecha muy
popular que se emplea como adjetivo sinónimo de gandul o haragán: “Feina-fuig,-mandra-no-ens-deixis”: Huye-trabajo,-pereza-no-nos-dejes. La “feina” es el trabajo. La
palabra procede del latín facienda: origen de nuestra hacienda, que viene a ser sinónimo de agenda, lo que hay que hacer por
obligación y no por devoción, es decir, los quehaceres, y está
emparentada con el castellano faena, porque la facienda es
siempre una faena.
La
mandra, por su parte, es palabra desusada en castellano, donde
significaba “majada donde se recogen los pastores”. Su origen es
griego: μάνδρα (mándra): redil, aprisco, de
donde
llegó al romance (italiano, catalán, castellano) a través del
latín. En
castellano Corominas recoge el adjetivo mandria, que entró en la
segunda mitad del siglo XVI, procedente del italiano con el
significado de “rebaño” y connotación despectiva de
“borreguil”. Y de ahí el uso castellano de “apocado, inútil y
de escaso o poco valor” y el uso aragonés como sinónimo de
holgazán y vago.
Frente
a la consideración católica de la pereza como uno de los siete pecados
capitales, alineado con la lujuria, la envidia, la gula, la ira, la
avaricia y la soberbia, reivindicamos aquí la figura intelectual del yerno de Karl Marx, Paul
Lafargue, y con permiso de sus Manes reclamamos, como él, no el derecho al trabajo que reivindicaba su suegro y los marxistas que han venido detrás, sino el derecho
humano elemental a la pereza, contra el trabajo asalariado que no es una
bendición de Dios, como cacareó una vez un Papa, sino una maldición,
como reza en la Biblia.
Acaso cuando les interesa no detienen la economía y esos trabajos de mierda o de alocada burocracia, sacando mientras tanto dinero de la nada el Banco Central de marras?.
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