lunes, 14 de abril de 2025

Lunes Santo, santo lunes

Hoy Lunes Santo no es el primer día de la Semana Santa, sino el segundo, dado que esta comenzó ayer Domingo de Ramos, día en que se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, y concluirá el Domingo de Resurrección. Durante toda esta Semana Santa tienen lugar procesiones en numerosos pueblos y ciudades de la curtida piel de toro de las Españas que pretenden recordarnos el sufrimiento de Cristo hasta su muerte y presunta resurrección. 
 
 
Las cofradías sacan sus vírgenes dolorosas, cristos crucificados y santos a procesionar en un acto que tiene mucho de folclore barato, que olvida el trasfondo del asunto, que es que la pasión de Cristo es también la de todo cristo, con minúscula, es decir la de cualquiera de nosotros, cristos de poca monta y mucha fe, que padecemos secularmente esta condena de imposición de la institución de la semana, subordinados al calendario y al cómputo hebdomadario del tiempo como si fuera una división “natural” -que no lo es- como podrían ser los días o soles, los meses o lunas, las estaciones o los años.
 
Según la DGT durante la Operación Especial del año pasado por estas sacrosantas fechas se produjeron, huyendo trabajosa- y masivamente en pos del ocio vacacional,  quince millones y pico de desplazamientos de largo recorrido de la ceca a la meca por esas carreteras y autopistas o autovías de Dios en los que fallecieron 28 personas en 25 siniestros mortales de tráfico rodado.
 
 
Los evangelios relatan algunos hechos memorables que conviene recordar en la celebración de la Semana Santa como el episodio de la purificación del templo de Jerusalén consistente en la expulsión de los mercaderes a latigazo limpio. Leamos el evangelio de Marcos 11, 15-17: “Y llegan a Jerusalén. Y cuando entró en el Templo empezó a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y los taburetes de los que vendían las palomas; y no permitía que alguien trasladase cosas atravesando por el Templo; y enseñaba y les decía: “¿No está escrito: Mi casa se llamará casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de bandidos”. 
 
Lunes Santo, El Greco (1600)  

Hemos de imaginar, remontándonos veinte siglos atrás, que durante la pascua judía, una marea humana inundaba Jerusalén y alrededores. El templo era el objetivo de la peregrinación, ese templo sobre el que Jesús profetizó que no quedaría piedra sobre piedra que no fuera derribada. 

De las palabras que a Jesús le atribuye el evangelista se deduce que los avispados mercaderes aprovechaban la masiva afluencia de gentes para montar sus chiringuitos y tenderetes en los que se vendía y se compraba (palomas para sacrificios por ejemplo) y se cambiaba dinero, para poder sacar beneficio económico de la celebración de la pascua. 

Los cambistas de los que habla el texto desempeñaban una función esencial. Eran una herramienta financiera que funcionaba como oficina de cambio de divisas, pero también podía ser prestamista y depósito, es decir, un mal ¿necesario?, no vamos calificarlo de 'necesario' porque al hacerlo así estaríamos corroborando la necesidad del mal-, igual que los bancos actuales, por lo que Jesús los considera impuros. Para él, sin duda, el templo debe ser, ante todo, un lugar de oración, consagrado a Dios, Nuestro Señor, por lo que el comercio desvirtuaba su razón de ser.  
 
Expulsión de los mercaderes del templo, G. P. Panini (1724)
 
En conclusión, al “limpiar” el Templo, Jesús denunció el hecho de que el lugar más sagrado de la religión que practicaba, que era el judaísmo, pues él, huelga decirlo, no era cristiano sino judío, se utilizaba incorrectamente, lo que no significaba el rechazo del templo como tal, sino su consagración a Mammón, es decir, al Dinero. Recordemos que según él no se podía servir a la vez a dos amos. Hace veinte siglos todavía era posible quizá diferenciar a estos dos amos: a Dios, por un lado, y a Mammón por el otro, cosa que hoy día sería imposible porque se ha revelado que eran al fin y a la postre el mismo déspota y Señor. 

La "limpieza" del templo, convertido en una cueva de bandidos, cuya destrucción profetizó Jesús, como queda dicho, desató sin duda la ira de las autoridades judías y fue el detonante que condujo en último término a su tortura y ejecución, dado que había atacado, como revolucionario religioso, como escribe Antonio Piñero en La verdadera historia de la Pasión según la Investigación y el Estudio Histórico (EDAF 2008) "el centro más sólido del poder político y económico de la aristocracia sacerdotal judía".  

domingo, 13 de abril de 2025

Otra canción de Anacreonte

La poesía lírica, como indica su nombre, nació para ser cantada con el acompañamiento musical de la lira, cuyo descubrimiento según la leyenda le debemos a Hermes/Mercurio, quien con el caparazón de una tortuga y unas cuerdas fabricadas con los intestinos de unos bueyes que había sacrificado construyó la primera lira, un instrumento que a diferencia de los de viento le permite al músico cantar a la vez que interpreta la melodía.
 

El prototipo mitológico, sin embargo, del músico/poeta, aparte de Apolo, claro está, no será Hermes/Mercurio, sino Orfeo, que conseguirá con su música no sólo amansar a las fieras del bosque y hechizar a toda la naturaleza, incluso a los seres inertes, sino también hacer revivir a los muertos, pues con su melódica lira aplacará a Hades/Plutón en su descenso a los infiernos en pos de su amada Eurídice. Esta leyenda nos habla del inmenso poder de la música entendida como conjunción de voz que canta y melodía que acompaña a esa voz, capaz de resucitar a los muertos. 

Pero ¿qué es lo que cantan los poetas? Ya lo dijo Machado: "Y te enviaré mi canción: / Se canta lo que se pierde,  / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón". El poeta canta siempre lo que ha perdido, es decir, el amor, la vida, el tiempo, todo aquello en suma que no volverá, y que, al cantarlo, de alguna manera recupera y nos lo regala.

La letra de la canción entra dentro de lo que se ha dado en llamar la musa pederástica, un tema frecuente en la lírica griega que hoy repugna a la moral y a la mentalidad modernas pero que en la antigüedad constituía un tópico literario: es un poema dedicado a un jovencito, un niño o efebo -que está en la hebe o flor de la edad, literalmente-, del que el poeta está enamorado, pero que no le corresponde porque ni siquiera es consciente del amor que despierta en un adulto de su mismo sexo.


Anacreonte nació en Teos y vivió en entre los siglos VI y V antes de Cristo. Polícrates, el tirano de Samos, lo llamó a su corte, y se convirtió allí en un poeta áulico que celebraba el vino, las heteras y los bellos muchachos, dando alegría a los banquetes con canciones un tanto frívolas de vino y amor.

 Anacreonte, Eugène Guillaume (1885), Museo de Orsay (París)

Séneca, el filósofo de origen cordobés, nos ha transmitido dos adjetivos referidos a Anacreonte, que han configurado su leyenda: libidinosus y ebriosus, es decir, amigo de los placeres de la carne y de la bebida. Cierto es que, a juzgar por los pocos versos que nos han quedado de él, Anacreonte celebra a Dioniso, el dios del vino, pero el suyo es un vino amable, rebajado con agua y bebido con compostura y moderación, no como los bárbaros que lo trasegaban sin mezcla y sin mesura. También es el poeta de Eros, es decir, del Amor, un amor no menos amable,  que unas veces se dirige a efebos generalmente afeminados o andróginos  y otras a mujeres, como el célebre poema dedicado a una muchacha tracia a la que denomina "potrilla" y a la que le dice, no sin cierta petulancia, como comenta el maestro Adrados, que "él, aunque viejo, sabrá domarla y cabalgarla, con alusión sexual bien clara".

Platón pone en boca de Sócrates en el Cármides: "Pues a mí más o menos los que están en la flor de la edad se me antojan hermosos todos". No sabemos en el caso de Sócrates si se refiere a una hermosura física o, no menos probable, a una belleza espiritual motivada porque al ser jóvenes todavía no han entrado por el aro de la sociedad adulta, o, lo más probable en su caso, a ambas cosas a la vez.

Este tema de la musa pederástica, frecuente en la lírica griega antigua, ha sido abordado rara pero alguna vez por la literatura posterior.  La atracción de tipo homosexual que siente un hombre maduro y entrado en años por un efebo, sobre todo cuando resulta un tanto ambiguo o hermafrodita, ha sido tratada -se me ocurre ahora a bote pronto- en la novela de Thomas Mann  Muerte en Venecia, que fue llevada a la gran pantalla magistralmente por el director de cine italiano Lucchino Visconti.

 Fotograma de la película Muerte en Venecia de Visconti

He aquí la canción de Anacreonte en versión original:
ὦ παῖ παρθένιον βλέπων, 
δίζημαί σε, σὺ δ᾿ οὐ κλύεις,  
οὐκ εἰδὼς ὅτι τῆς ἐμῆς  
ψυχῆς ἡνιοχεύεις.
 
La traducción en prosa de Rodríguez Adrados del original griego de  dice lo siguiente: Oh muchacho que miras igual que una doncella, te estoy buscando y tú no me haces caso porque no sabes que eres el auriga de mi alma. 

El poema comienza con una apelación "o pai"; "pai" es, en efecto, el vocativo de la raíz "paid", que ha perdido la consonante dental en posición final de palabra y que significa "niño", y que hemos heredado en castellano vía latín "paed" -el diptongo griego "ai" evoluciona a "ae" cuando pasa al latín, y del latín al castellano a "e"- en la forma ped- que encontramos en el nombre del médico de los niños (ped-iatra),  en el nombre del que siente atracción sexual por los niños (ped-erasta, ped-ó-filo), en el nombre de la propia educación, que los griegos denominaban "paideia", y que nosotros conservamos en la palabra que significa educación en círculo o global (en-ciclo-pedia), y en la corrección de las malformaciones del cuerpo humano (orto-pedia),  en  la enseñanza que nos prepara para una disciplina (pro-pedéutica), en el nombre del guía o conductor de los niños, que en su origen era un esclavo encargado de llevarlos literalmente al colegio (ped-agogo), de donde ha salido también el préstamo italiano "pedante", nombre en principio del soldado de a pie, y después del acompañante del niño al colegio. Resulta curioso, a propósito de esta última palabra pedagogo, si la comparamos con demagogo, cómo el nombre del guía o conductor del pueblo, "demo" en griego, que es dem-agogo se ha cargado de connotación negativa, frente a la carga positiva que tiene entre nosotros el pedagogo (a pesar del dicho de Mairena de que sólo hubo un pedagogo en el mundo y se llamaba Herodes).

El adjetivo "parthenion", que significa "virginal, relativo a una virgen", nos lleva enseguida al nombre del templo de la Virgen Atenea en la acrópolis de Atenas, el Partenón, y a la partenogénesis (modo de reproducción de algunos animales y plantas, que consiste en la formación de un nuevo ser por división reiterada de células sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos, según el libro gordo de la Real Academia Española de la Lengua).
 
 
En el verso segundo tenemos la aparición del pronombre de segunda persona (se, en acusativo y sy, en nominativo, que corresponden a nuestro resto de declinación latina te/tú) y la negación griega "ou", que se pronuncia "u", y que la tenemos en la palabra u-topía, que es el nombre de lo que no tiene lugar, pero que no por ello es imposible, como creen algunos, sino precisamente por eso mismo muy posible.

En el verso tercero aparece el participio "eidós", que significa "sabiendo" y que nos lleva a una raíz muy fructífera en castellano y demás lenguas modernas "idea", que es el aspecto o apariencia, la visión y de ahí el conocimiento que tenemos  de las cosas.

Finalmente en el último verso tenemos la palabra "psyché", que conservamos en castellano bajo la forma "psico-" y "psíquico": de ahí los psicólogos, o expertos en la mente y alma humanos, y los psiquiatras, que son los médicos, y todos los derivados, tales como: psicotecnia, psicopatía, psicología, psicoanálisis, psicosomático, neuropsiquiatría, y psicopedagogía, por ejemplo.   

Doy aquí, además,  varias versiones rítmicas diferentes del mismo poema que tratan de reproducir en castellano, no sé si con buena o mala fortuna, la gracia de la música del original griego, como si se tratara de ocho variaciones sobre un mismo tema musical.

Niño de angelical visión, / te persigo y ni cuenta das, / sin ver tú de mi corazón /que manejas las riendas.

Doncel de ojos de virgen, voy / tras ti y no haces ni caso tú, /que no ves que de mi alma vas /gobernando las bridas.

Oh muchacho de ambigua faz, / te amo y sordo a mis ruegos vas /sin pensar que de mi pasión /tú conduces el carro.

Mozo tú de adamado ver, / te amo pero insensible tú /no comprendes que el rumbo vas /de mis pasos marcando.

Chico de virginal mirar, / yo te busco mas no lo ves, / porque ignoras que el timonel / eres tú de mi vida.

Niño dulce que miras, ay, / yo te sigo y me ignoras tú, / no sabiendo que de mi ser / llevas el gobernalle.

Zagal de ojos de niña, estoy / yo por ti, y ni te enteras tú, / que no sabes que de mi amor / eres único auriga.

Chaval de remirar gentil, / te amo y no me respondes tú / ignorando que sobre mí / eres tú el que cabalga.

Y esta es la versión en hendecasílabos blancos o sin rima que hace el poeta Víctor Botas en su poemario "Segunda mano" (1982), donde omite el vocativo "niño" o "muchacho" y, consiguientemente, la alusión homosexual explícita en Anacreonte:
 
Tú no sabes que llevas en las manos / las riendas de mi alma. De otro modo / nunca más volverías a mirarme / con esos ojos llenos de inocencia.

sábado, 12 de abril de 2025

'La espada se anuncia con vivo reflejo' (Rubén Darío)

Corría el año del Señor de 2010, y en el parlamento español el presidente del Partido ¿Popular? le había exigido al Presidente del Ejecutivo y del Partido ¿Socialista? ¿Obrero? Español que no se anduviera con medias tintas y que reconociera abiertamente y sin tapujos el carácter bélico de la misión de Afganistán a donde se habían enviado tropas españolas después de haberlas retirado pacíficamente de Iraq.
 
Un diputado que se sentaba en el banco azul de las cortes españolas, o sea, en el del gobierno, y que era además el portavoz parlamentario del ejecutivo pontificó que la palabra inglesa “war” no significaba “guerra”. Supongo que constará así en el libro de actas de las cortes españolas: «en la lógica del uso de la lengua inglesa la palabra guerra, 'war', se utiliza de manera polisémica», de lo que escribimos en su día en Llaman paz a la guerra.
 
 
Era su manera no poco hipócrita de explicar lo que sucedía entonces en Afganistán, que no era una guerra ni un conflicto bélico, ni siquiera un campo de batalla, sino algo distinto y relacionado con la política supuestamente pacifista de su jefe de Gobierno, que había sacado las tropas españolas de Iraq y las había llevado a Afganistán, como nos recuerdan aquellos versos que compusimos: El Ministro de Defensa /  o, en honor de la verdad, / propiamente, de la Guerra, / que es la realidad, / del reyno de las Españas, / retira tropas de Iraq / que, acto seguido, destina / al frente de Afganistán. 
 
La rebuscada explicación que daba aquel mastuerzo era que la palabra anglosajona «war» era polisémica Argumentaba que un inglés podía decir tranquilamente guerra contra el crimen o guerra contra el cáncer o contra el terrorismo o contra el narcotráfico o contra el cambio climático, por ponernos a la última, porque ellos tenían la suerte de tener una palabra polisémica, como si nuestra «guerra» no lo fuera en los mismos casos. 
 
El entonces presidente de los Estados Unidos de América hablaba abiertamente de "war in Afganistan", pero eso no tenía la mínima importancia porque esa palabra, en boca de cualquier hablante anglosajón, no significaba lo mismo que nuestra "guerra". Muchos diputados y diputadas ponían cara de no dar crédito a lo que oían, pero guardaban silencio. El portavoz del gobierno español insistía en que aquello era "una misión de paz de la ONU", que podía tener muchísimos riesgos, a veces muchísimos más que una mera guerra de ocupación.  
 
 
En esto de las guerras hay siempre camuflaje (de guerra), por eso en Vietnam nunca hubo una guerra propiamente dicha, sino una intervención. ¿Cuántos eufemismos no habrá para enmascarar la palabra guerra? En la lengua del Imperio se han utilizado también “police action” y “conflict”, intencionadamente, con la finalidad de evitar el uso de “war” por razón de que es el Congreso el único órgano capaz de declarar estado de guerra bajo la Constitución estadounidense, y proclamando que es un conflicto evitamos la declaración de guerra parlamentaria.  
 
El a la sazón presidente estadounidense tenía que cumplir sus promesas electorales de terminar de "democratizar" –miedo daba esa palabra en sus labios- Afganistán, y continuar con el plan estratégico de dominación de anteriores administraciones yanquis, ya que él, que no deja de ser un mandado como cualquiera de nosotros, no puede hacer otra cosa que no sea lo que ya está hecho.  
 
Cuando se le anunció la concesión del Premio Nobel de la Paz, declaró que entendía la concesión de dicho galardón "como una llamada a la acción". Ya está claro a qué se refería con lo de la “acción”, a lo mismo que cuando se dice de una película que tiene "acción". He aquí pues la acción prometida: el envío de treinta mil soldados más -a morir y/o a matar- al frente de Afganistán.    
 
 
En su discurso con motivo de la aceptación del galardón, desenterró el fetiche dialéctico de la guerra "justa", que es el mismo que utilizan los terroristas enemigos del sistema y que denominan "guerra santa" porque la justificación de su guerra es religiosa, mientras que la del emperador democráticamente electo es una cruzada laica, y postmoderna, en nombre de la democracia, la libertad (de mercado), los valores occidentales y blablablá.   
 
Por lo menos, una cosa había que agradecerle al Premio Nobel de la Paz del año del Señor de 2009: que hubiera llamado a las cosas por su nombre y reconocido que su país estaba embarcado en dos guerras ("wars", en el idioma del Imperio), y no hubiera utilizado los eufemismos con los que nos maquillan la realidad aquí los políticos del Ruedo Ibérico, para que no nos enteremos de qué va la cosa, de "misiones humanitarias de paz" , "conflictos bélicos" y demás zarandajas y engañabobos.   
 
Digámoslo de una vez por todas: la yihad de los unos y la guerra "justa" de los otros es la misma cosa.

viernes, 11 de abril de 2025

Parada de postas

¡Piense en su futuro, la muerte, y hágase un buen seguro de decesos que alivie a sus deudos del estrés financiero y emocional que supone un servicio funerario!
 
 ¿Cómo puede ser que haya alguien o algo que sea siempre lo que es y que tenga una identidad definida e idéntica, si todo cambia en este mundo y nada permanece? 
 
 Una conocida marca de automóviles reconoce que el futuro no es el coche eléctrico, que deja de fabricar, sino el tanque, y se pone a producir carros de combate.
 
¡Trabajadores del mundo, no trabajéis más, dejad vuestros puestos de trabajo y de darle cuerda al reloj del orden establecido, y olvidad de paso el calendario! 
 
 ¡Viaje a Tecoluca (El Salvador) y visite su nueva atracción turística: el centro penitenciario de máxima seguridad, donde los presos no salen nunca al exterior!
 
 
 La Junta de Andalucía promueve que se arranquen olivares en Jaén para instalar en su lugar paneles solares, que se consideran más ecológicos que los olivos. 
 
 No le deseo a nadie nada malo, líbreme Dios, por lo que -gloso mi deseo- no le deseo a nadie una identidad personal real ni digital, ni desde luego nacional. 
 
No buscamos en los medios de comunicación que informen de lo que nos pasa, sino que confirmen lo que nosotros creemos que pasa. ¿Información? No: confirmación.
 
 Cuando yo era niño se decía que, si llegaban a gobernar las mujeres algún día, otro gallo cantaría bajo su matriarcado; llegado el día, se reveló como falso.

  El negocio de la vivienda asegura la vivienda del negocio: la bajada de alquileres no es el fin del alquiler ni de la propiedad y la especulación inmobiliaria.

  Cierto que el dinero metálico, físico o efectivo tiene un uso más libre que el digital, pero la libertad del uso del dinero no nos hace más libres a nosotros. 
 
 Adapto el verso “Pues libre no hay ninguno salvo el propio Zeus” del Prometeo Encadenado de Ésquilo así: “Pues libre no hay ni Dios”, en mi libérrima versión.
   
  La enseñanza pública, convertida en educación de buenos modales y adoctrinamiento en valores políticos, se ve por ese mismo procedimiento privada de calidad
 
Nefelíbatas o practicantes de acrobáticas nefelibacias somos todos en la realidad virtual, ajenos a la tierra, caminando por la nube en el reyno de los cielos. 
 
Nos hipnotizan, mesmerizados ante las pantallas, viendo vídeo tras vídeo, serie tras serie, a fin de entretenernos, de distraernos y, sobre todo, de abducirnos.
 
 

jueves, 10 de abril de 2025

Pareceres LXXII

351.- Damoclés. La espada de Damoclés en dialecto dórico, Democlés en jónico, manteniendo en ambos casos la acentuación original aguda griega, es un nombre propio parlante que significa “gloria del pueblo”. Cuando este personaje, que envidiaba el poder del tirano Dioniso de Siracusa, y que era un cortesano adulador, se sentó en el trono por invitación del tirano "para ver lo que se sentía" y vio la espada que colgaba amenazante sobre su cabeza, comprendió enseguida que la gloria del pueblo que significa su nombre propio era el alejamiento del poder, del trono que había ocupado él, como representante democrático del pueblo inscrito en su nombre propio, en el puesto del tirano. Hizo realidad su sueño más querido: vivir como un rey emérito, sin que le faltara de nada. Pero en medio de tanta abundancia, no podía faltarle el miedo a la muerte. Porque la espada es la amenaza de la futura muerte que está siempre presente. Por aquello que cantaba Facundo Cabral: "Cosa extraña el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere". El pueblo no acierta a vivir, no sabe o no puede hacerlo, pero sin embargo es lo que desea, por eso no quiere morir.   

352.- Armas de destrucción masiva. Hace veintidós años se argumentaba que Iraq disponía de armas de destrucción masiva ocultas en el desierto, lo que sirvió como pretexto para que una coalición de países entre los que se encontraba el Reyno de España, liderados por los Estados Unidos, invadiera el país y derrocara al sátrapa mesopotámico Sadán Juseín. Las supuestas armas de destrucción masiva no aparecieron nunca. Habían sido solo un pretexto para la invasión y para la guerra. Hoy dicen que el peligro es Rusia, que quiere invadir Europa como ha hecho en Ucrania, por lo que es nuestro enemigo: justifican así la guerra, se habla incluso de volver al reclutamiento obligatorio, la conocida en España como 'puta mili', y de enviar tropas y aumentar el gasto en la industria militar. La poca gente que quede no influida por los medios de masificación, ante esta coyuntura, solo sabe decir que no está ni con Ucrania, ni con Rusia, ni con los Estados Unidos, ni con los engendros de la Unión Europea o de la OTAN, que son nombres propios de Estados o de coaliciones estatales. La gente está con la gente, con los pueblos, y no con los gobiernos y los políticos y los medios de masificación a su servicio y su propaganda de guerra.
 
 
353.- Comités de expertos. Siempre que nos citan autoridades competentes tales como expertos, científicos, estudios revisados por pares, publicaciones especializadas, investigaciones universitarias, datos -ojo al dato-, modelos predictivos como sujetos de verbos tales como creen, consideran, opinan, predicen, sugieren, muestran, descubren... están diciéndonos que no hay ninguna evidencia de cuanto dicen, y que nosotros necesitamos autoridades en la materia para que nos digan lo que debemos pensar. 
 
 
354.- ¿Puede haber sociedad sin Estado? Me manda un antiguo alumno que estudia ahora ciencias políticas y sociología o algo así un ensayo, que es su trabajo de fin de máster, para que se lo corrija. Se pregunta si puede haber una sociedad sin estado, y cita la autoridad de Aristóteles que dijo que el hombre era un animal social o político, y eso quiere decir que vive en la polis, que es el Estado, donde se establecen relaciones sociales y políticas: el Estado nace como una asociación política que persigue el bien de sus asociados. Concluye que es necesario el Estado como regulador del orden y además como garante de los derechos para la sociedad moderna, de lo contrario considero se generaría el caos y muy seguramente imperaría la guerra desmedida y sin control del mas fuerte sobre el más débil. Por tanto no puede haber sociedad sin estado dado que para conservar una sociedad en orden, paz y seguridad, es decir para que la sociedad exista, es necesario que el Estado asuma el “monopolio de la fuerza y de la ley a fin de garantizar derechos y seguridad a la población, para lo cual también necesario contar con armas, leyes y gobierno” , tal como lo describe Max Webber. Después de la corrección que le he hecho de algunas erratas y ortografía y expresión, le comento que sociedad con Estado es lo que hay, y que por eso mismo no puede haberlo (porque es lo que hay), y porque el Estado es la muerte u organización de la sociedad. 
 
 355.- Animales de compañía: Según una ley del Reyno de las Españas que es la núm. 7/2023 de 28 de marzo sobre protección de los derechos y bienestar animal, se impone un sistema de identificación obligatoria para gatos. ¿Quién le pone el cascabel, en este caso el microchip, al gato? El veterinario. El microchip debe implantarse en los primeros meses de vida del animal para acreditar quién es su dueño y que él es una cosa, no un ser vivo libre. La ley establece que el plazo límite para realizar este procedimiento es de tres meses desde el nacimiento del gato, aunque podría extenderse en algunos casos hasta los seis meses. Si este periodo se supera sin que se haya colocado el microchip, el propietario podría enfrentarse a una sanción administrativa grave que podría alcanzar los doscientos mil euros (!?). Justifica el gobierno central la medida porque ve necesario que se unifiquen criterios que hasta ahora dependían de cada comunidad autónoma, reino de taifa o estatículo. ¿Quedará algún gato callejero? Tengo (si no son ellos los que me tienen a mí) dos, una gata tuerta, y uno que recogí, que llevé al veterinario, lo castraron y microchipearon, aplicándole la ley de seguridad animal. Viene el microchip a sustituir el lazo afectivo que podría establecerse entre el animal y su “dueño”. El animal no es libre ni salvaje. El microchip acredita quién es su dueño, es decir que no es un ser vivo y libre, sino una posesión, como las gallinas, que también van a ser censadas si Dios no lo remedia.
 

miércoles, 9 de abril de 2025

Hélena de Troya, libre de culpa, pecado y responsabilidad.

Gorgias en su opúsculo Encomio de Hélena, que puede leerse aquí mismo, no hace una alabanza encarecida o elogio, como el título indica, sino, más que eso, una auténtica apología o discurso de defensa no sólo judicial sino también moral de una mujer a la que declara inocente e irresponsable de los actos que se le imputan. 

Según la tradición, Hélena fue una mujer fatal, una adúltera legendaria que provocó una desastrosa guerra mundial, la guerra de Troya, abandonando a su esposo Menelao, el rey de Esparta, y fugándose con el apuesto príncipe troyano Alejandro Paris,  si no fue raptada por aquél. 

Para Gorgias, sin embargo, no es culpable de adulterio ni responsable tampoco de haber provocado dicha primera guerra mundial de nuestro mundo. Poetas como Estesícoro y Eurípides habían intentando desmitificar a Hélena de Troya diciendo que nunca había ido a Troya. Pero Gorgias, partiendo de la verdad homérica tradicional, que no cuestiona, va a hacer algo mucho más subversivo que eso, va a desresponsabilizar, por así decirlo, a la bellísima hija de Leda. 

Aunque no sepamos lo que sucedió exactamente entre Hélena y Alejandro, si hubo un secuestro, como querían los griegos, o se trató de una fuga, como argumentaban los troyanos, que la aceptaron en sus murallas dándole asilo, es posible afirmar una cosa con certeza: Hélena es inocente. No es una petición de principio, sino una conclusión lógica y racional que se desprende del razonamiento de Gorgias. 
 

La desresponsabilización de Hélena se lleva a cabo de cuatro formas: la primera, culpabilizando a los dioses y al destino, culpar a los dioses es una manera de declararla a ella inocente; la segunda, inculpando al raptor, porque si se trata de un rapto, ella sería una víctima; la tercera, si fue persuadida o, si se prefiere, engañada por la palabra y la razón, por el lenguaje, que como afirma Gorgias λόγος δυνάστης μέγας ἐστίν, es un gran señor, una poderosa fuerza, también es inocente en este caso, porque el que habla propone una representación del mundo que el oyente asume, llegando a ver la realidad bajo un nuevo prisma; la cuarta, por la irresistible pasión de Eros, es decir, por la fuerza del amor, que también es un dios que arrebata a mortales e inmortales. 

De cualquier manera, Hélena fue a Troya contra su voluntad, por lo que, de ninguna forma, es judicial- ni moralmente responsable, y, si no es culpable, resulta que es, en buena lógica, inocente tras el análisis racional de los motivos de su conducta. 

El comportamiento de Hélena sería un caso paradigmático de cualquier conducta humana, simplemente como tal, y su resultado sería que nadie es moralmente responsable de nada en absoluto. Y si la argumentación de Gorgias absuelve a Hélena también exculparía, por ejemplo, a su raptor Alejandro, admitiendo que ella fue secuestrada por él, ya que el príncipe troyano habría obrado también movido por la fuerza irrefrenable de la pasión amorosa, y no sería responsable de su conducta tampoco. 

Y si el argumento disculpa la conducta de los dos amantes, también nos absuelve de paso a todos nosotros piadosamente. Nadie sería moralmente culpable de nada porque nadie hace mal a conciencia, voluntariamente. 

 
Hélena de Troya, Gustave Moreau 

Si la argumentación de Gorgias es sólida, y parece que lo es, debe ser válido para todos los agentes humanos y para todas sus acciones el principio socrático de que οὐδείς ἑκὼν ἐξαμαρτάνει, nadie hace mal a sabiendas,  que se tradujo al latín como nemo sponte sua peccat -donde hay que entender el “peccat” en el sentido amplio que va de la equivocación al delito que tenía en la lengua de Virgilio, y no en el cristiano y restringido de pecado-: nadie es nunca culpable de nada ni responsable de sus actos, por lo que, de alguna manera, está declarando inocente y libre de toda culpa, pecado y responsabilidad jurídica y moral a toda la humanidad. 

Todos somos inocentes al fin y a la postre, lo que no quiere decir que todo el mundo sea bueno, sino que si hay alguien malvado es por ignorancia: nemo uolens malus est

Gorgias, aunque escribió su panegírico de Hélena hace casi dos mil quinientos años, se muestra aquí como si fuera un autor contemporáneo, es decir, como todo un clásico, un muerto que está bien vivo todavía, y que nos hace revisar nuestras apolilladas ideas sobre la libertad humana, el libre albedrío y la responsabilidad moral de nuestras acciones, y replantearnos estos grandilocuentes conceptos, de los que tendríamos que admitir unas versiones mucho más restringidas de las que tenemos, pues viene a decirnos que somos susceptibles de manipulación, cosa que sabemos muy bien nosotros, que sufrimos la moderna propaganda y el lavado de cerebro bajo el poder de las imágenes y las palabras. 


martes, 8 de abril de 2025

Guerra contra lo que sea (y II)

     Era el 16 de marzo del año del Señor de 2020 cuando el napoleón francés declaraba seis veces durante su discurso televisado desde el Palacio del Elíseo: “¡Estamos en guerra!”. Su homólogo hispano cacareó lo mismo entonces y lo ha vuelto a cacarear hace un mes: “Todavía estamos en guerra”, aunque no se refería ya a la crisis de la enfermedad del virus coronado, sino a la que ha venido a sustituir a aquella dentro de la sociedad del espectáculo en nuestras mentes y pantallas. 

 
 
    En febrero de 2022, esta retórica marcial, inicialmente motivada por la crisis sanitaria, había pivotado hacia un discurso frontal- y expresamente militar, beligerante. El gerifalte francés convertía la operación rusa en Ucrania en una amenaza geopolítica - ¡cómo les gusta este palabro!- y, recientemente, durante una conferencia en París que reunía a veinte dirigentes europeos, mencionó el posible envío de tropas al frente de combate. Ha argumentado, si a eso puede llamársele argumentar, que Rusia representaba "una amenaza existencial" para Europa, y propone en francés como solución a ese problema la guerre como un fin inevitable, lógico e incluso legítimo porque se supone que los europeos actuaríamos en defensa de nuestra propia identidad internacional o continental, en defensa propia.
 
    La alineación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es un eje central de esta estrategia. Por eso la consejera teutona abogaba ante sus vasallos por una "defensa europea" integrada en la Alianza, lo que se traducía en la propuesta de 850.000 millones de euros, se supone que digitales ya a estas alturas, para la puesta en marcha del plan REARM Europe, cuando lo más sensato, habida cuenta de que, como dice el vulgo las armas, las carga el diablo, y una vez cargadas hay que descargarlas descerrajando tiros a trochemoche, sería renunciar a rearmar Europa y comenzar a desarmarla efectivamente, no invirtiendo en guerras sanitarias, que perjudican la salud y solo benefician a la industria farmacéutica, ni en guerras militares propiamente dichas que también perjudican, y mucho, a la salud, y solo interesan a la industria armamentista, celosa de la otra.
 
      Esto llega en un momento en que la lógica y el sentido común, esos valores y nociones que son esencialmente populares, dictan a cualquier persona sensata que nada, absolutamente nada justifica ni esta ni ninguna otra guerra.
 
    Esgrimen la “amenaza rusa” tanto las izquierdas como las derechas como si los tanques rusos estuvieran a tiro de piedra de la Puerta de Alcalá y los misiles estuvieran apuntándonos.
 
    No es necesario recurrir a las encuestas, manipuladas siempre, porque toda encuesta es una manipulación, para conocer el rechazo categórico del pueblo a la guerra, y al envío de tropas a Ucrania. La guerra al virus se convirtió en el virus de la guerra a la mayor gloria de los intereses militares e industriales.
 

    Nunca se dejará de citar lo que Carl von Clausewitz escribió en "Sobre la guerra" (1832): "La guerra es la continuación de la política por otros medios". Esta máxima coincide plenamente con la realidad, con la terquedad de los capitostes europeos en militarizar su diplomacia, mientras continúan actuando institucionalmente contra la voluntad del soberano que, teóricamente al menos en democracia, es el pueblo. 
 
    Ahí lo tienen. Esa es la guerra contra lo que sea. No puede decirse más sencillamente. Pero, claro, puestos a hacer la guerra contra lo que sea, que nos hará exclamar  maudite soit la guerre et ses auteurs como en el memorial francés del monumento a los muertos de la primera mundial, por qué no empezamos por hacer la guerra contra lo que existe y pronunciamos aquella máxima revolucionaria y gloriosa de ¡abajo lo existente!, es decir, la guerra misma, y le declaramos la guerra a la propia guerra y a los que enarbolan banderas y enemigos imaginarios como el virus o los rusos.
 

lunes, 7 de abril de 2025

Guerra contra lo que sea (I)

    La guerra contra lo que sea no está destinada a ganarse, sino a perdurar en el tiempo de una u otra forma porque su vocación es ser interminable. Es la guerra que libra el Régimen, el Imperio, el Poder, el Sistema o el Estado contra sus propios súbditos, contra la gente normal y corriente, contra los de abajo. 
 
    ¿Para qué sirvió la gloriosa Revolución Francesa de 1789? Para que los "súbditos" dejaran de llamarse así y pasaran a denominarse "ciudadanos", otra etiqueta para nombrar lo mismo, otro collar para el mismo perro. No es que el súbdito se convirtiera por arte de magia en otra cosa distinta de la que fuera antes de la revolución, es que cambió de nombre. También sirvió para que te la estudies, hijo mío, para el examen de Ciencias Sociales de mañana.
 
    Quizá esta guerra de todos contra todos empezó en los albores de la humanidad, pero, viniendo a lo de hoy, la figura del enemigo se ha ido difuminando y ampliando y, si no se encuentra en la realidad, se realiza en la imaginación. Se trata de la invención del enemigo imaginario, que viene a ser la actualización del infantil amigo imaginario, como propone José Luis Rábago, alias El Roto, en su viñeta cotidiana de El Periódico Global(ista).
 
    Los avatares de este enemigo imaginario son múltiples. Recuerda, por ejemplo, cuando el enemigo era el terrorista. Recuerda la guerra contra el terrorismo, que amenazaba la libertad y la democracia occidentales, por lo que no hubo más remedio que declarar el estado de emergencia, la emergencia permanente, librando una guerra televisiva contra una nación de Oriente Medio cuyas inexistentes armas de destrucción masiva no representaban ninguna amenaza para nosotros pero eran un buen pretexto para iniciar una guerra de invasión. 
 
   ¿Se te ha olvidado ya la guerra contra el virus? En la primavera del año del Señor de 2020, el Régimen declaró un estado de emergencia sanitaria global en respuesta a un virus que tenía una tasa de letalidad prácticamente ridícula. El Régimen ordenó el confinamiento de todo el mundo, considerado enfermo asintomático o susceptible, obligó a todos a usar ridículas mascarillas quirúrgicas, bombardeó al público con propaganda y bulos monumentales, coaccionó a la gente para que se sometiera a una falsa vacuna salvífica, prohibió las protestas contra sus decretos y censuró y procesó sistemáticamente a quienes osaron cuestionar o criticar su programa totalitario. Era la guerra contra los negacionistas del virus coronado, los antivacunas, los teóricos de la conspiración y contra los terraplanistas.
 
 
    Y ahora... bueno, henos aquí llegados, después de la guerra no muy exitosa todavía, aunque persistente, contra el cambio climático. Ahora toca la guerra contra los inmigrantes ilegales, sin olvidar la guerra comercial siempre presente, que ha declarado ahora el Emperador electo por mayoría democrática, una guerra esta que no deja de ser una metáfora del capitalismo global. Pero en el fondo da igual el nombre que les pongamos a esta guerra y enemigos.  
 
    No podía, sin embargo, faltar el clásico, la guerra convencional contra los enemigos de carne y hueso, en este caso contra el feroz oso ruso. Ya puede detectarse el idéntico patrón. Es la guerra contra lo que sea, la guerra interminable, siempre la guerra, necesaria para alimentar el sistema de paz paodrida bajo el que vivimos y su afán totalitario. 
 
    Una vez acabada la Guerra Fría y muerto el comunismo, el capitalismo global no tiene adversarios externos, por lo que necesita inventar enemigos internos como los reseñados. Prueba de ello es la moderna pedagogía de Bruselas contra 'casos de guerra, nuevas pandemias, ciberataques masivos o desastres naturales'. Con ese enunciado conjura una serie de “emergencias”, cada una con una “amenaza” diferente a la “democracia”, o a la “libertad”, o a “Europa”, o al “planeta”, o lo que sea, cada una con sus propios endriagos particulares.
 
     Al Régimen o Sistema le da igual si nos identificamos con la izquierda, con la derecha o contra sus extremidades respectivas o -en el medio está la virtud- con el centro, pero necesita que nos incluyamos en alguna de esas categorías definitorias.  

     El presidente francés y su homólogo español, por ejemplo, aunque son de distinto signo político, coinciden en su postura frente a la guerra que aumenta los egos, infla los presupuestos y, sobre todo, desvía la atención de los verdaderos problemas internos causados por sus mismísimos gobiernos. La postura beligerante del presidente de la República Francesa y del Reino de las Españas se inscribe en una continuidad semántica iniciada por ellos mismos al inicio de la crisis de la covidiocia.
  

domingo, 6 de abril de 2025

La canción que cantaba Anacreonte

De Amaltea y su cuerno (1) yo

 no quisiera riquezas mil 

ni años ciento cincuenta ser 

faraón de Tartesos (2). 

 

1.- Amaltea era el nombre de la cabra que crio a Zeus con su leche, o, según otra versión, la ninfa que crio a Zeus con la leche de una cabra. En cualquier caso, la infancia del dios se desarrolló en una cueva del monte Ida en la isla de Creta, oculto de la ira de su padre, que devoraba a todos sus hijos recién nacidos porque sabía que uno de ellos estaba llamado a matarlo y sustituirlo.

Se cuenta que un día Zeus niño rompió sin querer  uno de los dos cuernos de la cabra manipulando sus fulminantes rayos con los que jugaba imprudentemente. Como recompensa, le confirió al cuerno roto el poder de otorgar al que lo poseyera todo lo que quisiera: de ahí surgió la leyenda de la cornucopia o cuerno de la abundancia, del que brotaban sin cesar todos los bienes que uno pudiera imaginar y desear en esta vida, y que a menudo se ha representado con copiosidad de frutas y flores. La cornucopia se convirtió enseguida en el símbolo de la diosa Fortuna, dadora de riqueza.

Zeus, como agradecimiento a la cabra que lo había amamantado y criado, subió su cuerno roto junto con la propia cabra a las estrellas, catasterizándola, es decir, convirtiéndola en un astro o, mejor dicho en una constelación, creando así de paso, como el que no quiere la cosa, el primer unicornio, y dando el nombre al signo del zodiaco de Capricornio, palabra compuesta que significa “el cuerno de la cabra”. 

Con la piel de esta cabra, una vez muerta,  se hizo Zeus su égida (del lat. aegis, -ĭdis, y este del gr. αγς, -δος, escudo o coraza de piel de cabra). La piel de la cabra Amaltea, adornada con la cabeza terrorífica de Medusa, constituye el arma defensiva o escudo, la protección de la divinidad. Con este sentido figurado se usa la palabra en castellano. Véase, por ejemplo, esta frase de la prensa escrita: "Allí se estableció Corea del Norte como una República comunista, bajó la égida de la Unión Soviética, mientras que Corea del Sur quedó bajo la órbita de Estados Unidos".

El cuadro de Tiépolo muestra al dios Neptuno ofreciéndole la cornucopia a la serenísima república de Venecia, reclinada sobre la testa del león que la simboliza.


Otra cornucopia es la que sostiene en su mano izquierda el dios-río Tigris, una escultura del siglo II de nuestra era, situada en el Capitolio, una de las siete colinas de Roma, a la que se le han añadido Rómulo, Remo y la loba capitolina, sobre los que reclina su brazo derecho, para identificar al dios con el río Tíber.


2.- Lo de "faraón de Tartesos" es una alusión a Argantonio, rey de la mítica Tarteso (o Tartesos), una floreciente civilización prerromana de la península ibérica en el oeste de Andalucía. Según Heródoto, el padre de la historia, este longevo rey vivió ciento veinte años, de los que reinó ochenta. Era una figura mítica que representaba la longevidad y el poder, a quien Anacreonte no envidia,  porque no aspira ni a lo uno ni a lo otro.


La cancioncilla de Anacreonte que nos ha llegado, compuesta por una sola estrofa de cuatro versos (tres gliconios, que son octosílabos agudos, es decir, eneasílabos según el cómputo castellano,  y un ferecracio, que es un verso de siete sílabas contadas, estrofa que parece que huye a propósito del molde octosilábico de la lírica castellana) es un menosprecio de la riqueza y del poder, tanto monta: el poeta no nos dice lo que alaba como contrapartida, sino sólo lo que desprecia:  las riquezas y los poderes, en otras palabras, el premio gordo de la lotería de Navidad, la política y la economía, que son las dos caras de la misma moneda capitalista, la que persiguen afanosamente otros mortales, digamos que la mayoría democrática de nosotros.

Tampoco tiene mucho aprecio por la longevidad, como si quisiera darnos a entender así que la vida no se mide por el tiempo que dura, sino por la intensidad con la que se vive. Es verdad que no nos dice que es lo que querría en esta vida.

¿Qué nos queda entonces si despreciamos el dinero y el poder? No lo sabemos. Es verdad que nosotros, como canta el poeta, no sabemos la mayoría de las veces lo que queremos (podemos llamarlo de muchas maneras: amor, felicidad, salud, vida... sin saber muy bien en qué consisten esas cosas ni precisar mucho su significado), pero sí sabemos como decían los estudiantes indignados de mayo del 68 en París, lo que no queremos.

sábado, 5 de abril de 2025

Nuestros valores y nuestros productos

Las palabras que utilizamos a diario en realidad nos utilizan a nosotros mismos sin darnos cuenta al imponernos una determinada visión del mundo. Y una de las características del lenguaje actual que empleamos y nos emplea es la inflación de la jerga económica que ha venido a sustituir a la religiosa del antiguo régimen, habida cuenta de que la nueva religión es la economía. Solo hace falta ver el vídeo que ha subido La Moncloa, o sea el Gobierno de España,  a la Red Informática Universal, en el que se nos dice, por ejemplo: Esto es España: un gran país, hoy el motor económico de la Unión Europea, un país que produce, que investiga, que cultiva, que fabrica, un país que no se para y que no se va a parar por muchos obstáculos que nos encontremos, porque aquí sabemos lo que hacemos y lo vamos a seguir haciendo; vamos a seguir vendiendo nuestros productos, nuestro sabor, nuestra moda, nuestra tecnología, nuestra calidad, nuestros servicios. Vamos a seguir exportando a todo el mundo lo que hoy es España: una manera muy especial de hacer las cosas, la nuestra. Lo que no vamos a vender nunca son nuestros valores ni nuestros principios. Todo lo demás que seamos capaces de hacer, por supuesto que sí. Nuestros valores no están en venta; nuestros productos sí. Compra lo tuyo, defiende lo nuestro. 
 
A los que somos viejos y de cáscara amarga esto nos suena a déjà vu y déjà entendu: nos recuerda aquello de Una, grande, libre,  Arriba (y Viva) España y nos trae a la memoria lo de que somos la Reserva Espiritual de Occidente, que suele atribuirse a Ramiro de Maeztu, uno de los principales ideólogos del pensamiento nacionalista español, que en su Defensa de la Hispanidad (1934)  o "de la españolez" que diría Ferlosio, exaltó el papel espiritual y moral de España frente a la decadencia occidental. Durante la oprobiosa  dictadura de Franco, esta idea se convirtió en un eslogan recurrente de la propaganda oficial del Régimen que presentaba a España como último baluarte de la cristiandad. 
 
 
Es significativo cómo algunos términos del arcaico lenguaje religioso se han secularizado, por ejemplo dos de las virtudes teologales: la caridad, que se ha convertido en solidaridad, y la fe, que ahora es credibilidad y crédito, por no hablar de la conversión de la resignación cristiana en resiliencia, o del significativo cambio del “perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores” del padrenuestro a “perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden", porque las deudas no se condonan ni perdonan: el dinero es sagrado. Ahora ya no somos la Reserva Espiritual de Occidente, sino, el Motor Económico de la Unión Europea, según el sedicente gobierno progresista, lo que bien mirado viene a ser lo mismo: somos los mejores y fomentamos nuestro espíritu patriótico y nacional. 
 
No es que el lenguaje moldee el pensamiento, y el pensamiento moldee la realidad que se crea con él, es que el lenguaje es la realidad, y viceversa.  “Las palabras que dices son la casa en la que vives”, según un cierto proverbio al parecer sufí. O, dicho a lo filosófico, según Heidegger (y en versión original alemana, que le da más empaque y autoridad al dicho): “Die Sprache ist das Haus des Seins”: El lenguaje es la casa del ser. El hombre vive en su morada. Los pensadores y los poetas son los guardianes de esta morada. Su vigilancia es la realización de la revelación del ser, en la medida en que lo expresan a través de sus palabras y lo preservan en el lenguaje
 
 
Piénsese que cuando se habla, por ejemplo, de amistades o de relaciones amorosas, se dice que «invertimos en relaciones» y que «gestionamos muestras emociones» como si fueran un negocio. Esta colonización semántica no es inocua, supone que reducimos toda dimensión humana a su rentabilidad económica. La gratuidad de la entrega desinteresada se convierte en un concepto cada vez más ajeno, y los demás ya no son más que “recursos humanos”, lo que a menudo se dice en inglés para disimular un poco: human resources, aunque la lengua anglosajona no disimula aquí su herencia latina más o menos directa o indirecta. Los anglicismos son una manera de simplificar y disimular conceptos más amplios propios de un pensamiento único y simplón: smart, green, 2.0... 
 
Pero no estamos denunciando una mera colonización semántica, sino mucho más que eso: una auténtica abducción y lavado de cerebro. El mundo se ha convertido en un zoco y un gran mercado persa. La guerra que emprendieron los gobiernos contra el virus coronado se renueva ahora como guerra arancelaria, contra un enemigo exterior que hace que engorde el espíritu nacional patriótico ante el a todas luces injusto tributo que hay que pagar por la circulación de la mercancía de los bienes de consumo que son objeto de exportación e importación.
 

Nuestros valores, nuestros principios, no están en venta, nuestros productos sí, dice nuestro ejecutivo, sin percatarse de que nuestros principios y valores son también un producto nuestro, y nuestros productos (por ejemplo un coche de factoría nacional, un litro de aceite de oliva virgen extra o un jamón de Jabugo) son nuestros valores, y  cotizan en bolsa, cuyas acciones suben y bajan y se ponen a la venta en el gran bazar del mercadillo persa. Nos dicen: "Compra lo tuyo, defiende lo nuestro". Te están diciendo que compres, da igual que sea lo tuyo o lo ajeno: compra, porque es así como se defiende el sistema (y, de paso, uno mismo también se realiza).
 
Todos somos, de alguna manera, emprendedores de nuestro potencial capital y funcionarios del Estado de nosotros mismos y todos tenemos un “proyecto de vida”, un futuro al que nos entregamos con devoción... a tumba abierta.