Según fuentes bien informadas, hay recientes estudios que demuestran que no sólo las penas, que son tan abundantes como las arenitas de la mar, sino también las alegrías, que tanto escasean sin embargo, sobre todo si son muy grandes, pueden generar un síndrome cuyos síntomas no tienen nada que envidiar a los de un infarto de miocardio o a una miocarditis: dolor en el pecho y falta de aire. Las arterias, según parece, funcionan pero lo que les pasa es que una parte del ventrículo no se contrae, se dilata, y adquiere la forma abultada de una vasija de barro como la que se utiliza para pescar pulpos en el Japón, que se denomina tako-tsubo, de ahí el nombre del síndrome del Takotsubo, que también se conoce como síndrome del corazón roto.
Los científicos afirman que el desencadenante del síndrome de Takotsubo puede ser más variado de lo que previamente se pensaba. No sólo un gran disgusto o desgarro sentimental puede desencadenar el clásico 'corazón roto', sino que también las intensas emociones positivas pueden conducirnos al otro barrio. Los médicos deberían ser conscientes de esto y también considerar que los pacientes que llegan a unas urgencias con síntomas de un infarto, como dolor en el pecho o dificultad para respirar, pero después de haber vivido una situación feliz o emotiva, podrían estar sufriendo este síndrome.
Esto no significa, advierten los científicos, que haya que preocuparse demasiado ni tratar de evitar momentos felices o divertidos o controlar las emociones, pero sí recomiendan que ante unos síntomas claros de dolor en el pecho y dificultad para respirar tras una situación intensa, independientemente de su sesgo negativo o positivo, se llame al 112, porque el problema puede solventarse con el adecuado tratamiento en un par de semanas, pero si el paciente no ingresa en una clínica corre peligro de sufrir una parada cardíaca e incluso de morir.
Ay la expertez que manía tienen con expectorar con lo que infecta sin más, si al menos lo hicieran con esa pasión que pone Alejandro Sanz, el espectáculo sería algo distinto:
ResponderEliminar«Llévame si quieres a perder
A ningún destino, sin ningún por qué
¿Quién me va a entregar sus emociones?
¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?
(Tiritas pa' este corazón partío) (tirititando de frío)»
Con ese protocolo en urgencias cantado a coro y si es posible con alguna coreografía, otro gallo cantaría.
Pues resulta que ahora dicen, además, que el calentamiento global (cambio climático) puede desencadenar sucesos como ataques cardíacos que se traducen en un aumento de muertes inexplicables. Tiritando de frío y helados nos dejan los expertos con estas revelaciones científicas: no hay que ser muy feliz ni calentarse demasiado la cabeza para no acabar con el corazón partío. No olvidemos que las miocarditis en gente joven eran también un efecto secundario de las vacunas covi(di)ciosas. Así que si uno es joven, está vacunado contra el cóvid, es muy feliz dentro de lo que cabe, que tampoco es mucho, y se expone al calentamiento global tiene más de un boleto para que le dé el síndrome del pulpo en la vasija de barro. (Rita la de los Peines).
ResponderEliminarEl calentamiento global y la co(vi)dicia son dos entes mimetizantes e intercambiables que las inoculaciones farmacéuticas y mediáticas optimizan. La memez y ocurrencias para disolver las miocarditis inoculadas hará que víctimas y verdugos al menos encuentren alguna lógica, viciada, en la 'comunicación' administrada, la cual puede ser un respiro ante el ahogo y confusión que a unos y otros por distintos motivos los tiene en vilo.
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