
domingo, 30 de julio de 2023
Mammón o Don Dinero

sábado, 29 de julio de 2023
Quien paga manda
Uno de los periódicos británicos más considerado es sin duda The Guardian, orientado ideológicamente hacia la izquierda política. Se dice que mientras The Times, el diario conservador, es el periódico de los que mandan en el Reino Unido, The Guardian, el rotativo progresista, es el de los que aspiran a mandar.
Si consultamos la página electrónica de la milmillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates, comprobamos enseguida que Guardian News & Media Ltd, la empresa que lo edita, recibe fondos habitualmente de dicha organización en concepto de subsidios o subvenciones gratuitas (grants, en la lengua del Imperio). El último dato publicado corresponde a septiembre de 2020, fecha en la que recibió gratis et amore en concepto de Global Health and Development Public Awareness and Analysis la suma de 3.499.032 dólares americanos para cubrir treinta y seis meses, es decir, tres años, por lo que es previsible que en septiembre de este año vuelva a recibir otra subvención por la misma cantidad o superior.
Su equivalente español sería El Periódico Global, alias El País. Ediciones El País, S.L. recibió, por su parte, en octubre del año pasado de la misma fundación la cantidad de 1.205.016 dólares bajo el mismo concepto que The Guardian, con una duración de treinta y cinco meses.
Vemos así cómo periódicos supuestamente independientes y progresistas son financiados no por sus lectores sino por la pseudo- filantrópica fundación, a más de la publicidad que suelen incluir.
El caso es que en la portada de The Guardian de anteayer aparecía en primera plana este alarmante titular que forma parte de los análisis y concienciación pública sobre desarrollo y salud globales que subvenciona la mentada Fundación.
El calentamiento global es noticia, es un hecho. Destaca en letra llamativamente roja el titular: global heating. Deberíamos mejor decir en castellano "calentamiento mundial o planetario", pero usamos el anglicismo 'global' para referirnos al planeta como
globo terráqueo y que se vea, con la imagen del globo, que no somos terraplanistas. Podemos pecar de testaplanismo o encefalograma plano, pero nunca de terraplanismo.
Las olas de calor son mortales y son el resultado de la crisis climática, y por lo tanto el fruto del calentamiento global, según los científicos expertos.
El calentamiento global es causado por el hombre, o, dicho en griego para que suene más científico y técnico, es antropogénico.
Destruye vidas.
Y lo peor de todo es que lo peor, valga la redundancia, está todavía por venir si no se producen recortes drásticos de emisiones.
¡Cuánto nos recuerda esta retórica a la del fiero virus coronado! Se habla de una amenaza inminente y, al mismo tiempo, se nos vende el remedio: el amuleto de la vacuna, en aquella ocasión, o la reducción de las emisiones en esta. ¡Cuánto terrorismo periodístico desprende!
Pero pongamos esta noticia ahora en relación con otro periódico subvencionado por la Fundación de los señores Bill y Melinda, el francés Le Monde, de la misma ideología aproximadamente que The Guardian y El País, que recibió en agosto del año pasado la suma cuantiosa de 2.133.071 dólares con una duración de treinta y cinco meses, y que publicaba en noviembre de ese mismo años, pocos meses después de recibida la donación, la siguiente noticia significativa: Reducir la población contribuiría a la atenuación del calentamiento climático.

¿No nos hallamos ante un nuevo malthusianismo ecológico disfrazado de filantropía y amor al planeta? Aquí tenemos, además, la ecuación perfecta: la reducción de las emisiones se consigue rebajando la población, lo que en buena lógica se logra frenando los nacimientos (para que no seamos más de los que somos) y acelerando las defunciones (para que seamos menos de los que somos).
Lo primero, además, se consigue fomentando medios anticonceptivos y el aborto, promoviendo cambios de sexo y sexualidades LGTBIQ+ no reproductivas, insistiendo pedagógica- y machaconamente en que ya somos muchos y no cabe ni uno más en el planeta, y económicamente en que es poco sostenible traer hijos al mundo, que no vienen con un pan bajo el brazo como se decía antaño, sino demandándolo; pero para reducir efectivamente el número existente hay que soltar algún virus y simultáneamente algún remedio que sea peor que la enfermedad que pretende combatir, como las inoculaciones a las que nos forzaron recientemente, hay que favorecer sedaciones y eutanasias, fomentando suicidios y profilaxis que hacen que perdamos el gusto por la vida, y subvencionando y promoviendo, por supuesto, alguna que otra guerra que contribuya a hacernos creer que si no nos afecta directamente estamos en paz por contraposición.
viernes, 28 de julio de 2023
La jodienda no tiene enmienda
La opinión del experto: "Coronavirus, sexo con riesgo incluso dentro de la pareja. El virólogo Pregliasco aconseja abstinencia o montárselo uno en soledad". ¿Cómo olvidar aquellos alarmantes titulares periodísticos? No, no podemos olvidarlo, por más que los políticos responsables del desaguisado no quieran recordarlo.
Practicar el sexo estaba científicamente desaconsejado por los expertos en los tiempos del virus, pero como la jodienda no tiene enmienda, y, si la tiene, no hay quien la entienda, que decían nuestras abuelas, algo había que hacer. En los Países Bajos, por ejemplo, se aconsejaba huir de la promiscuidad buscando la estabilidad de la pareja, un polvo estable, pero el virólogo italiano puntualizaba sacando a relucir el fantoche del enfermo imaginario de Molière: “El problema viene porque también nuestra pareja puede ser de algún modo asintomática”. O sea que hasta nuestras medias naranjas de hecho o de derecho, bendecidas o no por el Estado o por la Iglesia, corrían peligro de contagiarnos, y nosotros a ellas, aunque no hubiera síntomas, porque ni Dios estaba exento de peligro. Se trataba de desconfiar de uno mismo y de su sombra o media y platónica naranja.
"O vivimos, decía el esperpéntico experto, en una burbuja como los jugadores de la NBA americana o estamos todos expuestos." La sexualidad se había convertido en un tabú, en una actividad de alto riesgo, lo que explica también la disminución de nacimientos que se produjo, porque, aunque la sexualidad no se reduzca, por supuesto, a la reproducción de la especie, es un hecho que la especie se reprodujo mucho menos durante la pandemia. ¿Abstinencia incluso en pareja estable? Las gotitas respiratorias y las deyecciones eran peligrosas porque cualquier fluido podía albergar el virus asesino. Se puede practicar el coito con mascarilla y preservativo, tras haberse duchado y lavado concienzuda- y compulsivamente uno y, sobre todo, las manos con agua, jabón y gel hidroalcohólico -porque si no, habría que ponerse guantes asépticos, que en cualquier caso no estaban de más, aunque impidieran el gozoso contacto de las epidermis-. Pero no ya el echar un polvo, sino los besos eran también peligrosos: “Sono rischiosissimi” o sea, son muy arriesgados, decía el esperpéntico virólogo italiano acentuando el esdrújulo superlativo: los besos eran peligrosísimos...
Vamos, que no había más solución que o la abstinencia sexual o el onanismo de la masturbación, algo parecido a lo que decía aquella pintada callejera en los tiempos de la imposición impostada del SIDA: Si jodes, SIDA; si no, se oxida; solución: masturbación. Hasta la jodienda, no vamos a decir la cursilería de 'hacer el amor', había que practicarla uno consigo mismo amancebándose con su mano, como decía Quevedo, o en pareja y, a ser posible, por videoconferencia, y había que agradecérselo a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y a su inventor, el filántropo milmillonario.
jueves, 27 de julio de 2023
Un poema de Guol Güitman
Me ha parecido muy bello el poema, o más bien prosa poética, de Guol Güitman (1819-1892) When I Heard the Learn’d Astronomer. Se considera al poeta norteamericano el padre de la poesía moderna y del verso libre de la camisa de fuerza de la condición versificatoria, es decir de la prosa poética, donde 'poética' quiere decir bella, una pequeña narración que narra una experiencia personal, sencilla, utilizando algunos recursos estilísticos como, por ejemplo, en este texto la repetición de "when" ("cuando").
When I heard the learn’d astronomer,
When the proofs, the
figures, were ranged in columns before me,
When I was shown the
charts and diagrams, to add, divide, and measure them,
When I
sitting heard the astronomer where he lectured with much applause in
the lecture-room,
How soon unaccountable I became tired and
sick,
Till rising and gliding out I wander’d off by myself,
In
the mystical moist night-air, and from time to time,
Look’d up
in perfect silence at the stars.
Ciudades oscurecidas (Nueva York), fotografía de Thierry Cohen (2010)
Cuando escuché al experto astrónomo,
Cuando tuve las pruebas,
las cifras, dispuestas en columnas ante mí,
Cuando me
enseñaron los mapas y los diagramas, para sumarlos, dividirlos,
medirlos,
Cuando sentado escuchaba al astrónomo mientras
disertaba con gran aplauso en el salón de conferencias,
Qué
inexplicablemente pronto me cansé y me puse enfermo,
Hasta que
levantándome y escabulléndome me alejé solo,
En el aire,
místico y húmedo, de la noche, y de cuando en cuando,
contemplaba en
perfecto silencio las estrellas.
miércoles, 26 de julio de 2023
Ser gobernado
La mejor definición que conozco hasta la fecha de lo que significa ser gobernado la brinda el filósofo, sociólogo y economista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), del que celebramos en otra ocasión el aforismo "la propiedad es el robo". El dibujante inglés Clifford P. Harper (1948-...) ilustra, por su parte, el texto de Proudhon con sus magníficos dibujos.
El fragmento de Proudhon está tomado del epílogo de su “La idea general de la revolución en el siglo XIX” (Idée générale de la Révolution au XIXe siècle, publicado en 1851).
Pierre-Joseph Proudhon y sus hijas, Gustave Courbet (1865)
Ser gobernado es ser tenido a la vista, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, estacionado, adoctrinado, predicado, controlado, estimado, apreciado, censurado, mandado, por seres que no tienen ni el título, ni la ciencia, ni la virtud...
Être gouverné, c’est
être gardé à vue, inspecté, espionné, dirigé, légiféré,
réglementé, parqué, endoctriné, prêché, contrôlé, estimé,
apprécié, censuré, commandé, par des êtres qui n’ont ni le
titre, ni la science, ni la vertu…
Ser gobernado es ser, a cada operación, a
cada transacción, a cada movimiento, anotado, registrado, contado,
tasado, sellado, desdeñado, cotizado, tasado, patentado, licenciado,
autorizado, apostillado, amonestado, impedido, reformado,
rectificado, corregido.
Être gouverné, c’est être, à chaque opération, à chaque transaction, à chaque mouvement, noté, enregistré, recensé, tarifé, timbré, toisé, coté, cotisé, patenté, licencié, autorisé, apostillé, admonesté, empêché, réformé, redressé, corrigé.
Es, so pretexto de utilidad pública,
y en nombre del interés general, ser puesto a contribución,
ejercido, secuestrado, explotado, monopolizado, conculcado,
presionado, mistificado, robado; luego, a la menor resistencia, a la
primera palabra de queja, reprimido, enmendado, vilipendiado, vejado,
perseguido, acosado, aturdido, desarmado, agarrotado, encarcelado,
fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado,
vendido, traicionado, y para colmo, burlado, engañado, ultrajado,
deshonrado.
C’est, sous prétexte d’utilité publique, et au nom de l’intérêt général, être mis à contribution, exercé, rançonné, exploité, monopolisé, concussionné, pressuré, mystifié, volé; puis, à la moindre résistance, au premier mot de plainte, réprimé, amendé, vilipendé, vexé, traqué, houspillé, assommé, désarmé, garrotté, emprisonné, fusillé, mitraillé, jugé, condamné, déporté, sacrifié, vendu, trahi, et pour comble, joué, berné, outragé, déshonoré.
martes, 25 de julio de 2023
Imagina... (La loca de la casa)
Un corto que circula por la red social del pajarito azul que pía sin cesar y que reproduzco al final, titulado Imagina..., cuyo guion y dirección firma la actriz y directora de cine Lucía Álvarez, se presenta como: Imagina... Que el próximo domingo (se refiere al pasado 23 de julio, cuando se celebraron las elecciones generales) todas estas cosas se queden en nuestra imaginación.
El vídeo se abre con la espléndida actriz Charo López, interpretando uno de los peores papeles de su carrera, diciendo “Imagina que los cines están cerrados”, como si eso fuera algo que no ha sucedido nunca todavía, y pudiera pasar si los votos de las urnas se inclinaran hacia la diestra en lugar de inclinarse a la siniestra.
No hace falta que lo imaginemos, porque ya pasó durante la pandemia, en la que el cine y el teatro dejaron de ser un espectáculo público para convertirse en algo privado emitido por las plataformas de la pequeña pantalla en el seno del hogar, dulce hogar convertido de pronto en prisión domiciliaria.
Continúa el vídeo con la actriz Gracia Olayo, que dice lo que pone en el guión: “Imagina que no te dejan pasear”, como si eso no fuera lo que pasó durante los confinamientos: no nos dejaban salir de paseo, a no ser que fuera para sacar al perro a hacer su necesidades. No tenemos que imaginarlo, ni tampoco que olvidarlo.
Sólo se me ocurre lo desafortunado que es el vídeo tuitero porque la mayoría de esas cosas no necesitamos imaginárnoslas, ya las hemos vivido: los cines, los teatros y las galerías de arte estuvieron cerrados, por lo que no había exposiciones, como dice la propia directora del corto, Lucía Álvarez, no nos dejaban pasear, no podíamos sonreír a los demás ni ver las sonrisas de los niños, porque teníamos que llevar obligatoriamente una mascareta, y no nos dejaban dar un beso sin quitárnosla. No nos dejaban pensar, ni sentir, ni querer, ni visitar a la abuela porque íbamos a matarla del disgusto del contagio, cuando nos hicieron creer a todos que éramos unos asesinos... aterrorizándonos día y noche con datos escalofriantes de muerte y desolación.
Y se podían haber dicho muchas más cosas, como, por ejemplo, imagina que no te dejan viajar, ni entrar a un restaurante, ni trabajar para ganarte el jornal, si previamente no te pones una inyección, que no es más que un amuleto, o dos, o tres, o cuatro dosis... o las que te manden para conseguir así el salvoconducto.
Supongo que la autora del guion y dirección quería manifestarse en contra de la censura, por el mensaje que aparece al final de STOP censura, pero la peor censura que hay es la autocensura de uno mismo, acrecentada por la espesa y opaca niebla mental persistente que surgió con la coronación del virus, que había venido para quedarse y persistir, y le impide ver y decir las cosas como son y cómo han sido, debido a la pérdida de memoria y déficit de atención, así como dificultad para encontrar las palabras adecuadas.
Pero insisto: No hay que imaginarlo porque todo esto, a poca memoria histórica cortoplacista que tengamos, resulta que ya ha pasado, y, por lo tanto, no habría que olvidarlo, como no habría que olvidar -imagínate que no hubiera sucedido, pero ya sabemos que la imaginación, como dijo santa Teresa, es la loca de la casa, por lo que no había que hacer "caso de ella más que de un loco"- que los niños no podían salir a jugar al parque con sus amigos ni al patio del colegio al recreo porque no había escuela, y no estaban de vacaciones precisamente, ni ver a sus abuelos porque, pobres angelitos, eran contagiosos y podían matar sin querer a la abuelita. Imagínate que todo esto lo envuelven ahora con manipuladora luz de gas para que creas que lo que has sufrido en tus propias carnes era una película de netflix.
Alguien podría argumentar que las medidas draconianas y restrictivas estaban justificadas en su momento porque había científicos y expertos que nos aconsejaban que tomáramos esas medidas por nuestro propio bien, por precaución, aun a riesgo de poner el carro delante de los bueyes, ya que estaban en peligro nuestras vidas...
Pero imagínate que eso no era verdad, que el virus coronado no era tan fiero como nos lo pintaban, y que nos lo pintaron tan feroz, letal decían que era, para que obedeciéramos sumisamente e hiciéramos lo que nos mandaban no porque nos lo mandaban, sino porque nosotros mismos confiábamos, ingenuos de nosotros, que era lo mejor que podíamos hacer por nosotros mismos y por los demás. Y claro está, nos estaban engañando.
lunes, 24 de julio de 2023
Pareceres (XXV)

122. -Dios y Ma(m)món. Decía el evangelio de Mateo (6:24) que en el sermón de la montaña Jesucristo predicó a sus apóstoles y discípulos que no se podía servir a dos amos: Cito por la traducción de Nácar-Colunga que manejo: “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. La traducción de la última palabra es aproximada. Comprobando el texto griego, veo que dice: οὐ δύνασθε θεῷ δουλεύειν καὶ μαμονᾷ: no podéis servir a Dios y a Ma(m)món. La última palabra del versículo es el dativo de Μαμονᾶς, una palabra aramea, no griega, que significa riqueza y que se siente en griego como un nombre propio -los editores modernos dudan en escribir el nombre con inicial mayúscula, como nombre propio, o dejarlo en minúscula, como nombre común- que es la personificación del dinero, por lo que una traducción literal sería: No podéis servir a Dios y a Ma(m)món. Algunas versiones optan por “dinero”. La frase, en nuestros días, no tiene mucho sentido, porque Dios y Ma(m)món son la misma divinidad: o dicho de otra manera el único Dios verdadero es el más poderoso de los caballeros, don Dinero.
123.- Dijo una vez
Cornelius Castoriadis (1922-1997) en su propia lengua, que es la
milenaria de Homero: «Δεν κερδίζεις επειδή
αξίζεις, αλλά αξίζεις επειδή κερδίζεις»: No ganas porque lo mereces, sino que lo mereces porque ganas,
cosa que podemos decir con muchísima razón en cualquiera de las
lenguas que hablamos y escribimos cualesquiera de nosotros. Algunas
personas, como en este caso el filósofo griego, a veces tienen la
capacidad de expresar mucho mejor que otras lo que sienten los demás,
lo que sentimos todos, y eso se demuestra porque enseguida nos
reconocemos todos en ellas y las hacemos propias. Si alguna vez
acierto yo por la casualidad más remota de todas las casualidades a expresar lo que muchos entre los que yo
mismo puedo incluirme sentimos y lo que muchos quisiéramos decir y, o no
encontramos la forma de decirlo, o nos da algo de miedo hacerlo, me
doy con un canto en los dientes por satisfecho, porque creo que no estoy expresando meras
opiniones personales, supuestamente mías y propias, sino algo de ese
sentimiento y pensamiento público y no privado que a todos nos es común. No soy yo en
este caso, sino algo que hay en mí, vamos a decir, lo que habla por
mi boca y lo que da voz a eso que cuesta y da algo de miedo decirlo,
pero sin embargo hay que hacerlo, hay que decirlo. Ese algo es, ni más ni menos, el lenguaje.
124.- Iconoclastas: Así llaman a los herejes enemigos de dar culto religioso a las imágenes que destruyen nuestra imaginación, sacralizándolas con nuestra veneración. Somos enemigos de las imágenes, nos oponemos a su poder y a sus máquinas expendedoras, porque estamos a favor del pensamiento: que es la palabra en marcha contra la idea fija. Somos iconoclastas hasta el punto de que ni siquiera nos complacemos haciéndonos autorretratos sonrientes, mirándonos, como Narciso, en el espejo virtual del móvil con nuestra propia imagen, que es sin duda la más sagrada de todas, el ícono más venerable. En el siglo VIII apareció esta secta de herejes que rompían los íconos de los santos y querían destruir el culto que se les tributaba. Esta herejía desapareció hacia el siglo IX, pero luego se reprodujo entre los albigenses, husitas y valdenses, desapareciendo nuevamente hasta nuestros días, en que todos nos hemos vuelto iconodulos, esclavos de las imágenes, o iconófilos, amantes de las imágenes.
125. -La televisión era el verdadero pilar de nuestro sistema educativo, pero ya no está solo en la caja tonta, sino en nuestros bolsillos y celulares. A través de la televisión y de las minipantallas, que no son tontas, sino smart o muy inteligentes, se transmiten los valores de nuestra sociedad y de nuestro modus vivendi consumista, que todos en el fondo rechazamos, por lo que nos rebelamos inconscientemente contra ella. A todos nos gustaría en un determinado momento arrojar el aparato por la ventana, como símbolo de ruptura con todo... Ver la televisión o su sucedáneo inteligente, el móvil, no es un acto ingenuo ni nos deja indiferentes. Es como mirar cara a cara a Medusa, que te petrifica con su mirada, es decir, sólo con que tú la veas a ella. Antes de que tú la veas a ella de verdad, ya te ha visto ella a ti y te ha matado convirtiéndote en un convidado de piedra: un telespectador pasivo y resignado, un consumidor de publicidad, es decir, de ideas.

domingo, 23 de julio de 2023
¿Qué pinta un negro en la Casa Blanca?
La llegada de Barack Obama (2009-2017) a la Casa Blanca supuso, para algunos, un hito sin precedentes en la historia de los United States y de la Humanidad, que es la historia de la dominación del hombre por el hombre. Algunos creyeron que eso era un considerable progreso en el camino hacia la libertad. Era, en efecto, un progreso, un paso ('-greso') hacia delante ('pro-') sí, pero en el sentido, contrario, en el afianzamiento del dominio del Estado y el Mercado sobre la gente. Me explicaré.
Podía haber llegado Hillary antes que él, y habría sido otro hito: una mujer, por primera vez, en la Casa Blanca no como primera dama, sino como presidenta... Pero los americanos prefirieron darle el cheque en blanco de su voto a un hombre, aunque de raza negra, que a una mujer aunque de raza blanca. Quizá dentro de una legislatura llegue una mujer negra a la Casa Blanca por primera vez en la historia. Y ¿qué? No significaría más que otro paso adelante, otro progreso en la misma senda del dominio del hombre por el hombre.
El único cambio posible y deseable sería que ningún inquilino ocupara la Casa Blanca y que se convirtiera, por ejemplo, en una mansión desocupada y abandonada o en un museo de los horrores donde los visitantes pudieran comprender lo que significaba el bipartidismo y la alternancia de los presidentes en el Poder en una época en que los hombres creían que porque un hombre negro pudiera llegar a ser presidente de su país eran más libres, y no se daban cuenta de que quien gobernaba auténticamente no era el presidente sino la economía, ni siquiera la política, siempre subordinada al dinero, es decir, la ley de la jungla del mercado capitalista, y que los presidentes y las presidentas, demócratas y republicanos, de izquierdas o de derechas, no eran más que meros títeres del Capital, de ese dios en quien dicen creer los norteamericanos, cuya epifanía es el dólar, el dios en el que depositan su fe.
Demócratas y republicanos se alternan en Estados Unidos, igual que liberales y conservadores en el Reino Unido, o socialistas y populares en el reino de España. Izquierdas y derechas son las dos manos financiadas por el Capital, que es ambidiestro, así que su función es perpetuarse hasta el infinito alternándose y sucediéndose impunemente en el Poder.
Obama fue elegido presidente por la gracia de ese Dios que es ahora el pueblo a través del sufragio universal. Su nombre sonaba a góspel, a espiritual negro, a aleluya. Decían las ingenuas y cándidas almas que hiciera lo que hiciese Obama ya había hecho bastante porque el solo hecho de su elección había cambiado el mundo y abierto una puerta a la esperanza de todos los oprimidos del planeta, como si se hubiera cumplido el sueño aquel que había tenido Martin Luther King de que la humanidad se libraba al fin de sus cadenas seculares.
La victoria de Obama no fue la victoria del pueblo llano, sino la del Estado que se impone y oprime a los de abajo, a los que precisamente lo elevaron a los altares. Fue la victoria del omnipotente Capital que había optado por apoyar a un hombre negro para granjearse la simpatía de la mayoría democrática de la población.
Obama suena a “Hosanna
en el Cielo; / bendito el que viene en nombre del Señor”. Ya sabemos quién es ese Señor que se cree todopoderoso. Algunos vieron en este hombre que se instaló en la Casa Blanca un
nuevo Mesías que redimiría a los United States, y en el colmo de los colmos le otorgaron el Premio Nobel de la Paz, a él, que gobernó dos mandatos enteros sin cerrar nunca las puertas del templo de Jano. Necesitaban
agarrarse al clavo ardiendo de la esperanza en el cambio: al final llegó el desencanto del desengaño. Fueron necesarias dos legislaturas para comprobar que no había cambiado nada sustancial. ¿Qué pintaba un negro en la Casa Blanca? Nada que no fuera lo mismo que un blanco.