
viernes, 17 de junio de 2022
No le deseo una identidad a nadie

jueves, 16 de junio de 2022
Más expropiaciones
Tomo las siguientes notas del poeta argentino Aldo Pellegrini (1903-1973), sacadas de su ensayo “Antonin Artaud, el enemigo de la sociedad”, que se publicó como prólogo de su traducción de "Van Gogh, el suicidado por la sociedad":

Quien solo ve en el lenguaje un sistema de códigos nunca podrá explicarse el infinito poder creador de la palabra, y su capacidad de expresar lo inexpresable.
(Interesante paradoja: un lenguaje capaz de expresar lo inexpresable).
La fuerza de la palabra no reside para Artaud en sus virtudes semánticas. Las palabras no buscan comunicar significados, sino que están cargadas de intencionalidad. Las palabras de Artaud son llamaradas, latigazos, descargas eléctricas, furibundas sacudidas.
No se puede entender a Artaud si no se acepta su principio de que el lenguaje verbal es una forma de acción. La palabra como acto, he ahí el secreto de la verdadera comunicación...
(La palabra no debe contraponerse a la acción porque hablar es una forma de acción).
OoO
De Marco Tulio Cicerón (106-43 a. de C.): El tiempo no cura todas las heridas. En una carta a su amgio Ático (III, 15, 29), escrita en Tesalónica, el 17 de agosto del año 58 antes de Cristo, escribe el arpinate: Pues el tiempo no sólo no calma mi tristeza sino que la aumenta (dies autem non modo non leuat luctum hunc sed etiam auget). Porque los demás sufrimientos pierden su fuerza según pasa el tiempo, pero éste no puede dejar de crecer día a día con el sentimiento de la desgracia presente y el recuerdo de la vida pasada. (nam ceteri dolores mitigantur uetustate, hic non potest non et sensu praesentis miseriae et recordatione praeteritae uitae cottidie augeri). No solamente echo de menos mis cosas y a los míos, sino incluso a mí mismo. (desidero enim non mea solum neque meos sed me ipsum). ¿Qué soy ahora? (quid enim sum?)
Tanto va el cántaro a la fuente que al final se lo cree y se rompe.
OoO
La obra de Rockwell recoge como pocas todo el ambiente de una época. En Los chismes (The gossips), el sujeto del chisme, que es el señor del sombrero que aparece al final, acaba culpando a la chismosa filtradora de guantes negros.
oOo
Herodiano, un autor de segunda fila, escribió en griego en el siglo III una Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio en ocho libros que comprenden los años 180-230 de nuestra era. El manual de la Universidad de Cambridge de historia de la literatura griega destaca que “explotó plenamente las licencias retóricas para adornar y desarrollar un incidente”, y que registra hechos que ha visto y que ha oído, es decir que es objetivo. Se ha criticado, sin embargo, que su obra adolece de autenticidad y objetividad histórica. Mientras los eruditos y estudiosos se ponen o no se ponen de acuerdo sobre ese particular, una frase suya, sacada de su contexto, nos brinda una observación que sirve tanto para contextualizar la época histórica que él describe como para la nuestra porque son al fin y al cabo la misma época por aquello que cantó Machado de que 'hoy es siempre todavía'. Aunque describa acontecimientos que han sucedido hace mil y pico años, casi dos mil, seguimos ahora mismo inmersos igual que entonces en la misma Historia universal. Escribe Herodiano: ἐν προσχήματι ἐλευθερίας ἀδείας τε εἰρηνικῆς ἔργα πολέμου ἐμφυλίου ἐγένετο: Bajo apariencia de libertad y de pacífica seguridad se produjeron hechos propios de una guerra civil.
miércoles, 15 de junio de 2022
Varia variorum (Espectáculo de variedades II)
Una pregunta como tantas otras sin respuesta
«Be a tourist in your own hometown»: la propaganda metropolitana puede vociferar el eslogan de invitarnos a hacer turismo sin engañarnos demasiado, solo un poco, a nosotros mismos en nuestra propia ciudad no incurriendo tampoco en exagerada contradicción porque todos y cada uno de nosotros encarnamos la condición simultánea de «anfitriones» y de «huéspedes».
 Parece que la Fundación Británica del Corazón está presionando para 
normalizar la idea de que los jóvenes pueden padecer problemas 
cardíacos y pide fondos de paso para investigación que permita 'salvar vidas'...  Cualquier persona a cualquier edad puede desarrollar 
problemas cardíacos, es cierto, pero la imagen de una futbolista adolescente que cae muerta de repente en el campo de fútbol es demasiado 
fuerte como para que pueda pasar como algo de lo más normal del mundo. Al final del vídeo se dice: "Dona ahora [dinero para investigación] para convertir la ciencia ficción en realidad".  Pero ¿no es la realidad misma la pesadilla de una científica ficción? 
El mercado laboral, dice un eslogan publicitario refiriéndose al Gobierno por aquello de que son los mercados los que mandan, necesita jóvenes formados y especializados como tú. Esto es lo que dicen en su jerga político-económica: Urgen medidas que reactiven el empleo joven, imprescindible para el tejido económico de un país y el estado del bienestar.
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¡Socorro, que viene la derecha! Decían antes para meternos el miedo en el cuerpo y mantenerse ellos en el Poder. Ahora nos amenazan con la irrupción de la Extrema Derecha parlamentaria. ¡Que viene el lobo! Gritó el pastor al rebaño, para dirigir a todas las ovejas al matadero...
Se encontraron un día el Cólera y la Viruela, y ésta le dijo a aquél que lo suponía muy cansado después de haber matado, según había visto anunciado, a veinte mil personas recientemente en cierto lugar; a lo que respondió el Cólera, 'Yo no maté sino a diez mil, los otros se murieron del susto de poder contraer la enfermedad', 'Cosa parecida me sucede a mí', respondió la Viruela; 'todos los que matan los médicos y los boticarios, que no son pocos, me los achacan a mí'.

martes, 14 de junio de 2022
Los doctores Knock y Carrel y la iatrocracia (y II)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pretendido legitimar de iure el golpe de Estado mundial que le permitiría concentrar todo el poder en sus manos con total impunidad en lo referente a la salud pública. Sus últimas propuestas, que han sido vetadas de momento por algunos países africanos miembros y por Brasil, relativas a su facultad de prescribir la conducta que deben seguir los Estados son claras
El proyecto de biopoder es conocido desde al menos 1935, año en que se publicó el libro de Alexis Carrel, convertido enseguida en un superventas, donde se afirma que la medicina necesita instituciones que le permitan llevar a cabo su función: Hace falta, pues, una institución capaz de dirigir de manera ininterrumpida las investigaciones de las cuales depende el porvenir de nuestra civilización. Debemos procurar encontrar el medio de dar a la humanidad una especie de alma, de cerebro inmortal, que integrase sus esfuerzos y diese un fin a su marcha errante. La creación de tal institución constituiría un acontecimiento de gran importancia social. Este centro de ideas estaría compuesto, como la Corte Suprema de los Estados Unidos, de un número muy pequeño de hombres. Se perpetuaría indefinidamente, y sus ideas permanecerían siempre jóvenes. Los jefes democráticos, como los dictadores, podrían extraer de esta fuente de verdad científica las informaciones de las cuales necesitan para desarrollar una civilización realmente humana.
 
Los políticos, que tienen el poder (la vieja potestas romana) no tienen sin embargo la competencia científica necesaria (la vieja auctoritas), por lo que Carrel propone empoderar a la casta médica haciendo que la política se subordine a sus designios. A estos sabios (dice él, pero expertos es la palabra hoy en boga) se les debe dar una posición tan elevada, tan libre de intrigas políticas y publicidad como la de los miembros de la Corte Suprema. En verdad, su importancia sería mucho mayor aún que la de los juristas encargados de velar por la Constitución.
Para Carrel la salud es mucho más que la ausencia de la enfermedad. Llega a decir que los hombres y las mujeres que parecen gozar de buena salud “tienen constantemente necesidad de pequeñas reparaciones”, lo que nos recuerda el célebre aforismo de Knock: Los que gozan de buena salud son enfermos que se ignoran. Escribe Carrel: No se hallan ni demasiado bien ni demasiado fuertes como para desempeñar con felicidad su papel de seres humanos.
El biopoder se está convirtiendo potencialmente en una dictadura que legitima la administración de vida (eugenesia) y de muerte (eutanasia). En este sentido escribe Carrel cosas tan preocupantes como: Las enfermedades del espíritu se tornan amenazantes. Son bastante más peligrosas que la tuberculosis, el cáncer, las afecciones del corazón y de los riñones, y aún que el tifus, la peste y el cólera. Su peligro no proviene sólo de que aumentan el número de criminales, sino y especialmente, de que deterioran más y más las razas blancas.
Habla varias veces de la construcción de la élite, y de una aristocracia racial hereditaria: la oligarquía iluminada y poseedora de la verdad científica. La ideología científica se funde en él con la fe religiosa: La ciencia que ha transformado el mundo material, nos ha dado el poder de transformarnos a nosotros mismos. Nos ha revelado el secreto de los mecanismos de nuestra vida, y nos ha enseñado cómo provocar, artificialmente, su actividad; cómo modelarnos según la forma que deseemos. Gracias al conocimiento de sí misma, la humanidad, por primera vez desde el comienzo de su historia, ha llegado a ser árbitro de su destino. Pero ¿será, capaz de utilizar con provecho la fuerza ilimitada de la ciencia? Para crecer de nuevo se encuentra obligada a rehacerse y no puede rehacerse sin dolor, porque es a la vez el mármol y el escultor.
Insiste varias veces a lo largo de su obra en el concepto de que la humanidad debe rehacerse, lo que nos recuerda a la teoría del Great Reset de ese otro peligroso visionario, el señor Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial que se reúne periódicamente en la estación suiza de esquí de Davos. Repite, en efecto, Carrel a menudo expresiones como “restauración del hombre”, “rehacer nuestro marco material y mental”, “renovación del individuo”, “seremos capaces de reconstruirnos”, “es preciso que el ser humano... recupere su personalidad”, “reconstruir la personalidad” o "ha llegado el momento de comenzar la obra de nuestra renovación".
Para la perpetuación oligárquica de la élite que preconiza, el eugenismo -siempre voluntario en Carrel- es indispensable, “porque es evidente que una raza debe reproducir sus mejores elementos.” Reconoce que el eugenismo demanda el sacrificio de muchos individuos, y que el concepto de la necesidad absoluta del sacrificio “debe ser introducido en el espíritu del hombre moderno”.
Pero también defiende la pena de muerte, que él califica de eutanasia, en los siguientes y preocupantes términos para los “que han asesinado, que han robado a mano armada, que han raptado niños, despojado a los pobres, engañado gravemente la confianza del público”, para ellos propone: “un establecimiento eutanásico, provisto de gases apropiados, permitiría disponer de ellos en forma humana y económica”.
lunes, 13 de junio de 2022
Varios limericks

domingo, 12 de junio de 2022
Varia variorum (Espectáculo de variedades I)
sábado, 11 de junio de 2022
Cenando con un amigo en Nueva York
En un fragmento de la película Mi cena con André (“My dinner with Andre” de Louis Malle, 1981) se plantea, en medio de una placentera conversación entre dos viejos amigos que contraponen sus visiones de la vida sin llegar a discutir, el tema del síndrome de Estocolmo que los individuos metropolitanos se autoinfligen. Dándose vida a sí mismos, los actores y autores dramáticos Wallace Shawn, Wally, y Andre Gregory cenan una noche en un restaurante elegante de Nueva York. Como viejos amigos que son, se cuentan múltiples experiencias personales, a través de las cuales reflexionan sobre los grandes problemas que plantea la existencia. Oigamos un fragmento de su charla:
Wally.- Quiero decir. ¿Por qué eso es así. ¿Es porque la gente es vaga hoy en día? ¿O está aburrida? Quiero decir ¿somos simplemente como niños aburridos, mimados, que han estado todo el día tumbados en la bañera jugando con su patito de goma y ahora están pensando: "¡Bueno! Y ahora ¿qué puedo hacer?"
André.- ¡Vale, sí! Estamos aburridos. Todos estamos aburridos ahora. Pero ¿se te ha ocurido alguna vez, Wally, que el proceso que crea este aburrimiento que vemos en el mundo ahora puede que sea un tipo de lavado cerebral inconsciente y que se perpetúa a sí mismo creado por un gobierno mundial totalitario basado en el dinero? ¿Y que todo esto es mucho más peligroso de lo que uno piensa? ¿Y no es sólo una cuestión de supervivencia individual, Wally, sino que alguien que está aburrido está dormido y alguien que está dormido no dirá “no”?
Mira, voy conociendo a gente, quiero decir, hace unos días conocí a este hombre a quien adoro, es un físico sueco, Gustav Björnstrand, y me dijo que ya no ve la televisión no lee periódicos y no lee revistas. Ha quitado esto de su vida por completo porque siente que ahora estamos viviendo en un tipo de pesadilla orgüeliana y que todo lo que oyes ahora ¡contribuye a convertirte en un robot!
Cuando yo estaba en Findhorn conocí a este extraordinario experto en árboles inglés que había dedicado su vida a salvar los árboles. Acababa de volver de Guásinton donde había estado presionando para salvar las secuoyas. Tiene 84 años y siempre viaja con una mochila ¡porque no sabe dónde estará mañana!
Cuando lo conocí en Findhorn, me dijo: “¿De dónde eres?” Y le contesté: “De Nueva York”. Me dijo: “¡Ah! ¡Nueva York! Sí, ese es un sitio muy interesante. ¿A que conoces a muchos neoyorquinos que no hacen más que hablar de que quieren irse de esta ciudad pero jamás lo hacen?” Y le dije: “¡Oh, sí!” Y él me dijo: “¿Por qué crees que no se van?” Le di varias teorías banales. Y él dijo: “Oh, no creo que eso sea así en absoluto”.
Dijo: “Creo que Nueva York es el nuevo modelo del campo de concentración, donde el campo ha sido construido por los propios reclusos, los reclusos son los guardianes y están muy orgullosos de lo que han construido. Han construido su propia prisión. De este modo, viven en un estado de esquizofrenia en el que ellos son al mismo tiempo guardianes y reclusos. El resultado es que ya no tienen -tras haber sido lobotomizados- la capacidad de dejar la prisión que han construido, ni siquiera la ven como una cárcel".
    Y después se metió la mano en el
bolsillo y sacó una semilla de árbol y dijo: “Esto es un pino”.
La puso en mi mano y dijo: “Escapa antes de que sea demasiado
tarde”. 
viernes, 10 de junio de 2022
Los doctores Knock y Carrel y la iatrocracia (I)
El personaje de ficción del doctor Knock que puso en escena Jules Romains en su inolvidable Knock o El triunfo de la medicina (1923) y que desarrolló posteriormente en el ensayo Doctor Knock. Fragmentos de la Doctrina Secreta recogidos por Jules Romains (1949) guarda, a mi modo de ver, varios puntos en común con la figura del biólogo, médico, cirujano, investigador científico, eugenista y escritor francés Alexis Carrel (1873-1944), que obtuvo con 35 años el premio Nobel de Medicina en 1912, convirtiéndose en el científico más joven en recibir ese galardón.
El personaje de teatro del doctor Knock había pasado de ser el médico rural de Saint-Maurice, pueblecito francés que convirtió todo él en un centro sanitario considerando enfermos asintomáticos, valga la contradictio in terminis como hemos visto que ha valido tanto en tiempos recientes, hospitalizando a todos sus habitantes, en el exitoso director del White Plains Institute de Nueva York de prestigio internacional, que investigaba sobre la inmortalidad y la iatrocracia, dos aspiraciones que comparte con el personaje de la realidad Alexis Carrel, que emigró por su parte a Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en 1906 en el Instituto Rockefeller para la Investigación Médica en Nueva York. Una vez jubilado, Carrel regresó a la Francia ocupada por los nazis y colaboró con el gobierno de Vichy. Su muerte en 1944 evitó que fuera investigado acusado de colaboración.
Ambos doctores, en efecto, estaban obsesionados por la inmortalidad, y ambos eran partidarios de la creación de un organismo médico internacional que ejerciera su poder sobre los gobiernos en asuntos sanitarios.
Dejando aparte la primera obsesión, que en el caso del doctor Knock se traducía en el logro de la vacuna antitanática que otorgaría a la humanidad la victoria sobre la muerte, y en el caso del doctor Carrel se concretaba en el trasplante de órganos enfermos por órganos sanos de modo que pudiéramos reparar nuestros cuerpos y mantenernos saludables durante más tiempo de lo normal, en cuya técnica fue pionero, y centrándonos en la iatrocracia o gobierno de la casta médica que ambos proponían, esto es lo que escribe en 1935 Carrel en su célebre libro El hombre, ese desconocido, un best seller que batió récords de ventas y fue traducido a muchas lenguas: Una minoría ascética y mística adquiriría rápidamente un poder irresistible sobre la mayoría amante de placeres y ciega. Sería capaz, por persuasión o tal vez por la fuerza, de imponerle otras formas de vida. Contrapone el gobierno de una oligarquía, una minoría -ascética y mística como dice él-, a una mayoría hedonista y ciega, y es partidario de que esa minoría imponga “otras formas de vida” y que lo haga por las buenas -mediante la persuasión, dice él- o por las malas -usando la fuerza.
Alexis Carrel, precisamente, con su característica cofia blanca, y Charles Lindbergh fueron portada de la prestigiosa revista Time en 1938, retratados frente a un sofisticado tubo de cristal, bajo el título sensacionalista: “Buscando la fuente de la juventud”.
Por su parte, la iatrocracia que plantea el doctor Knock no es ya local, como había logrado en el pueblecito francés de Saint-Maurice, sino mundial o, como se prefiere decir ahora, global. Se trata de crear un sistema de gobierno universal “con poderes dictatoriales” basado en la medicina y la entelequia de la salud. Propone la creación de una todopoderosa O.M.U. (Organización Médica Universal) que sustituya a la impotente O.N.U., que se había refundado en 1945, después del fracaso de la Sociedad de Naciones de 1919 a la hora de evitar la II Guerra Mundial.
Se hacía eco sin d unuda Jules Romains de la creación de la OMS (Organización Mundial de la Salud, WHO según sus siglas en inglés: World Health Organization) que se llevó a cabo en 1948, un año antes de la publicación de su opúsculo, una organización no gubernamental que aspira a dirigir la política sanitaria de todos los gobiernos.
Pero para lograr el empoderamiento de esa organización mesiánica y salvífica que obra desinteresadamente, lo que es mucho suponer dados sus conflictos de intereses con la industria de la Gran Farmacia, será necesario en nombre del bien común declarar una amenaza que provocque un coup d'État sigiloso que logre la sumisión efectiva de la humanidad a la iatrocracia. Jules Romains y su doctor Knock la denominaron “Epidemia 235”. Pero el nombre es irrelevante; mutato nomine... Podía haber sido cualquier otra amenaza: la gripe aviar, la peste porcina, las vacas locas, la covid-19, la viruela del mono... Y suma y sigue. Pero ha sido, precisamente, la enfermedad del virus coronado cosecha 2019, sin duda, como hemos visto a lo largo de estos últimos años, el pretexto para instaurar de facto, nadie sabe cómo ha sido pero ha venido para quedarse y habitar entre nosotros, aunque todavía no de iure, una dictadura prácticamente mundial, conculcando las libertades formales de los ciudadanos en nombre de la Ciencia y bajo el pretexto de salvar vidas que de lo contrario se habrían malogrado.
jueves, 9 de junio de 2022
Sobredosis de recuerdos
miércoles, 8 de junio de 2022
God bless the Queen
John Lydon, alias Johnny Rotten el ex-cantante del grupo punk-roquero Sex Pistols, que hizo célebre el lema "no future", cuyo temazo “God Save the Queen” fue prohibido por la BBC en 1977, cuando se celebraba precisamente el Jubileo de Plata de los veinticinco años de reinado de la Queen, hace cincuenta años ya de aquellos fastos, se arrepiente ahora que tiene 66 tacos de su rebeldía juvenil, y dice “Dios bendiga a la Reina”, contra la que no tiene nada personal, salvo el hecho de que la familia real frecuente las estaciones de esquí gracias a los impuestos de sus súbditos.
El caso es que los Pistolas Sexuales cantaban a finales de los años setenta del siglo pasado: God save the queen / The fascist regime... (Dios salve a la Reina, / el régimen fascista... ), una parodia del himno nacional británico, en la que llegaba a afirmarse de Su Majestad She ain't no human being, que ella no era un ser humano, cosa que se ha visto cincuenta años después confirmada en este jubileo de platino recién celebrado, cuando hemos comprobado que la Isabel II que saludaba juvenil y sonriente desde su carroza dorada de cuento de hadas a sus súbditos no era la de carne y hueso, sino un holograma virtual de sí misma.
La imagen electrónica que podía verse a través de la ventanilla de cristal del rutilante landó no era más que eso, una proyección holográfica, la ilusión óptica de una reina juvenil, coronada y vestida de gala, una mágica ficción. La reina no iba dentro del landó, pero daba la sensación de que sí, lo que no deja de ser una espléndida metáfora de una realeza que no es real, sino ideal, por aquello de que los que manda son los más mandados por el Dinero, que es quien realmente lleva los pantalones. Por eso el reinado de la reina Isabel II es una monarquía holográfica, diríase que fantasmagórica y virtual.
Volviendo a nuestro Juanito Podrido, dicen que el que no es un pirómano rebelde a los dieciocho años como era él no tiene corazón, y que el que sigue siéndolo a los cincuenta -no digamos ya a los sesenta y seis como él ahora- no tiene cabeza, cuando lo sensato es mantener apagados a esa edad los rescoldos que queden, si alguno queda, del fuego adolescente.
El caso es que John Lydon, alias Johnny Rotten, parece confirmar ese dicho. También él, que cantaba con reminiscencias nietzscheanas ácratas: I am an antichrist / I am an anarchist / Don't know what I want / But I know how to get it, o sea algo así como: Soy un anticristo / Soy un anarquista / No sé lo que quiero, / pero sé cómo conseguirlo, se arrepiente ahora y declara que la anarquía no era una buena idea, es una idea terrible. Claro que sí, pero no porque sea peor que la jerarquía, la oligarquía, la monarquía o la mera arquía u orden establecido, sino porque todas las ideas son terribles, y no hay una sola buena. Pero lo bueno no es lo que afirma, sino lo que niega. Resulta que la anarquía es terrible, pero el (des)orden establecido no lo es. Y nos deja claro Juanito Podrido que él no es anarquista ni un antisistema, sino un prosistema que reniega de su juvenil himno roquero Anarchy in the UK.
La reina de Inglaterra en su carroza dorada era un holograma, una imagen fotográfica tridimensional, obtenida mediante iluminación por rayos láser, en colores.




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