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viernes, 16 de abril de 2021

Hombre precavido vale por dos (II)

    ¿Dónde está el origen de la interpretración previsora del dicho praestat cautela quam medela? Quizá en el hecho de que se cita antes la cautela que la medela, y se da a entender que si antes hay caución no hace falta recurrir después a la curación. 

    Pero no es lo mismo decir que predecir, ni sentir que presentir. No puede ser lo mismo la caución que la precaución. Pero la docta Academia a la hora de definir "caución" pontifica “prevención, precaución o cautela”, entrando así en la confusión de un círculo vicioso, equiparando caución y precaución sin tener en cuenta el valor del prefijo pre-, procedente del latín prae-, que indica anticipación, anterioridad, y que aparece en el verbo prae-stat, que literalmente significa “estar delante, aventajar, ser superior”. 

     Habría que decir que lo que vale más que la medicación es la caución, y no tanto la pre-caución. Y frente a la idea omnipresente de precaución habría que enarbolar la de la mera cautela: Una cosa es tener cuidado, tener visión de las cosas, y otra es anticiparse a la visión, que es un error que nos impide ver lo que tenemos delante. 


     Se dice a veces que a los niños hay que advertirles de que hay cosas que ellos no ven y que pueden hacerles daño, como por ejemplo meter la corriente eléctrica si meten los dedos en un enchufe. Es cierto. El problema viene cuando, una vez adultos, se les sigue tratando como a niños dado el paternalismo del Estado moderno. 

    En este sentido ha triunfado en nuestros días la idea de que hay que prevenir los males antes de curarlos, y eso lo dice el Estado Terapéutico que vela por nuestro bien. El problema es que el Estado Terapéutico es como el Ogro filantrópico que decía Octavio Paz: un monstruo filántropo, es decir, que ama tanto la humanidad que por eso mismo la hará sufrir, como reza aquel otro refrán de “quien bien te quiere te hará sufrir”.

    Nos hará mal por nuestro bien, dándonos el cambiazo: un mal presente, que no vemos, pero que está aquí haciéndonos la vida imposible, por un bien futuro, que tampoco vemos porque no está aquí pero  nos impide ver lo que hay delante de nuestras narices. 

    Por eso están "triunfando" las llamadas vacunas del coronavirus, porque previenen la enfermedad que causa dicho virus haciendo que sus síntomas se atenúen y sean más leves. Son las tiritas que se ponen antes de la herida. En lugar de ocuparse de la curación de las heridas cuando se produzcan, nos ocupamos de la profilaxis para que no se produzcan, confiando en la magia de que podemos ahuyentarlas. 

    Encuentro la sugerencia de la maldad de la precaución en un paso de Séneca, la epístola núm. 5, a Lucilio (7-9), una formulación que me ha resultado bastante esclarecerdora, es decir, reveladora de la mentira en la que habitualmente vivimos, que es que solemos valorar más la previsión que la propia visión, la precaución que la caución, hasta el punto de equipararlas erróneamente. Así dice el sabio cordobés: Por ello la previsión, el bien máximo de la condición humana, se ha convertido en un mal. (Itaque prouidentia, maximum bonum condicionis humanae, in malum uersa est). 

      
    ¿Cómo puede afirmarse que la previsión o prouidentia en latín, de donde derivan nuestra providencia, que es sin embargo un falso amigo, y nuestra prudencia, de ser un bien, el mayor bien de la condición humana, se haya convertido en un mal? Séneca establece la comparación con los animales, que huyen de los peligros que ven (ferae pericula, quae uident, fugiunt), y una vez que los han evitado están seguros. Nosotros, sin embargo, a diferencia de ellos, nos atormentamos con los peligros pasados y los futuros, que no existen, unos porque son agua pasada y los otros porque no son. 

    Nos torturamos con el porvenir y con el pasado (nos et uenturo torquemur et praeterito). Es decir que nosotros, a diferencia de las fieras, nos sentimos inseguros por peligros que no vemos porque pertenecen al pasado y al reino de la memoria o al futuro y la suposición, en lugar de acomodarnos a los que tenemos por delante, que son los únicos que hay. 

     ¿Por qué la prouidentia es mala, si la uidentia es buena? Porque la prouidentia impide la uidentia al ser una anticipación. Digamos que frente a la previsión de las cosas, hay que proponer la sencilla visión, porque la previsión puede cegarnos, y no dejarnos ver, si nos ciega, lo que tenemos delante.

martes, 30 de marzo de 2021

Sobre Alejandro Magno

Iron Maiden, el legendario grupo británico de heavy metal, cuyo nombre, la Doncella de Hierro, evoca una terrible máquina de tortura medieval, dedicó una canción a la figura de Alejandro Magno en su álbum Somewhere in Time, publicado en 1986.



La letra refleja bastante bien algunas de las facetas más importantes que la historiografía le ha atribuido a la figura de este personaje: la conquista de Asia Menor, la difusión del helenismo, la fundación de Alejandría en Egipto, ciudad que todavía lleva su nombre, y de tantas otras Alejandrías,  la anécdota del nudo gordiano... No se entiende sin embargo muy bien la afirmación que hace la canción de He paved the way for Christianity ("¿allanó el camino a la Cristiandad?"). Se pueden afirmar muchas cosas sobre Alejandro, pero esa, precisamente, y en sentido riguroso, no, a no ser que consideremos que la cruz se propagó por el mundo gracias a la espada. Alejandro es pagano, vivió y murió en el siglo IV antes de Cristo (366-323), y bajo ningún concepto puede considerarse un precursor del cristianismo.

La letra de la canción comienza con una cita de Plutarco, que pone en boca de Filipo de Macedonia, padre de Alejandro, cuando este cumplió 16 años: My son,  ask for thyself another Kingdom, for that which I leave is too small for thee: "Hijo mío, reclama para tí otro reino, porque este que te dejo es demasiado pequeño para ti".

He aquí un vídeo que subtitula la letra de la canción en castellano sobre imágenes de la fallida y espléndida película que Oliver Stone consagró a la figura de Alejandro en el año 2004.

Frente al fenómeno de mitificación de la figura de Alejandro de la citada película y de la susodicha canción como difusor del helenismo a la que hemos asistido en la modernidad, se alza contra la opinión de estos papanatas el criterio de Séneca, el filósofo cordobés, quien en una carta a su amigo Lucilio, la epístola núm. 94, arremete contra la figura histórica del macedonio, que propagó la guerra por el mundo entero.

De Alejandro Magno escribe: La locura de devastar las tierras ajenas incitaba al desdichado Alejandro y lo impulsaba hacia lo desconocido. ¿Piensas acaso que está cuerdo quien comienza por realizar sus matanzas precisamente en Grecia, donde ha sido educado? ¿Quien arrebata a cada uno lo que le es más querido: a Esparta le impone la servidumbre y a Atenas el silencio? No satisfecho con la ruina de tantas ciudades que Filipo había vencido o comprado, abate a otras en otros países y propaga la guerra por el mundo entero sin que, agotada, se detenga su crueldad en parte alguna, al modo de las fieras salvajes que muerden más de lo que su hambre reclama.

Ya tiene reunidos muchos reinos en uno solo, ya los griegos y los persas temen al mismo déspota, ya sufren el yugo hasta los pueblos que eran libres del poder de Darío; con todo, va más allá del océano y del Oriente y se indigna de que la victoria lo aparte de las huellas de Hércules y de Baco; se dispone a violentar a la misma naturaleza. No es que quiera andar, es que no puede detenerse, como las pesas arrojadas al precipicio que no se detienen hasta yacer en el fondo.

El juicio que emite sobre Alejandro es implacable: estaba loco. Su ira devastadora comienza por Grecia. Alude Séneca, aunque no lo menciona expresamente, a la destrucción de Tebas en el 355 ante porque la ciudad se había rebelado ante el falso rumor de la muerte del macedonio, y menciona el castigo que le infligió a Esparta, dominándola por el terror, y a Atenas, a la que ofreció condiciones más favorables de rendición privándola de su parresía o libertad de expresión. No pudo, sin embargo, emular a Hércules y a Baco que, según la leyenda, habían llegado hasta la India, porque cuando arribó con sus huestes al Indo, sus soldados, fatigados, le obligaron a volver sobre sus pasos y a abandonar su loca carrera hacia adelante.

Concluye Séneca su reflexión sobre este personaje, después de cargar también contra los romanos Pompeyo, Julio César y Mario: Éstos, mientras lo trastornaban todo, eran trastornados ellos mismos a la manera de los torbellinos, que hacen dar vueltas a los objetos que han arrebatado, pero son ellos mismos los que dan vueltas primero y su acometida es tanto más violenta por cuanto no pueden controlarse en absoluto; de ahí que, habiendo ocasionado el mal a muchos, también ellos experimentan aquella fuerza destructora con la que han dañado a tantos. No hay que pensar que uno puede ser feliz a costa de la infelicidad ajena.

viernes, 22 de enero de 2021

La muerte, toda la vida

El poeta Neorrabioso escribe, en una de sus pintadas callejeras en un contenedor de basura, que tomo sin permiso de su blog:  LA MUERTE ES TODA LA VIDA, NO SU CONCLUSIÓN. 


Viene a decirnos en castellano con una admirable economía de palabras lo mismo más o menos que le escribía Séneca a su amigo Lucilio en una carta (24. 19-20), donde le decía en latín*: Recuerdo que en una ocasión trataste el tópico aquel de que no nos morimos de repente, sino que caminamos hacia la muerte poco a poco; morimos cada día. Pues cada día se nos arrebata alguna porción de vida, e incluso entonces, cuando estamos creciendo, nuestra vida decrece. Perdimos nuestra infancia, luego la niñez, luego la adolescencia. Todo el tiempo que ha transcurrido hasta ayer mismo se nos ha ido; este mismo día, en que estamos viviendo, lo compartimos con la muerte. Tal como a la clepsidra no la vacía la última gota de agua, sino todas las que se filtraron antes, así la última hora, en la que dejamos de ser, no causa ella sola la muerte, sino que ella sola la consuma; entonces llegamos por fin a ella, pero hacía tiempo que nos aproximábamos.

*memini te illum locum aliquando tractasse, non repente nos in mortem incidere, sed minutatim procedere; cotidie morimur. cotidie enim demitur aliqua pars uitae, et tunc quoque, cum crescimus, uita decrescit. infantiam amisimus, deinde pueritiam, deinde adulescentiam. usque ad hesternum, quicquid transit temporis, perit; hunc ipsum, quem agimus, diem cum morte diuidimus. quemadmodum clepsydram non extremum stillicidium exhaurit, sed quicquid ante defluxit, sic ultima hora, qua esse desinimus, non sola mortem facit, sed sola consummat; tunc ad illam peruenimus, sed diu uenimus.

 

 

lunes, 18 de enero de 2021

De lo que Séneca le dijo a Nerón

Circula por ahí una frase atribuida a Séneca que le habría dicho en algún momento a Nerón y que, por lo que a mí se me alcanza y he podido averiguar, no tiene mucho fundamento histórico. Se trata de una cita espuria, pero que está muy bien traída sin embargo porque se puede aplicar a cualquier relación humana de poder y de dominio. 

Nerón y Séneca,
Eduardo Barrón González (1904)

La frase vale para cualquiera del común si se entiende que “Séneca” no es ahí Lucio Anneo Séneca, nacido en Córdoba en torno al año 4 de nuestra era y muerto en el 65, filósofo estoico y preceptor del emperador Nerón, sino “séneca”, un nombre común y no propio dentro de la Historia de la Cultura, y como define nuestro Diccionario de la Real Academia “hombre de mucha sabiduría”, y si se entiende que Nerón, por su parte, no es el emperador romano de la dinastía julio-claudia nacido en el 37 y muerto en el 68, sino “nerón”, con minúscula, es decir un “hombre muy cruel”, según el citado Diccionario, definición a la que habría que añadir la nota imprescindible de “poderoso, el hombre más poderoso del mundo en su tiempo”. Como se sabe, Nerón acusó a su antiguo maestro de haber participado en la conspiración de Pisón contra el Imperio y le concedió la gracia de quitarse voluntariamente la vida.

Hay que tener en cuenta que la institución del Poder se basa en dos cosas: la mentira y el miedo. ¿En qué consiste la primera? ¿Sobre qué engaño se fundamenta? Entre nosotros, occidentales, hay que remontarse hasta, por lo menos los griegos, y en concreto hasta el maestro Aristóteles, que escribió en la Política lo siguiente: "Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarias, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar". (Política. 1.1254a, τὸ γὰρ ἄρχειν καὶ ἄρχεσθαι οὐ μόνον τῶν ἀναγκαίων ἀλλὰ καὶ τῶν συμφερόντων ἐστί, καὶ εὐθὺς ἐκ γενετῆς ἔνια διέστηκε τὰ μὲν ἐπὶ τὸ ἄρχεσθαι τὰ δ᾽ ἐπὶ τὸ ἄρχειν). 

Aristóteles estableció la necesidad y conveniencia de que haya gobierno, unos hombres que manden y otros que obedezcan, y lo justificó diciendo que era natural que así fuera, es decir, que lo que había era así porque lo había querido la naturaleza y no se podía evitar. Justificaba así la existencia de la esclavitud y la supremacía del varón sobre la mujer. Si negamos que sea verdad lo que dijo Aristóteles, ¿qué les queda a los poderosos de este mundo para sustentar y sostener el Poder que encarnan, una vez denunciada la mentira? Sólo  les queda el miedo.

 ¿Qué le dice un hombre sabio, en el sentido popular de la palabra, es decir, un hombre del pueblo, que es consciente de su vasta ignorancia, pero que pone en duda, precisamente porque nada sabe, las palabras del maestro Aristóteles de que sea necesario y conveniente que haya gobierno, un hombre que ni siquiera tiene nombre propio, sino común, al poderoso? Le dice algo que le puede decir cualquiera al poderoso para, de ese modo, desempoderarlo: “Tu poder radica en mi miedo; yo ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder”.

lunes, 13 de julio de 2020

Cui bono prosit? (I)

Lo primero que se pregunta un detective en las novelas policíacas, cuando se perpetra un crimen o un robo, es a quién beneficia el delito, abriendo así una línea de investigación principal que no tiene por qué ser la única y exclusiva, pero sí la que hay que despejar en primera instancia, ya que el beneficiario suele ser el primer sospechoso. 


Medea en la tragedia homónima de Séneca le reprocha a Jasón que él es el autor del crimen que ella ha cometido, argumentándolo con las siguientes palabras: cui prodest scelus / is fecit: Aquel al que aprovecha el crimen es quien lo hizo (vv. 500-501)


Preguntémonos aquí qué provecho sacan los estados y los capitales con esta lucha que han emprendido a capa y espada contra la emergencia sanitaria producida por la irrupción del SARS-CoV-2 o virus coronario. 

A primera y simple vista, parece que los gobiernos de los estados no ganan nada, simplemente cumplen con su función social que es la de salvaguardar la vida de la gente, la salud y seguridad del pueblo configurado como conjunto de votantes y contribuyentes. 

En cuanto a los dineros y capitales, parece que en términos económicos no hay tampoco ganancia alguna, sino cuantiosas pérdidas. La recesión económica que se ha producido a consecuencia de la crisis sanitaria es muy distinta, según los economistas, a la Gran Recesión de 2008, que afectó principalmente a los bancos, que fueron rescatados por los gobiernos evitando así el colapso financiero. 

En esta recesión actual los afectados no son tanto las entidades bancarias, que están bastante saneadas después de aquello, como los millones de pequeños y medianos negocios que han tenido que cerrar sus puertas, y que para poder subsistir necesitarán la ayuda de bancos y gobiernos. 

Un gran negocio, sin embargo, que ha resultado claramente beneficiado, quizá el único, a raíz del confinamiento es el informático: el encierro ha fomentado compras y ventas online, trabajo online, enseñanza online, cultura online, amor y sexo online, amistad online... vida, en definitiva, online, es decir, vida virtual y descarnada, que no carnal y verdadera. 

Y sobre todo el gran negocio de la información online, una cantidad ingente de información que es imposible procesar y en la que no puede distinguirse lo verdadero de lo falso, cuyo resultado ha sido la propagación globalizada del virus del miedo. 

El dibujante Montt hace un juego de palabras que sólo es posible en español y que no puede ser traducido a otros idiomas sin que se pierda la gracia, pero que es muy sugerente por la asociación de ideas que implica: en vez de “medios” de comunicación escribe “miedos de comunicación” en esta viñeta sugerente:

En este país tenemos "miedos de comunicación"


domingo, 21 de junio de 2020

Gracias a la naturaleza

Un fragmento del divino Epicuro dice: Gracias a la bendita Naturaleza, porque hizo que lo necesario fuera fácil de adquirir, y lo difícil de adquirir innecesario (χάρις τῇ μακαρίᾳ Φύσει, ὅτι τὰ ἀναγκαῖα ἐποίησεν εὐπόριστα, τὰ δὲ δυσπόριστα οὐκ ἀναγκαῖα).

Se ha dicho que aquí Epicuro está divinizando a la naturaleza, cosa harto extraña en un ateo como él, cuyo ateísmo no negaba directamente la existencia de los dioses, sino su interés por los asuntos humanos. En realidad, se trata de  una prosopopeya o personificación, es decir, una figura estilística literaria a la que recurre el autor para llamar la atención del lector, lo que explica que el término "naturaleza" aparezca escrito casi siempre con letra inicial mayúscula en las ediciones modernas, como corresponde a los nombres propios.  


La palabra que traducimos por "naturaleza" se dice en griego physis φúσις, de donde nos vienen a las lenguas modernas los términos relacionados con ella de física para lo natural y metafísica, lo que está más allá para lo sobrenatural, y también fisioterapia, fisonomía y fisiología, por ejemplo. El término griego encuentra su equivalente latino en "natura", de ahí que el adjetivo físico sea de alguna manera sinónimo de natural, y no sólo de corporal, material o real

En la frase epicúrea hallamos el aoristo del verbo poieo ποιέω “hacer”: el presente se convierte en pasado añadiéndole a la raíz del verbo el llamado aumento silábico y la sigma que caracteriza en griego a esta forma verbal. De este verbo poieo ποιέω derivan los helenismos poema, poeta, poesía, que conforman la trinidad poética: el poeta el es creador, el poema lo creado y la poesía la creación, lo que no deja de ser curioso porque el verbo en principio sólo significa “hacer”, pero adquirió enseguida la connotación de “crear”, es decir, de hacer algo que no está hecho previamente, por lo que se aplicó a las obras de arte de las Musas.

Tenemos más derivados de este verbo griego en castellano, por ejemplo los acabados en -peya: epopeya, etopeya, onomatopeya y prosopopeya, donde salen a relucir otros términos griegos: epos ἔπος, narración; etos ἔθος, carácter; ónoma ὄνομα, nombre; prósopon πρόσωπον, rostro. Pero también son derivados de este verbo los términos acabados en -pea, como farmacopea y melopea, que nos llevan a fármacon φάρμακον droga y a melos μέλος, música

En la frase de Epicuro aparecen los términos compuestos: eupórista εὐπόριστα fácil de adquirir o viable y dyspórista δυσπόριστα, difícil de adquirir o inviables, con los prefijos eu- ευ- bueno, fácil, y dys- δυς- difícil. El segundo término de la palabra nos remite a póros πόρος, el nombre griego del paso, vado, puente, camino... Estos prefijos perviven en castellano para lo bueno  en eufemismo, eufonía, euforia, eutanasia... y para lo malo en díscolo, disentería, disfasia... En cuanto al término póros πόρος, llegamos a la aporía, con la alfa inicial que es prefijo negativo, al callejón sin salida filosófico que la Real Academia define como "enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional". 


Volviendo a la sentencia epicúrea, no he encontrado ninguna formulación parecida en Lucrecio, su fiel escudero latino, y sí, sin embargo, en Séneca. En la Consolación a su madre Helvia XI, 1, del estoico cordobés leemos una formulación muy parecida a la primera parte de la sentencia de Epicuro: nihil homini natura quod necessarium faciebat fecit operosum: La naturalena no le hizo nada trabajoso al hombre lo que le hacía necesario.