Un fragmento del divino Epicuro dice:
Gracias a la bendita Naturaleza, porque hizo que lo necesario fuera
fácil de adquirir, y lo difícil de adquirir innecesario (χάρις
τῇ μακαρίᾳ Φύσει, ὅτι τὰ ἀναγκαῖα
ἐποίησεν εὐπόριστα, τὰ δὲ δυσπόριστα
οὐκ ἀναγκαῖα).
Se
ha dicho que aquí Epicuro está divinizando a la naturaleza, cosa harto
extraña en un ateo como él, cuyo ateísmo no negaba directamente la
existencia de los dioses, sino su interés por los asuntos humanos. En
realidad, se trata de una
prosopopeya o personificación, es decir, una figura estilística
literaria a la que recurre el autor para llamar la atención del lector, lo que explica que el término "naturaleza" aparezca escrito casi siempre con letra inicial mayúscula en las ediciones modernas,
como corresponde a los nombres propios.
La palabra que traducimos por "naturaleza" se dice en griego physis φúσις, de donde nos vienen a las lenguas modernas los términos relacionados con ella de física para lo natural y metafísica, lo que está más allá para lo sobrenatural, y también fisioterapia, fisonomía y fisiología, por ejemplo. El término griego encuentra su equivalente latino en "natura", de ahí que el adjetivo físico sea de alguna manera sinónimo de natural, y no sólo de corporal, material o real.
En la frase epicúrea hallamos el
aoristo del verbo poieo ποιέω “hacer”: el presente se
convierte en pasado añadiéndole a la raíz del verbo el llamado
aumento silábico y la sigma que caracteriza en griego a esta forma verbal. De este
verbo poieo ποιέω derivan los helenismos poema,
poeta, poesía, que conforman la trinidad poética: el poeta el es
creador, el poema lo creado y la poesía la creación, lo que no deja de ser curioso
porque el verbo en principio sólo significa “hacer”, pero
adquirió enseguida la connotación de “crear”, es decir, de hacer algo que
no está hecho previamente, por lo que se aplicó a las obras de arte
de las Musas.
Tenemos más derivados de este verbo griego en
castellano, por ejemplo los acabados en -peya: epopeya, etopeya,
onomatopeya y prosopopeya, donde salen a relucir otros términos griegos:
epos ἔπος, narración; etos ἔθος, carácter; ónoma ὄνομα, nombre; prósopon
πρόσωπον, rostro. Pero también son derivados de este verbo los
términos acabados en -pea, como farmacopea y melopea, que nos llevan
a fármacon φάρμακον droga y a melos μέλος, música.
En la frase de Epicuro aparecen los términos compuestos: eupórista εὐπόριστα fácil de adquirir o viable y dyspórista δυσπόριστα, difícil de adquirir o inviables, con los
prefijos eu- ευ- bueno, fácil, y dys- δυς- difícil. El segundo
término de la palabra nos remite a póros πόρος, el nombre griego del paso, vado, puente,
camino... Estos prefijos perviven en castellano para lo bueno en
eufemismo, eufonía, euforia, eutanasia... y para lo malo en
díscolo, disentería, disfasia... En cuanto al término póros
πόρος, llegamos a la aporía, con la alfa inicial que es prefijo
negativo, al callejón sin salida filosófico que la Real Academia
define como "enunciado que expresa o que contiene una
inviabilidad de orden racional".
Volviendo
a la sentencia epicúrea, no he encontrado ninguna formulación parecida
en Lucrecio, su fiel escudero latino, y sí, sin embargo, en Séneca. En
la Consolación a su madre Helvia XI, 1, del estoico cordobés leemos una formulación muy parecida a la primera parte de la sentencia de Epicuro: nihil homini natura quod necessarium faciebat fecit operosum: La naturalena no le hizo nada trabajoso al hombre lo que le hacía necesario.