Si alguien ha inducido al botellón y al consumo de 'sustancias' a las clases populares ha sido el
 ejército, a través del servicio militar obligatorio de la puta mili, y ello a pesar de que el 
código de justicia castrense castigaba la embriaguez como agravante de un 
delito, y no como atenuante. A pesar de eso, decía, y quizá por ello 
mismo. Si cometo un delito borracho, tengo atenuante según el código 
civil, pero según el militar el alcohol es un agravante, con lo que el
 prestigio de la borrachera aumenta al aumentar su punición. No sé si 
las cosas seguirán así en el ejército, pero cuando yo serví al Rey, 
maldito sea, así eran. O al menos eso es lo que me dijeron.
    La tolerancia con el alcohol es 
proverbial en nuestra cultura occidental. Recuérdese que el vino es la sangre de 
Cristo con la que los cristianos comulgan en la eucaristía. Y antes de Cristo, en el mundo grecorromano, Baco era el dios del vino, en cuyo honor se celebraban las bacanales.
 Tierno Galván y Susana Estrada, foto de Marisa Flórez (1978)
    Un ejemplo 
relativamente reciente en mi memoria pero lejano ya en el calendario ya que se remonta a la friolera de algo más de cuarenta años, bastante penoso de incitación al consumo de drogas en general, por otra parte, lo dio el que fuera eximio alcalde de Madrid don Enrique Tierno Galván, apodado “el viejo profesor”, fundador del Partido Socialista Popular, integrado y engullido enseguida en el Partido Socialista Obrero Español, celebrado por la calidad literaria y humorística de los bandos de su alcaldía, incitando a los madrileños al  consumo sistemático de drogas, en los años de la celebérrima movida, y admirado tanto por la izquierda como por la derecha. 
    Desgraciadamente célebre se hizo su “¡a colocarse!”, en una época en que la heroína se llevó a mucha gente por delante con una muerte 
heroica. “¡Roqueros, el que no esté colocao, que se coloque y al loro!” Dijo literalmente en un concierto de música en 1984, jugando con el doble sentido de la palabra 'colocarse' de “ponerse en su sitio”  y de alcanzar un estado de euforia debido al consumo de drogas, en una época en que este verbo era sinónimo de colgarse y engancharse. 
El viejo y sesudo profesor frivolizaba sobre un tema muy serio.
Del PSP al PSOE "Por el pueblo".
     Miles de personas 
acompañaron su féretro por las calles de Madrid, en uno de los entierros
 más multitudinarios y sonados que se conocen y recuerdan, despidiendo 
al "mejor" alcalde que había tenido la villa y corte: don Enrique, el 
viejo profesor, el intelectual socialista, el que incitaba a la juventud
 a colocarse para que no se rebelara contra el Poder que entre otros muchos monigotes él por aquel entonces encarnaba.

