sábado, 5 de diciembre de 2020

La vacuna como bálsamo de Fierabrás, panacea universal y purga de Benito

El presidente del califato de Cantabria, don Miguel Ángel Revilla, ha apelado a la responsabilidad de la ciudadanía de cara a las próximas fiestas navideñas y ha pedido que por favor, no nos carguemos la Navidad futura cometiendo insensateces. 
 
No parece importarle mucho al mandatario la Navidad inminente, que ya se han cargado con las presuntas sensateces de las restricciones que han tomado ante la “pandemia del coronavirus”, sino solo las futuras. Nos cargamos el presente con las miras puestas en el porvenir que está por definición siempre por venir...  Y ya se sabe lo que canta la copla: sentaíto en la escalera, esperando el porvenir, y el porvenir que no llega
 
El Líder Supremo ha pedido al Ministro de Sanidad de las Españas que acelere “al máximo la vacunación”, y a todos que aguantemos hasta la vacuna, que probablemente nos traerán sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. 
 

Se presenta así la inyección como nuestra única posibilidad de redención y vuelta a la normalidad, lejos de esta neonormatividad, nuestra salvación, como si del legendario y cervantino bálsamo de Fierabrás se tratara. Hay mucho de quijotesco, por cierto, también en este empeño de luchar contra la gigantesca pandemia vírica provocada por un minúsculo bichito agrandado con el microscopio electrónico y digital.
 
En efecto, con el bálsamo de Fierabrás, como le dijo don Quijote a Sancho, no hay que tener temor a la muerte; con una mínima dosis de solo un par de tragos del salutífero mejunje, el cuerpo enfermo o malherido quedará más sano que una manzana. 
 
 
Para elaborar la mágica poción sólo es menester un poco de romero, aceite, sal y vino. Se pone a cocer todo ello en una olla durante un buen rato, y luego se mete en una redoma o, en su defecto, una alcuza o aceitera de hojalata. 
 
Pero para que funcione y surta efecto no basta con hacer bien la pócima mezclando los diversos ingredientes en su adecuada proporción y teniéndolos al fuego a ser posible lento el tiempo necesario. No basta tampoco con su ingesta; sobre la alcuza hay que pronunciar más de ochenta paternostres y otras tantas avemarías, salves y credos, a ser posible en versión original preconciliar, es decir, en latín, divinas palabras,  acompañando cada plegaria con una señal de la cruz a modo de bendición. 
 
Don Quijote y el bálsamo de Fierabrás, José Jiménez y Aranda (1868)
 
Quizá no esté de más persignarse también uno antes de tomar el bálsamo, signándose uno haciendo la señal de la cruz tres veces (la primera en la frente, por la señal de la santa cruz, la segunda en la boca, de nuestros enemigos,  y la tercera en el pecho, líbranos Señor, Dios nuestro) para concluir santiguándose con una cuarta y última señal de la cruz  en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, besando al final la mano con un amén, y evocando así la cruz en la que murió Nuestro Señor Jesucristo.
 
Esto me recuerda a mí al agua bendita de Lourdes, que no hace su salutífero efecto si se bebe sin fe. Hace falta algo más que el agua bendita del manantial de la gruta donde se apareció la Virgen a la pastorcilla, hace falta fe. 
 
La dichosa vacuna cuya parusía va a redimirnos me recuerda también a la panacea universal que persiguieron con tanto ahínco los alquimistas medievales porque era el remedio mágico que curaba todas las enfermedades y dolencias. 
 
La palabra "panacea" viene de Grecia y significa “remédialo todo”, incluso aquello que no tiene remedio, como la muerte misma, según sentencia la gente (“todo tiene remedio salvo la muerte”), ya que prolongaba la vida indefinidamente concediendo la inmortalidad. 
 
 
Era Panacea, por cierto, la hija de Asclepio, el dios médico, y de Epione, y hermana de Higía, y ayudaba a su padre en la farmacopea. Se decía que esta diosa secundaria curaba, a modo de enfermera aplicadísima con una cataplasma o poción mágica a los enfermos, de donde surgió el concepto de “panacea”, la sustancia divina que curaba como la diosa todos los padecimientos. 
Y cómo no, también me recuerda la redentora vacuna a la Purga de Benito: el purgante que le recetó el médico al legendario y estreñido Benito para que pudiera hacer de vientre, que hizo que, cuando aún estaba en la botica y aún no lo tenía en sus manos porque ni siquiera lo había pagado, le hiciera efecto con solo pensar que iba a tomarlo produciéndole retortijones y cagándose allí mismo, como suele decirse vulgarmente, por las patas abajo. Y es que la vacuna ya está haciendo efecto como la susodicha purga en las Bolsas. Sólo hace falta seguir la pista a las acciones de los laboratorios que las fabrican: follow the money.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Agua milagrosa y cirios a la Virgen

Estuve unas horas en Lourdes, un cantón del sudoeste francés donde se alza el santuario mariano de Nuestra Señora de Lourdes, reconocido y bendecido por la jerarquía eclesiástica católica. No fui allí como devoto peregrino, huelga decirlo, sino que, como peregrino despistado que no sabe muy bien a dónde va, pasé por allí, como suele decirse, de largo y por casualidad. 
 

 
No me interesó mucho la basílica, sino la gruta donde supuestamente (realmente según el Vaticano) se le apareció la Virgen a la pastorcilla; miles de fieles fanáticos -el fanatismo es consustancial a la religión por definición, y la religión, fanática por antonomasia- acuden a diario a esa gruta a venerar la imagen de Nuestra Señora de Lourdes y hacen largas colas para tocar con su mano, como puede verse en la fotografía tomada al fondo a derecha e izquierda, la húmeda roca. Me llamó la atención un letrero que advertía en varios idiomas de que el agua del manantial de Nuestra Señora de Lourdes no era milagrosa por sí misma, sino que sólo obraba prodigios si el que la bebía tenía fe
 
 
 
De lo que se deduce, por consiguiente, que lo maravilloso no es el líquido elemento del santuario mariano, que se vende embotellado en recipientes con la forma de la virgen plastificada, sino la fe del creyente que bebe el agua del manantial de la gruta donde se le apareció supuestamente la Virgen en el año 1858 a la pastorcilla Bernadette Soubirous, posteriormente elevada a los altares por la jerarquía eclesiástica por haber sufrido esa alucinación que no puede considerarse propiamente un hecho histórico sino, más bien, histérico, una visión que sólo se considera verdadera a fuerza de fe, porque se cree que ha existido, no porque haya existido real e independientemente de la fe suplementaria puesta en ella. En mi caso, como soy un descreído ni siquiera bebí un trago, ya que no iba a producir ningún efecto prodigioso, dados mi incredulidad y escepticismo. Una molécula formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Agua que no has de beber, me dije, déjala correr, no vaya a ser que te produzca una furibunda diarrea. 
 
oOo 
 También llamaron mi atención la profusión de cirios ardientes ofrecidos por los devotos a Nuestra Señora de Lourdes, algunos considerablemente gruesos y largos, indudables símbolos fálicos: cuando se ofrendan a la Virgen, se encienden y comienzan a derretirse. Y ¿cómo se llama la sustancia que desprenden? Esperma de ballenas (o espelma, como prefieren otros, aunque es barbarismo). No es propiamente licor seminal, sino una sustancia crasa, sólida, sumamente blanca y casi traslúcida, que procede de la materia oleosa contenida en el cráneo de los cachalotes lo que se emplea en la fabricación de las velas. No es, insisto, semen, más que en un sentido metafórico de trasposición. Así pues, los peregrinos se dirigen al altar de la Virgen con un símbolo fálico en sus manos. La ofrenda de un cirio arrecho a la Virgen, puede interpretarse como una sublimación de la erección masculina, un resto pagano de priapismo, dentro de esa gran sublimación del complejo de Edipo que es el culto católico, apostólico y romano a la virgen María, madre de Dios y madre de todo dios. 
 
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¿Cabe algo más obsceno y pornográfico, en el peor sentido de la palabra "pornografía", que esta ostentación pública de fe de este hombre de la fotografía que reza arrodillado a un Cristo crucificado con una camiseta azul y una cruz blanca ante la vista de miles de peregrinos en el santuario mariano de Lourdes, reconocido oficialmente como lugar donde se apareció la Virgen María por la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana? ¿Cabe algo más grosero además que adorar un símbolo de muerte como es la cruz? La fotografía de arriba no captó el instante, pero el fanático creyente había extendido previamente sus brazos en cruz como si fuera el Cristo crucificado al que adora. La fe, aunque mueva montañas, no es por eso buena, es un fanático error y un insulto a la razón (lo mejor es que las montañas estén quietas, donde están, y que nada las mueva de su sitio); la exhibición de esa fe es, además de una equivocación, un gesto de mal gusto y pésima educación.

jueves, 3 de diciembre de 2020

El peso de uno mismo

A orillas del Saône, en la ciudad francesa de Lion, han colocado frente al Palacio de Justicia un grupo escultórico que se llama The weight of one self (es decir, "el peso de uno mismo" en la lengua del Imperio). La escultura representa a un hombre que de pie y desnudo, lleva en sus brazos a otro hombre igualmenrte desnudo, desfallecido, acaso muerto. Parece a primera vista un grupo escultórico clásico o quizá renacentista ya que combina el mármol blanco y el desnudo del héroe masculino, pero es una obra contemporánea.

La obra concebida por los artistas escandinavos Michael Elmgreen e Ingar Dragset retoma la larga tradición de la escultura de mostrar la desnudez heroica sin tapujos y la nobleza del mármol blanco como material artístico, aunque aquí se ha utilizado una nueva técnica que consiste en el empleo de polvo de mármol solidificado. Su altura es superior a la humana, 2,7 metros, por lo que sobresale y destaca dentro del paisaje urbano.


Podría recordarnos por ejemplo al grupo helenístico Menelao sosteniendo el cuerpo de Patroclo que se exhibe en Florencia, si no fuera por un detalle muy curioso, que ya nos revela el título de la composición de los escandinavos: Un hombre anónimo de pie lleva a otro inanimado en sus brazos, pero en realidad no es otro, sino él mismo, su alter ego, su sosias, dado que los rostros y los cuerpos, aunque en posturas diferentes, son idénticos como dos gotas de leche, como en aquel verso plautino del Anfitrión (601), puesto en boca de Sosias prfecisamente,  neque lac lactis magis est simile quam ille ego similest mei dos gotas de leche no pueden ser más semejantes entre sí que ese otro yo lo es de mí (en traducción de Mercedes González-Haba, publicada en Gredos). 
 
La Academia, por cierto, define sosias o sosia, convertido ya en nombre común, como "persona que tiene parecido con otra hasta el punto de poder ser confundida con ella". Se trata de una alusión literaria a Mercurio, que se hace pasar por Sosias, el criado de Anfitrión, para ayudar a Júpiter, que ha tomado el aspecto de aquel, a fin de seducir a su esposa Alcmena. La confusión entre el criado Sosias y su doble, da pie a divertidas situaciones cómicas que ponen en entredicho el fetiche de la identidad personal.

¿Acaba de salvarse a sí mismo de ahogarse en el río? Pudiera ser. Pero también pudiera ser que carga con el peso muerto de su propia identidad, con su propio cadáver, consigo mismo.  Los dos hombres sin nombre no son como los héroes helenísticos, dos personajes distintos, sino el mismo desdoblado en Narciso y su doble, en uno mismo y su selfi.

A diferencia de la escultura clásica, la obra no celebra a ningún héroe épico o mitológico que ha conseguido algo o está a punto de lograr una hazaña, sino que desmitifica el heroísmo clásico. Celebra la historia de cualquiera de nosotros, del hombre moderno común y corriente que intenta salvarse a sí mismo cargando consigo mismo, con su sombra, con su doble, con su ego, con su propia identidad, una identidad que le da la vida y, a la vez, es su prisión, la jaula donde se pudre, y la sentencia de su propia muerte. De alguna manera este personaje se ha salvado a sí mismo, y es responsable de sus actos -dicen algunos que por eso lo han colocado frente al Palacio de Justicia de la ciudad francesa, para recordarnos nuestras responsabilidades cívicas e individuales que se dictaminan en esos juzgados- pero también se ha convertido en su propia carga, un peso muerto, como todos y cada uno de nosotros.

Dicen los artistas que la obra es muy representativa de nuestra cultura contemporánea, que no celebra ya a ningún héroe legendario mítico y épico, sino simplemente a un individuo cualquiera que intenta salvarse, como Arquíloco cuando tiró el escudo en plena batalla y echó a correr para salvar el pellejo, volviendo la espalda al enemigo.

Pero quizá la obra nos diga algo más de lo que han pretendido sus creadores, los artistas, y ese algo puede ser que en ese intento egoísta y nada altruista por lo tanto de salvarse uno a sí mismo individualmente, lo que uno encuentra no es su salvación, sino su ruina: el propio cadáver, paradójicamente, en forma de identidad personal: la gravedad insoportable de ser lo que uno es. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Más munición de artillería política

Ya se puede vislumbrar, dicen, la luz al final del túnel en que nos forzaron a entrar, y volver a la vida normal que nos prohibieron, si aceptamos vacunarnos.
 
La Organización Mundial de la Salud recomienda, amén de mascarilla, una venda para tapar los ojos a fin de que la verdad no nos insulte a la cara y a la vista.
 
 
Vamos a contar mentiras, tralará: Érase una vez una pandemia que, siendo real porque salía a todas horas por la tele y prensa, no era, sin embargo, verdadera.
 
No pierdas de vista que la idea que defiendes a capa y espada solo está presente en tu imaginación, que sustituye la cosa que hay por la idea de lo que es. 
 
Los afirmacionistas del “esto es lo que hay” necesitan desacreditar nuestra negación irreductible reduciendo su acción a ideología, al -ismo del negacionismo.
 
No juego a la Bolsa, pero algunos se harán millonarios con esta vacuna que los medios masivos repiten machaconamente que va a salvarnos librándonos del mal. 
 
Salva vidas. Quédate en (tu puta) casa porque, aunque no seas consciente, eres un apestado contagioso. Cualquiera puede pillar el virus, cualquiera contagiarlo. 
 
El cordero se pasa toda su vida teniendo miedo del lobo, hasta que el pastor que lo ha criado y quien ha fomentado ese miedo lo lleva al matadero y sacrifica. 
 

 
Los científicos a sueldo del Estado o el capital privado que evitan la discusión niegan el “método científico” que esgrimen públicamente contra su adversario. 
 
Habrá más pestes, fíjate lo que te digo, vendrán más plagas, nos harán más daño. Tras la covid-19, vendrá la covid-20, y la covid-21, y otras tantas sucesivas. 
 
Los medios masivos de creación y manipulación de la opinión pública tienen el poder de volver a los culpables inocentes y, viceversa, a los inocentes culpables. 
 
Si el miembro de la comunidad científica que osa criticar a la Ciencia es excomulgado rápidamente, ¿arderemos en la hoguera los críticos infieles e inexpertos?
 
Cuando se dice de alguien “asintomático”, palabra que define mejor que ninguna otra la mascarada de la crisis sanitaria, se sobreentiende “enfermo imaginario”. 
 
Sobre la nueva vacuna ya un poeta cómico griego dijo en un verso memorable: τὸ φάρμακόν ϲου τὴν νόϲον μείζω ποιεῖ: tu fármaco hace que sea mejor la enfermedad.
 
Estamos asistiendo a una moralización indecente de la vida pública en la que lo virtual se convierte en lo virtuoso, y viceversa, lo virtuoso en lo virtual.
 
 
 
¿Se puede hablar de la eficacia de algo que no se ha experimentado previamente aún ni probado? ¿Qué necesidad hay de vacunar a toda la población sana del país?
 
El líder supremo exhorta a "regalar seguridad" a los seres queridos sin derrochar hoy besos y abrazos, dejándolos para mañana, o lo que es lo mismo, para nunca.
 
El sermón del predicador oracular prevé una "etapa crítica" en los primeros meses del año venidero y antepone la "precaución sanitaria" al desenfreno navideño.
 

Según la inevitable güiquipedia sabelotodo, el captcha es como un test de Touring, salvo el juez que decide si eres un ser humano, que es un autómatico robot.
 
Tengo que decirle al robot que no soy un robot. Pero ¿hasta qué punto es eso cierto? ¿No seré como Sísifo, un autómata que acarrea sin fin una ímproba tarea?
 
Terrorífico titular de un periódico adicto al Régimen: La normalidad pre-COVID volverá, si la vacunación funciona, como pronto a finales del próximo verano.

martes, 1 de diciembre de 2020

Acababa noviembre...

Acababa noviembre
de echar su cuenta,
y asomaba diciembre
con frío a cuestas.

 

Pese al toque de queda,
salió la luna
en la noche cerrada,
triste y oscura.

Pese al confinamiento,
brilló serena
en el cielo vacío
la luna llena.
 
 

 Sin tapujo ninguno,
desobediente,
y a la vista de todos
resplandeciente.
 
Musa de los poetas
ensoñadora,
desde tiempos sin cuento
trasnochadora. 

lunes, 30 de noviembre de 2020

Mensajes breves contra todo lo que hay

Ni las ciencias propiamente dichas ni pseudociencias como la astrología o la homeopatía se sostienen sin el apoyo fundamental de la ciega fe que las sustenta.

Las urnas electorales son urnas fúnebres cinerarias de mariposas en cenizas desatadas, parodiando a Góngora, o sea, sarcófagos carnívoros de votos e ilusiones. 

El Estado es el deus mathematicus que pretende que todos y cada uno seamos un número en la fosa común del olvido de un cadáver: carne dada a vermes y gusanos. 

La palabra "democracia" es un monstruo híbrido que funde y confunde dos cosas incompatibles: demo, pueblo, y cracia, el poder que se establece y se le impone. 

Muerte e inmortalidad no son cosas distintas, sino una y la misma cosa siempre futura, siempre ajena y por lo tanto no mía, de la que carezco de experiencia. 

En contra del trabajo asalariado que se hace por obligación y necesidad, y a favor de lo que se hace por cariño y por la gracia de hacerlo, gratis et amore

Si en otros tiempos la religión era, al decir de Carlos Marx, el opio del pueblo, hoy es la ciencia la que se ha convertido en la religión opiácea del pueblo. 

El dinero es lo más real y falso que hay, lo más ideal y abstracto, lo que sin ser ninguna cosa pretende valer por todas convirtiéndolas en números contables. 

Lejos de darnos la felicidad o ayudarnos, al menos, a conseguirla, no nos deja vivir y nos desvive y es la fuente de todas nuestras desgracias... el dinero. 

Al revés del rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba, lo que toca el vil metal tasándolo, comprándolo y vendiéndolo se torna en mierda y excremento. 

Hay cosas que, independientemente del buen o mal uso que de ellas quiera hacerse, son intrínsecamente perversas, y eso lo sabemos todos: no nos engañemos.


Labor improbus I. -El trabajo mata: Lo dice un académico de la Escuela de Postgrado de Negocios de la Universidad de Stanford. Y tiene razón: cualquiera de nosotros lo atestigua.

Labor improbus II. -La capacidad nociva del trabajo consiste en reducir la vida a dinero, es decir a tiempo cronometrado en años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos. 

Labor improbus III. -El trabajo mata no sólo a consecuencia de los llamados accidentes laborales, sino reduciendo la vida del trabajador una media de ocho horas diarias. 

Labor improbus IV. -Trabajamos para ganarnos el pan, o sea, la vida, con el sudor de nuestra frente, según la maldición bíblica, y trabajando para ganarnos la vida la perdemos. 

Labor improbus V. - La serpiente que se muerde la cola: trabajar para ganar dinero y poder disfrutar de la vida, de una vida que dejamos que se pierda so pena de ganárnosla. 

Como Sísifo con su roca a cuestas día tras día, ejecutamos las mismas rutinas una y otra vez. Existimos, pero, además de existir, ¿estamos seguros de vivir? 
 
 

domingo, 29 de noviembre de 2020

¿Para qué quieres coach ni coche en tu vida?

Titular de un periódico cualquiera de tirada nacional: “Diez claves para ser feliz en el trabajo”. Subtítulo: “La coach Fulanita de Tal (no hace falta dar nombres propios que no vienen al cuento del caso) explica cuál es la actitud que produce mayor bienestar en cualquier tipo de empleo”. Las claves no dejan de ser los consejos típicos y tópicos supuestamente bienintencionados y consabidos tales como “duerme al menos seis horas diarias” o “sé optimista”,  dirigidos a la aceptación incondicional de la maldición bíblica veterotestamentaria que es cualquier tipo de trabajo. 

Lo que me ha llamado poderosamente la atención y rechinado en los oídos es el anglicismo “coach”: ¿Qué necesidad tiene la lengua de Cervantes, que es la nuestra, de admitir un palabro como ese? ¿Se trata acaso de un nuevo invento que carece de denominación en nuestro vocabulario? Veamos: ¿Qué es un coach en este contexto? Un “coach” es alguien que te ayuda a desempeñar mejor tus funciones y a cumplir tus expectativas, quien te infunde un wishful thinking, otro anglicismo, para un pensamiento ilusorio o ilusionista, o voluntarioso, lo que te lleva a creer ingenuamente que la realidad es como tú quisieras que fuera, creyéndote más feliz al no percatarte de lo desgraciado que eres. 

Algunos dicen que poner un coach en la vida es la mejor inversión de futuro que se puede hacer, y hablan de coach personal y empresarial, de coach para el éxito y la autoestima entre otras majaderías. 
 
El vocablo procede del verbo inglés to coach que significa entrenar. El sustantivo coach, por lo tanto, puede traducirse sin ningún problema por entrenador, por lo que no necesitábamos esa palabra en nuestra lengua, dado que tenemos una traducción equivalente. 
 
El problema es que con la palabra viene el concepto. Y ahí es donde está el peligro, pues un coach no deja de ser lo que otras veces se ha llamado también gurú o maestro espiritual, o, con otro anglicismo, líder, ingl. leader del verbo to lead "guiar, conducir"; por lo tanto, un guía, un conductor y un vehículo que nos lleva a donde a lo mejor no merece mucho la pena que vayamos ni que nos lleve nadie.

A la actividad que desempeña el coach la denominan coaching con el omnipresente e invasivo gerundio en –ing, capaz de convertir cualquier excéntrica extravagancia en una actividad digna de entrar en el diccionario como el balconing o el puenting. Ya se colaron hace tiempo el smoking, que era el traje de los caballeros para la hora de fumar, el camping,  el parking y hasta el footing y el running, y ahora nos amenazan con el fracking o fractura hidráulica. 
 
Se entiende por coaching  al proceso de entrenamiento mental que florece sobre todo en el ámbito empresarial o emprendedor, como gustan de decir ahora para disimular el regustillo capitalista del término, pero también en el terreno personal, psicológico -especialistas en ti que son-  y de las relaciones sociales,  y que procede del mundo deportivo, cuya actividad está dirigida a la aceptación sin muchas condiciones del principio de realidad. 
 

Si recurrimos a la etimología de la palabra “coach”, resulta que ya la teníamos en castellano y es "coche". El vocablo entró en nuestra lengua en el siglo XVI, procedente del húngaro Kocsi, pronunciado algo parecido a cochi, y  quería decir de la ciudad de Kocs. 
 
En el siglo XV, la ciudad húngara de Kocs, en efecto, desarrolló un tipo de transporte ligero y rápido entre Budapest y Viena, tirado por tres caballos, que se denominó Kocsi-szekeret, más o menos “el vehículo o carro de Kocs”, una carlinga o calesa hecha de mimbre con asientos  para dos personas y una tercera, que ocupaba una plaza colocada tras el conductor. 
 
Prototipo de coche, carricoche
 
Rápidamente se difundió el uso de este carricoche por la vieja Europa y también el nombre del Kocsi-szekeret o, su forma abreviada “Kosci”, y pasó de ser un topónimo, en genitivo, a ser un nombre común en francés, portugués y español como coche, y en inglés como coach, donde uno de sus significados es el que veíamos al principio, a saber: persona que te lleva hacia la consecución de un objetivo, por ejemplo entrenador deportivo o asesor financiero. 

Pero tanto los coches, en el sentido latino como los coachs en el anglosajón, nos han hecho un flaco favor a las personas: como vehículo, el coche ha hecho que dejemos de movernos por nuestros propios pies y que dependamos cada vez más de él para trasladarnos, y como monitor o entrenador, el coaching se ha convertido en una especie de guía espiritual, gurú o Mentor que pretende monitorizar y tutorizar nuestra propia vida tanto en lo físico como en lo psíquico, impidiendo que tomemos nosotros responsablemente las riendas y propias decisiones. ¿Para qué vamos a quererlos?

sábado, 28 de noviembre de 2020

Más mesajería breve, suma y sigue

No le ha bastado a la prensa la invención de una segunda ola tras el maremoto de la primera, que pronostican ya una tercera en enero a raíz del relajo navideño.

Cada vez más individualizados en nosotros mismos, metidos en burbujas unipersonales, cápsulas asépticas e higiénicas, sin contacto con el exterior ni los demás.

Oderint dum metuant. Dijo la Muerte: No persigo el cariño de mis súbditos. Que me aborrezcan hasta la hez con tal de que no pierdan el miedo y dejen de temerme.

Las muertes por el virus coronado se dispararán en enero si aflojamos las normas de seguridad en Navidad repitiendo el error irresponsable, dizque, del verano.

Un virólogo: -Sería tremendo que el abuelo tras una Navidad "alegre" en familia, bebiendo y charlando sin embozarse, ingresara en Reyes en Cuidados Intensivos.

Paradojas de la vida y el aprendizaje permanente: lo que aprendo me lleva casi siempre a desaprender lo aprendido, soltando el lastre de las ideas inculcadas.

La palabra mágica que más fascina, embelesa y enhechiza: “nuevo": nuevo modelo, nuevo programa, nueva fórmula, nuevo gobierno, nuevas caras, nueva... novedad.

Lo nuevo despierta siempre la ilusión de que por serlo va a ser mejor que lo viejo; sin embargo, como ya anunció el Eclesiastés, no hay nada nuevo bajo el sol.

Las autoridades sanitarias del sentido común, no las del régimen político que nos malgobierna, advierten de que la medicina perjudica seriamente la salud.

Feliz, la rana se cocía viva en la cazuela a fuego lento sin darse cuenta de la paulatina e inexorable ebullición del caldo hasta, tarde ya, morir en el hervor.

El Gobierno de España destina cinco mil millones de euros extraordinarios a armamento: “Antes de que termine el año hay necesidades urgentes que atender(!)”. 
 
La sandia sinrazón con la que "justifica" el Gobierno el astronómico gasto en pertrecho bélico es la creación de empleo en el deprimido sur de las Españas.
 
Cricrí, cantaban los grillos, cricrí, batiendo sus hélitros, cricrí, con monotonía, cricrí, rompiendo el silencio, cricrí, nocturno estival, ay, de la niñez.

Hay palabras que, además del significado, tienen un simbolismo positivo o negativo que depende de quien las diga y las oiga o escuche: “activista” por ejemplo.

Eslogan del Ministerio de Defensa del Gobierno de España fomentando el amazonismo: "Mujer de hoy: ven a las nuevas fuerzas armadas". (Te haremos un hombre). 

Difficile est longum subito deponere amorem (Catulo). Es imposible salir de una relación sentimental, por superficial que haya sido, indemne, sin rasguño.

Algunos fanáticos de la higiene y la profilaxis se sacrifican en aras de la aséptica Higía, limpiándose preventivamente el culo de heces antes de ir a defecar. 

Decirle a una persona en la intimidad con toda la sinceridad y convicción del mundo “te quiero” es, ni más ni menos, como meterle una puñalada al corazón.

Algunos se aferran a una opinión suya propia como a un clavo ardiendo, y aunque se les demuestre su error, perseveran empecinados sosteniéndola sin enmendarla.

Los intelectuales orgánicos, pilares ideológicos del sistema, conforman una nueva y conservadora clerigalla, forma despectiva de referirse a la casta clerical.

 

(A Marcial) Da Dios almendras a quien no tiene muelas, se dijo la vieja que tenía cuatro dientes antes de que un fuerte ataque de tos la dejara desdentada. 

Juan José Millás escribía en una sagaz columna periodística "Votar se va pareciendo, cada vez más, a cambiar de canal", redescubriendo así el mar Mediterráneo.

Hay alguien que no existe oficialmente para la Administración. ¡Qué felicidad! No tiene DNI ni consta en Registro Civil ni parroquia alguna su fe de nacimiento. 
 
El hecho de que haya alguien que carezca de identidad en este mundo me hace pensar que al menos hay quien no tiene una identidad falsa como tenemos los demás.

"Dijeron que antiguamente/ se fue la verdad al cielo;/ tal la pusieron los hombres/ que desde entonces no ha vuelto". (Lope de Vega) Ergo, reina la mentira. 

La Edad de Oro, más que un tópico literario, deseo utópico del corazón humano de un mundo nuevo y libre, hunde sus raíces en la infancia y noche de los tiempos.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Cabos sueltos

 Esperando a los bárbaros

Hay alarma por la llegada masiva de migrantes, como se ha puesto de moda decir ahora para no liarse con los prefijos latinos in- y e(x)-, a la vieja Europa. Algunos han cifrado en 50 millones el número de moros en la costa que aguardan para desembarcar en los próximos años. Dicen que vienen a destruir nuestra cultura y a acabar con nuestro sistema económico. El Imperio Romano está a punto de derrumbarse otra vez. La noticia me trae a la memoria unos versos del poema inolvidable de Constantino Cavafis: “Esperando a los bárbaros”. Todo el mundo esperaba la masiva llegada de los inmigrantes ilegales, pero “se hizo la noche, -cedo la palabra al poeta-, y los bárbaros no llegaron. / Algunos han venido de las fronteras / y contado que los bárbaros no existen. /¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros? / Esta gente, al fin y al cabo, era una solución”.
El saqueo de Roma por los bárbaros en 410. Joseph-Noel Sylvestre (1890)

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¡Vivan las caenas!
A la constitución de 1812 se la llamó la Pepa porque fue aprobada por las cortes de Cádiz el día de san José, que es el 19 de marzo en el calendario cristiano, y a los Josés o Joseses se les denomina coloquialmente “pepes” ( y “pepas” a las Josefas). La explicación que suele darse y que yo conozco de este hipocorístico es que cuando la iglesia medieval citaba a José de Nazaré añadía siempre a continuación la aposición “pater putativus” que significa “padre putativo”, es decir, presunto padre de Jesús de Nazaré, a veces simplificada p.p., como el Partido Popular, al que se conoce como el pepé con acento agudo, a diferencia de nuestro pepe con acento paroxítono: se non è vero è ben trovato. La Pepa, pues, se convirtió en un estandarte liberal contra el absolutismo borbónico monárquico durante la ocupación francesa, pero una vez expulsado el invasor, muchos españoles volvían a aclamar al monarca, y así frente al grito de guerra de "¡Viva la Pepa!" de los liberales, los partidarios del antiguo régimen gritaban: "¡Vivan las caenas!", una expresión a favor de las "cadenas" y en contra de la "libertad". Ni unos ni otros comprendían que ambos gritos eran al fin y al cabo el mismo grito: porque la Pepa, aquella constitución, igual que esta otra que padecemos ahora, tampoco era la libertad, si no otro nombre de los muchos que podían adoptar las cadenas.

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Extra scholam nulla salus.
La moderna pedagogía se basa en el dogma de que no puede haber educación fuera del recinto escolar monopolizado por el Estado y el capital privado o subvencionado con fondos públicos. Al igual que el dogma de la iglesia católica Extra ecclesiam nulla salus, los modernos pedagogos nos dan a entender que fuera de la escuela en el sentido más amplio del término no puede haber ninguna educación. A la pregunta de qué es la educación, su respuesta es: lo que se imparte en la escuela. Con lo que entramos en un dialelo o círculo vicioso. La educación se ha convertido en el artículo de fe de la nueva religión laica mundial: nos saca de nosotros mismos y nos pone en camino hacia una nueva tierra prometida. Es tal la globalización o ecumenismo de esa fe que la naturaleza religiosa de la educación, como señaló Iván Illich, pasa casi inadvertida.
 
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¿Qué es qué y quién es quién?
 
 
¿Qué sucede cuando nos preguntamos al modo socrático ¿qué es? (τί ἐστιν)? La pregunta está pidiendo a gritos una definición, una respuesta definitiva, pero la propia exigencia de definición demuestra que lo que se pregunta no está claramente determinado, por lo que al preguntarlo lo ponemos en tela de juicio y cuestionamos. Resulta que el pronombre interrogativo griego tónico τί (qué, latín quid, como en el "quid" de la cuestión) es la forma neutra del indefinido átono τι (algo), y lo mismo sucede con la forma no neutra τίς (quién, latín quis), correlato tónico del indefinido átono τις (alguien). El resultado de esa pesquisa suele ser una aporía, es decir, un callejón sin salida. Cuando preguntamos con qué,  ponemos el énfasis del acento τί en algo indeterminado τι, lo mismo que cuando preguntamos con quién, poniendo el énfasis del acento  τίς  en alguien indeterminado τις, digamos que en cualquiera, para entendernos, lo que revela que por mucho que nos empeñemos estamos ante un claroscuro, ante una gama de difuminados y sutiles grises entre lo blanco y lo negro que nunca llegan a una definición clara y precisa, porque definir una cosa supone convertirla en idea, idealizarla, y tomarla por lo tanto por la cosa que no es.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

De la enseñanza pública y la privada

Denuncia Pedro García Olivo que maestros y profesores han sustituido la “vocación” por el “mercenariado”. Los enseñantes, según él, y no le falta mucha razón, no imparten sus enseñanzas por una noble pedofilia, en el sentido noble y etimológico de la palabra, es decir, por amor a los niños en cuanto no sometidos todavía a las exigencias laborales, familiares y económicas de la sociedad adulta, ni tampoco por amor a las cosas que enseñan, sino por cobrar un salario, ya sea del Estado o de las academias particulares, colegios e institutos privados o concertados. 

En este caso como en tantos otros no hay ninguna diferencia entre lo público y lo privado. Ahí tenemos, como eximio ejemplo ilustrativo, la Televisión: igual desprecio merecen las cadenas públicas que las privadas, sin que haya ninguna distinción entre unas y otras en cuanto a su programación, básicamente telebasura, a parte de su forma de financiación. 
 
Hoy los que se dedican a la enseñanza -o a la educación, como prefieren llamarla otros- lo hacen según García Olivo bajo las coordenadas del mercenariado: subordinación económica y política para, a fin de cuentas, comprar cosas y rentabilizar simbólicamente los restos de la “consideración social” (prestigio, influencia) del oficio. La Escuela sigue siendo, pues, una herramienta para fines sórdidos, que se resuelve indefectiblemente en adquisición de casas y de autos, disfrute de viajes y de vacaciones pagadas, exhibición de ropas caras, presencia en bares y restaurantes, etcétera.
Según García Olivo, “los educadores a sueldo ya no engañan tanto a las gentes, que los ven todos los días, por las calles, donde el ocio, en las tiendas, en las escuelas... Y, como ya han perdido el poder de embaucar, adornando metafísicamente su empleo, cada vez es menor la estima popular que reciben, cada día es más pequeño y más pequeño su prestigio, a cada hora se hunde en lo pésimo su imagen social. La población, desde hace años, está increpando duramente al profesor, con un discurso tácito, no siempre expresado, que es certero: No estás moralmente por encima de los demás; no son limpios ni altruistas tus móviles en la vida; para nada hermoso nos sirves de ejemplo; si nosotros somos malos, tú eres perverso”.

La crítica de Pedro García Olivo a los profesores me recuerda a lo que decía el Sócrates de Jenofonte de los sofistas, auténticos mercenarios que cobraban considerables sumas por sus enseñanzas, cuyo oficio comparaba con la prostitución: ...entre nosotros, es creencia que así la flor de la hermosura como la sabiduría maneras hay decentes y maneras deshonrosas de disponer de ellas. Pues la hermosura propia, si uno la va vendiendo por dinero al que la quiera, lo llaman prostituto, mientras que si uno toma a aquel que ha conocido como hombre de bien por amante suyo, a ése lo tenemos por juicioso y temperado; conque así también la sabiduría, a los que la van vendiendo por dinero al que la quiera, los llaman profesionales de la inteligencia, como quien dice prostitutos... (Recuerdos de Sócrates, Jenofonte, Biblioteca General Salvat, 1971).



Comenta Agustín García Calvo en nota a pie de página de su traducción de los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte arriba citada, que “profesionales de la inteligencia” traduce el griego σοφισταί, literalmente sofistas, quienes solían cobrar por lección y por curso completo,  y que Sócrates mismo pagó una dracma por oír una conferencia de Pródico, pero no pudo pagar las 50 que costaba el curso completo de sinonimia de este sofista. 

Según Gustavo Bueno en su comentario del Protágoras de Platón lo que le resultaba vergonzoso a Sócrates (al de Platón) no era tanto el que los sofistas cobrasen por sus sofisticadas enseñanzas, convirtiendo sus honorarios en mercancía, sino que se privatizara aquello que por su importancia debiera ser una función pública. Hasta aquí podemos estar de acuerdo con el ilustre filósofo ovetense, pero, acto seguido añade Bueno como aposición gratuita a “función pública”, literalmente “una función de Estado abierta a todos los ciudadanos”, y ahí es donde discrepamos, porque Bueno ha equiparado como el que no quiere la cosa lo público con lo estatal, y no es lo mismo, por supuesto. 
Se ha sacado, no sé si queriendo o sin querer, el as que tenía escondido debajo de la manga: el Estado. Pero de función pública a funcionario del Estado va un trecho. Hemos metido a la bicha por el medio, bicha que el Sócrates al menos de Jenofonte no mentaba porque para él cobrar por enseñar era prostitución sin más, y resultaba indiferente que el pagador fuera un particular o fuese el mismísimo erario de la polis. 

No por eso dejaba de ser una prostitución, una venta al mejor postor como la de quien comercia con su cuerpo ofreciendo prestaciones sexuales, que, de suyo, son legítimas siempre que se den gratis et amore, que es lo decente, mientras que si se ofrecen a cambio de una tarifa, mediante una operación económica, sean públicos o privados los dineros, no deja de ser algo deshonroso y mercenario.

martes, 24 de noviembre de 2020

Once mensajes breves más

Es la enfermedad mental la que aprieta el gatillo, no las armas. Ha dicho el presidente. Es cierto, pero el gatillo atrae al dedo irresistiblemente cual imán. 

Paradoja torera: “Yo amo al toro, lo respeto y admiro, pero tengo que matarlo para que exista”. La existencia, a diferencia de la vida, se nutre de la muerte.

Frente al islam, que en árabe quiere decir "sometimiento", y musulmán, "sometido" -se sobreentiende en ambos casos a Dios-, insumisión y rebeldía prometeicas.

Una pregunta retórica: ¿Hay otras culturas diferentes o se trata de la misma e idéntica cultura siempre, digamos que occidental para entendernos, por doquier?

 Viñeta de Jordi March: "Lo bonito de viajar es abrir la mente a otras culturas"

Se felicita la Ministra por la progresiva incorporación de la mujer al Ejército y elogia su labor en pro de la "paz" (sic) en "zonas de conflicto" (literal).

No se explica que, desterrados del Jardín del Edén y su Edad de Oro, la nostalgia nos empuje, en lugar de al regreso del exilio, al progreso, ese engañabobos.

Frente al (g)nóstico, pretencioso poseedor de la verdad, al agnóstico no le queda otra posesión más que el pronóstico reservado de su diagnóstico: ignorancia. 

Buscando el centro: La concepción geocéntrica de Ptolomeo fue sustituida por la heliocéntrica copernicana, y ésta en nuestros días a su vez por la egocéntrica.
 
Celebran el cincuentenario del aterrizaje, bien digo, y no alunizaje en la Luna, porque el satélite pasó a ser parte de la Tierra y a integrarse en el sistema.


Conmemoran a bombo y platillo la llegada del Imperio a la Luna, que hincó en ella el pendón de barras y estrellas, no del Hombre, que no la ha pisado todavía. 

Es mentira que la Humanidad haya puesto su pie alguna vez en la Luna, mítica Selene, que sigue siendo la patria inalcanzable de locos, enamorados y poetas.