Como dice el cancionero: Amor loco, amor loco, yo por vos y vos por otro. Y además, digo yo, ese otro por el que vos estáis, señora, ay, no es tampoco para vos.
lunes, 2 de noviembre de 2020
Otros treinta y dos mensajes breves (embotellados)
Como dice el cancionero: Amor loco, amor loco, yo por vos y vos por otro. Y además, digo yo, ese otro por el que vos estáis, señora, ay, no es tampoco para vos.
domingo, 1 de noviembre de 2020
Homenaje a Bonet de San Pedro y su Rascayú.
Adapto un poco el temazo de Bonet de San Pedro, Rascayú, que según la inevitable Güiquipedia era ya una adaptación del tema que interpretó entre otros el trompetista Louis Amstrong I'll be glad when you're dead (You, rascal, you), escrito por Sam Theard en 1929, donde la palabra rascal, del título, suele traducirse por "bribón": Estaré encantado cuando estés muerto, tú, bribón, tú. Regularizo algunas rimas consonantes sometiendo el verso de once sílabas que utilizaba Bonet al ritmo del hendecasílabo falecio, haciéndole de paso alguna traición a la letra que espero me perdone allá donde se encuentre el autor.
El texto que propongo puede cantarse perfectamente con la música de Bonet, que puede escucharse en dos vídeos, siempre que estén disponibles en la plataforma de la Red, que eso es un misterio: En primer lugar, la versión original de Bonet de San Pedro y los Siete de Palma; y en segundo lugar, la versión de la Orquesta Mondragón con el propio Bonet marcándose su solo de guitarra.
No da abasto de noche ni de día, / nunca, el enterrador de la comarca, / sepultando cadáveres que impía / se llevó la pandemia de la Parca.
Dando el toque de queda, de la losa / no salimos del triste cementerio; / cada muerto en su nicho o en su fosa, / confinados en nuestro cautiverio
Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?
Pero el día de Todos los Difuntos, /
en amor y muy grata compañía / sin guardar las distancias, todos
juntos, / nos juntamos y hacemos una orgía.
Sin mordaza, salimos tropecientos / esqueletos bailando a lo agarrado. / Da la alarma el guardián con aspavientos: / “¡Estos muertos se han revolucionado!".
Rascayú, ¿cuando mueras qué harás
tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un
cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?
Y entre tantos, tantísimos fantasmas, / fuegos fatuos se meten en el lío / con sus luces montando y con sus miasmas / un cacao de padre y muy señor mío.
Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Rascayú, ¿cuando mueras qué harás tú? / Tú serás un cadáver nada más./ Rascayú, ¿cuando mueras tú qué harás?
sábado, 31 de octubre de 2020
Veinte mensajes breves embotellados
Los individuos ya éramos individualistas antes del smartphone, pero ahora más: pese al "connecting people", vivimos atomizados, aislados y huérfanos de afecto.
Se propone la creación de una Organización No Gubernamental sin ánimo de lucro y con proyección universal que sustituya a las naciones: Pueblos sin Fronteras.
Marx y Engels en el Manifiesto Comunista dicen que la clase obrera no tiene patria: pero, desaparecido prácticamente el proletariado, mejor diríamos el pueblo.
"Pueblo" es nombre común que, esencialmente apátrida, se resiste a ser contado, y malamente admite gentilicios que lo delimiten geográfica- y políticamente.
Nos aferramos a cualesquiera símbolos identitarios como quien se agarra a un clavo ardiendo, desesperadamente, conscientes de que no tenemos ninguna identidad.
A poco que se descuide uno, y a veces pasa, nos damos cuenta enseguida del engaño que nos venden y de la mentira que pretenden hacernos pasar por la verdad.
viernes, 30 de octubre de 2020
El hombre sin rostro
Es frecuente en Cicerón el leitmotiv “imago animi uoltus, indices oculi”, que repite en varias de sus obras: el rostro es la imagen del alma, los ojos sus principales indicios. La cara es el espejo del alma, decimos nosotros en el mismo sentido. ¡Cuántas veces los ojos nos han traicionado, es decir, nos han delatado y dicho otra cosa distinta de la que pretendíamos decir!
Escribe precisamente Cicerón en Las leyes I, 9: Pues habiendo (la naturaleza) lanzado a los demás animales al pasto (a que paciesen), solamente al hombre lo irguió y lo predispuso a la mirada al cielo como su origen y antigua morada, y configuró entonces el aspecto de su cara de manera que reflejara en ella los sentimientos más recónditos. Pues no sólo los ojos muy expresivos hablan de cómo nos afecta nuestro estado de ánimo, sino que el llamado rostro, que no puede hallarse en ningún otro ser animado más que en el hombre, pone de manifiesto nuestros sentimientos.
(Texto original: Nam cum ceteras animantes abiiecisset ad pastum, solum hominem erexit et ad caeli quasi cognationis domiciliique pristini conspectum excitauit, tum speciem ita formauit oris, ut in ea penitus reconditos mores effingeret. Nam et oculi nimis arguti, quemadmodum animo affecti simus, loquuntur et is qui appellatur uoltus, qui nullo in animante esse praeter hominem potest, indicat mores).
Distingue Cicerón en el texto dos palabras para referirse a la cara: el os (species oris) y el uoltus. Os es propiamente la boca, palabra que se ha perdido como tal en la evolución del latín al castellano y que sólo conservamos en el adjetivo or-al, donde la -s- de la raíz se ha convertido en -r- al ir entre vocales en virtud de la ley fonética del rotacismo. Había otra palabra latina para referirse a la boca que era bucca, sinónima de os, pero de extracto popular y registro menos culto y literario, al parecer préstamo de origen celta, que es precisamente la que ha pasado a las lenguas romances. El os es una parte del cuerpo no exclusivamente humano, sino compartido con otros animales, mientras que el uoltus sólo se halla en el hombre, porque sería el rostro propiamente humano.
La palabra “rostro” que elegimos para traducir uoltus, deriva del latín rostrum, que a su vez procede de *rod-(s)-trom, del verbo rodere “roer, rumiar”, significaba lo que sirve para roer, hocico, pico, boca... y designaba tanto la reja del arado como el espolón de una nave de guerra, de ahí que los rostra fueran en Roma sinónimo de tribuna de los oradores, y por lo tanto sinónimo del foro, porque dicha tribuna estaba decorada con los espolones o mascarones de proa de las naves capturadas al enemigo. La palabra está documentada en castellano en el siglo XV como sinónimo de cara, aunque previamente era el pico u hocico puntiagudo de un animal, como en latín, y poco después pasó a designar la jeta humana de aspecto bestial.
En principio la palabra uoltus, que se conserva en italiano volto con el significado de “rostro”, ha desembocado en el castellano bulto, siguiendo la curiosa trayectoria que señala Coromines: en principio significó lo mismo que en latín, pero en seguida se aplicó a las cabezas de los santos (1517), luego a las estatuas que figuraban de relieve del cuerpo de una persona especialmente en las sepulturas, para acabar designando a la masa corporal de una persona y finalmente a una masa cualquiera, es decir, a cualquier bulto.
Si os es la cara por sinécdoque de la parte, boca, por el todo, uoltus sería el rostro, es decir, la cara que reconocemos enseguida como humana, la que no puede hallarse en ningún otro ser vivo salvo en el hombre, y esa cara, el rostro, es el auténtico espejo de nuestra alma.
Según Cicerón todos los seres vivos tienen cara, pero el ser humano tiene además, rostro, que tiene un lenguaje propio que a veces no puede expresarse con palabras y que no pocas veces las contradice. De hecho el lenguaje corporal, concretamente los ojos y la cara, expresan emociones, no sólo la tristeza o la alegría del estado de ánimo.
Según Giorgio Agamben, uno de los pocos intelectuales críticos contra las medidas políticas que han adoptado los Estados so pretexto sanitario, “el rostro es el lugar de la política”. El rostro sería el lugar del reencuentro con el otro, en cuyos ojos nos miramos y nos reflejamos como en un espejo. Lo que le lleva a decir que un país como el suyo (Italia) o el nuestro, podemos decir nosotros, que ha decidido cubrir los rostros de sus ciudadanos con mascarillas son países que renuncian a la política entendida en sentido amplio de vida social, decretando el distanciamiento como medida preventiva de futuros males mayores y la reducción de relaciones sociales y familiares. Son paísesen los que el Estado totalitario (y todos los Estados son totalitarios) decide salvar al pueblo a costa de su salud, sacrificándolo. Se dicen a sí mismos, aplicando el terrorismo de Estado: Salvemos al pueblo inmolándolo en aras de la salud.
jueves, 29 de octubre de 2020
Mensajes breves en una botella
Escribe una Catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política que las Humaniades aceleran el progreso humano y proporcionan, qué pena, beneficios económicos.
Los prolongados y hondos mugidos de la vaca a la que le han arrebatado el becerro en una explotación ganadera son la expresión de dolor más genuina que conozco.
Cuenta Iriarte que dos conejos perseguidos por una jauría de perros se pararon a discutir si sus perseguidores eran galgos o podencos, y... fueron alcanzados.
Las naciones, jaulas del zoológico humano, izan banderas y establecen fronteras, pero el pueblo sin adjetivo gentilicio, él no tiene ni fronteras ni banderas.
miércoles, 28 de octubre de 2020
Contra el Toque de Queda y el Estado de Alarma
Personalmente a mí no me afecta mucho el Toque de Queda (o Restricción de Movilidad Nocturna (sic), como prefiere el Presidente del Gobierno haciendo no un ejercicio, como asegura, de moderna pedagogía, sino más bien de gramática parda consistente en cambiarle el collar al mismo perro) decretado de las 11 de la noche a 6 de la mañana porque a esas horas suelo estar durmiendo, por lo que no me supone demasiada molestia que me prohíban salir a la calle como sin duda supondrá para otros acostumbrados al ocio de la noche.
Como me escribe un viejo amigo: “Te das cuenta de que eres mayor cuando ponen un toque de queda de 23:00 a 06:00 horas y tu vida no cambia nada”. Pero el hecho de que mi vida no cambie sustancialmente y casi no me entere, si me descuido, de la promulgación del edicto, no significa que no me importe en absoluto o, peor, que yo acepte este coup d' État que es el cerrojazo nocturno que se presenta como mal menor aconsejado por unos supuestos expertos para evitar el mal mayor que sería, otra vez, el confinamiento general, porque, aunque a mí personalmente, insisto, no me incumba, no puedo aprobar una restricción de la libertad que es una imposición intolerable de la dictadura "sanitaria" -en realidad política- que se ejerce contra el pueblo desde las altas esferas del Estado, so capa de velar por la salud de todos sus vasallos amargándoles la vida.
Este Toque de Queda que nos imponen ahora, al igual que el encierro que nos endilgaron a mediados de marzo, no parece muy razonable ni útil tampoco para conseguir lo que pretende, que era, es y sigue siendo “aplanar la curva”, una curva que, si la hubo alguna vez, se aplanó por sí sola. Intentan justificarlo con supuestos argumentos que son majaderías como que el virus se ha vuelto trasnochador y se mueve en entornos juveniles, familiares y amistosos, sobre todo los fines de semana, por lo que hay que "reducir las relaciones sociales" y castigarnos a todos sin dejarnos salir de casa. Aquel confinamiento y este Toque de Queda son intrínsecamente perversos porque no son más que, se mire por donde se mire, una imposición totalitaria y autoritaria que nos viene de Arriba, de donde no puede caernos nada bueno, como bien sabemos los de abajo.
Pero, aunque ex-sista, que quede claro, no hay segunda ola. Por la calle no hay cadáveres ni enfermos muriéndose por las esquinas, ni más muertos de la cuenta en los hospitales de Dios por estas fechas. Lo que sí hay es figuras sin rostro, niños sin sonrisa, gente solitaria que lleva encima la mascarilla puesta, la tristeza y el acojonamiento por la calle.
No hay, pues, segunda ola. Lo que llaman así los políticos y los periodistas apesebrados a su servicio no es más que la excusa perfecta, la coartada ideal para justificar no sólo el Estado de Alarma, sino lo que haga falta, por ejemplo la existencia misma del Estado democrático moderno y posmoderno.
¿Y si ni siquiera hay virus? Igual da. Se inventa. Me cuentan que un otorrinolaringólogo francés, un tal doctor Bensadoun, ha reconocido públicamente por la televisión de su país que lo que hace un par de años él y su equipo de especialistas diagnosticaban como “rinofaringitis”, es decir, la infección inflamatoria de las vías respiratorias que afecta a la faringe y a las cavidades nasales, lo designan ahora, la misma dolencia y los mismos síntomas, como la enfermedad del virus coronado... una enfermedad que es o bien un puro invento o bien una metonimia, en el sentido de etiquetar una patología con el nombre de otra, un simple cambio de nombre. Ahora se llama enfermedad del virus coronado a viejas afecciones conocidas de toda la vida, como las gripes o el catarro de Matusalén.
La proclamación del Estado de Alarma justifica per se la existencia de la monarquía constitucional del virus coronado y de la segunda ola coronovírica, y, de rechazo, la primera de la que esta sería consecuencia. Es la serpiente que se muerde la cola, el uróboro perfecto. Existe el virus, luego declaro el Toque de Queda. Declaro el Toque de Queda, luego existe el virus. Pero no hay relación lógica de causa a efecto ni de efecto a causa. Necesitaban un marco legal para legalizar, que no legitimar, que no es lo mismo, las medidas autoritarias de la dictadura sanitaria.
La existencia del propio Estado del Bienestar necesitaba una justificación. Ya no le sirve la lucha contra el terrorismo, cada vez más reducido a mera anécdota sangrienta como el deplorable caso del profesor francés decapitado por un fanático islámico por enseñar a sus alumnos las caricaturas del Profeta... Necesitaban un Enemigo más terrorífico, potente, amenazante y globalizado que el terrorismo tradicional, y lo han encontrado en este pobre y minúsculo bicho invisible a ojos vista que todos sin excepción podemos contraer y albergar dentro... sin enterarnos, que es lo más raro, a no ser que nos hagamos un test de Reacción en Cadena de la Polimerasa (vulgo PCR), y resulte positivo.
Necesitaban un Enemigo a ser posible interno, no externo, y asintomático, que justificara la guerra contra la gente: el enmascarillamiento general, la distancia social, la reducción de relaciones sociales, el cierre de fronteras, la habilitación de otras que hasta ahora no existían, como el blindaje de las autonomías españolas, que compiten entre sí por ver quién tiene más o menos casos positivos, y se clausuran perimetralmente, el confinamiento de barrios y de ciudades enteras, la Nueva Normalidad, el ejército y la policía de patrulla por las calles, el rastreo de contactos, la cuarentena, el Estado de Alarma, y, ahora, el cerrojazo nocturno del Toque de Queda por “la gravísima situación que estamos atravesando”, y porque, como siempre "lo peor está por venir".
Ese virus resulta que estaba en acto o en potencia aristotélica en todas y cada una de nuestras personas, que son en un 95% portadoras asintomáticas del bicho contra el que hay que luchar, el enemigo despiadado y cruel que hay que doblegar y contener... ¿Qué intereses hay detrás de esto? ¿Qué conspiración, complot o conjuración subyace? ¿A quién le interesa el crimen en el sentido de reportarle beneficios económicos o políticos al menos? Al Estado, cada vez más desprestigiado en su papel de asistente social, y a los políticos que lo gobiernan.
En otros tiempos fue la Iglesia la que pretendía salvar el
alma de los fieles, ahora es el Estado el que pretende salvar no ya
las almas, sino las vidas de sus votantes y contribuyentes, para que,
agradecidos, sigan contribuyendo y votando sin rechistar, con júbilo
y sin perder ni un ápice nunca de la fe que sustenta al endriago. Asegurar su propia
supervivencia es el objetivo de ese mostro, que es el Estado según
las certeras palabras de Friedrich Nietzsche: Estado se llama al
más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando
miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “Yo, el
Estado, soy el pueblo”.
martes, 27 de octubre de 2020
Treinta y dos mensajes breves
lunes, 26 de octubre de 2020
Jaicus otoñales
Un jaicu otoñal: / hoja seca que al caer / muerta echó a volar.
Un frío glacial / ha comenzado a roer / mis huesos sin fin.
En la noche, heló / y la helada congeló / el río otra vez.
Sopla el vendaval, / y entre los árboles hay / vuelo de hojas mil.
Jaula abierta, y no / quiere el pájaro salir: / no sabe volar.
Hombre recto, igual / que una vara de bambú, / muy poco de fiar.
¿Soy feliz? No sé. / Creo que lo fui una vez, / hace tanto que...
Embozado, ¿a quién / vas, o te va, a contagiar, / solo como vas?
Tu sonrisa ¿quién / va en tus labios a leer, / velándonosla?
Se ha echado a gemir / de pronto el viento del Sur, / susurro autumnal.
¿No oyes el runrún / del viento murmurador, / hablando sin voz?
Hojas secas mil / pisándolas sin querer; / estremecedor.
Del viento el rumor, / barriendo hojarasca está / que me avienta a mí.
Del agua al beber, / escuchando la canción / en el manantial.
A la venta está / ya en el centro comercial / otra Navidad.
Mordaza y bozal, / no se puede respirar; / mascarilla, adiós.
Siempre carnaval. / El vestido es el disfraz; / máscara la faz.
¿Quién va a detener / en prisión al huracán / hijo del monzón?
¿Credibilidad? / Digna de confianza no es / ni hay ninguna fe.
No sé qué iba a hacer / yo sin mí, pudiera así / ser tal vez feliz.
Floreció en mitad / del invierno, a la sazón, / el espino albar.
Volverá la flor / del endrino a blanquear: / no he de verla yo.
¿Quién gobierna aquí? / ¿Soberano el pueblo es? / ¡No! Reina el reloj.
La alcancía ya / llena de dinero está / sin ningún valor.
Un espejo y yo / no me reconozco en él: / ese no soy yo.
Un don Nadie soy. / Nada menos, nada más. / Otro igual que yo.
Viejo verde, en pos / de dorada mocedad, / joven sesentón.
No me olvida a mí / un recuerdo que olvidé, / ni me deja en paz.
(a Iván Illich) Es la Educación / nueva y religiosa fe / laica, universal.
(A Tomás Ibáñez) ¿Tomar el Poder? / Nunca tomas el Poder: / Él te toma a ti.
La primera nuez / cayó, pregón de que ya / otoño llegó.
Tú lo olvidarás / pero no te dejará / su recuerdo en paz.
Un rayo de luz / de la luna llena entró / por el ventanal.
¿La felicidad? / ¡Ah, qué más
quisiera yo! / ¡Ya no vive aquí!
Un espejo, en él / veo a otro como yo: / mi otro que eres tú.
Hay rebajas ya, / última oportunidad, / saldos de ocasión.
La sonrisa, así, / tras la mascarilla, no / se perfila ya.
A un charco cayó, / entre nubes de algodón / la luna otoñal.
Alfileres mil / por la espalda me clavó / el acupuntor.
No hace falta rey, / ni tampoco que haya ley / ni sumisa grey.
En el lago está / la luna bañando allí / sin ningún pudor.
Chupando el pezón, / niño pequeño ojalá / fuera yo otra vez.
Navideño sol, / ha nacido el astro rey, / viejo niño Dios.
La noche cayó. / Hay toque de queda. El sol / no puede salir.