Los anarquistas italianos se despedían de la bella Lugano a finales del siglo XIX cantando la canción Addio Lugano bella, cuya melodía es de origen popular y cuya letra se debe a Pietro Gori, que la escribió en 1895 en Suiza.
Pietro Gori fue acusado del asesinato, que no había cometido, del presidente de la república francesa Sadi Carnot. El asesino había sido, al parecer, el también anarquista italiano Sante Gerome Caserio. Era este Caserio uno de aquellos anarquistas que creía que en la lucha contra los gobiernos eran lícitos la dinamita, la bomba y el puñal, y de los que creían, equivocados, que matando a la persona del tirano se acababa con la tiranía. Fue condenado a muerte y murió en la guillotina. Sus últimas orgullosas palabras dirigidas a sus verdugos fueron: “Si queréis mi cabeza, tomadla”.
En el texto de Pietro Gori se habla de los oprimidos, a los que se les desea la paz, y de los opresores, a los que se les declara la guerra. En la actualidad no está tan claro quiénes sean los unos, los buenos, y quiénes los otros, los malos, porque todos somos a la vez victimarios y víctimas, opresores y oprimidos de nosotros mismos en primera instancia y, en segunda pero no menos importante instancia, también de los demás.
Desterrados sin tregua, vamos de tierra en tierra
/ a predicar la paz y a promover la guerra:
/ la paz al oprimido, la guerra al opresor.
Pero sigue siendo válida esa declaración de paz y de guerra: paz a los hombres y guerra a las instituciones, es decir, a las ideas, a la Realidad, en la que se incluye, cómo no, la institución del individuo o átomo personal, nuestra propia persona. Y por eso seguimos cantando “Adiós, Lugano bella…” y despidiéndonos en nuestro destierro como caballeros andantes de los compañeros sin nombre que se quedan allá y de las montañas blancas de nieve. Leamos, si no podemos oírla, la letra traducida de esta bella canción. Que no se pierda una nota.
Bella Lugano, adiós, oh dulce tierra pía,
/ expulsados sin culpa se van los anarquistas,
/ y se marchan cantando con todo el corazón.
Y es por los oprimidos y los trabajadores
/ que nos encadenaron como a los malhechores,
/ pero y es nuestra idea sólo la del amor.
Compañeros sin nombre, amigos que os quedáis /
las verdades sociales valientes propagad,
/ es esta la venganza que queremos que hagáis.
Y a ti que nos destierras con una vil mentira,
/ república burguesa, te pesará algún día;
/ ahora te acusamos de cara al porvenir.
Helvecia, tu gobierno como esclavo se vende, /
de tu pueblo valiente la tradición ofende,
/ e insulta la leyenda de tu Guillermo Tell.
Adiós los camaradas, amigos luganeses,
/ adiós, blancas de nieve montañas ticinenses,
/ caballeros andantes al norte echados son.