viernes, 15 de noviembre de 2024

Leyendo el comienzo de la Ilíada de Homero

    Los cinco primeros versos de la Ilíada de Homero, dicen así en su versión original en griego antiguo: μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος / οὐλομένην, ἣ μυρί᾽ Ἀχαιοῖς ἄλγε᾽ ἔθηκε, / πολλὰς δ᾽ ἰφθίμους ψυχὰς Ἄϊδι προΐαψεν / ἡρώων, αὐτοὺς δὲ ἑλώρια τεῦχε κύνεσσιν / οἰωνοῖσί τε πᾶσι* (...) 
 
    Todos los manuscritos presentan una unanimidad en la lectura de la  palabra del quinto verso, que señalo con un asterisco, unanimidad que sólo rompe Zenódoto de Éfeso, el gramático griego y bibliotecario de Alejandría, que vivió en el siglo IV antes de Cristo, quien, según Ateneo, leyó δαῖτα ('comida, banquete') en lugar de πᾶσι ('todos, todas'). El hecho de que coincidan los manuscritos y digan πᾶσι ('todos, todas') no garantiza su autenticidad, porque todos ellos datan de una fecha muy tardía, y si πᾶσι es una corrupción de los amanuenses, podría haber entrado en la tradición bastante temprano, y haberse repetido desde entonces como si fuese la lectura correcta. No porque mayoritariamente se repita algo tiene que ser verdadero. Ya sabemos que una mentira a fuerza de repetirse logra hacerse verdad o, al menos, verosímil, pero la labor de la filología -amor al lenguaje y a la razón- es restituir el sentido primigenio. 
 
     Veámoslo detenidamente. Comparemos dos traducciones españolas de estos cinco primeros versos: La ritmada y rimada de Agustín García Calvo (editorial Lucina, 1995): “¡Canta, diosa, la ira de Aquiles el de Peleo!, / ira maldita que echó en los Aquivos tanto de duelos, / y almas muchas valientes allá arrojó a los infiernos / de hombres de pro, a los que dejó por presa a los perros / y pájaros todos...” Y la más prosaica de Emilio Crespo Güemes (editorial Gredos, 1982): “La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles, / maldita que causó a los aqueos incontables dolores, / precipitó al Hades muchas valientes vidas / de héroes y a ellos mismos los hizo presa para los perros / y para todas las aves...” 
 
     Sin embargo, la propuesta de lectura de Zenódoto resulta más atractiva porque hay dentro de la literatura griega clásica varios pasajes que pueden estar inspirados en estos versos y evocarlos,  y que nos hacen pensar en la palabra δαῖτα. Por ejemplo Ésquilo en Suplicantes, verso 801 cita ὄρνισι δεῖπνον 'festín, banquete de pájaros', lo que sugiere que el autor estaba familiarizado con la lectura que propone Zenódoto de Éfeso, que sería οἰωνοῖσί τε δαῖτα, que con palabras sinónimas viene a decir lo mismo.
 
 
 
     Otro testimonio de Eurípides es Ion versos 505-6, que hablan del abandono de un recién nacido “y lo expuso como banquete (θοίναν) de los pájaros (πτανοῖς, sinónimo del homérico οἰωνοῖσί), como festín (δαῖτα) ensangretado de las fieras (θηρσί)” en la traducción de José Luis Calvo Martínez. 
 
    La lectura δαῖτα, como escribe Simon Pulleyn en su introducción, traducción y comentario del libro I de La Ilíada (Oxford: Oxford University Press, 2000), nos proporciona un sustantivo para equilibrar ἑλώρια (presa, botín, despojo), en lugar del insípido adjetivo πᾶσι, que a fuerza de totalitario no aporta prácticamente nada, de modo que la frase global tiene una forma quiástica (ABBA), 'presa para los perros, para las aves banquete', frente a la construcción paralela (ABAB), que sería "presa para los perros, banquete para los aves". 
 

     Otro argumento que puede esgrimirse, de orden lógico, es que las lecturas "presa a los perros y todos los pájaros" (García Calvo) "presa para los perros y para todas las aves" (Crespo Güemes), basadas ambas en la lectura de los manuscritos y en ese sentido impecables, es que no tiene mucho sentido decir que los cadáveres de los guerreros son alimento para para todas las aves, ya que solo lo serían para las que se ceban de carroña, como los buitres o los cuervos, por ejemplo.

    Es verdad que Zenódoto ha sido juzgado muchas veces subjetivo pero eso no significa que siempre esté equivocado. Si aceptamos su conjetura, y parece que hay motivos para hacerlo sin mucho escándalo, habría que leer, por lo tanto, que los cadáveres de las almas que la cólera funesta de Aquiles arrojó de cabeza al Hades o, mejor quizá, a los infiernos de los heroicos guerreros sirvieron como presa a los perros y a los pájaros banquete. 
 
La ira de Aquiles deja cadáveres que son presa de perros, de aves festín.
 

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