Mostrando entradas con la etiqueta economía patrística. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta economía patrística. Mostrar todas las entradas

miércoles, 31 de enero de 2024

Pareceres XXXIX

191.- Reconocimiento facial. Una compañía aérea de vuelos baratos, de cuyo nombre no haré mención publicitaria, propone el reconocimiento facial o biométrico, que también le dicen, a sus pasajeros. En principio es voluntario, por lo que no llega a imponerlo todavía. Lo único que necesitamos, nos dicen, es enseñar la cara para pasar los controles aeroportuarios. Se convierte así el careto en lo que siempre por otra parte ha sido: el espejo de nuestra alma individual, personal e intransferible. Así lo vende la aerolínea en su página güeb: Imagina llegar al aeropuerto y no depender de tu documentación física, tarjeta de embarque o de cuánta batería tiene tu móvil. Con el reconocimiento facial podrás convertir tu cara en todo lo que necesitas (documentación, tarjeta de embarque) para pasar los controles del aeropuerto y moverte más rápido. Siempre y cuando, claro, digo yo, no nos impongan la obligación de volar con mascarilla. Al menos no proponen la biometría del reconocimiento anal, que obligaría a los usuarios de las aerolíneas a bajarse bragas y calzones y enseñarles las nalgas a los dispositivos de control. 

Monja arrodillada rezando (anverso y reverso), Martin van Meyens (1731)
 
192.- Non seruiam! ¡No serviré, en el sentido de no obraré como un esclavo! (Jeremías 2, 20). Según el profeta Jeremías no fue Lucifer, el ángel rebelde, quien pronunció estas palabras que suelen atribuírsele, sino el pueblo de Israel, que históricamente se apartó de Yavé, su Dios, en busca de nuevos ídolos y que se prostituyó ante el dinero, Mamón, como una vulgar meretrizuela: “Porque desde antiguo quebrantaste tu yugo, rompiste tus coyundas y dijiste: No serviré; pues sobre todo collado alto y bajo todo árbol frondoso te acostaste y prostituiste”. Al no obrar como un siervo del Señor, el estado de Israel obró como una ramera vendiéndose al capital, y desobedeciendo uno de los principales mandamientos de la ley del dios del Sinaí: "No matarás" (Éxodo 20:13), optando por obedecer a lo que le dicta en 1 Samuel 15:3: "No perdones; mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos". El actual presidente de Israel, elegido democráticamente, ha invocado al profeta Samuel para justificar su lucha a muerte contra Palestina. 
 
193.- Economía patrística: Creían los santos padres de la iglesia católica apostólica y romana, benditos ellos, como san Agustín o san Jerónimo que la cantidad de dinero que había en el mundo estaba establecida de una vez para todas, y no podía cambiarse, ni menguar ni medrar, por lo que el enriquecimiento de un hombre conllevaba inevitablemente el empobrecimiento de otro. Escribía, por ejemplo San Agustín habere aurum non potes, nisi alius amittat, lo que viene a ser que "no puedes tener oro (cuando el vil metal era la forma del dinero) sin que otro deje de tenerlo". San Jerónimo, por su parte, escribía: nisi cum alterius damno et malo, pecuniae alteri non coaceruantur: "no se acumula dinero en provecho de uno si no es con daño y perjuicio de otro". Y también omnes enim diuitiae de iniquitate descendunt, et nisi alter perdiderit, alter non potest inuenire: "pues todas las riquezas provienen de la iniquidad, y uno no puede hallarla a no ser que otro la haya perdido". Y finalmente: quicumque enim diues est, nisi pauperem exspoliauerit, diues esse non potest: "el que es rico, en efecto, no puede ser rico a no ser que haya robado a un pobre", que bien podría suscribir Carlos Marx. No fueron los alquimistas sino los banqueros modernos, los que lograron el milagro atribuido al rey Midas de obtener más oro del que efectivamente había en el mundo a través de la transmutación, convirtiendo en oro, o lo que viene a ser lo mismo, en mierda, según el análisis freudiano, todo lo que tocaban. Abandonaron la pretensión del oro material sutituyéndolo por el oro o dinero ya inmaterial, que es infinito. El caso es que se nos imponen dos creencias contrarias: que todo el dinero del mundo es una cuenta cerrada (que nadie sabe con exactitud) como creían los santos padres, y al mismo tiempo, como demuestran los banqueros, que está en creciente expansión igual que el universo, por lo que la suma es infinita y puede ser creada ex nihilo por los Bancos Centrales y los Estados.
194.- Paráfrasis de Raoul Vaneigem: El Poder nos obliga a cada uno de nosotros a tomar postura y manifestar nuestra opinión a favor o en contra de Donald Trump, el coche eléctrico, el calentamiento global, Palestina, la marihuana, la enseñanza de las humanidades, la inteligencia artificial, el rap, el auge de la extrema derecha, y un interminable y larguísimo etcétera. No puede haber verdadero diálogo entre las personas, sino múltiples monólogos que se intercambian como cromos, meras opiniones personales, creencias, y gustos sobre los que no es posible discutir, fenómeno que se incrementa en las redes sociales con el ruido tecnológico que no fomenta el diálogo, sino la soledad onanista del monólogo. De hecho monologuista se ha convertido en una profesión humorística para hacer reír. Se nos pregunta nuestra opinión sobre cualquier peculiaridad para impedir que tengamos una opinión sobre la generalidad, es decir, para que, entretenidos como estamos con minucias, no formulemos una enmienda a la totalidad. 
195.- Fundamentos de pedagogía. El primer pedagogo, como apuntó Mairena, sería el rey Herodes. Él, al menos, nunca disimuló sus verdaderas intenciones, que hoy denominaríamos objetivos, como dicen ahora los profesionales de la educación, esos impostores, usando un término de la estrategia militar, por cierto.
 
Masacre de los Inocentes, Lattanzio Gambara (1550-1574)