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jueves, 8 de junio de 2023

Cuartetas apócrifas del poeta persa Omar

Cuando me muera, morirán también las cosas, /  caerá el telón y las vanas, falsas apariencias / reales de este mundo a veces tan hermosas, /  caerán las máscaras, los imperios y las rosas. 
 
Gocé de odaliscas complacientes y su belleza, / que es flor de un día, fugitiva y pasajera, / acariciándoles sin fin su cuerpo y su alma, / bebiendo el vino del placer que ahuyenta penas. 
 
 

 ¿Dónde las legendarias rosas del Irán  /  y su fragancia? ¿Dónde aquel vergel está / de Babilonia, y los que no tenían nada /  que envidiar a las huríes, efebos deslumbrantes? 
 
¿Dónde las legendarias rosas del Irán / y su fragancia? ¿Dónde aquel jardín está / del Edén y dónde la maravilla, Babilonia, / espejismo vano de un desértico arenal? 
 
 

Bebiendo el vino de color rubí encendido /  me olvido yo de mí y del mundo, que es el mar /  donde naufrago, y de penosos sinsabores / de la vida, en vino tinto como la amapola. 
 
En mi juventud busqué en los libros la verdad / y sólo hallé creencias, dogmas, fe en el cielo / y el infierno, y preferí el licor de las tabernas /  huyendo de iglesias, sinagogas y mezquitas. 
 
 

Escucha, joven: esta rosa que te doy /  está flagrante: huélala, mañana ya / se habrá ajado. Bebe vino y goza, pues, /  de la rosa efímera, antes de que se haga polvo. 
 
 Goza del vino, de la música y las mujeres, / de los perfumes, los efebos y quereres, / ahora o nunca; no pospongas los placeres: / el vasto río del tiempo fluye y nos arrolla. 
 
 
 Al lado de una esbelta joven como espiga / de rubio trigo, con el sabor aún del vino /  en los labios, antes de que el viento de la Muerte / te sorprenda helando tu sonrisa para siempre.
 
Goza del día de hoy, el único que hay / y es tuyo ahora, en el que yacen los recuerdos /  del ayer –olvídalos déjandolos que afloren- / y los temores y deseos del futuro.
 
 

No trueques cosas por las ideas de esas cosas: / disfruta de ellas mientras puedas, sin resabios / del pasado, sin proyectos de futuro: goza / de este momento, que es el solo cierto que hay. 
 

Las huríes de ojos de jade y el Edén no existen, / espejismos del desierto ardiente y deslumbrante. / Desoye, pues, la llamada del tambor lejano /  y olvídate de la muerte y  del futuro ahora.