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miércoles, 26 de noviembre de 2025

El clima de la crisis contra la crisis del clima

    La Organización de las Naciones Unidas se apunta en la actualidad al dogma del cambio climático, considerando que el clima del planeta está en estado crítico. Defiende la existencia de una crisis climática (climate crisis) y, en un segundo saque, establece la ecuación de que  dicha crisis es de índole sanitaria (health crisis), porque afecta a nuestro estado de salud y al del planeta, llegando no solo a enfermarnos sino también, y más grave, a matarnos. Se manifiesta en fenómenos tales tan diversos y contradictorios como calor extremo (extreme heat), inundaciones (floods), sequías (droughts), tormentas (storms) y demás fenómenos atmosféricos que producen brotes de enfermedades, falta de alimentos y de agua, y la interrupción de los servicios sanitarios, que no pueden hacer frente a semejantes desafíos.

 
    Sacan esto a colación de la COP30 o trigésima conferencia sobre el Cambio Climático que celebra la ONU en Belén en el corazón de la Amazonia brasileña. Si todas las naciones del mundo, o la mayoría de ellas al menos si no todas, implementaron en su momento medidas draconianas contra la pandemia que la OMS al servicio de la ONU como buena palanganera suya declaró como emergencia sanitaria, hay ya medio camino recorrido con ese precedente para la aplicación de nuevas medidas extraordinarias de control de la población, la famosa Agenda -etimológicamente, las cosas que hay que hacer que están escritas-, ante esta nueva emergencia sanitaria que pretende irrisoriamente solucionar los problemas ambientales.
 
 

     A esa conferencia acudió el Jefe del Ejecutivo español, ávido de proyección internacional, habida cuenta de la nula o poca nacional de la que goza, entre otros mandamases que mandan menos de lo que se cree, y también nuestra Vicepresidenta Tercera (pues al parecer el presidente del gobierno de las Españas cuenta con tres vicepresidentas a falta de una, ordenadas jerárquicamente para hacer sus veces si fuera preciso) y Ministra a la sazón para la Transición Energética y el Reto Demográfico -¿qué reto será ese que afecta a la demografía de la población?-, cuyo discurso no tiene desperdicio por la acumulación de vana palabrería, retórica hueca u oquedad retórica y lugares comunes carentes de significado. 
 
    Comienza la susodicha leyendo el discurso que le han preparado con carita apenada de no haber roto nunca un plato, muy mona ella, afirmando que el Cambio Climático existe. No lo dice así porque no hace falta, pero al sacar de la manga o de la chistera si se prefiere el sintagma “Cambio Climático”, no una sola vez, sino hasta tres, ya lo ha conjurado y dado carta suficiente de naturaleza por arte de retórica taumaturgia. Ya puede afirmar cualquier cosa acerca de él. Ya tiene el tema o sujeto, ahora viene el predicado: ...se acelera, se intensifica.
 
 
 
    Y pasa a enumerar sus impactos, que son los síntomas que se sufren en la cuenca del Amazonas que es según ella “el pulmón de nuestro planeta” y en nuestros países: olas de calor, incendios, sequías, inundaciones, huracanes... Cita dos ejemplos españoles las lluvias torrenciales e inundaciones valencianas (ella dice la DANA) y los incendios que asolaron la Península Ibérica durante el verano, provocados, como se sabe, por el propio y pirómano Cambio Climático. 
 
    Pero el núcleo de su discurso leído es el consabido dogma: “nos hallamos ante una emergencia climática, que es una crisis sanitaria, (social y de seguridad)”.  Anteriormente el Jefe del Ejecutivo de las Españas había afirmado que el calor extremo había matado a veinte mil personas en los últimos cinco años en el ruedo ibérico, a razón de cuatro mil al año, en su discurso previo a la Cumbre del Clima.
 
    Establecida la ecuación que interesaba y el axioma de que el Cambio Climático mata, la tercera vicepresidenta afirma que la crisis climático-sanitaria se ve agravada por tres factores que enumera en este orden: el negacionismo, la desinformación y los ataques a la Ciencia
  
 
     
No puede utilizarse el término negacionismo alegremente para descalificar como hace su gobierno a quienes niegan la versión oficial, que es la que ella está diciendo.  Nadie niega que el clima cambie, lo hace a menudo tanto en invierno como en verano, y cuando aquí es invierno, en Brasil es verano, y viceversa, y así ha sido durante miles de millones de años, pero el dogma es que el cambio que experimentamos ahora, un ligero calentamiento, es fruto de la acción humana, es decir, somos los seres inhumanos de nuestra especie responsables de ello y por lo tanto debemos entonar el mea culpa y hacer lo que está mandado: nuestra penitencia.
 
     La desinformación (disinformation en la lengua del Imperio) no es el enemigo -¡ojalá pudiéramos estar más desinformados de lo informadísimos que estamos!-, sino la mala información (misinformation), es decir, la información oficial. 
  
     La Ciencia se presenta como un dogma religioso que no puede ser cuestionado, atacado ni discutido, porque eso intensifica el Cambio Climático y lo agrava. Nada más lejos de lo que es la Ciencia, que necesita una constante reelaboración basada en la destrucción de sus creencias.   
 
    De pronto la señora ministra saca a relucir la solución del problema inexistente: la Agenda climática que en el futuro -entre tanto hay que aguantar las molestias que ocasiona- va a depararnos salud pública, justicia social, prosperidad, derechos humanos y paz... a todos y sobre todo a los más necesitados. 
 
 
 
    Y aquí es donde viene el autobombo de la tercera vicepresidenta: Así lo hacemos en España, apostando por las (energías) renovables, por la eficiencia energética... y no contentos con eso, como si fuera poco, hacemos además que esa transformación nos acerque gramaticalmente a la igualdad de género real. 
 
    Todo cabe en el discurso de la ministra, pero no podía faltar una expresión rimbombante y altisonante, como la siguiente: Necesitamos... una acción climática con sinergias muy poderosas implementando políticas de adaptación y de mitigación... Vana palabrería que, queriendo decir muchas y muy importantes cosas, no revela más que el vacío que hay detrás.