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domingo, 15 de octubre de 2023

Alabad a Dios (y II)

    La exhortación apostólica de Bergoglio, es, lejos de toda pretensión teológica, un alegato en favor del pensamiento único políticamente corregido y neoliberal de índole progresista del capitalismo ecológico. La única cita bíblica que adorna la exhortación es «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno» (Génesis 1, 31). El Cambio Climático no puede ser creación de Dios, porque entonces sería bueno, y no lo es, es obra de sus humanas e irresponsables creaturas y criaturas

    ¡No podemos pensar, ante semejantes desastres naturales como padecemos -fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, inundaciones, sequías, tornados...- en un Dios colérico y airado, a más de punitivo como era sin duda el mismísimo Yavé o Jehová, Señor de Israel y de los Ejércitos, que decretó el diluvio universal del que solo se salvó el arca de Noé, y posteriormente las diez plagas sobre Egipto para que el faraón dejara marchar a su pueblo, que era el pueblo elegido!

      Pero el Papa Francisco, que ya bendijo la bondad de la vacuna de ARN mensajero contra la enfermedad del virus coronado como si fuera la Hostia consagrada y cuerpo de Cristo, y dijo que inocularse dicho suero experimental era un acto de amor, prefiere presentarse alejado del viejo Dios veterotestamentario, como su homónimo santo franciscano, patrono de la ecología y del medio ambiente al servicio del capitalismo, en esta exhortación apostólica contra la crisis climática  dedicada a todas las personas de buena voluntad (sic). 

San Francisco de Asís

     Viene en ella Bergoglio a interpretrar el cántico del hermano Sol de su homónimo Francisco de Asís de alabanza al Señor por todas sus criaturas (lauderis, domine deus meus, propter omnes creaturas tuas): alabado seas, Señor Dios mío, por todas tus criaturas), e inicia su canto al hermano Sol -bendiciendo la energía solar que nos brinda- como símbolo perfecto de Dios, a la Hermana Luna y a las Estrellas, al hermano Viento, -y a través de él a la energía eólica-, a la hermana Agua y al hermano Fuego, a la madre Tierra, que es el nombre del planeta que ahora hay que salvar, evitando la mención de la emsión de las energías fósiles cuyo abandono predica, y finalmente a nuestra hermana Muerte, de la que ningún ser vivo puede escapar, y que se presenta de distinta manera para los que mueren en pecado mortal -¡ay de ellos!- y para los que en la hora de su muerte se encuentran a sí mismos conformes con la santísima voluntad divina, porque a ellos una segunda muerte no podrá perjudicarles. 

     El pontificado de Bergoglio se muestra así cerrado a la trascendencia, horro del espíritu y entregado a la inmanencia y a los poderes de este mundo, olvidando el mensaje de Jesús ("Mi Reino no es de este mundo"). Sus postulados coinciden con el pensamiento único políticamente correcto o corregido del proyecto de globalización neoliberal capitalista.

    El pecado original es la contaminación del planeta de la que somos responsables y nuestra tarea religiosa es su salvación para entregárselo a las futuras generaciones. Los herejes de esta nueva iglesia liberal y progresista son los negacionistas del cambio climático y los escépticos, que deberían ir al infierno de cabeza a visitar a Satanás. 

    Gracias a Bergoglio, el pensamiento único políticamente correcto se convierte en pensamiento único teológicamente correcto. La culpa es del hombre. Podría tratarse de un castigo divino pero eso conllevaría afirmar la existencia de un Dios todopoderoso, que quizá no es bueno.

  

    Las últimas palabras de la exhortación son bastante confusas. Dicen: «Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo." Y habría que añadir, no sólo para sí mismo, sino también para todos sus congéneres. Un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios, es decir, que se presenta como el vicario de Cristo, el que hace las veces de la divinidad, en la Tierra, el nuncio apostólico, es el peligro público mayor.

viernes, 13 de octubre de 2023

Alabad a Dios (I)

    En la página oficial del Vaticano se puede leer en ocho idiomas la exhortación apostólica del papa Bergoglio Laudate Deum (Alabad a Dios), publicada el pasado 4 de octubre,  en la que Su Santidad se nos presenta como una especie a medias entre Francisco de Asís, santo patrono de la ecología y el medio ambiente, y la activista Greta Thunberg, preocupado como está más por el irrefutable Cambio Climático y por anatematizar a aquellos que lo niegan y a los que lo ponen en duda razonable, a quienes trata de herejes de la nueva religión de la Ciencia, que por la existencia de Dios
 
    Según escribe allí el Santo Padre:  Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra (sic, por la metáfora) que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos. 
 

 
      Pueden leerse en su exhortación cosas de hondo calado teológico, dicho sea con la debida ironía, como esta: Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5 grados centígrados, del cual estamos cerca? Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2 grados, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos
 
    El párrafo más significativo, según mi punto de vista, es este en el que se despacha contra los escépticos: En los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de esta constatación. Mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento. Olvidan mencionar otro dato relevante: que lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo. El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares pueden ser fácilmente percibidos por una persona a lo largo de su vida, y probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos
 
 
    No menciona Bergoglio que entre esas personas, hay algunos científicos que no están de acuerdo con el relato oficial del que él se hace portavoz, como antes se hiciera apóstol de la Santísima Vacuna, que salvaba vidas y era un acto de amor. Dichos científicos si no niegan la mayor, que es el Cambio Climático, niegan el origen humano de dicho cambio, contra el dogma que establece el inquilino del Vaticano, o al menos osan ponerlo en duda. Pero Su Santidad tiene mucha fe en el Cambio Climático, y en el origen humano de dicho fenómeno.  Por eso afirma rotundamente: Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático. La culpa -el pecado original, diríamos- del Cambio Climático es humana -antrópica, como apostilla pedantemente. 
 
    Pero el razonamiento roza el ridículo cuando afirma en el punto 7, dentro del apartado “Resistencias y confusiones”, que las dos manifestaciones de dicho Cambio son tanto el calentamiento como el enfriamiento del planeta y critica así a los que contraponen ambos fenómenos: Para ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos. Se olvida que éste y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta. Tanto las sequías como las inundaciones, tanto los lagos que se secan como las poblaciones arrasadas por maremotos o desbordes, tienen en definitiva el mismo origen.  
 
 
 
    Tiene que admitir que tanto el calentamiento como el frío extremo son expresiones del mismo fenómeno que es el Cambio Climático, pero previamente nos ha hablado sólo del aumento de la temperatura global de 1,5 grados y de 2 grados... 
 
    Tiene mucha fe el Santo Padre en el Cambio Climático, desde luego, una fe de carbonero a prueba de bombas, por lo que resulta que como contrapartida tiene poquísima razón.