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jueves, 12 de octubre de 2023

Del engaño y el desengaño

    El Discurso Troyano subtitulado En defensa de la no conquista de Ilión (Troya ) de Dion de Prusa (40-120 de nuestra era), también llamado Dion Crisóstomo o Dion Coceyo, que de las tres formas suele apellidarse a su autor, es una refutación del relato y argumento de la doctrina común- y tradicionalmente aceptada sobre la guerra de Troya. Téngase en cuenta que los poemas de Homero, la Ilíada y la Odisea, que versan sobre dicha guerra, principalmente el primero de ellos, constituían los libros básicos de lectura y de enseñanza en todas las escuelas griegas de la antigüedad, y de hecho eran los poemas nacionales y se diría que fundacionales de la Hélade. 
 
 
    Dion, que en la mayoría de sus discursos no tiene empacho en elogiar a Homero, al que admira sobremanera, en este se despacha a gusto contra él reprochándole que haya mentido y engañado a sus lectores. No niega que haya habido guerra de Troya, pero sí que la ciudad fuera destruida por los griegos, ya que, en dicha guerra fueron los troyanos, según él, los vencedores y los griegos los vencidos que volvieron a la Hélade con el rabo entre las piernas. Niega también que Aquiles matara a Héctor, el caudillo troyano, ya que fue al revés, según él, Héctor el que mató a Aquiles, hecho que Homero enrevesó y tergiversó. 
 
     Lo que plantea Dion en general, sin llegar a negar nunca la historicidad de la guerra de Troya, es la versión oficial de que Troya  fue conquistada y destruida por los griegos, alimentada por Homero y todos los que escribieron sobre el tema siguiendo su estela, que nos engañaron presentando una ficción como una realidad. 
 
 
    Pero lo más conmovedor de este discurso, que probablemente no era más que un ejercicio escolar, no es su argumentario, sino el comienzo del exordio, que nos plantea una cuestión que no deja de estar siempre en el candelero: lo fácil que es el engaño y lo difícil que resulta como consecuencia de ello el desengaño.

    A menudo se le ha atribuido a Mark Twain sin mucho fundamento de su constancia, por otra parte, la frase siguiente: "Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados" (It's easier to fool people than to convince them that they have been fooled, en la lengua del Imperio). Sin embargo Dion de Prusa dejó escrito en griego hace muchos años algo parecido, para él lo difícil es enseñar, en el  sentido de decir algo verdadero, lo fácil engañar, subrayando, además, que no solamente nos engañan los demás, sino que también nos engañamos nosotros mismos.
 
 
    Yo tengo por cierto más o menos que es difícil enseñar a todos los hombres pero fácil engañarlos, y aprenden con trabajo, si aprenden algo, de los pocos que saben, pero enseguida son engañados por los muchos que no saben; y no sólo por los demás, sino también por ellos mismos. Pues la verdad es amarga y desagradable para los ignorantes; la mentira, en cambio, dulce y placentera. Como, según creo, también a los que sufren de la vista el ver la luz del sol les resulta insoportable, pero la oscuridad un alivio y amable, aunque no les permita ver. 
 
    (He aquí el texto original: οἶδα μὲν ἔγωγε σχεδὸν ὅτι διδάσκειν μὲν ἀνθρώπους ἅπαντας χαλεπόν ἐστιν, ἐξαπατᾶν δὲ ῥᾴδιον. καὶ μανθάνουσι μὲν μόγις, ἐάν τι καὶ μάθωσι, παρ᾿ ὀλίγων τῶν εἰδότων, ἐξαπατῶνται δὲ τάχιστα ὑπὸ πολλῶν τῶν οὐκ εἰδότων, καὶ οὐ μόνον γε ὑπὸ τῶν ἄλλων, ἀλλὰ καὶ αὐτοὶ ὑφ᾿ αὑτῶν. τὸ μὲν γὰρ ἀληθὲς πικρόν ἐστι καὶ ἀηδὲς τοῖς ἀνοήτοις, τὸ δὲ ψεῦδος γλυκὺ καὶ προσηνές. ὥσπερ οἶμαι καὶ τοῖς νοσοῦσι τὰ ὄμματα τὸ μὲν φῶς ἀνιαρὸν ὁρᾶν, τὸ δὲ σκότος ἄλυπον καὶ φίλον, οὐκ ἐῶν βλέπειν).