sábado, 30 de marzo de 2024

EXTRA ECCLESIAM NVLLA SALVS

     Fuera de la Iglesia (se sobreentiende que de la católica, apostólica y romana, por supuesto, que es la verdadera, aunque no creamos mucho en ella,  que es la que se apropió de la palabra griega "iglesia", que quería decir "asamblea") no hay ninguna salvación. Lo dejó dicho en latín Cipriano de Cartago, san Cipriano, en el siglo III de nuestra era: EXTRA ECCLESIAM NVLLA SALVS. Esta afirmación no se refería en principio a los que no habían recibido la fe de Cristo con las aguas del bautismo, sino a los herejes, cismáticos y apóstatas que decidieron abandonarla y que según se afirmó en el concilio de Letrán se condenarían yendo “al fuego eterno”. 


 

DOS NOTAS ETIMOLÓGICAS SOBRE IGLESIA Y SALVACIÓN

    Iglesia: La palabra latina ecclesia, de la que viene nuestra iglesia y su adjetivo culto "eclesiástico", es un préstamo griego de ἐκκλησία, que era el nombre de la asamblea de ciudadanos y guerreros a la que se asistía por convocatoria, donde se deliberaba y discutía como resultado de una κλήσις o llamada. Este término está relacionado con el verbo καλέω que quiere decir precisamente convocar. 

    Al parecer fue san Pablo el primero que utilizó este vocablo tomado del ámbito de la política para referirse a la congregación de los fieles cristianos que se reunían no ya para discutir y deliberar y, llegado el caso, tomar alguna decisión democráticamente, sino para rezar y celebrar periódicamente el sacramento de la eucaristía, formando una comunidad reglamentada bajo una férrea jerarquía (masculina, por supuesto).


    Salvación: En latín se decía salus, palabra que los rumanos han sustituido por otra sinónima, “sănătate”, pero que conservamos los italianos como “salute”, los franceses “salut”, los portugueses “saúde”, y los españoles en castellano como “salud”. La raíz protoindoeuropea que se encuentra detrás de la palabra es *sol- con el significado de “entero”, como vemos en griego ὅλος (donde la silbante se ha convertido en una aspirada, por ejemplo en holocausto –entero quemado, literalmente-, en holístico o en católico (de κατά abreviada ante vocal aspirada en καθ’ -universal- ), pero que se conserva en latín y que conservamos nosotros en sólido, consolidar y en soledad

    Esta misma raíz *sol, en grado cero y con el sufijo –wo, origina el adjetivo saluos, -a –um, con el significado de entero, sano y salvo. También el verbo salueo que en principio significaba tener salud, estar sano, y que por eso se utilizaba en formas de saludo en imperativo salue/saluete, y en latín cristiano el verbo saluo, con el significado de  salvar y curar, que es el origen de nuestro salvar, salvación y salvador, nunca utilizado por los clásicos con ese sentido. De hecho la palabra saluatio sólo aparece en la Vulgata, que es la traducción al latín de la Biblia, y en autores cristianos como redención para la vida eterna operada por Cristo.    



¿HAY SALVACIÓN DENTRO DE LA PROPIA IGLESIA?

    Cuando se habla de salvación nos asalta una duda: ¿de qué o de quién tenemos que salvarnos? No se puede hablar así como así de salvación en abstracto, sin concretar respecto de qué pretendemos mantener nuestra integridad sanos y salvos: ¿del mundo, de la muerte, del pecado, del demonio, de la carne, de la condenación eterna... o de la propia Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a la que el novelista colombiano Fernando Vallejo calificó en su personal ajuste de cuentas con el dicterio de “La puta de Babilonia”, como denominaron los cátaros albigenses a la Iglesia de Roma según la expresión del Apocalipsis?

    Cierto es que la teología moderna considera, por su parte, que es posible la salvación de los que no pertenecen a la Iglesia, pero ¿es posible la salvación de los que pertenecen a ella  y forman parte de dicha comunidad de feligreses, término que etimológicamente procede de filius ecclesiae, o sea, "hijo... de la iglesia"? Si lo consideramos un poco, llegaremos a la conclusión de que en el seno de la Iglesia (católica o cualquier otra) tampoco hay ninguna salvación en general, porque lo que no hay ni dentro ni fuera,  ni INTRA ni EXTRA MVROS de ninguna iglesia que valga,  es salvación en abstracto, sin especificar de qué. Por lo que deberíamos darle la vuelta al apotegma de Cipriano de Cartago, san Cipriano, y concluir:  INTRA ECCLESSIAM NVLLA SALVS. 

Estatua de Giordano Bruno, en el Campo dei Fiori (Roma), 
donde fue quemado en la hoguera.

    No encontraron, en efecto, ninguna salvación dentro de la Iglesia los pobres cátaros albigenses, ejecutados sin piedad, ni Giordano Bruno, quemado vivo en la hoguera en 1600 en la ciudad de los papas, por citar solo dos casos emblemáticos de aquellas "cosas (que) hace Dios cada día que el Diablo no las haría". La influencia de la Iglesia ha sido muy perniciosa a lo largo de los siglos, como ha denunciado muchas veces el pueblo de forma anónima, como veíamos en estos refranes castellanos anticlericales.    Por todo lo cual habría que concluir que EXTRA ECCLESIAM MVLTA SALVS: fuera de la Iglesia hay mucha salvación, al menos de la propia Iglesia, cosa que no hay dentro de ella, desde luego.

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