En La Debacle (1892) de Émile Zola, novela histórica ambientada durante la guerra franco-prusiana, cuyo tema principal es la brutalidad de la guerra vivida por el soldado común y corriente, un personaje le dice a otro quejándose de los Jefes de Estado que arrastran a la muerte a sus ejércitos: -"Si Badinguet y Bismarck tienen una discusión, que la resuelvan entre ellos, a puñetazos, sin molestar a cientos de miles de hombres que ni siquiera se conocen y que no quieren luchar".
El bien conocido Otto von Bismarck conseguirá, con su victoria en la guerra franco-prusiana, crear el Imperio alemán, y Badinguet, que es el sobrenombre de Luis Napoleón, más conocido como Napoleón III, alias Napoleón el Chico, en contraposición a su presunto tío Napoleón el Grande, será derrotado por el ejército prusiano de Bismarck en la batalla de Sedán, poniendo fin al Segundo Imperio y proclamándose la III República francesa, cuyo primer presidente será el mariscal Mac-Mahon, vencido en dicha batalla, que hizo, entre otras muchas declaraciones, el siguiente reconocimiento de su idiocia personal:
A Luis Napoleón, coronado como Napoleón
III, el Emperador de los franceses, casado con la española
Eugenia de Montijo en 1853 en la catedral de Notre-Dame de París, se le denominaba Badinguet porque cuando estuvo preso en 1846 en la fortaleza de Ham en el Somme por haber conspirado para derrocar a Luis Felipe, logró escapar tomando la ropa y los papeles de un pintor así llamado, por el que se hizo pasar.La emperatriz Eugenia sería apodada La Badinguette.
Una caricatura de la época titulada "¡Los gozos de Badinguet!" muestra a Napoleón III sentado en un orinal y haciendo sus necesidades, con una jeringa enorme en la mano, diciendo: “Mi hermano Guillermo creía que iba a destronarme, pero ya ven que sigo en el trono”.
Otra caricatura muestra como fue a la guerra contra Bismarck y como volvió de ella, solo hay que darle la vuelta al dibujo para que revele su regreso:
En el diálogo entre La Muerte y Badinguet, esta le dice: -Oye Badinguet, ya te he dado una prórroga dos o tres veces, pero esta vez se acabó: hay que partir. A lo que Badinguet le ruega a la Señora de la Guadaña que le dé un día más para poder instalar en el trono a Napoleón IV, que nunca llegó a reinar: -Espera un día más, el tiempo de llegar a París, de colocar allí a mi hijo y soy todo tuyo.
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