martes, 23 de enero de 2024

¡Abajo los ejércitos!

    Hace algo más de un siglo ya, y antes de la primera guerra mundial, la publicación semanal francesa Le libertaire sacó el 2 de octubre de 1910 un artículo "À bas les Casernes!" (¡Abajo los Cuarteles!) de Anna Mahé en forma de carta de una madre a su hijo que había cumplido la edad de incorporarse a filas, que le supuso a la autora un proceso judicial por injurias al ejército del que salió finalmente absuelta al ampararse en el derecho a la libertad de expresión. 

     El interés de esta carta, más de cien años después de publicada, hace que la traduzcamos y reproduzcamos en estos convulsos tiempos que corren en los que leemos, por ejemplo, que el gobierno más progresista de la historia de España ha duplicado con creces el gasto militar en muchos miles de millones de euros presupuestado para el año que concluyó, y en el que no solo  han aumentado las guerras y guerrillas a nuestro alrededor, sino la justificación moral que se hace de ellas como derecho de defensa. 

 Una madre a su hijo:

Ha llegado la hora tan temida de las madres: el Cuartel abre sus puertas de par en par a los jóvenes de veinte años.

Hace veinte años que soy madre.

Tú estabas ahí, tan frágil, con una vidita algo vacilante, subordinada a los deseos de los que te rodeaban y ya llegó un hombre, el médico del estado civil, y dijo:

-¡Es un futuro defensor de la Patria!

Tú, el pequeño inofensivo y desarmado, eras el futuro artesano de la obra de la muerte, eras, criaturita rosa salida de mí, carne de cañón para el futuro.

Hace veinte años de eso.

Hoy, apto para el Cuartel, apto para la servidumbre, apto para el crimen, apto para el matadero.

Las demás se limitan a llorar. Yo, yo no me resigno a eso.

He querido hacer de mi hijo un hombre íntegro, inteligente y bueno, orgulloso y libre.

Los que nos gobiernan quieren hacer de él un esclavo, un cobarde, un asesino, o, en caso de rebeldía, una víctima.

¿En nombre de qué?

Te han dicho: “Ha llegado la hora de pagar tu deuda a la Patria. Joven, debes ignorarte a ti mismo, doblegar tu voluntad a la voluntad de otros hombres. La única cualidad que se te exigirá será la obediencia, pero una obediencia pasiva. Serás el instrumento, el autómata que hacemos funcionar a capricho. Tu papel es hermoso. Eres un defensor de la Patria”.

¿La Patria?

Es decir, una porción de tierra delimitada por unos hombres y más allá de la cual comienza otra patria donde viven otros hombres semejantes, con necesidades iguales. Aquí Francia; veinte metros más allá Bélgica, Alemania, Suiza, Italia o España.

La madre Patria, la buena madre a la que el pobre debe pagar su ¿deuda? más aún que el rico, a la que los poetas han cantado. La patria es un engaño, tú lo sabes. Sabes que los alemanes, los rusos, los chinos, los negros y los pieles rojas son hombres, y que el único enemigo es el amo, el que sobre su semejante ejerce su autoridad.

Así que ¿qué irías a hacer tú en el cuartel?

Piénsalo bien: el cuartel es el inevitable colapso moral, es la camareta del dejarse llevar, la suciedad física e intelectual, los malos hábitos contraídos para siempre quizá...

El cuartel es la obediencia pasiva a todas las órdenes, por ineptas que sean. Es el envilecimiento, es la abdicación de la voluntad.

El Cuartel es la escuela del asesinato, donde se elabora la defensa del Capital por el Trabajo; donde se lleva a los trabajadores de ayer hacia los huelguistas diciendo: 'Disparen”.

 El cuartel, cuando uno no sabe plegarse, es la antesala de Biribí. (en argot militar, las antiguas compañías disciplinarias del norte de África a donde destinaban a los soldados condenados, n. del t.).

El cuartel es toda la podredumbre, todas las taras, todas las vergüenzas, todos los crímenes.

¿Has pensado solo por un momento que podrías abdicar de tu personalidad hasta el punto de someterte al yugo del militarismo,? ¿Has pensado en aprender el oficio de asesino sin rebelarte?

Mi orgullo de madre se niega a creerte capaz de ese compromiso.

Antes que verte degradado, envilecido por la disciplina, rebajado a las faenas inmundas de un asesino, prefiero no volver a verte nunca más, hijo mío querido.

¡El mundo es grande! Y la posible miseria es preferible a la miseria moral que te esperaría allí, en ese cuartel donde los hombres encierran a los hombres para entrenarlos en obras de muerte.

Una madre. Para copia certificada. A. Mahé.

6 comentarios:

  1. Yo me he criado en un cuartel de noventa familias, formado por una serie de edificios modernos con grades espacios para el juego de los críos. Como en cualquier grupo de personas hay de todo, pero por lo general, son hombres de bien que no hacen daño a nadie y que intentan que los pueblos y ciudades sean lugares habitables y que no reine la anarquía y la ley del más fuerte. No voy a entrar en las descalificaciones que aquí, el profe, hace por sí o a través de persona interpuesta, escuela de asesinato, dice, cuando precisamente muchos inocentes fueron asesinados en cuarteles por los que ahora nos co-gobiernan. En fin, ca uno es ca uno, pero lo que e e.

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  2. El profe (jubilado) lo único que ha hecho es presentar y traducir la carta de una madre a su hijo que está a punto de incorporarse a filas rogándole que no lo haga. Fue escrita en 1910, cuatro años antes de la primera guerra mundial (1914-1918), que estalló en Europa porque, entre otras cosas, había muchos cuarteles y muchos ejércitos dispuestos a hacer la guerra para defender la paz y la Patria (la propia) a toda costa. Que los cuarteles y los ejércitos son una escuela de asesinato lo demuestra el hecho histórico de que en dicha guerra murieron casi diez millones de soldados y fueron heridos en combate más de veinte millones.

    En cuanto a lo que dices de que los ejércitos no hacen daño a nadie supongo que te refieres a nadie dentro de sus propias filas, a no ser que se trate de un desertor, supongo, porque su objetivo es hacer daño y el máximo posible a las filas enemigas.

    Y en cuanto a lo de que tratan de que no reine la anarquía y la ley del más fuerte, pues va a ser que no lo consiguen, porque gracias a ellos reina precisamente la ley del más fuerte, que eso y no otra cosa es la victoria en la guerra.

    Y sobre lo de la anarquía, pues mira va a ser que no puede reinar, porque la monarquía y la anarquía son incompatibles en buena lógica, ya que precisamente la anarquía es la ausencia de reyes, de reinos, que son los que gobierna en este mundo de monarquías y repúblicas. La única anarquía que reina es el (des)orden establecido, y eso sí que lo defienden hasta la última gota de su sangre.

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  3. Tienes razón, son contextos diferentes, pero se da a entender que eso es aplicable a la actualidad, y como escribes bien, sabes hacerlo. Por eso te digo que mi experiencia en un cuartel no tiene nada que ver con la carta, éramos noventa familias, multitud de chiquillos ( hasta teníamos equipo de fútbol propio), y, como en cualquier colectividad, había de todo. Hoy esos niños son guardias civiles ( muchos), camareros, profes, fiscal, e incluso uno es ingeniero de telecomunicaciones. Es muy típico del pensamiento progre etiquetar a las personas por colectivos, pues así pueden distinguir entre buenos y malos, y llevar a éstos a Siberia. Ahora está de actualidad una actriz proetarra a la que con buen criterio le han quitado la publicidad y sus colegas se han ofendido mucho. Y yo me alegro, porque jamás olvidaré el dolor causado, las vidas rotas, y me niego a arrinconar a las víctimas mientras se ensalza a los verdugos.
    Y no te perdono la última frase, porque sí, sí, yo conozco a personas que vertieron su sangre en plena calle para que tú pudieras estudiar y ser libre. Cómo se escribe eso en latín y griego.

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  4. El ¡No a los cuarteles! no se refiere a los acuartelamientos-vivienda como ese de la Guardia Civil donde tú te criaste con multitud de chiquillos, guantederita, porque no se refiere a los edificios, esas colmenas donde vivimos apiñados, sino a los ejércitos y a los barracones donde los reclutas, antes obligatoria- y ahora voluntariamente (a cambio de un salario), van a instruirse en el manejo de las armas que solo sirven para matar (y ya se sabe quién las carga) y a obedecer, que allí es “la más principal hazaña”, según la memez calderoniana, donde se jura fidelidad a una bandera, que es, como todas, despreciable y que está, como todas, ensangrentada y que por eso mismo no merece ningún respeto.

    Precisamente las armas y quienes las empuñan, sean terroristas o anti-terroristas, sea por una causa o por otra -ninguna es noble ni vale una sola vida humana-, son las responsables de tantas vidas rotas y tanto dolor causado, como escribes tú con tanto patetismo. Por eso hay que rebelarse contra todos los ejércitos, y contra las armas que, al decir del viejo Homero, atraen al hombre como el imán al hierro, y hacer como esa madre valiente que prefiere no volver a ver nunca más a su hijo en la vida antes que verlo convertido en un mercenario de la muerte.

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  5. Siempre leo tus artículos porque son mejores que los de cualquier periódico. Como dominas el lenguaje debido a tu oficio lo usas, como es natural, para exponer las ideas y lo haces de forma tan efectiva que te sientes un tonto si no estás de acuerdo con lo que lees.
    Pero vamos al asunto. Por supuesto que yo quisiera que no hubiesen ejércitos ni militares en el mundo, e incluso, la anarquía o el comunismo, en el plano teórico, me parecen de lo más justo, pero en la práctica no se sostienen. Yo creo en el individuo, y no en todos, más bien en muy pocos; hay que estar a la persona, si alguien te es leal no defraudar su confianza y poco más. Por ejemplo, si mañana me dices que te vas a presentar a unas elecciones, yo te voto y me da igual la ideología o la tendencia que representes, porque me pareces alguien íntegro, pero hay cosas que me tocan la fibra y te lo tengo que decir, pero no pasa nada, como te dije ca uno es ca uno y lo que e e.

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    1. En algo estamos de acuerdo, si lo más justo solo se sostiene en el plano teórico pero no en la práctica, habrá que reconocer que la práctica es radicalmente injusta, de lo que se deduce que "sostenella y no enmendalla" (la práctica, o sea la realidad) es justificarla, o sea, hacerla justa cuando no lo es. Por lo menos habrá que denunciarlo, me parece a mí. Y si no se puede vivir en la Práctica pues habrá que ir a vivir a Teoría, porque allí en Teoría, ya sabes, todo funciona estupendamente. Es aquí, en la praxis, donde todo marcha fatal.
      No te preocupes, Guante, por las elecciones: no voy a presentarme y no voy a pedirte el voto: soy radicalmente un impresentable. Y sí, tienes razón "ca uno es ca uno" y tiene sus "caunadas". Un saludo.

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