En la entrada Hostal
Coridalós escribí sobre Procusto,
también conocido como Procrustres, Damastes, Polipemón y hasta
Procoptas, aquel oscuro personaje de la mitología griega. Acogía
este bandido hospitalario en su hostal a los peregrinos, dándoles parada y fonda, haciendo que se acostaran en un lecho ideal donde les aplicaba a
todos el mismo patrón: a los que eran bajos les estiraba las
piernas hasta descoyuntarlos, y a los altos, se las amputaba. La lástima era
que sus huéspedes no le duraban hasta el
amanecer y se le morían antes, porque él lo hacía por su propio bien, para anular las diferencias que había entre unos y otros... En realidad era un filántropo, un enamorado de la humanidad ideal en abstracto, y no un misántropo, como le tachaban sus enemigos.
En Coridalós, no lejos de Atenas en dirección a Mégara,
donde se alzó la posada de Procusto, se levanta hoy una prisión de
máxima seguridad. Procusto en la actualidad es la viva imagen del
Estado moderno, ya sea el griego, el español o el de los Estados Unidos de América. Los
nombres propios, por muy diferentes que sean, dan igual, igual que las cuatro denominaciones, si no son cinco, de nuestro personaje. Responden a la misma realidad, a
un Estado que reclama para sí el “monopolio de la violencia”
para ahormar a sus súbditos, cortándoles por el mismo rasero y
uniformándoles. La uniformación es tan perfecta que no hace que el uniforme se adapte a los cuerpos, sino que estos se adapten al uniforme en el colmo de los colmos: la uniformidad perfecta.
La ausencia de signos de puntuación y la disposición de la prosa en renglones entrecortados a modo de versos libres de la condición métrica de los versos y separados a modo de estrofas está en el original que traduzco. Pareciera que Z. Herbert no ha querido someter su prosa al esquema métrico y uniforme del verso, y ha querido dejarla “libre” de ese corsé. Es una lástima, porque el texto resulta muy sugerente. Y para que suene en su versión original, comparto esta versión musical que canta en polaco Przemysław Gintrowski.
HABLA DAMASTES ALIAS PROCRUSTES
Mi móvil imperio
entre Atenas y Mégara
yo gobernaba solo bosques precipicios
desfiladeros
sin el consejo de ancianos de insignias inútiles con
un simple garrote
cubierto sólo con la sombra del lobo
y el pavor que despierta
la mención de la palabra Damastes
me faltaban súbditos esto es
los tenía poco tiempo
sólo vivían hasta el alba es sin embargo
una calumnia
llamarme asesino como proclaman los falsificadores de la historia
en realidad fui un
erudito y un reformador social
mi verdadera pasión era la
antropometría
inventé un lecho a la
medida del hombre perfecto
comparaba con dicho lecho a los
viajeros capturados
difícil fue evitar -lo reconozco- estirar
miembros amputar piernas
los pacientes morían
pero cuanto más morían
tanto más seguro estaba yo de que mi
experimento era correcto
la meta era noble el progreso exige
víctimas
deseaba anular la
diferencia entre lo alto y lo bajo
dar una forma única a una
humanidad asquerosamente diversa
nunca cejaba en mi esfuerzo de
igualar a la gente
me quitó la vida
Teseo el asesino del inocente Minotauro
el que se internó en el
laberinto con el ovillo de lana de una mujer
un impostor fecundo
en ardides sin principios ni visión de futuro
tengo la bien fundada
esperanza de que otros continuarán mi obra
y llevarán la tarea
tan audazmente emprendida por mí hasta el final
Resulta curioso como el espectáculo democrático ha ido uniformizando a los consumidores a través de insignificantes atributos diferenciadores para que las mercancías en conjunto hipnoticen a cada cual según el espejismo con el que se puedan identificar, pero la uniformación ha avanzado tanto con las herramientas informáticas que casi todos comulgan con un solo Dios, o lo que está mandado, a través de esos dispositivos inteligentes que desde la "nube" velan el sueño de los ya solo memes.
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