miércoles, 11 de marzo de 2020

Madrid amanecía (seguidillas para el 11 de marzo)

Madrid amanecía del sueño a cuestas. Era un once de marzo como cualquiera. 

Otro día de tantos de dura brega, de lucha por la vida, que no era fiesta. 

Desde los arrabales los trenes vuelan, zarpan uno tras otro, a toda vela hasta el corazón mismo de la gran bestia, la urbe que nos deslumbra, falsa moneda. 

Va la plebe al trabajo sin que se sepa que para mucha gente puede que sea éste su último viaje, y que no vuelvan. 




Van a que los engulla, vivos, la fiera máquina en su engranaje, rutina ciega, a inmolarse en sus aras a tumba abierta, a jornal mercenario de unas pesetas, a ganarse la vida, ay, y a perderla.

Estallaron las bombas, malditas sean. Desgarran cuerpos y almas en que hacen presa. Nadie puede creerlo ni se hace idea. 

Ya galopa el dolor a rienda suelta. Se abren, vivas, las carnes, rotas las venas. 

Deja, roja, en el alba la sangre huella. A la estación de Atocha la muerte llega, la que nadie esperaba, la que no espera.

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