domingo, 8 de marzo de 2020

Zenón dispara otra vez




Se oye sordo disparo, huele la tarde a pólvora. 
Una bala, calibre diez parabellum, rauda, 
disparada, derecha viene a mi corazón
del revólver que Samuel Colt inventó: un moderno
desalmado Zenón, ay, apretó el gatillo,
y esa bala, perdida, no a su destino, llega:
no es por falta ni yerro de puntería el caso:
antes de recorrer toda la trayectoria
desde el arma automática hasta mi pecho abierto
deberá recorrer una mitad del trecho,
y antes de esa mitad otra mitad y aún otra
y otra... ¿Dónde se pierde, dí, el proyectil entonces
en carrera infinita, quieta, por el espacio?
¿Dónde está el proyectil que ha de matarme vivo?
Me has herido, Zenón, sin que me alcance aún
ese tiro de muerte que ha de matarme ahora.
Sordo se oye disparo, huele la tarde a pólvora. 

 
 La flecha de Zenón de Elea

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