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martes, 4 de mayo de 2021

¿Es lo mismo vacunar que inmunizar?

    Un titular de un periódico cualquiera de provincias reza así: “Administradas 69.545 vacunas con las que se ha inmunizado al 8,1% de la población”. Al margen del dato numérico, que no nos interesa, hay que reparar en que para no decir “...vacunas con las que se ha vacunado...”, que resultaría redundante, el periodista ha buscado un sinónimo de “vacunar” y ha encontrado “inmunizar”, y lo ha empleado sin mayor problema para evitar la tautología. Hasta aquí nada que no se les enseñe a los estudiantes de periodismo en primero de carrera y que no venga en el manual de estilo de cualquier diario que se precie.

    Cabe preguntarse, sin embargo, a propósito de esto en concreto, si “inmunizar” es sinónimo de “vacunar”, y, más en general, si en verdad hay sinónimos en la lengua, es decir, dos o más palabras formalmente distintas que tengan un mismo y unívoco significado. 

    Sospecho que ya el propio término “sinonimia” es engañoso, y que en verdad no hay sinónimos en la lengua, porque nunca se da una igualdad exacta de valores entre dos unidades léxicas que pueden aludir a una misma realidad. Siempre hay factores de diferencia social y educación, de registro, jerga o moda en la preferencia por el empleo de un término o de otros, con lo que cambia el significado. 


   Vengamos al caso que nos ocupa: Preguntémonos si “inmunizado” es en verdad sinónimo de “vacunado”. Resulta que, por mucho que se empeñen los partidarios de las vacunas, no es lo mismo. El término “vacunar” prodece del latín “uacca” que es el nombre de la “vaca”, que Pasteur acuñó como homenaje a Edward Jenner, el médico rural del siglo XVIII que descubrió que las ordeñadoras de vacas tenían en sus manos pequeñas ampollas de viruela bovina, pero que no padecían la letal viruela humana que causaba estragos en Europa, de lo que dedujo que inocular un virus leve como la viruela bovina en una persona podría protegerla de una variante más mortífera. Al parecer inoculó a través de una inyección la viruela bovina de una ordeñadora al hijo de su jardinero, un niño de ocho años llamado James Phipps. Cuando este se recuperó de los síntomas de la viruela bovina, 48 días más tarde, el doctor Jenner le inyectó la viruela humana, ante la cual no mostró ningún síntoma. 

   Inmunizar es etimológicamente hacer inmune, e inmune quiere decir que no puede ser atacado por ciertas enfermedades, porque está fortificado como si estuviera protegido por una armadura o por un caparazón y fuera invulnerable. Según el diccionario de la docta Academia: "Estado de resistencia, natural o adquirida, que poseen ciertos individuos o especies frente a determinadas acciones patógenas de microorganismos o sustancias extrañas." Se habla, asimismo, de inmunidad parlamentaria, que es la prerrogativa de los diputados y senadores, que los libra de ser procesados y juzgados sin la autorización de la cámara a la que pertenecen, y de inmunidad diplomática, de la que gozan los representantes diplomáticos acreditados de un país en otro. Y vacunar es inocular una vacuna, es decir, un preparado de antígenos que, aplicado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa. La imprecisión de la realidad se traduce en la de sus significados.

Propaganda de la Liga Contra la Vacunación (1884)

     Si, al hilo de las noticias sobre la inoculación del tratamiento preventivo del virus coronado (capciosamente llamado "vacuna") que se está aplicando a toda velocidad en este y otros países a toda la población, buscamos otra motivación, además de la estilística de evitar la redundancia, encontramos que no hay una razón científica de peso para considerar inmunizados a los voluntarios que han recibido dicho tratamiento cuando las propias industrias farmacéuticas que lo han elaborado reconocen que sus sueros no impiden contraer el virus ni, una vez contraído, contagiarlo, sino simplemente aligerar sus síntomas durante un período de unos pocos meses, por lo que ya advierten de la necesidad de repetir el proceso de inoculación, como sucedía con la gripe cada cierto período de tiempo. 

Propaganda de la Sociedad Anti-vacunación (1879)

    El producto, vamos a llamarlo así, no es una vacuna. Una vacuna, por definición, proporciona una respuesta defensiva contra una enfermedad. En este sentido podría decirse que "vacuna" es un hipónimo de "inmunidad", que sería su hiperónimo. Este producto que nos venden como "vacuna" no proporciona inmunidad, pese al uso torticero que han hecho de la sinonimia. En el mejor de los casos simplemente reduce la severidad del contagio. Se trata por lo tanto de un tratamiento médico y no de una vacuna. Lo cual nos lleva a plantearnos la cuestión de si tiene algún sentido tomar un tratamiento médico, o, mejor dicho, farmacéutico para una enfermedad que no se tiene, y querer aplicárselo a la población sana.