Parece que en Norteamérica hay personas renuentes a ponerse la inyección contra el virus coronado, de ahí que algunos Estados se hayan visto en la obligación de animar a la gente a someterse al proceso de vacunación. Ya teníamos noticias de que se regalaban donuts, helados y hamburguesas tras el pinchazo de la dosis correspondiente.
Ahora en la ciudad de Guasintón después del chute, como denominan los drogadictos a la inyección estupefaciente, te ofrecen una cerveza. En Memphis se sortean automóviles de prestigiosas marcas. En Nueva York puedes asistir gratis presentando el certificado de buena conducta sanitaria que acredita que te has dejado inocular a un amplio abanico de eventos culturales (?) como partidos de baloncesto (!) o de beisbol (!) o entrar sin pagar al zoo a ver cómo viven los animales salvajes enjaulados, fiel reflejo de la humana condición.
Pero la iniciativa más curiosa ha sido sin duda la del Estado de Ohio (Vax-A-Million), que sortea un millón de dólares norteamericanos a la semana durante cinco semanas entre los súbditos que se hayan arremangado y prestado el brazo a la jeringuilla contra la covid-19.
Me
recordaba a mí esto a un programa
televisivo español de gran éxito que hubo a finales de los años 60 que se llamaba “Un
millón para el mejor”, y que era como la lotería nacional. Con un millón ya entrabas en la categoría de millonario. Entonces se repartía un millón de las antiguas
pesetas, que hoy, al cambio, no son gran cosa, casi "nada" (seis mil euros, creo), pero
que entonces suponían un dineral que te "solucionaba" la vida en el sentido de que te permitía poder vivir sin trabajar o sea, sin dar un palo al agua.
Una iniciativa pública que ha sido anunciada por su Gobernador, al que algunos le han reprochado el enorme dispendio económico que supone. Pero él opina que lo que no se puede permitir es el derroche de vidas humanas, convencido como está de que el fármaco milagroso salva vidas. A tal fin ha destinado cinco millones de dólares del erario público que se sortearán a razón de un millón cada semana entre los ciudadanos mayores de edad, residentes en el Estado de Ohio y que hayan recibido al menos la gracia de la primera dosis.
Confía así el señor gobernador en animar a los remisos votantes y contribuyentes a vacunarse, dado que el Estado de Ohio se halla varios puntos por debajo de la media nacional, y eso no puede consentirse.
La primera ganadora de esta lotería estatal ha sido una tal Abbey Bugenske, joven de 22 años, que no se podía creer la noticia de que había sido agraciada con un millón de dólares cuando recibió la llamada del propio Gobernador para confirmárselo, creyendo que se trataba de una broma. La afortunada anima ahora a todo el mundo a vacunarse ("I would encourage anyone to get the vaccine).“Si ganar un millón no es suficiente incentivo, no sé realmente qué lo sería”, ha afirmado (If winning $1 million
isn't incentive enough, I don't really know what would be") .
En los USA no faltan las estrategias del márquetin que se emplean para la comercialización de un producto y para estimular su demanda, confiando en que la ilusión movilice a la población más remisa. La suya es otra moral, protestante, evangélica, retribuida económicamente. Nosotros, aquí, más católicos, confiamos exclusivamente en la virtud salvífica de la fe, por lo que no se hace mucho uso de la mercadotecnia. La fe, por sí sola, obra el milagro y nos redime.