Hay
en la película “Doctor Zhivago" (1965) una breve pero significativa
escena que constituye una preciosa reflexión sobre la revolución rusa,
telón de fondo temático del filme, cuyo centenario celebraban los historiadores el año 2017.
Un
hombre del pueblo, ya entrado en años y que sólo aparece una vez
en pantalla, formula una pregunta ante la noticia de la entrada de
Lenín en Moscú tras el derrocamiento del último zar de la madre
Rusia: -“¿Ese Lenín va a ser el nuevo zar entonces?” No es una
pregunta ingenua, como puede parecer a primera vista, sino que lleva
incorporada en su planteamiento la respuesta positiva que sugiere,
porque es una pregunta retórica: Lenín, en efecto, será el nuevo
zar de todas las Rusias. El pueblo, ese gran escéptico resignado, sabe muy bien aquello de "a rey muerto, rey puesto".
El igualitarismo comunista,
sin embargo, trató de disimular la jerarquía política y militar
existente utilizando la expresión "tovarich" ('camarada') aplicada a todo el
mundo, haciendo que entre los bolcheviques revolucionarios,
equiparados por el rasero apelativo de la palabra “camarada”, que
literalmente significa en castellano “compañero de cámara o de cuarto”, reinara la
confusión y se ocultara el hecho que parecía desaparecer como por arte de magia de que no era lo mismo pese al
mismo tratamiento igualitario ser el zar, Kaiser, sha, César -todas
ellas desfiguraciones del nombre latino de Gaius Iulius Caesar- o
superior jerárquico que ostenta el poder de mando de la vasta Rusia,
y el subordinado sumiso y obediente, último funcionario gris u
hombre del Partido o del pueblo.
Sería una ingenuidad pensar
que porque todos tengamos el mismo tratamiento o porque vistamos todos el mismo uniforme que dicta la moda o el Partido como en la China de Mao seamos iguales de
hecho, una ingenuidad creer que han desaparecido la jerarquía, el escalafón de mando, los jefes, sustituidos por los líderes, que son el mismo perro con británico collar, y los
súbditos porque hayamos generalizado el tuteo, como se hace en la lengua del Imperio y se comienza a hacer entre nosotros.
Y no es que las cosas cambien
para seguir igual, es que cambian para empeorar, porque continúan
como estaban pero con el embeleco de que no son las mismas, lo que
sucedió en España, sin ir demasiado lejos, con la restauración
borbónica tras la dictadura franquista, que lo dejó todo 'atado y bien atado' como tantas veces certeramente se dijo, y el advenimiento de
la llamada transición y democracia, que no deja de ser otro nombre
para disimular la misma y oprobiosa dictadura del Estado y el
Capital.